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Capitulo Primero De Crepúsculo

JosueMarin28 de Agosto de 2013

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1.

Comprometida

Nadie te esta viendo, me prometí a mi misma. Nadie te esta viendo. Nadie te esta viendo.

Pero, como no me podía mentir con convicción, tenía que ver.

Mientras esperaba que una de las tres luces del semáforo cambiara, mire hacia la derecha. En su minivan, la señora Weber volteo su torso en mi dirección. Sus ojos se posaron en los míos, y me pregunte porque no miraba para otro lugar, o se mostraba avergonzada. Todavía se consideraba descortés mirar fijamente a las personas, ¿no es así? ¿Ya no aplicaba eso a mí?

Entonces, recordé que esas ventanas estaban polarizadas de un tono muy oscuro, que probablemente ella no sabia que yo era la que conducía, ni que yo la habia descubierto mirándome.

Me sentí más cómoda por el hecho de que ella no me estaba viendo fijamente, solo al coche.

Mi coche. Suspire.

Miro a la izquierda, y gimo. Dos peatones, congelados en la acera, perdieren su oportunidad de cruzar la calle por mirar el coche. Detrás de ellos, el señor Marshall estaba viendo por la ventana. Al menos no tenía la nariz presionada al cristal. Aun.

La luz se convierte en verde, y en mi desespero por escapar, piso fuertemente el acelerador en la forma en que pisaba el acelerador de mi antiguo monovolumen Chevy para que pudiera arrancar.

El motor ronroneo como una pantera en caza, y el coche salto hacia adelante con tal rapidez que mi cuerpo emboto dentro de el asiento de cuero y mi estomago se presiono contra mi columna vertebral.

―Ah—suspiro mientras buscaba el freno. Conservando la cabeza, pise ligeramente el acelerador. El coche quedo en una absoluta quietud.

No podía resistir para mirar la reacción. Si habia dudas de que yo era quien conducía este coche, se habían completamente desvanecido. Con el talón, gentilmente presione el acelerador un milímetro y medio, y el auto se disparo hacia adelante otra vez.

Logre llegar a mi objetivo, la gasolinera. Si no hubiera estado funcionando, no hubiera llegado al pueblo del todo. Iba sin muchas cosas estos días, como Pop-Tarts y cordones de zapatos, para evitar gastar tiempo en público.

Moviéndome como si estuviese en una competencia, abro la compuerta, la ventana, escaneo la tarjeta y la manguera esta en el tanque dentro de segundos. Por supuesto, no habia nada que pudiese hacer para que los números fueran más rápido. Iban lento, casi como si lo quisieran hacer para desquiciarme.

No habia sol, un típico día con llovizna incesante en Forks, Washington, pero aun así, siento como si el foco esta enfocándome, atrayendo atención al delicado anillo en mi mano izquierda.

Tiempos como este, siento las miradas a mi espalda, como si el anillo fuese un anuncio de neón pulsante que dice: Mírame, mírame.

Era ridículo estar preocupada, y lo se. Además, de mi mamá y papá, ¿les importaba lo que dicen sobre mi compromiso? ¿Sobre mi nuevo coche? ¿Sobre mi misteriosa aceptación en la Universidad Ivy League? ¿Sobre la brillante tarjeta negra que se sentía candente en mi bolsa trasera en este instante?

—Si, a quien le importa lo que piensen. —Mascullo bajo mi aliento.

— ¿Uh, señorita? —llamó la voz de un hombre.

Me voltee, y desee no haberlo hecho. Dos hombres, parados detrás de una ostentosa SUV con nuevos kayaks atados al techo. Ninguno me miraba, miraban fijamente al coche.

Personalmente, no lo entendía. Pero, orgullosamente pude distinguir los símbolos de Toyota, Ford y Chevy. Este coche era brillante, negro, ostentoso y bonito, pero solo era un coche para mí.

—Lamento molestarle, pero, ¿Podría decirme que clase de coche esta manejando? —preguntó el alto.

—Um, ¿un Mercedes, verdad?

—Sí, ―dijo educadamente el hombre mientras su amigo más bajo ponía los ojos en blanco a mi respuesta—lo sé, pero me estaba preguntando, es ese… ¿Esta usted conduciendo un Mercedes Guardian? —el hombre pronunció el nombre con reverencia. El tipo este se llevaría bien con Edward Cullen, mi… mi prometido (no habia que darle vueltas al asunto, porque la boda estaba a solo días) —Se supone que aun no salen en Europa, y mucho menos aquí. —continuo él mientras sus ojos trazaban los contornos de mi coche.

No le veía ninguna diferencia entre otro Mercedes Sedan para mi, pero, ¿Qué se yo? Brevemente contemple mis problemas con palabras como prometido, boda, esposo, etc. No podía meter tantas cosas juntas en mi cabeza. En una mano, habia sido criada para templar a la idea de pomposos vestidos blancos y ramilletes. Pero más que eso, no podía evitar pensar en el respetable, soso concepto como esposo, con mi concepto de Edward. Era como presentar un arcángel como un contador, no lo podía visualizar en un papel de una persona común.

