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RESEÑA NH HOTELES


Enviado por   •  28 de Abril de 2015  •  7.482 Palabras (30 Páginas)  •  397 Visitas

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NH HOTELES1

Un lunes por la mañana de finales de enero de 1991, Antonio Catalán, presidente y

fundador de la cadena de hoteles NH, comentaba con entusiasmo a su ayudante Javier

Garro la impresionante goleada del día anterior (0-4) del Osasuna frente al Real Madrid,

equipo favorito de la liga de fútbol A los dos les unían no solamente sus raíces en el

norte de España y su pertenencia al Osasuna, sino también su preocupación por las

muchas dificultades que atravesaba la expansión de su cadena de hoteles de rápido

crecimiento.

Después de revivir la gloria de la tarde anterior, Antonio y Javier se pusieron a hablar,

en su soleada oficina del Tibidabo, del inminente desarrollo y puesta en práctica de un

nuevo plan estratégico de acción. Mientras con la mirada rastreaba la ciudad de

Barcelona, desplegada en la costa mediterránea, Catalán hizo un repaso de lo que él

consideraba debían ser los puntos principales del nuevo programa:

«Creo que está claro que nos estamos desplazando hacia una nueva fase del

ciclo de crecimiento. Cuando empezamos, teníamos la ventaja de poseer una

idea radicalmente nueva en un sector completamente desorganizado e incapaz

de oponer resistencia competitiva a lo que estábamos haciendo. También

teníamos la ventaja de una perfecta sincronización, ya que iniciamos la

expansión justo cuando la economía española estaba realmente despegando y

muchas de las empresas regionales estaban empezando a abrir oficinas en todo

el resto de España. Algunos de nuestros detractores han sugerido incluso que la

base de todo nuestro éxito radica en haber estado en el lugar adecuado en el

momento adecuado. Ambos conocemos la situación y sabemos que esto dista

mucho de ser la verdad, pero la evidencia no llegará hasta que no hayamos

conseguido, en los próximos años, mantener estable el crecimiento de nuestros

beneficios.»

En este momento, sus palabras y gestos se hicieron todavía más vehementes:

«El mayor problema que observo es que hemos crecido tanto que estamos

invirtiendo todo nuestro tiempo y energía en las operaciones y mantenimiento del

día a día, hasta el punto de que nuestra imaginación y creatividad están siendo

sofocadas justo cuando más las necesitamos. Todas las ideas parecían buenas

cuando no teníamos que preocupamos por las respuestas competitivas, pero los

más frágiles han sido barridos de la escena y los que quedan están dispuestos a

participar activamente. Derbi, Catalonia, BCN y Hesperia han imitado con gran

éxito nuestras prácticas, y son capaces de reaccionar a cualquier cosa que

hagamos de forma casi inmediata. El 50% de los hoteles españoles de nuestra

1 Caso preparado por Mark Schofeld, MBA 1991. bajo la supervisión del profesor Luis Mª Huete, para

servir de base de discusión y no como ilustración de la gestión, adecuada o inadecuada, de una situación

determinada.

Copyright © 1991, IESE. Prohibida la reproducción, total o parcial, sin autorización escrita del IESE.

misma categoría (3-5 estrellas) está vinculado a alguna cadena, y los niveles de

demanda del mercado pueden hasta cierto punto predecirse, pero se está

haciendo mucho más difícil gestionarlos con toda la competencia que hay.”

Javier, ya avezado a la tendencia de Antonio a dramatizar algo las cosas y a su propio

papel de actuar como contrapeso, pausadamente concluyó: «Bueno, no hay duda de

que tenemos mucho trabajo que hacer, de modo que pongámonos manos a la obra y

pensemos en cómo podemos elaborar una estrategia coherente con todo lo que

tenemos.»

Los inicios de NH

En 1978, Antonio Catalán decidió abandonar su posición ya establecida en el negocio

familiar y consagrar su experiencia, capacidad y entusiasmo al lanzamiento de una

nueva empresa con un pequeño grupo de amigos.

Unos años antes, su padre había abierto una gasolinera que poco a poco fue

convirtiéndose en un motel instalado al lado de la carretera, y llamado “Sancho el

Fuerte”. Una vez terminados sus estudios de Económicas, Antonio hizo rápidamente la

transición de ayudar durante los veranos a director adjunto, a tiempo completo, del

negocio. Este aprendizaje fue como un curso intensivo de dirección general, ya que

Antonio se vio obligado a afrontar por su propia cuenta “prácticamente todos los

aspectos de la gerencia de un pequeño negocio familiar”.

Más adelante, la disparidad entre las modestas ambiciones de su padre y su tendencia

a “apuntar alto” llevó a Antonio a embarcarse en la aventura de empezar su propio

hotel. Con una inversión compuesta por sus propios ahorros, los beneficios de la venta

de su coche y de su apartamento, y las aportaciones de algunos amigos de fa

incuestionable, Antonio pudo comprar un terreno situado en las afueras de Pamplona.

La rápida construcción del hotel Ciudad de Pamplona fue posible gracias a dos

préstamos concedidos (en unas condiciones ventajosas) por el gobierno regional de

Navarra y el Banco Hipotecario.

Antonio describió su decisión del modo siguiente: “Lo único que sabía era dirigir el

motel familiar, de modo que introducirme en el sector hotelero era un paso natural... En

ese momento el mercado ofrecía oportunidades, ya que los hoteles existentes habían

quedado obsoletos y todavía eran gestionados con sus estrategias originales como si el

sector estuviera inerte, y en cierta medida lo estaba... De modo que decidimos ser muy

agresivos (asumimos muchos riesgos porque teníamos muy poco que perder) y no hay

duda de que ello nos permitió revolucionar el sector hotelero español.”

Animado por el éxito obtenido en Pamplona, Antonio quiso reproducir esos resultados

en otras áreas del territorio español. Descubrió que el Hotel Calderón, de Barcelona,

estaba inmerso en dificultades financieras y, a través de una serie de duras y en

ocasiones tenaces negociaciones, consiguió llegar a un acuerdo de compra con su

propietario, que era el Banco Urquijo. Haciendo gala de una gran creatividad financiera,

convenció al banco para que vendiera el hotel por 32 millones de pesetas iniciales y

768 millones más, a pagar a plazos con los beneficios generados por el hotel a lo largo

de los siete años siguientes.

