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UNA MIRADA AL COMPORTAMIENTO DE LA IGLESIA FRENTE AL TRABAJO HUMANO A LO LARGO DE LA HISTORIA.

rocarpaz19 de Octubre de 2012

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UNA MIRADA AL COMPORTAMIENTO DE LA IGLESIA FRENTE AL TRABAJO HUMANO A LO LARGO DE LA HISTORIA.

Carlos PAZ RIOS.

CONSIDERACIONES GENERALES.

La actitud frente al trabajo puede definir épocas en la historia, como puede llevarnos a observar procesos de cambios materiales y mentales asociados a esa actitud porque, en definitiva el trabajo es una constante entre las necesidades humanas, lo que ha cambiado en la historia es la forma en que se organiza y el lugar que ocupa en la jerarquía de los valores sociales. No puede existir una etapa de fin del trabajo, en cambio si puede apreciarse el fin de la cultura del trabajo; la noción de trabajo y el valor que se le atribuye son una construcción social típica de cada momento cultural y -como todo lo cultural o social- es dinámica. En consecuencia, se redefine adaptándose tanto a los cambios sociales en general como a las nuevas demandas de las relaciones de producción en particular. Estas conclusiones proceden de un trabajo de investigación realizado en una de las grandes empresas de concentración, ayer modelo de producción taylorista y hoy reconvertida en modelo de empresa neoliberal(1). Aquí se expone una síntesis del marco teórico, de la metodología y de las conclusiones, así como los límites en los que debe circunscribirse las aportaciones.

El trabajo como “hecho social”, no es un fenómeno invariable e inmutable, si bien es cierto ha jugado y juega un papel central en la vida de los seres humanos; no siempre ha sido valorado de la misma manera a lo largo de la historia, incluso por instituciones como la Iglesia Católica como veremos a continuación

1. 1. EL TRABAJO DENTRO DEL MENSAJE BIBLICO

EI tema del trabajo en la Biblia puede verse desde diversos centros de interés; Muñoz León presenta una explicación sobre la naturaleza y el sentido del trabajo humano a la luz de la revelación del Antiguo y Nuevo Testamento que trataremos de sintetizar a continuación:

A. Trabajo y descanso en el relato de la creación.-La Biblia se abre con la descripción de la semana creadora. En seis días Dios va creando desde la luz hasta el hombre y el séptimo día descansa. Este relato de la tradición sacerdotal (Gen1, 1-2,4a) tiene sin duda una finalidad catequética y una preocupación por justificar el día de descanso. Pero a la vez se convierte en un fundamento de la teología del trabajo (véase Ex 20,17). La exaltación del día festivo es simultáneamente una consideración del trabajo humano.

Este pensamiento aparece también en la bendición de procreación y de dominio de la tierra que el mismo relato sacerdotal pone inmediatamente después de la creación del hombre a imagen de Dios (Gen 1,26 28). El dominio de la tierra es una tarea del hombre, un dominio que es una administración y debe tener presente el respeto a la obra de Dios y la primacía del hombre en la transformación del mundo.

B. El trabajo ¿castigo o tarea? la perspectiva del relato de la creación.

(GEN 2,4B-3,24)

Este segundo relato de los orígenes tiene características muy determinadas. El autor nos presenta al hombre sacado del polvo de la tierra y dotado del Espíritu de Dios. Una vez formado el hombre, es transportado al jardín de Edén, sin duda para vivir en él y para cultivarlo. La descripción del Edén con toda clase de árboles y la situación en medio del jardín de los dos árboles misteriosos (el árbol de la vida y árbol de la ciencia del bien y del mal) es un símbolo de una vida dedicada a la compañía divina que gratuitamente otorga la subsistencia.

El relato se centra a continuación en la desobediencia de Adán y Eva al mandato divino, cediendo a la tentación de querer ser como Dios, árbitros del bien y del mal. Este pecado es sancionado por el juez divino. La sentencia va en primer lugar contra la serpiente que será vencida por la mujer y su descendencia (Gen 3,15). Después se anuncia a la mujer las consecuencias que del pecado surgirán para su función de madre y esposa (Gen 3,16). Finalmente encontramos el anuncio del castigo a Adán. Aquí hemos de entretenernos para examinar unas palabras que han determinado durante muchos siglos la consideración del trabajo como un castigo divino. El texto es el siguiente (3,17-19): «AI hombre le dijo: Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida. Espinas y abrojos te producirá, y comerás la hierba del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado».

