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Cornatz le corn. Un comentario


Enviado por   •  15 de Agosto de 2022  •  Reseñas  •  1.660 Palabras (7 Páginas)  •  150 Visitas

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CORNATZ LO CÒRN. COMENTARIO

Cornatz lo còrn es una composición dividida en 4 apartados: una cobla y cuatro sirventés en los que participan tres personajes, a saber: Truc Malec, Raimon de Dufort y Arnaut Daniel. Los tres discuten acerca de la noble Dama Enan, quien le expuso el culo a Bernant de Cornilh para que lo besara, recibiendo por parte de éste una negativa. El debate, pues, se basa en defender y reprender las acciones tanto de la dama como del caballero en cuestión; es así como los implicados toman partido: por un lado, Truc Malec y Raimón de Dufort aprueban las acciones de la dama Enan y reprochan el comportamiento de Bernant de Cornilh, tachándolo incluso de cobarde por no haber accedido a las peticiones de la mujer; por el otro, Arnaut Daniel, quien se presume más viejo que los otros dos personajes, aprueba la conducta de Bernant de Cornilh al rechazarla.

        Acerca de los aspectos femeninos de los que se dota a la Dama Enan, es importante recalcar varios aspectos. En una primera instancia, la figura de la mujer se limita a una parte de su cuerpo: el culo. No se dan más rasgos de ella, no se explica si es hermosa o fea ni se retoman sus virtudes morales, está completamente reducida a su acción. La dama solicita el servicio de cornar por parte del caballero, como bien es explicado en los versos siguientes:

Ella puso tras el muslo la mano

Y mostrándole el hoyo de abajo

Le dijo: “Si bien me corna aquí,

Yo os haré mi amante leal.

III

Si así no me quiere servir,

De otra forma no podría alejar de mí lo que quiero:

Cornad el culo, que hacia vos lo vuelvo,

Que yo lo he hecho lavar y limpiar,

Y ya no olerá su pestilencia.

Y ya no tema el escarnio:

Es así justo lo que yo opino;

Pues tanto hacéis vos que yo quiera sufrir,

Hágalo rápido si quiere gozar”[1]

La dama propone un intercambio: si el caballero le besa el culo, ella le entregará sus amores, que son lo que él busca. Desde mi punto de vista, esta solicitud puede tomarse como una parodia del besamanos, cambiando radicalmente el sitio en donde debe darse el beso para que el respeto y vasallaje sea aceptado. Por otra parte, y como queda patente en la cita anterior, el papel de la mujer es activo, lo que va en contra de todos los preceptos sociales de la época:

[…] hemos de apuntar que en la sociedad medieval se educaba a las mujeres para desempeñar papeles eminentemente pasivos: casamiento, sexualidad, gestación, parto, lactancia. En el matrimonio no tendía a buscar, sino a ser buscada. En la sexualidad esperaba a que el marido actuara e influyera sobre ella. Nunca iniciaba la actividad sexual y no respondía a los estímulos eróticos de una manera activa. [2]

No obstante, la Dama Enan no es pasiva, ni mucho menos. No está buscando la concepción, sino el placer sexual para ella misma. Estas actitudes resultan nuevas para el hombre, quien parece asustarse para luego declinar la oferta: ‹‹“Dama, que cornarla seríame dulce, / Pero el aliento me falta al decidirme”.››[3] Ahora bien, es posible explicar la conducta de la dama a partir de la percepción medieval del género femenino. Desde el inicio, se percibe a la mujer como inferior al hombre, tanto en aspectos físicos como en aspectos mentales. De tal manera que:

[…] como la mujer es inferior y, por ende, de pocas luces, es fácilmente víctima del deseo concupisciente; en cuando que la razón no la rife de la misma manera que al hombre, controla de forma precaria sus impulsos, lo que posibilita afirmar que – por su naturaleza misma – la mujer es mucho más ardiente que el varón. Es más, varios pensadores afirman que tiene mayor deleite en el coito.[4]

Entre las explicaciones médicas de estos comportamientos se encuentra la siguiente:

[…] el aristotelismo reinante le había hecho creer [al hombre medieval] que el exceso de humedad en el cuerpo de la mujer le daba una capacidad erótica ilimitada, que difícilmente se podía saciar. […] Por otra parte, se había extendido la idea de que los órganos femeninos ejercían una especia de posesión, de que había una interioridad que escapaba a todo control. […][5]

No es de sorprenderse, pues, que “este tipo de consideraciones hicier[a]n que la imagen de la ninfómana, gobernada por sus órganos genitales y viviendo su sexualidad de una manera desorbitada, fuera muy frecuente en la literatura”[6], sobre todo en las cantigas de escarnio. En el caso a tratar, resulta obvio que es un texto satírico, que no solamente contrapone la imagen de la mujer “buena” con el de la mujer “mala”, sino que hace uso de diferentes personajes masculinos que debaten acerca de las conductas tanto del caballero como de la dama. Cabe recalcar que:

El género satírico es, en cierta manera, realista, porque utiliza una expresión coloquial e incluso vulgar y atiende a los aspectos más primarios de la naturaleza humana: la comida, la bebida, las necesidades sexuales, las enfermedades… Pero esto no quiere decir que la imagen que se presenta en estos textos de la realidad sea certera, tangible, al menos en su conjunto. […] Sobre todo si tenemos en cuenta que el género de escarnio se caracteriza por sacar a la luz, únicamente, lo ridículo, lo grotesco, lo blasfemo de la realidad que dibujan. Las composiciones presentan, en cierta manera, un retrato de la sociedad de tiempo, pero un retrato distorsionado, manipulado, supeditado a numerosos a numerosos factores literarios y extraliterarios. [7]

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