Con el nuevo hotel se mantuvo el concepto de orientación hacia el servicio que impulsó

el hotel original de Pamplona y, como resultado de ello, NH obtuvo con el Hotel

Calderón un éxito similar. Por entonces empezó a tomar forma la idea de una “cadena

de hoteles” NH, y la dirección dio inicio a un programa de compra o firma de

arrendamientos a largo plazo de un cierto número de hoteles urbanos «crepusculares».

Como requisito previo para la compra, cada uno de los hoteles debía valorarse como

fácilmente convertible, tanto física como operacionalmente, a los estándares fijados por

NH, aunque en algunos casos ese «fácilmente» tenía una definición algo imprecisa. El

Hotel Sanvy, por ejemplo, facturaba sólo 80 millones de pesetas cuando fue adquirido

en 1985, y, al final de su extenso período de conversión de cuatro años, sus ventas

anuales habían superado la cifra de 700 millones de pesetas.

Resultados

Cuando NH adquirió su primer hotel en 1978, los hoteles españoles de cuatro y cinco

estrellas disponían de un gran número de educados porteros y conserjes, que lo único

que conseguían con su presencia era ofrecer un brillante contraste con el desorden

imperante y la lúgubre atmósfera que reinaba en la mayoría de ellos. Los observadores

externos tendían a considerar el sector como un dinosaurio incompetente y sin

profesionalidad, que poco podía ofrecer a los aspirantes.

A lo largo de los doce años siguientes, hoteles NH hizo que estas apreciaciones fueran

cambiando, imponiéndose rápidamente como líder de los hoteles urbanos de tres y

cuatro estrellas (estos hoteles fueron diseñados para superar a los de su misma

categoría y competir directamente con los de una estrella más; por ejemplo, NH 3* con

otros de 4 estrellas). Naturalmente, esto no se veía en y por sí mismo como una gran

proeza; lo que impresionaba de forma particular a los observadores externos era más

bien el balance, que en 1990 ostentaba un flujo de caja de 4200 millones de pesetas2

sobre una facturación de 11.000 millones de pesetas, así come una valoración global

de la empresa de 30.000 millones de pesetas. Las previsiones para 1991 eran de unas

ventas de 14.500 millones de pesetas y un flujo de caja de 5.000 millones de pesetas.

Además, el total de las inversiones correspondientes a 1990 habían sobrepasado los

4.500 millones de pesetas, y las primeras previsiones de inversión para 1991

superaban los 6.500 millones de pesetas. No obstante, el aspecto más sorprendente

del rapidísimo éxito de NH no estaba en el balance sino en la dirección de la compañía.

Hoteles NH había construido su núcleo directivo totalmente alrededor de Antonio

Catalán y un grupo de jóvenes ejecutivos con escasa experiencia en el sector hotelero.

2 Estos flujos de caja incluyen inversiones a partir de ingresos externos de Cofir, a las cuales se hace

referencia más adelante, en lugar de referirse solamente a los flujos de caja operativos.

El rostro cambiante del sector hotelero español

A pesar de la dependencia del turismo de la economía española, el sector hotelero del

país estaba extremadamente fragmentado a principios de los ochenta. Aunque la

condición de España como paraíso para los europeos que debían sufrir unas malas

condiciones climatológicas en sus respectivos países le permitía gozar de un turismo

floreciente, estaba llena de miles de pequeños hoteles no distinguibles. Durante años,

el sector había dependido cómodamente de los «tour» operadores europeos y, como

consecuencia de ello, estaba en una situación de autocomplacencia.

El fenómeno de un mercado que imponía una barrera financiera significativa para poder

entrar en él, pero que no disponía de un agente principal, trajo como consecuencia una

insuficiencia en la oferta de habitaciones a los clientes en algunas de las ciudades

españolas más importantes. Mientras que ciudades como Londres o París disponían de

más de 29.000 habitaciones y “suites”, Madrid y Barcelona no llegaban, conjuntamente,

a las 25.000 (15.700 y 9.200, respectivamente). La falta de visión de los hoteleros

españoles al desarrollar de forma fanática centros turísticos a lo largo de las amplias

costas españolas también había contribuido a la escasez de alojamientos urbanos.

El problema más serio con que se encontraba el sector hotelero español al intentar

paliar estas y otras deficiencias era la falta de desarrollo de su producto. Los hoteles

internacionales se veían constantemente aguijoneados por la intensa competencia para

crear nuevas ventajas, y los consumidores respondían con unas mayores expectativas

dondequiera que viajaran.

Por otro lado, los hoteles españoles habían gozado durante muchos años de la

protección de las restricciones gubernamentales a la competencia extranjera y, como

consecuencia de ello, la innovación había sido sofocada. Cada vez se agudizaban más

las diferencias entre las expectativas de los consumidores y los servicios ofrecidos por

los hoteles españoles, y el sector necesitaba con urgencia programas para desarrollar

un mejor servicio, aprovechar los nuevos segmentos de consumidores y encontrar

nuevas vías para comunicar su oferta.

Hacia 1988, habían surgido varias cadenas nacionales de hoteles, y aunque algunas de

ellas eran relativamente grandes, ninguna era capaz de actuar con la confianza de un

líder de mercado establecido que conoce el terreno que pisa (en el Anexo 1 se

muestran algunos datos básicos de las cadenas más importantes).

Por ese entonces, el grupo Sol disponía, debido a su reciente adquisición de Hotasa y

de un acuerdo con Meliá, de un número de habitaciones significativamente mayor que

el de cualquiera de sus competidores. Este grupo estaba centrado principalmente en los

grandes hoteles turísticos de las zonas costeras, mientras que su principal competidor,

Hoteles Unidos (propiedad del grupo Husa), mantenía un equilibrio entre los hoteles

urbanos y los de los centros turísticos. Cada uno de los hoteles de este último grupo se

mantenía con características y personalidades muy distintas.

Todos estos grupos principales habían seguido un esquema de crecimiento similar

desde sus inicios durante el «boom» turístico español de los años sesenta. A medida

que el mercado maduraba y alcanzaba un punto de saturación en las áreas turísticas,

muchos de los hoteles privados iban siendo desatendidos y se convertían en presas

fáciles para la adquisición y la renovación. Las cadenas en desarrollo fueron rápidas a

la hora de aprovechar el fuerte descuento y los márgenes más altos de beneficios que

suponía una política de compra y restauración con respecto a otra de empezar desde

cero, y se lanzaron con prontitud sobre todas las unidades disponibles.