No podemos entretenernos en hacer una exégesis detenida de este importante lugar de la Biblia. Solo podemos hacer una consideración global. El aspecto doloroso que el trabajo supone en la vida del hombre, y muy especialmente en los tiempos en que se escribe este relato, requería una explicación. Este aspecto doloroso no podía ser el plan inicial de Dios sobre la humanidad. Por consiguiente solamente tenía su explicación en un pecado original. El texto culmina con la indicación de la muerte como final del trabajo humano Lo que se considera como castigo del pecado no es el trabajo sino el final que esperaría al hombre sin la redención. En cualquier caso la frase «con el sudor de tu rostro comerás el pan» quiere contraponer la nueva situación de la vida fuera del paraíso. Allí había abundancia de todos los medios de vida producidos directamente por la tierra. Ahora habrá que trabajarla para poder comer. Eso mismo indica la frase con que se describe la expulsión de Adán y Eva del paraíso: «y le echó Yahvé Dios del Jardín de Edén para que labrara el suelo de donde había sido tomado» (Gen3, 23).

Esta perspectiva sombría del yahvista ha sido modificada sustancialmente en la revelación posterior. Ya los targumistas interpretaban la sentencia de Gen 3,19: «Hasta que vuelvas a la tierra de la que fuiste tomado, porque polvo eres y al polvo volverás» añadiéndole la siguiente frase: «Y del polvo tú has de volver a levantarte para dar razón y cuenta de todo lo que has hecho». Pero ha sido la revelación cristiana la que, gracias a la mediación de Jesucristo, ha visto que el final del hombre no terminaba en la muerte sino en compartir la resurrección de Jesucristo. Y esta perspectiva hace cambiar simultáneamente también la idea del yahvísta sobre el dolor como castigo.

En efecto, la redención libra al hombre de la esclavitud del pecado y con ello libra también al hombre de la consideración del trabajo como castigo. De alguna manera podemos decir que restaura la nobleza del trabajo que aparecía en el primer relato del Génesis. Cierto que no se suprime el aspecto doloroso (aunque el progreso de la civilización lo ha mitigado grandemente en el aspecto físico), pero ese dolor, como el las artes y de la técnica. El autor, que también aquí es el yahvista, nos ha querido retroproyectar al mismo comienzo de la humanidad la rivalidad entre pastores y agricultores y el recuerdo de los primeros esbozos de la civilización. La referencia a los sacrificios nos pone de relieve una idea que está muy extendida en las civilizaciones primitivas, aunque a veces deformada por la idolatría. Se trata del reconocimiento del fruto del, trabajo humano en la agricultura o el pastoreo, como bendición de la obra divina, reconocimiento que se expresa en el sacrificio.

Tras la catástrofe del Diluvio, el autor sagrado establece como un elemento de estabilidad de la humanidad la sucesión de las estaciones y la labor humana: siembra y siega (Gen 8,22).

C. Trabajo y descanso en la enumeración de los mandamientos

El Decálogo o Diez Mandamientos, a propósito del descanso sabático, indica: «Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos, pero el día séptimo, es día de descanso para Yahveh, tu Dios» (Ex 20,9-10). La intención del Decálogo es sancionar el descanso del sábado, pero la expresión en imperativo «seis días trabajarás» puede indicar en general la obligación del trabajo aunque también podría traducirse en el sentido de «seis días podrás realizar tus trabajos». En cualquier caso el autor inspirado considera normal el hecho del trabajo humano al que, no obstante, hay que ponerle un límite para que el hombre pueda mantener un contacto de adoración con Dios. El trabajo no es algo absoluto. El hombre es un ser libre, su realización principal es la unión con Dios.

D. La descripción de la obra creadora en los salmos.-

El poema contenido en el salmo 104 comienza con una descripción de la hermosura de la obra creada por Dios. Enseguida pasa a la tarea del hombre como cooperador de la creación. El salmo describe al hombre en su tarea desde el amanecer hasta el anochecer (v. 23). El hombre aparece ahora en una perspectiva nueva como unión a la pasión redentora de Cristo. El dolor que acompaña el trabajo es signo de la mortalidad del hombre y, a la vez, semilla de la resurrección futura.

E. Trabajo en los relatos sobre el comienzo de la civilización (Gen 4,1 ss.)

El relato de Caín y Abel nos presenta ya las dos primeras formas de trabajo de la humanidad y, dentro del mismo capítulo, aparece ya la invención de

Saca de la tierra el pan, el vino y el aceite (v. 14.15).Esta tarea y el dominio sobre la tierra había sido expuesta también en el Salmo 8 recordando el lenguaje del relato sacerdotal de la creación. También el salmo 128 habla de la dicha del hombre que come del trabajo de sus manos (v. 3).

F. El trabajo en el libro de Job.-

El drama de la situación humana aparece en este libro con un acento poético inigualable. En algunos capítulos el

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