Transformacion De Las Escuelas Superiores

Muchas cosas han cambiado desde aquellos años de transformación de la educación, por ejemplo el entorno social, lo económico, la actitud de las familias y más que nada las nuevas generaciones que se enfrenta a la educación.

Todos aquellos cambios se debieron más que nada al sometimiento de nuevas exigencias a las instituciones educativas, generando como productos cambios muy acelerados dentro de la educación situada en las universidades públicas, todos estos fueron campos de expresión de cambios demográficos, culturales, sociales y políticos que modificaron las formas de funcionamiento y el sentido del que hacer de la educación.

Al existir un cambio dentro de las universidades lógicamente también se vieron involucrados el espectacular crecimiento de la matricula superior que estas tenían, por la cual al tiempo que crecía el número de estudiantes y aumentaban las dimensiones de cada institución, surgieron nuevos establecimientos de enseñanza superior, hasta integrar un extendida y diversificada base que conformaba cada institución.

Para realizar un recorrido de lo que ha sido la evolución de la educación superior contemporánea en México, se puede hablar de tres periodos importantes. El primero se presenta a finales de los años treinta, en los cuales está asociado con el reconocimiento y la incorporación de la educación superior en los proyectos del Estado y en esta misma época data la creación del Instituto Politécnico Nacional.

El segundo periodo es entre 1970 y 1988, es caracterizado por la expansión y la diversificación no regulada que experimento la educación superior en su conjunto, todo a raíz de los múltiples procesos que influyeron en su desarrollo.

Un tercer periodo fue inaugurado hacia finales de los años ochenta, con la formulación de nuevas políticas del gobierno federal, que surgieron como respuesta del entorno de profunda pero a la vez difícil transformación económica y política del país.

Todas estas nuevas condiciones revelaron la imposibilidad real de operar eficazmente con viejos patrones de desarrollo y también exigieron contar con instituciones dinámicas y flexibles frente a los cambios que estaban en marcha.

Una educación superior de Élite

Los estudiantes que ingresaban a la educación superior representaban un reducido sector de la población que procedía principalmente de los estratos más altos, y sólo tenía acceso a los estudios superiores alrededor de 2.7% de quienes tenían entre 20 y 24 años.

La formación superior de este pequeño sector de la sociedad estaba a cargo de universidades públicas, que estas a su vez fueron un núcleo fundador y la principal plataforma en la que tiempo después descansaría en proceso de expansión. Pero no todos los estados contaban con este servicio como era el caso de Aguascalientes, baja California Sur, Quintana Roo, Tlaxcala, Hidalgo y Nayarit.

Durante mucho tiempo las Universidades Públicas fueron el prototipo de institución de educación superior y algunas de carácter privado, en el caso de las públicas se encontraba la UNAM, la cual se concentraba alrededor del 50% de los estudiantes.

El quehacer de las instituciones se concentraba casi exclusivamente en las actividades de docencia en licenciatura. A principios de los años setenta el posgrado era una actividad prácticamente inexistente en la mayoría de las universidades públicas, y solo en años resientes ha empezado a adquirir importancia el posgrado basado en la investigación, sobre todo en el nivel de doctorado.

Uno de los rasgos estructurales del modelo de universidad mexicana ha sido la desvinculación entre las actividades de investigación y las de enseñanza. A diferencia de otros países, en los que ha predominado un modelo de universidad construido entorno a la investigación y a la producción de nuevo conocimiento.

En cuanto a la licenciatura, las carreras que ofrecían las universidades públicas, en su mayoría eran copiadas del modelo de la UNAM, y correspondían a profesiones orientadas al ejercicio independiente como lo eran algunas ingenierías (civil, mecánica y electrónica), derecho y medicina. En estas carreras se concentraban dos terceras partes de la matricula nacional. El tercio restante se ubicaban en carreras de humanidades, ciencias de la salud, naturales, exactas y agropecuarias.

Quienes formaban a los estudiantes eran profesionistas cuya principal actividad se desarrollaba fuera de las universidades. El profesor dedicado de tiempo completo a la docencia era prácticamente inexistente en este periodo.

En el modelo de enseñanza denominado liberal, la impartición de catedra se centraba casi exclusivamente en la relación verbal entre maestro y alumno, la experiencia del alumno se debía más que nada al uso de bibliotecas, la redacción de textos y la participación activa en seminarios.

En las universidades públicas se formaban graduados que iban a los negocios, la política o las profesiones independientes.

La educación superior era un asunto fundamentalmente de varones, para las mujeres, la principal ocupación formativa eran las pequeñas escuelas que había en los hogares donde residía la familia, cuyas actividades estaban orientadas a la cultivación de lo que la ética conservadora valoraba como el papel de la mujer. Para quienes adquirían una formación distinta, profesional, la carrera por tradición era el magisterio, que para entonces contaba con una extendida infraestructura escolar.

Por otro lado existían las formaciones de carácter tecnológico, aquí se reconoce fundamentalmente la creación del IPN, que surgió con el propósito de generar un nuevo tipo de saber distinto del modelo propiamente universitario, esta institución se colocó bajo la coordinación central del gobierno federal, evitando así la tensa relación entre las universidades y los poderes públicos. Su enseñanza estaba

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