Antonio Catalán era uno de los seguidores de este «modus operandi», y su decisión de

combinarlo con varios elementos ajenos al sector hotelero español le permitió convertir

la mezcla en una fuente de ventajas competitivas. A través de la atención a los detalles,

concibió una cadena de hoteles con un servicio homogéneo en todas sus unidades, una

imagen de marca coherente, una filosofía empresarial centrada y una oferta que podía

fácilmente segmentarse. Además, se procuró limitar el tamaño de cada una de las

unidades para poder controlar la eficacia y reducir los costes de explotación sin

perjudicar la calidad del servicio.

La emergencia como «agente principal»

En sus inicios, NH tuvo que asumir un considerable grado de endeudamiento por estar

vinculada a un sector que tradicionalmente exigía de todos los que se introducían en él

importantes inversiones iniciales en inmovilizado material. No obstante, a medida que

los hoteles empezaron a generar ingresos, NH pudo sufragar un mayor porcentaje de

las inversiones requeridas para nuevos hoteles por medio de la reinversión de dichos

ingresos en las nuevas oportunidades de expansión. Según el presidente, el nivel de

reinversión de NH se mantuvo cerca del 90% durante su primera década de

crecimiento, y esta política permitió a la compañía disminuir su dependencia de los

prestamistas externos hasta un 20% o menos para cada proyecto. Esta política impulsó

la expansión de la compañía, pero también limitó seriamente los compromisos de

participación y la influencia exterior sobre las decisiones de gestión.

En 1988, hoteles NH amenazaba con superar los límites confortables de una empresa

de estilo familiar, y la dirección empezó a hacer los preparativos necesarios para su

transición hacia una entidad corporativa. En el verano de ese mismo año, NH llegó a un

acuerdo de “sociedad colectiva” con la Corporación Financiera Reunida (Cofir),

«holding» formado por Olivetti, Carlos de Benedetti, Bancos Bilbao-Vizcaya y Zaragoza

y los primos multimillonarios Alberto Cortina y Alberto Alcocer (popularmente conocidos

como “los Albertos”).

En ese momento, NH gozaba de estabilidad financiera y creyó que podría beneficiarse

en gran medida de la importante infusión de capital que dicho acuerdo ofrecía.

Inicialmente, Cofir se avino a invertir 4.250 millones de pesetas por un 33,5% de

participación en la cadena hotelera, y al año siguiente renovó el acuerdo para obtener

una participación directa del 41 % y una participación indirecta del 8,5% en el “holding”,

a cambio de una inversión adicional de 5.000 millones de pesetas.

Para el entusiasta fundador de NH, la incorporación de su negocio a un «holding» como

Cofir había supuesto «un momento de inflexión para hoteles NH» y su conversión en un

agente principal con aspiraciones globales. La incorporación tenía también importantes

implicaciones por lo que respecta al modo en que Antonio Catalán iba a gestionar su

aportación futura a la empresa. Como él mismo hizo notar, «una cosa es llevar un hotel,

y otra dirigir una corporación».

El nuevo rostro de NH

Como todo matrimonio convenido, los preámbulos de la unión de Antonio Catalán y

Cofir no estuvieron exentos de recelos. Antonio poseía el don de un raro magnetismo

que le permitía dar forma a sus ideas y entusiasmar a casi todas las personas que

encontraba, y a veces esta facilidad con la gente hizo que en sus tratos se hiciera

demasiado fácilmente con el dominio. Los que habían trabajado con él desde los inicios

de NH se sentían a menudo frustrados por su acusado individualismo, y creían que su

práctica ocasional de tomar decisiones sin consultar con nadie podía ocasionar el

abandono del personal financiero que Cofir había contratado.

Los principios de la relación no auguraban nada bueno. Primero, un ejecutivo nombrado

por Cofir no pudo llegar a entenderse con Catalán y éste le despidió sin

contemplaciones después de sólo nueve meses; más tarde, el intento por parte de Cofir

de crear una posición de participación mayoritaria fue percibido como un intento de

obtener un mayor apalancamiento para efectuar una venta a corto plazo a un inversor

extranjero y, por tanto, Catalán se opuso con firmeza a ello y finalmente lo impidió.

Durante años, Catalán se había mostrado totalmente contrario a llevar una empresa

desde su despacho, y pasaba mucho tiempo en los propios hoteles fraternizando

efusivamente con los clientes y dando instrucciones directas a los empleados. Optó por

un estilo de dirección muy personal que le hizo comprometerse tanto en la elección de

la disposición de los colores para un vestíbulo como en la planificación de una nueva

inversión.

No obstante, una vez que se encontró solo en la cúspide de una empresa con unos

inversores frente a quienes tenía responder, se dio cuenta de que iba a tener que

empezar a delegar algunas de las decisiones de menor peso: «Es una transición difícil,

ya que al principio uno se siente como si pudiera abarcarlo todo y como si lo mejor

fuera que todo estuviese en las propias manos... pero, al final, uno se da cuenta de que

tiene tantas cosas entre manos que no puede lograr nada, y de que tal vez lo mejor sea

delegar un poco en los demás.» A pesar de que parecía muy seguro en sus

afirmaciones, dentro de la empresa se especulaba si Antonio sería o no capaz de poner

realmente en práctica esta filosofía.

El servicio hotelero: «Una cuestión de detalle»

«El 90% de lo que distingue a un hotel de otro de su misma categoría es el servicio»,

explica Antonio pacientemente. «Un buen hotel, con un servicio, inadecuado o gente

incompetente, está abocado al fracaso. A pesar de que muchos consideran que un

buen gerente se distingue por su capacidad de resolver una deficiencia en el servicio a

través de una buena explicación, nosotros buscamos a un gerente que sea capaz de

garantizar que, de entrada, dicha deficiencia no llegue a producirse... y, si por alguna

razón se produce, queremos estar seguros de que el gerente dispone de los recursos

necesarios para solucionar el problema antes de que tenga incidencia sobre la estancia

de nuestros clientes.»

