Reflexión San Agustin de Hipona
Valeria GómezEnsayo5 de Noviembre de 2019
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Reflexión de San Agustín de Hipona
Libro 1
“El origen del mal”
El primer libro de San Agustín es una conversación entre él y Evodio, ya que este le pregunta con mucha curiosidad a Agustín, quien es autor del mal, pero para empezar, el hace cierta aclaración de como no existe solo un tipo de mal, existen 2, el que está hecho por el hombre y el que sufre el hombre.
Así es como pensamos que Dios podría ser en el que pongamos en el mal ya que la perfección no puede obrar mal. Si algún hombre sufre, esto no es para nada injusto. Nadie es castigado injustamente.
Dios castiga las malas acciones, acciones que son siempre hechas con voluntad, pero Evodio pregunta que si Dios no es el que causa el mal, entonces quién nos enseñó a ser pecadores, pero San Agustín le dice que Nadie nos enseña el mal, porque si el aprendizaje se basará en entender cosas malas, entonces este no sería un bien, ya que obrar mal significa alejarse del aprendizaje.
Evodio cree en que todo se puede aprender, pero para aprender hay que ser inteligente, y ser inteligente es bueno, por eso es que para aprender se necesita ser inteligente (bueno) y no ignorante (malo).
Pero entonces, después de todo está explicación, Evodio sigue preguntando, ¿de dónde vienen todas nuestras malas acciones?, cosa que no debes de asociar con Dios aunque todas las almas hayan sido creadas por él según San Agustín, pero la única obra comprobable de Dios es Jesús, todo lo demás fue creado de la nada.
Un ejemplo del mal en el hombre son los pecados que cometemos, como el adulterio, los homicidios, etc. Así que Evodio pregunta cómo es que si la ley prohíbe lo que es malo, si un hombre permite que su mujer le cometa adulterio, entonces no lo castiga la ley? No, porque lo que es malo, al final es decidido por la moral.
Pero en la primera objeción, entra el homicidio cometido por miedo. Acto que es considerado como una pasión o concupiscencia, no toda pasion es mala y no toda pasion es buena. El hombre bueno es aquel que vive sin miedo, o eso es lo que dice San Agustín. Hay 2 tipos de concupiscencia: la del hombre malo, que significa, matar para cuidar sus bienes y la del hombre bueno, matar por su seguridad.
Es decir, que el soldado debe matar a su enemigo y eso va a estar bien visto, permitido por la ley y va ser considerado un mal menor, excepto si un hombre mata a un ladrón, es algo que no va a ser igual de bien visto. Evodio dice que para evitar males mayores, es preferible matar a los malvados. Hay de dos, respetar las leyes humanas y las leyes de Dios.
Dice que existen 2 tipos leyes, ley temporal y ley eterna (esta no se modifica a través del tiempo). Hablando de que la ley eterna es una ley de dios, y la ley temporal es una ley humana, está con características de la ley eterna. Pensando que la ley que debería regir a los hombres es la ley eterna o inmutable.
También se discute que para saber que el ser viviente está viviendo, quién sabe que vive, tiene que vivir para saberlo, cosa con la que San Agustín no está de acuerdo, él cree que así como los animales, que utilizan el instinto, no cualquier ser humano tiene noción de estar vivo. Nosotros sabemos que estamos vivos por la existencia de la razón, dando a entender que la razón siempre es buena.
Él dice que hombres sabios son aquellos que pueden controlar todos sus sentidos, las pasiones lo llevan a la ruina y la razón es la que lo hace triunfar. Ningún vicio puede superar ninguna virtud. Todo esto va de la mano con la voluntad y el libre albedrío, el hombre decide sobre sus pasiones y sobre su razón. Pensando que el hombre no va a caer en sus pasiones una vez que ya haya logrado llegar a la razón. Asimismo como los seres humanos que son apegados a lo material llevan una vida temporal, en donde el sufrimiento puede llegar en cualquier momento porque su vida está ligada a un objeto, pero con el propósito de cualquier hombre, ser feliz. El hombre que resiste los placeres del cuerpo, no sólo necesita buena voluntad, sino también fortaleza, y que esto lo haga una persona prudente, o sea (concupiscencia y templanza). Esto complementado por la justicia, que rige las pasiones del hombre, en donde su teoría la asocia con la de Platón (filósofo que soportaba con la misma teoría).
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