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CHILE A CIEGAS

guisebeecherResumen28 de Mayo de 2021

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Control: Chile a Ciegas

PARTE 1: RESUMEN DEL LIBRO

CAPÍTULO 1: LA TRISTE REALIDAD DE NUESTRO MODELO ENERGÉTICO

El primer capítulo expone algunas de las características que ponen a la situación energética de Chile en un escenario negativo, destacando la inexistencia de una política energética nacional, y el oligopolio que impide el ingreso de nuevas compañías energéticas que podrían poner en peligro -quizás para beneficio de la población- la hegemonía de las empresas privadas más importantes.

Este modelo energético es altamente ineficiente, debido a que no es económico -cuenta con uno de los precios más altos de la región-, ni seguro -depende altamente de las importaciones- ni limpio, lo que pone en peligro su sustentabilidad, a pesar de que la generación de energías limpias generaría consecuencias positivas en materia económica. Este escenario lamentable, se suma a la privacidad que protege los movimientos de las empresas que afirman este modelo.

La falta de intervención del Estado en la materia demuestra su imposibilidad de planificar estratégicamente, puesto que sus planes y medidas se encuentran orientados en los beneficios inmediatos, más que en sus consecuencias a largo plazo, así, se permite la proliferación de la cultura minera, que se basa en la explotación exacerbada de recursos, y pasa por encima de, por ejemplo, los intereses manifestados en la OCDE.

Considerando que la situación energética es determinante para conocer la competitividad de un país, su vulnerabilidad se identifica como una amenaza para la seguridad nacional. Lo que se refleja en el escenario con los países vecinos, que han evitado relacionarse con Chile en esta área. Lo anterior da paso a un exceso de gasto militar que no es recuperado, como sí lo sería de ser invertido en pos de la eficiencia energética.

Este escenario es una consecuencia del neoliberalismo implantado durante el régimen militar, que ha mantenido a lo político separado de lo económico, y por lo mismo no permite que el Estado intervenga realmente para revertir el camino que ha tomado la cultura minera de estas empresas. A pesar de esta mínima intervención, los intereses de la clase política sí se encuentran orientados hacia el aumento de la producción eléctrica.

Para entender mejor el panorama, se menciona la forma en que se organiza la respuesta a la fluctuante demanda energética,  explicando el funcionamiento de la red eléctrica y sus actividades. Debido a que afecta a todo el territorio, existen múltiples iniciativas que se oponen al funcionamiento de algunos tipos de generadoras de energía eléctrica, considerando las consecuencias nocivas que, por ejemplo las termoeléctricas, causan en sus entornos y en la población.

El abastecimiento, por otra parte, depende de las fluctuaciones de los precios de la energía que fijen las empresas proveedoras, que termina siendo cubierto por todos sus clientes, especialmente las personas naturales por sobre las empresas, que suben sus precios para cubrir el aumento de sus costos. Además de esto, los gobiernos han continuado aprobando iniciativas altamente contaminantes, a pesar de comprometer a Chile a reducir su huella de carbono.

En cuanto a este rol contaminante, las emisiones de CO2 del país son mínimas si se consideran a nivel mundial, pero resultan ser altísimas si se consideran a nivel latinoamericano, especialmente considerando que es uno de los países con un crecimiento más rápido de sus emisiones. La carbonización de nuestra energía al ser tan contaminante, si bien puede resultar útil, aporta a construir un escenario muy poco sustentable.  

Por otra parte, se menciona la diferencia de precios de producción de diversas energías, que lamentablemente, no se refleja en las boletas de los usuarios, puesto que la energía se cobra en toda ocasión de acuerdo al origen más costoso. Además, el oligopolio de las empresas dominantes ha mantenido su posición por diversas vías, que dificultan la instalación y participación de otros tipos de proveedores. Por otra parte, la cultura empresarial en Chile prefiere las mega instalaciones, al contrario de lo que puede resultar más recomendable: las centrales más pequeñas; y por tanto más controladas.

Todo este escenario tiene consecuencias nefastas para la población más pobre, debido a que, primero, el altísimo costo energético significa un gran gasto para las familias de menores ingresos, y segundo, la apropiación de recursos de las empresas generadoras de energía puede empujar a las familias desplazadas del territorio a la pobreza. De esta manera, incluso las grandes centrales enfocadas a la generación de energía limpia, pueden ser nefastas para los entornos en los que se insertan.