Antonio continúa su explicación definiendo la idea rectora de hoteles NH: «Los hoteles

americanos son puro marketing y gestión de información, mientras que los hoteles

asiáticos se centran más en el cumplimiento estricto de los estándares de calidad

Hemos tratado de adaptar a nuestro servicio los aspectos más relevantes de ambas

tendencias... Básicamente, hemos adoptado la estandarización del producto practicada

por las cadenas americanas, y hemos intentado prestar tanta atención a los detalles

como las cadenas asiáticas.»

NH ha tenido siempre una interpretación peculiar del servicio y de su administración.

Cree que el contenido del servicio debe modificarse en función del segmento al que se

dirige; en cada caso, NH trata de ponerse en el lugar de la parte pertinente y determinar

cuáles son para esa persona los elementos cruciales del servicio. A través de esta línea

de análisis, NH ha llegado a la conclusión de que «las mejoras tecnológicas están al

alcance de todo el mundo y no significan gran cosa. En el negocio hotelero los secretos

duran poquísimo. En el fondo, cuando se reserva una habitación, todo se reduce a

tener una buena cama y un buen cuarto de baño, y pocas cosas más.»

El cliente medio de NH tiene 39 años y permanece en el hotel sólo 1,25 noches. En

general, se trata de personas que llegan en avión, con poco equipaje, y que van con

prisa. El hotel, adaptándose a las características del cliente estándar, ha prescindido de

los mozos encargados de llevar los equipajes. Como hace notar Catalán, «¿por qué

habríamos de tener mozos si el cliente llega prácticamente sin equipaje? El cliente

suele llegar al hotel después de un viaje agotador, para luego tener que encontrarse

con un solícito recepcionista que le dice "aquí tiene la cama, aquí el cuarto de baño...";

el cliente está ya sin fuerzas, no tiene suelto para la propina y tiene que dar un billete de

1.000 pesetas porque le resulta embarazoso pedir cambio, y una vez que el chico ha

salido de la habitación el cliente le maldice pensando que se trata de otro salteador de

turistas.»

En las habitaciones de todos los hoteles hay una televisión en color, teléfono en el

dormitorio y en el cuarto de baño, un minibar, una mesa que puede utilizarse como

escritorio y un cómodo espacio para estar. En todos ellos, hay también una antena

parabólica para poder recibir canales extranjeros en todas las habitaciones, las cuales

no están excesivamente decoradas pero se mantienen limpias en extremo y están

diseñadas para ser funcionales. Los colores de las habitaciones son relativamente

suaves pero vivos, con el fin de crear la sensación de habitabilidad sin arriesgarse a

depender de las tendencias de la moda. Las sábanas son también de colores claros y

vivos, con el fin de evitar cualquier recelo con respecto a su limpieza. A los teléfonos

puede accederse fácilmente desde la cama, el cuarto de baño o la mesa; cada día se

reponen los muchos artículos de tocador, y puesto que la mayoría de los clientes piden

habitaciones individuales, se han sustituido dos camas de 90 cm de ancho por una sola

cama de 1,5 metros (en el 20% de las habitaciones) o por dos camas de 105 cm (en el

resto).

La dirección de NH mantiene también un riguroso control sobre los restaurantes de los

hoteles. La importancia que para un gran porcentaje de los clientes tiene el desayuno

ha llevado al hotel a ofrecerles a todos ellos un desayuno variado y abundante, tipo

“buffet”. Muchos de sus restaurantes son famosos localmente por su elevada calidad.

La cocina del restaurante Belagua de Madrid, por ejemplo, atrae regularmente a

políticos locales, directivos importantes de empresas, y artistas, además de

espectadores que acuden atraídos por su presencia.

La influencia que el restaurante puede ejercer sobre el atractivo global del hotel ha

llevado a NH a considerar la posibilidad de dar a cada restaurante el mismo grado de

autonomía de que disponen todos los hoteles. Por otro lado, el programa de

restaurantes ha sido objeto de algunas críticas, ya que aunque genera el 15% del flujo

de caja (por ejemplo, 1 millón de dólares del total de 7 millones del Hotel Calderón de

Barcelona), absorbe un porcentaje mucho más alto del tiempo y energía de la gerencia.

La importancia que para NH revisten las personas que viajan por motivos de negocios

ha llevado a la creación de varios servicios complementarios que suponen un ahorro de

tiempo. El servicio de lavandería del hotel requiere un período máximo de espera de

cuatro horas, mientras que en la mayoría de las lavanderías suele tener que esperarse

unos dos días. A los clientes que dejan el hotel entre las 5,30 y las 7,15 de la mañana,

hora de apertura de la cafetería, se les ofrece un desayuno sencillo, y los clientes

habituales no tienen por qué entretenerse con los trámites de salida, ya que se les

manda la factura directamente a la empresa.

Todos los hoteles pertenecientes al grupo NH son céntricos y tienen una apariencia

similar. Las diferencias que pueda haber son fundamentalmente resultado de las

influencias regionales sobre la arquitectura. Recientemente se ha revelado la existencia

de un plan para homogeneizar las marquesinas y hacer que todos los hoteles sean

claramente identificables como «hoteles NH».

En gran parte, NH ha limitado el alcance de su producto a hoteles de tres y cuatro

estrellas con el fin de evitar su indefinición, así como la erosión de lo que considera su

ventaja competitiva. El precio de sus hoteles se mueve alrededor de las 12.000 pesetas

por noche, que es ligeramente inferior a los precios de los competidores que ofrecen

servicios similares (estos precios tienen una fluctuación de hasta un 50-60% en Madrid

y Barcelona, y de hasta un 20% en otros lugares, según la ciudad y la localización). A

los clientes también se les permite pagar por medio de cheque, lo cual es considerado

por el hotel como un paso importante para mantener la confianza del cliente que tan

duramente ha tratado de cultivar.

Según Catalán, los principios básicos del éxito de NH son la uniformidad de su producto

y la atención que presta a detalles aparentemente poco importantes: “Lo más

importante es hacer que el cliente se sienta al máximo como en casa en un entorno que

le es extraño. Es esencial que el cliente sepa qué puede esperar de un hotel NH, y que

es básicamente una habitación limpia y confortable con todas las comodidades que

podría encontrar en su propia casa.”