Como siempre, cuando empiezo a pensar en Edward, me encuentro atrapada en un mareado giro de fantasías. El extraño tenia que carraspear para llamar mi atención, el todavía estaba esperando la respuesta sobre la marca y modelo del coche.

—No lo sé—le dije honestamente.

— ¿Le importa si me tomo una foto con el? —me tomo un segundo procesar eso.

— ¿En serio? ¿Quiere tomarse una foto con el coche?

―Sí. Nadie va a creerlo si no consigo pruebas.

―Uh, Okay. Está bien.

Lentamente saque la manguera y me metí en el asiento de enfrente mientras que el entusiasta desenterraba una enorme cámara que parecía profesional de su mochila. El y su amigo tomaron turnos mientras posaban por el capó, y cuando fueron a la parte trasera.

―Extraño mi monovolumen. —Me queje

Muy, pero muy conveniente que mi monovolumen gimiera su ultimo gemido semanas después de que aceptara casarme con Edward, un detalle en el que habia accedido a reemplazar mi monovolumen cuando este falleciera. Edward juro que eso ya se esperaba, que mi monovolumen vivió una larga vida completa y falleció por causas naturales. De acuerdo a el.

Y por supuesto, no tenia forma de verificar su historia o de intentar resucitar a mi monovolumen de los muertos por mi propia cuenta. Mi mecánico favorito…

Detuve mi pensamiento frio, negándome a dejarlo entrar como conclusión. En vez de eso, escucho a las voces de los hombres afuera, silenciada por las paredes del coche.

―…le dispararon con un lanzallamas en el video de Internet. Ni siquiera daño la pintura. Por supuesto que no. Podrías tirar un tanque con este coche. No es para que lo compren ni vendan aquí. Fue diseñado para diplomáticos del Medio Oriente, traficantes de armas y en mayoría, a amos de las drogas.

— ¿Crees que ella sea alguien importante? —pregunto el bajo en voz más baja.

Agacho mi cabeza, mis mejillas ruborizadas ardían.

— ¿Ah? Quizás. No me puedo imaginar porque necesitarías cristales a prueba de misiles y cuatro toneladas de blindaje por aquí. Debe ir a un lugar más peligroso.

¿Blindaje? ¿Cuatro toneladas de blindaje? ¿Y cristales a prueba de misiles? Genial. ¿Qué habia sucedido con el antiquísimo cristal a prueba de balas? Bueno, al menos esta vez tenia sentido, si tenias un sentido del humor retorcido.

No era como si no esperara que Edward tomara ventaja de nuestro acuerdo, para echarle peso en su lado para así darme mucho más de lo que el puede recibir de mi. Accedí que el podía reemplazar mi monovolumen cuando se necesitara, sin esperar que ese momento fue muy rápido, por supuesto. Chevys en mi curva, sabia que su idea de un reemplazo iba probablemente a avergonzarme. Hacerme el foco de miradas y susurros. Habia tenía razón sobre esa parte. Pero hasta en mis imaginaciones más oscuras no podía haber previsto que el me compraría dos coches.

El coche del “antes” y del “después”.

Cuando enloquecí, el explico que este solo era el coche del “antes”. Me dijo que era alquilado y prometió regresarlo después de la boda. Absolutamente no tenia sentido para mi. Hasta ahora. Jaja. Porque era tan frágilmente humana, una propensa a los accidentes, muy victima de mi propia peligrosa mala suerte, que aparentemente necesito un coche que resiste a los tanques para mantenerme a salvo.

Graciosísimo. Estoy segura que el y sus hermanos disfrutan la broma mucho a mis espaldas.

O, quizás, solo quizás, una pequeña voz susurra en mi cabeza, “no es una broma, tonta. Quizás el este de verdad preocupado por ti. Esta no es la primera vez en la que el se pasa de la raya tratando de sobreprotegerte.”.

Suspiro.

No habia visto el coche del “después” aún. Estaba escondido bajo una manta en la esquina más profunda del garaje de los Cullen.

Yo sabia que la mayoría de las personas habrían visto a escondidas por ahora, pero, realmente, no quería saber. Quizás no tuviese blindaje después de la luna de miel–––ser indestructible era una de las muchas ventajas que esperaba. La mejor parte de ser un Cullen no era poseer carros lujosos ni tarjetas de crédito impresionantes.

—Oye, ―dijo el hombre alto, poniendo sus manos en el vidrio polarizado haciendo un esfuerzo para ver hacia dentro—Ya terminamos. ¡Muchas gracias!

—De nada. —le respondo, y después, mientras encendía el motor tensamente, pise el acelerador suavemente hacia abajo.

No importaban las muchas veces que conducía por la familiar carretera que me conducía a casa, pero yo no podía evitar que los volantes—desenfocados por la lluvia del fondo, engrapados a los postes de teléfonos y pegados a las señales de la calle—me dieran una cachetada en la cara. Una cachetada en la

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