CAPÍTULO 2: LA HORA DE LAS ENERGÍAS RENOVABLES NO CONVENCIONALES

En los últimos años se ha cambiado el foco -parcialmente- hacia la rentabilidad de las Energías Renovables No Convencionales -en adelante ERNC-, que han masificado diversas tecnologías más económicas y menos contaminantes de generar energía eléctrica, como las celdas fotovoltaicas y los biocombustibles. Esto, ante el agotamiento inminente del petróleo y el reconocimiento de su nocividad para el medio ambiente, permite vaticinar el fin de su era como principal combustible.

Lo anterior se refleja especialmente en Latinoamérica, que de las regiones en vías de desarrollo, al menos hasta el 2010, lideraba la inversión en ERNC. En cuanto a Chile, se encuentra bien posicionado en cuanto al funcionamiento de este tipo de energías, principalmente debido a las grandes hidroeléctricas y la biomasa. A pesar de esto los gobiernos cuentan con un rol pasivo que, si bien reconoce el potencial que existe en el territorio para desarrollar las energías renovables, no invierte lo suficiente, ni hace esfuerzos significativos por desarrollarlas.

En cuanto a las principales ERNC, existe gran potencial para el desarrollo de las energías eólica, geotérmica, hidroeléctrica no convencional, solar y mareomotriz, debido a las ventajas comparativas que ofrece el territorio, además de la oportunidad de desarrollar la energía de la biomasa. Invertir en este tipo de energías no sería un gasto, sino una oportunidad para disminuir los precios de la energía para los usuarios, así como para reducir costos para el Estado, mientras se avanza hacia un escenario menos contaminante.

CAPÍTULO 3: LA ENERGÍA NUCLEAR NO CUMPLE CON EL PRINCIPIO PRECAUTORIO

La energía nuclear se ha intentado instalar fuertemente desde el régimen militar de 1973, a pesar de ello, a inicios del siglo XXI se determinó que no se implementaría en Chile, sin embargo, se invirtió en investigación y se tomó una posición neutral hacia la incorporación de esta energía, ignorando todas las desventajas que trae consigo, y pasando por alto quizás lo más importante: puede poner en peligro la seguridad nacional.

Lo anterior se debe en parte a que, al ser Chile un país altamente sísmico, la existencia de reactores nucleares en el territorio nunca será completamente segura. A pesar de esto, los gobiernos siguieron asegurando que, si bien no existía un plan nuclear, esta energía podía ser segura, a pesar de los accidentes relacionados a su presencia en zonas sísmicas.

Existe un secretismo por parte del gobierno hacia este tema que se visibilizó, por ejemplo, cuando Chile se deshizo de una cantidad considerable de uranio que se mantenía en el territorio, y que fue entregada a Estados Unidos. Este tipo de actitudes ha dado paso a una concentración del material nuclear, que si bien ha reducido el riesgo de guerra, ha aumentado el riesgo de ataques. Este secretismo, sin embargo, no es algo exclusivo de Chile, sino que se da transversalmente en cuanto a la industria nuclear.

Existe una atención oficial hacia la industria nuclear japonesa, debido a que presenta características sísmicas y energéticas similares a las de Chile, pero su energía nuclear es muy utilizada, y aparentemente segura. Aparentemente, porque tiende a ocultar y disfrazar los accidentes, incluso, no solamente se baja el perfil de las desgracias, como suele darse, sino que en las empresas nucleares existe una cultura generalizada de la negación de los desastres evidentes.

La implementación de este tipo de industrias se torna insostenible si se considera que sus materiales no son manejables en ambientes no controlados, y más aún, generan consecuencias terriblemente negativas de todo tipo para las zonas en las que se encuentren insertas, si es que existe alguna falla de la seguridad, que pueden derivar en enfermedades, destrucción de posesiones y desplazamiento de la propia vivienda con imposibilidad de volver, si es que no resultan en muerte.

El desastre de Fukushima generó una reacción en cadena en países como China, Estados Unidos, Italia y Alemania, que tomaron una postura más conservadora, y por tanto más segura, en cuanto al funcionamiento de la energía nuclear. Si bien en Latinoamérica la producción de energía nuclear es mínima, las pocas plantas existentes principalmente en Argentina, México y Brasil no son reconocidas por su seguridad, y han pasado largos periodos fuera de funciones.

En cuanto al impacto de esta industria, existe la idea de que los países que cuentan con energía nuclear son más poderosos y aventajados, por lo mismo, existe una tendencia a implementarla a pesar de contar con múltiples desventajas. Esto crea un peligrosísimo escenario donde la proliferación de esta energía puede derivar en la generación de armas, que si bien difícilmente funcionarán como armas nucleares sin el respaldo de las instituciones correspondientes, su liberación igualmente puede provocar efectos nocivos para el ambiente.

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