La gestión de la expansión

Inicialmente, NH se limitó a la propiedad completa de todos sus hoteles y propiedades;

sin embargo, la apreciación sísmica de los valores inmobiliarios en gran parte de

España convirtió esta práctica en obsoleta. El Hotel Calderón de Barcelona, por

ejemplo, había sido adquirido por 800 millones de pesetas, y en 1990 estaba valorado

en más de 7.000 millones de pesetas. Tal como observó Catalán, «si se quiere construir

un hotel en la calle Serrano de Madrid, tendrá que ser de unas 17 estrellas, porque con

los ingresos que se obtengan de uno de cinco no hay ni para empezar.» Aunque estos

incrementos aumentaron en gran medida el valor de los activos de NH, no consolaron

demasiado a la gerencia, que estaba en disposición de comprar y no tenía interés

alguno en vender.

La política de la compañía tuvo finalmente que modificarse para dar paso a

arrendamientos a largo plazo de propiedades deseables en las principales ciudades.

NH todavía negociaba sus contratos a largo plazo para ceder el control operativo total a

su dirección, y hacia 1991 la mitad de los 35 hoteles que estaban bajo la cobertura de

NH se mantenían con arreglo a algún tipo de contrato de arrendamiento (en el Anexo 2

se da información acerca de todos los hoteles de NH).

Tal como se ha dicho anteriormente, casi todo el dinero que impulsaba la expansión se

generaba a través de la reinversión de los beneficios de explotación (a excepción de las

infusiones de capital de Cofir). La inversión necesaria para cada hotel oscilaba entre

400 y 500 millones de pesetas, y hasta ese momento NH había podido hacer frente a

esos gastos a través de su política de reinversión del 90%.

NH también pudo beneficiarse del hecho de que los costes asociados a la adaptación a

sus estándares de los hoteles existentes suponían sólo el 60-70% de los costes de

construcción de un hotel nuevo de sus mismas características (normalmente 700

millones de pesetas). Un terreno en una localización urbana principal podía suponer

unos 1.200 millones de pesetas, lo cual hacía que los costes de terrenos y de

construcción ascendieran a unas 120.000 pesetas por metro2. En el caso de NH, la

inversión total en Madrid o Barcelona fue de un promedio de unos 25 millones de

pesetas por habitación, mientras que en ciudades más pequeñas el coste bajaba hasta

12 millones de pesetas.

En cada nuevo hotel se experimentaban pequeños avances técnicos, y si resultaban

satisfactorios se incorporaban al resto de los hoteles. El único enfoque nuevo que

tropezó con algunas dificultades fue la introducción de un departamento de compras

encargado del logro de economías de escala en la medida de lo posible. La existencia

de dicho departamento parecía entrar en conflicto con la política de autonomía de NH, y

no encajaba bien con los gerentes de los hoteles.

El control de los costes y de la capacidad de gestión

La estructura de costes de NH le proporcionaba una ventaja significativa con respecto a

la competencia: la productividad y focalización de su personal hacía posible un ahorro

de costes de aproximadamente el 10% en relación con el promedio del mercado. Este

factor, a su vez, reducía el nivel medio de ocupación de equilibrio de los hoteles NH a

poco más del 45% (el nivel de equilibrio para los hoteles sin restaurante era sólo del

30%, mientras que para las unidades más frecuentes de hotel y restaurante dicho nivel

se situaba en torso al 50%). Un ejemplo de eficiencia del personal eran los niveles de

mantenimiento de las habitaciones: cada empleado de mantenimiento de NH limpiaba

satisfactoriamente unas 17 habitaciones al día, mientras que el promedio del sector se

situaba entre 13 y 14 habitaciones (en el Anexo 3 se indican los resultados de

explotación de un hotel NH típico).

Al buscar vías para mejorar su estrategia de marketing, los ejecutivos de NH vieron una

oportunidad en el hecho de presentar su oferta directamente a las empresas. Pensaron

que esta técnica no sólo eliminaría los pingües beneficios de los «tour» operadores y

agencias de viajes, sino que también permitiría a NH controlar de cerca su mensaje y

su imagen de marca.

Los resultados se hicieron visibles casi inmediatamente, ya que NH alcanzó unos

ingresos anuales de 2,1 millones de pesetas por cama para sus 9.000 espacios

disponibles, cifra considerablemente superior al promedio del mercado. Además, la

ocupación pasó de un impresionante 75,9% en 1989 a un 81% en 1990 (en el Anexo 4

se muestran datos relativos a la ocupación de los hoteles NH y del sector en general).

El equipo de marketing también se interesaba por la lucrativa oferta española de

convenciones, bodas y banquetes. Los nuevos hoteles estaban equipados con divisores

portátiles para maximizar la flexibilidad de los gerentes hoteleros a la hora de planificar

y acomodar numerosas funciones simultáneas, y la mayoría de las habitaciones podían

fácil y rápidamente convertirse en despachos.

Además, los hoteles combatían asiduamente los descensos del nivel de ocupación

durante los fines de semana. Vieron que el mercado más fértil para esos períodos eran

los clubes deportivos, que con frecuencia eran aficionados y, por tanto, sólo jugaban los

fines de semana. El hotel ofrecía camas más grandes para los jugadores de baloncesto,

y proporcionaba diariamente publicaciones deportivas relevantes, además de dietas

especiales. Para otros períodos tradicionalmente flojos, como las vacaciones

nacionales, NH instituyó una política de precios flexibles, con grandes descuentos, con

el fin de atraer clientes. Uno de los programas de precios que tuvo éxito fue una

promoción de un “invierno en la ciudad”, de tres semanas, que ofrecía tarifas muy

reducidas para las vacaciones.

En conjunto, la compañía mantenía contacto directo con 10.000 empresas, 5.000

delegaciones o agencias de viajes, 1.000 equipos deportivos, y entre 20 y 25 colectivos,

como asociaciones de antiguos alumnos y clubes recreativos. Estas asociaciones eran

una bendición a la hora de nivelar las curvas de demanda, aunque poco se podía hacer

para aliviar la dependencia del sector de los cambios cíclicos de la economía.

El personal de los hoteles NH

Antonio Catalán forma parte de una nueva clase de gerentes de servicios que creen

que el personal de las empresas constituye la única fuerza insustituible que está detrás

de su éxito. Puesto que la corriente tecnológica se ha convertido en una verdadera

revolución, la velocidad con que sus avances se diseminan a la competencia la han

estandarizado. En última instancia, el único aspecto del servicio que no puede

estandarizarse es el elemento humano.

