RESUMEN DE MIS MEMORIAS GUILLERMO CANO
Nicolás VargasResumen22 de Abril de 2018
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RESUMEN DE MIS MEMORIAS GUILLERMO CANO
Durante la segunda guerra mundial, se declaró en Londres que “EL ESPECTADOR” de Bogotá, era el mejor periódico del mundo, y muchas de las personas que lo escribían y leían, realmente estaban de acuerdo con ello.
El periódico era pequeño y no tenía la capacidad suficiente para producir demasiadas unidades, sin embargo, aquellos que podían tener un ejemplar, disfrutaban al leerlo, ya que brindaba información verídica y de calidad, dando la talla a otros periódicos nacionales e internacionales, en cuanto a reportajes y noticias.
Después de un tiempo de haberse dicho que era el mejor periódico del mundo, “El Espectador” puso a cargo al director más joven de la historia: Guillermo Cano, quien había conseguido el puesto no por sus esfuerzos y buen trabajo, sino porque parecía que desde el momento en que nació, ese era su destino.
En aquellos tiempos, las instituciones educativas no enseñaban como ser periodista o director, sino que se tenía que aprender realizando el trabajo, de manera empírica, y aprendiendo de aquellos que conocían la labor desde mucho antes. Guillermo Cano era apenas un recién ingresado que estaba en etapa de aprender, por lo que ser ascendido de repente a director debió haber sido un acontecimiento difícil de asimilar.
Era un trabajo complejo, y el hecho de que su padre, don Gabriel, leía el periódico minuciosamente, y criticaba aquellos artículos que no estaban al nivel que debía tener “El Espectador”, hacía que Guillermo tuviera mucha más presión sobre sus hombros, y con el miedo latente de llegar a estar en lo que conocían como “el muro de la infamia”, donde se exhibían los recortes que no llenaban las expectativas de su padre.
Dentro de los miembros del periódico se encontraba Eduardo Zalamea, quien era algo así como el jefe cuando el director no estaba presente. Además de él, estaba José Salgar; un joven que había escalado desde lo más bajo, hasta el puesto de redacción y se había proclamado como el mejor periodista del país, pero que raramente mostraba su rostro. Gonzalo González, quien tenía un espacio donde escribía respondiendo preguntas a los lectores, y su sección era la más jovial de ese tiempo. Entre ellos, y muchos otros, el más joven, novato y retraído era Guillermo, el nuevo director.
En ese tiempo, Gabriel García Márquez escribía cuentos, y eran publicados en una sección del periódico, gracias a Eduardo Zalamea, sin embargo, ellos no se conocían. Para entregar sus manuscritos, el escritor dejaba un sobre en la portería del periódico o los mandaba por correo desde Cartagena y Barranquilla.
Álvaro Mutis, jefe de relaciones públicas de una compañía de aviación, había conseguido que García Márquez fuera a Bogotá por deseo del director Guillermo Cano, donde cayó en la trampa, y se quedó como redactor del periódico durante 3 años.
Cuando entró por primera vez se dio cuenta de que Guillermo realmente estaba ejerciendo su papel de director del periódico, y que no era simplemente una marioneta controlada por su padre para decirle que hacer. Su habilidad más notoria, era la de reconocer las noticias al instante, y lo demostró en ese momento, cuando empezó a caer un chaparrón en la ciudad, como muy pocos antes vistos, y lo primero que dijo fue: “Este aguacero es noticia”.
Inmediatamente a eso, empezó a darle instrucciones a cada uno de los trabajadores para poder cubrir la noticia, y luego de eso, él mismo se sentó a escribir sobre la gran tormenta de 3 horas que acababa de acontecer y una vez hubo terminado de llover, la noticia del aguacero había reemplazado a la edición del día.
Guillermo Cano era un hombre con determinación y carácter, que aunque no lo demostraba mucho, lograba lo que quería a su manera, sin embargo, era humilde, no le gustaban los halagos, y tenía pocos amigos, porque prefería calidad que cantidad, y entre esos allegados más cercanos a él, estaba Gabriel, quien se dirigía inmediatamente a Guillermo cuando necesitaba saber los detalles de una noticia.
Un día mientras García Márquez se encontraba en La Habana, entrevistando a Fidel Castro y escribiendo un reportaje especial para el centenario de EL ESPECTADOR, le llegó una noticia que lo había dejado sin aliento: “Habían matado a Guillermo Cano”.
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