Con esta filosofía en mente, NH ha estructurado su sistema operacional de modo que

cada gerente goce de un grado considerable de autonomía. La dirección central trabaja

con cada gerente para diseñar métodos óptimos de explotación, control, promoción,

dirección de personal, etc. Las expectativas son que, mediante este procedimiento, se

inculque en los gerentes un gusto personal que vaya a su vez transmitiéndose al

personal y los clientes.

Los gerentes nuevos pasan tres meses de formación en distintos hoteles de NH para

poder conocer profundamente los fundamentos de la compañía, y a partir de ellos

pueden después desarrollar un estilo personal de gerencia que aplicarán a su propia

unidad una vez finalizado el período de formación. NH cree que consigue mejor sus

estándares de servicio a través del sistema de «individuos» carismáticos que a través

de robot preprogramados.

NH es una organización joven de la cabeza a los pies. Su personal está formado por

gente sociable, dinámica y orientada hacia los negocios, con edades comprendidas

entre 25 y 35 años. En su mayoría, los empleados de NH han crecido en la actividad

hotelera y conocen bien todos sus matices. Los gerentes tienen todos un estilo

personal, pero están inmersos en la filosofía de la empresa. En palabras de Guillermo

Fuentes, gerente de una de las unidades más grandes de NH, el Hotel Calderón, «en

cualquiera de los hoteles NH vendemos confort y atención personalizada. Nuestro

personal tiene buena presencia y es realista...»

Dotación de personal y estructura

Un porcentaje de los salarios de los gerentes de hotel depende de los resultados de su

unidad particular. Esta estructura retributiva se explica por el énfasis que NH pone en

una “filosofía de resultados” y no en una “filosofía de control (presupuestario)”. Los

resultados se evalúan en relación con las expectativas negociadas entre el gerente y la

dirección general.

El personal de los hoteles oscila entre 6 y 155 personas en cada uno de ellos (véase el

Anexo 2 para un desglose de todas las unidades). El 65% del personal son mujeres, y

un 35% de los gerentes de hotel también son mujeres. Según Catalán, esta

composición es un reflejo del hecho de que un hotel ideal es “un hogar con algunos

elementos adicionales. Llevar una empresa de estas características requiere,

naturalmente, una combinación de conocimientos de cómo llevar una casa, y capacidad

para relacionarse con los demás y desenvolverse en los negocios... Muchas mujeres

españolas responden a este perfil.” (En el Anexo 5 se muestra un organigrama

completo de un hotel típico.)

En conjunto, los empleados reciben retribuciones algo más altas que el promedio del

mercado. Emilio Gotzens, director de personal, argumenta: «Si vamos a exigir de cada

empleado un mayor compromiso personal, debemos ofrecer unos mayores incentivos

para alcanzar ese nivel.» Gotzens ha creado un nuevo plan para ofrecer a todos los

empleados incentivos individuales basados en estándares de resultados específicos

para cada puesto.

Además, existe una lista en la que se fijan criterios generales de contratación y que está

basada en el posicionamiento de producto que NH desea tener en el mercado (en el

Anexo 6 se ofrece un resumen de dichos criterios).

Cuando, en NH, está disponible un puesto por encima del nivel de entrada, es una

práctica habitual intentar ocuparlo con alguno de los empleados existentes. La mayoría

de los gerentes de hotel han llegado a serlo escalando puestos a partir de los más

bajos, y la promoción potencial es un incentivo que está al alcance de prácticamente

todos los trabajadores de NH. Esta política se instituyó con el fin de generar lealtad y

asegurar la continuidad a través de todos los niveles de la jerarquía de la empresa.

Los programas de formación son también un elemento básico para todo el mundo,

desde el personal de los restaurantes y de mantenimiento hasta el de dirección. El

objetivo de estos programas es facilitar a todos los empleados hacer avances

significativos y mantener a todo el mundo motivado.

Problemas planteados

Antonio Catalán había estado al frente de la cadena hotelera siempre en expansión

desde el primer día y, con la llegada de Cofir, tuvo que hacer frente a la tarea de crear

un nuevo sistema de gestión más sensible a las necesidades de su negocio floreciente.

Había incorporado varios gerentes al cuadro directivo, y por primera vez empezó a

delegar, aunque a regañadientes, algunas de las tareas más rutinarias y que suponían

un mayor consumo de tiempo (en el Anexo 7 se muestra un organigrama con arreglo a

los objetivos).

Uno de los pasos dados para incentivar las ventas sin aumentar la presión sobre la

gerencia ha sido la creación de un nuevo departamento de ventas. A las personas que

lo forman se las conoce más como «promotores» que como «vendedores», con el fin de

favorecer una connotación más positiva de su vocación, aunque al mismo tiempo este

punto ilustra otro elemento conflictivo dentro del sistema de NH, que es que la

compañía no dispone de un presupuesto para marketing y promoción, y depende

completamente de estas personas para incentivar las ventas. A pesar de que se ha

estudiado la posibilidad de crear una guía de viajes y hoteles para todos los hoteles de

que NH dispone en España, se ha prestado poca atención a la elaboración de un plan

completo de marketing.

Puesto que cada hotel debe operar una unidad o centro de beneficios semiautónomo,

los gerentes constituyen una pieza vital dentro del funcionamiento global de NH. Con la

importante infusión de capital procedente de Cofir, NH se ha esforzado por abrir once

nuevos hoteles en 1991 y unos siete a ocho en 1992 y, por tanto, no le ha quedado otra

opción que la de empezar a reclutar gerentes de fuera de la compañía para las nuevas

unidades. Se ha creado un nuevo equipo de dirección de operaciones para sustituir a

los tres directores regionales existentes, y se le ha dado el objetivo específico de

facilitar la integración de las unidades nuevas en el sistema homogéneo de NH.

Asimismo, se espera que esta herramienta de reciente creación sirva para ampliar y

perfeccionar la red existente entre los distintos hoteles.

Por ejemplo, en su forma reciente, el sistema de información no permitía que un cliente

habitual del Hotel Cóndor de Barcelona fuera reconocido como tal en el resto de los

hoteles NH. La dirección ha propuesto remediar esta situación gastando 150 millones

de pesetas en la creación de una base de datos centralizada que efectuará el registro

de todos los clientes, hará el seguimiento de los 10.000 acuerdos corporativos de NH y

a la cual podrán acceder fácilmente todos los hoteles de la cadena. Además, se están

elaborando planes para emitir una tarjeta club NH con el fin de facilitar el pago,

aumentar la fidelidad y simplificar el proceso de ampliación de la base de datos. Se

espera que los hoteles puedan, a su vez, gestionar más cuidadosamente la demanda a

través del acceso a este sistema.

La gerencia ha estado experimentando con muchos sistemas nuevos de información,

con el fin de acomodarlos a la última ola expansiva de NH. Dichos sistemas incluyen el

mencionado programa de gestión de personal, el desarrollo de un programa de

incentivos para los nuevos empleados y la implantación de un programa de

cuestionarios de calidad. Cada uno de los programas se centra en un área de

problemas urgentes (desarrollo y mantenimiento de la filosofía corporativa, motivación

continuada de todos los empleados y creación de un sistema de “feedback” de solución

de las quejas); sin embargo, ninguno de ellos ha sido todavía completado de forma

satisfactoria.

NH es también muy consciente de que el alcance de su ventaja competitiva depende de

la modificación y adaptabilidad continuas de su concepto de servicio. En un

determinado momento, se creyó que debían explorarse los mercados de los hoteles de

dos y cinco estrellas. Se lanzó el programa «NH Oro» para estos últimos, pero en este

momento estas unidades tienen un nivel de ventas rezagado y han recibido un grado de

atención desproporcionado por parte de la gerencia. El hotel de cinco estrellas de

Zaragoza ha sido reamueblado en un 40%, pero su nivel de ventas es similar al de los

hoteles de tres estrellas que la compañía tiene en Barcelona; un palacio renovado de

Salamanca ha sufrido la falta de demanda de lujo en lo que constituye

fundamentalmente una antigua ciudad universitaria, y un hotel de cinco estrellas de

Sevilla ha requerido un intenso compromiso de gestión para asegurar su disponibilidad

para la Expo'92.

Las principales amenazas a la posición competitiva de NH surgen de la transición del

sector hotelero español a una fase de madurez. Hacia 1993, se habrá producido un

80% de incremento (desde el principio de la década) en el número de habitaciones

disponibles en España. Sevilla es la ciudad donde se habrá producido un mayor

aumento, doblando su capacidad, y Barcelona le sigue de cerca. Como anfitriones de

los Juegos Olímpicos, de la mencionada Exposición Universal y de acontecimientos

culturales europeos en Madrid, los hoteleros españoles no están preocupados por la

ocupación en 1992, sino por el día después, momento en que habrá, casi

inevitablemente, un bajón considerable y la competencia se acentuará. Se teme que, en

ese momento, muchas de las compañías constructoras a inmobiliarias que entraron en

el negocio al final de los años de auge, apalancando hasta un 75% de su inversión

(tomando en préstamo 900 millones de pesetas de los 1.200 necesarios para un

proyecto) se vean obligadas a vender sus hoteles a grandes cadenas extranjeras para

poder hacer frente a sus deudas. Este proceso se simplificará por la suavización de las

restricciones a la inversión extranjera instituida como requisito previo a la incorporación

de España a la Comunidad Europea.

Cofir ha presionado a NH para que considere la expansión a los mercados

internacionales. Catalán ha respondido en la prensa enfatizando que “primero debemos

completar nuestro proyecto en España. Una cadena hotelera se compone de una serie

de unidades que funcionan de forma coherente. Además de los hoteles que tenemos en

Barcelona y Madrid y que personifican la imagen de NH, debemos esforzarnos por

trasladar también esta imagen a los hoteles de La Coruña, Valencia, Sevilla.. y

asegurarnos de poder ofrecer una calidad "servicio NH" a todos los que viajan por

cualquier región de España. Cuando hayamos logrado este objetivo, podremos

empezar a estudiar la posibilidad de abrir 6 ó 7 hoteles en las grandes ciudades

europeas como Londres, París y Roma. Esta expansión no la vemos tanto como un

crecimiento de nuestra cadena sino como una ampliación del servicio para nuestros

clientes españoles que viajan al extranjero”.

ANEXO 1

NH HOTELES

Información de las cadenas españolas (1990)

Clasificación

(en España)

Nombre de la

cadena

Número de

hoteles

Habitaciones Habs./hotel

Ingresos

(millones de

dólares)

Personal

1 Grupo Sol 153 42.000 275 910 17.000

2 Grupo Barceló 16 7.000 438 345 3.250

3 Grupo HUSA 123 21.200 172 251 5.100

4 Tramusa 24 6.000 250 220 1.250

5 Iberotel-Gestur 36 9.800 272 173 2.400

6 Hoteles Hesperia 27 7.000 259 114 950

7 NH Hoteles 28 3.320 119 113 1.600

8 Riu Hoteles 32 6.500 203 94 1.512

9 Hoteles Asoc. Ind. 20 3.300 165 84 2.100

10 Sur Hoteles 17 3.750 221 67 1.300

11 Hoteles Doliga 29 6.225 215 57 250

12 Lihsa 39 7.750 199 57 480

ANEXO 2

NH HOTELES

Información de hoteles NH que estarán abiertos a finales de 1991

Hotel Ubicación Estatus

Número de

habitaciones

Categoría Personal

Calderón Barcelona De propiedad 269 **** 149

Cóndor Arrendado 78 **** 33

Máster Arrendado 81 **** 35

Rekord Arrendado 15 **** 6

Belagua De propiedad 72 *** 27

Les Corts Arrendado 81 *** 33

Numancia Arrendado 140 *** 53

Pedralbes De propiedad 28 *** 11

Rallye Arrendado 73 *** 38

P. Santo Mauro Madrid Arrendado 37 ***** 58

La Habana Arrendado 157 **** 71

Príncipe Vergara Arrendado 175 **** 91

Sanvy Arrendado 141 **** 119

Embajada Arrendado 96 **** 51

Zurbano Arrendado 273 *** 139

Balboa Arrendado 122 *** 52

Sur Arrendado 49 *** 19

Bretón De propiedad 56 *** 16

G. Hotel Zaragoza Arrendado 140 ***** 80

Sport De propiedad 64 *** 23

Oriente Arrendado 87 *** 60

Europa Arrendado 54 *** 10

Plaza de Armas Sevilla De propiedad 264 **** 95

Ciudad de Sevilla De propiedad 92 **** 52

Ciudad de Pamplona Pamplona De propiedad 119 *** 64

El Toro De propiedad 63 *** 38

Ciudad de Valencia Valencia Arrendado 149 *** 39

Abashiri De propiedad 54 *** 20

Imperial Playa Las Palmas Arrendado 148 **** 58

Costabella Gerona De propiedad 47 *** 19

Pirineos Lérida De propiedad 94 *** 36

Semiramis Tenerife Arrendado 290 ***** 155

Palacio de Castellanos Salamanca De propiedad 77 **** 50

Condestable Burgos Arrendado 78 **** 51

La Perdiz La Carolina Arrendado 88 **** 35

Inglaterra Granada Arrendado 37 *** 7

Ciudad de Santander Santander De propiedad 62 *** 33

Canciller Ayala Vitoria Arrendado 185 **** 73

Cristal Alicante Arrendado 66 *** 8

Ciudad de Vic Vic De propiedad 36 *** 13

Ciudad de Mataró Mataró Arrendado 80 *** 44

De propiedad = 15

Totales: 19 ciudades Arrendados = 26 2.064

ANEXO 3

NH HOTELES

Ingresos y gastos de un hotel NH típico

(En porcentaje)

Ingresos: Habitaciones 70 100

Restaurante 26

Ventas diarias 4

Gastos: Personal 30 60

Reparaciones y construcción 11

Gastos diversos 6

Comida y bebidas 11

Impuestos no relacionados con

los ingresos 1

Gastos de explotación 1

Beneficio bruto: 40

Amortización y

alquileres: 15

Ingresos netos antes

de impuestos: 25

ANEXO 4

HN HOTELES

Ocupación media de los hoteles en 1990

Porcentaje de ocupación

NH Mercado

Hoteles de Madrid 76,40 72,20

Hoteles de Barcelona 80,00 76,30

Hoteles de otras ciudades españolas 71,00 67,53

Hoteles de todas las ciudades españolas 75,90 72,90

ANEXO 5

NH HOTELES

Diagrama de organización de un hotel NH típico

Anexo 6

NH HOTELES

Criterios generales de contratación

Determinación de las necesidades y decisión de contratar

Las necesidades de personal se especificarán en el presupuesto. Con arreglo a la

experiencia y diversidad del personal existente, el gerente del hotel tratará de predecir

sus necesidades de contratación y rotación para el siguiente año. En cada uno de los

hoteles, el gerente es el único responsable de la contratación de personal nuevo.

Criterios generales de selección y contratación

Hay una serie de criterios fundamentales de contratación diseñados para reflejar y

preservar la filosofía corporativa de NU No se pretende que dichos criterios seas rígidos

o exclusivos, sino que su finalidad consiste en que sirvan como guía de aplicación

flexible a medida que vayan surgiendo necesidades de contratación.

Siempre que sea posible, los puestos que quedan vacantes se ocupan a través de la

promoción interna; no obstante, deberá tenerse presente que la prioridad fundamental

de la compañía es ocupar adecuadamente el puesto vacante con una persona cuya

capacidad técnica y personal sea compatible con el puesto, y no adaptar el puesto a un

individuo concreto. La promoción puede utilizarse como herramienta de motivación,

pero ello no deberá hacerse a expensas de la compañía.

Al contratar a una persona, se da preferencia a la capacidad personal por encima de la

capacidad técnica. Preferimos contratar a una persona que demuestre estar en

posesión de una buena capacidad interpersonal, que tenga entusiasmo y aptitudes para

ir desarrollándose, que a otra con experiencia técnica pero que no tenga el perfil

adecuado para desenvolverse satisfactoriamente en un entorno de servicios. El gerente

deberá integrar a estas personas en la filosofía de NH, ayudándoles a fijarse objetivos y

lograrlos a partir de su entrada en la compañía.

En estos puestos en los que se requiere establecer contacto con el cliente, es esencial

que el gerente sepa transmitir a la persona la importancia que tiene prestar un servicio

que satisfaga a incluso sobrepase las expectativas de¡ cliente. Valoramos mucho tener

una conducta amable, orgullo en la apariencia personal y un deseo de realizarse a

través de] trabajo. A partir de aquí, el gerente deberá inculcar en el equipo de trabajo

todo lo necesario para lograr el objetivo común de satisfacer al cliente.

NH goza también de la ventaja de tener a muchos estudiantes internos en los hoteles-

Este programa permite al gerente observar los hábitos y capacidades de trabajo de los

internos a introducirles en la filosofía de la compañía antes de proponerles trabajar a

tiempo completo. Este «sistema de granja» ha servido para facilitar el proceso de

reclutamiento de NH y ha constituido asimismo una fuente de ayuda entusiasta en los

hoteles.

Siempre que sea posible, el personal del hotel deberá estar formado por empleados

locales, con el fin de evitar los desplazamientos y mantener en el hotel un sentido de

comunidad. Ello es especialmente importante en España, ya que la mayoría de los

españoles se identifican fuertemente con su cultura regional.

Una vez contratada la persona, la compañía presupone que su tiempo de permanencia

será indefinido y, por tanto, no se establecen límites temporales en los contratos. El

supervisor de un empleado nuevo está obligado a observarle de cerca durante un

período de seis meses, y al final de los mismos deberá preparar un informe detallado de

sus resultados globales y de su integración en NH. Si la persona no cumple los

objetivos fijados, o no se integra en la compañía durante los primeros meses de

empleo, el supervisor deberá hablar con ella de estas cuestiones con el fin de intentar

resolver las dificultades existentes antes de que se haga necesario rescindir el contrato.

Este proceso de evaluación se aplica sólo al personal fijo a tiempo completo, y no a los

trabajadores temporales o internos.

Formato de descripción de los puestos de trabajo

Antes de ocupar un puesto vacante, el gerente deberá elaborar un perfil del mismo, así

como de las características personales exigidas para desempeñarlo. El perfil o

“descripción del puesto” puede dividirse en dos partes: .

1. Breve descripción del puesto y de su función:

...

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