RESEÑA NH HOTELES
28 de Abril de 2015
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NH HOTELES1
Un lunes por la mañana de finales de enero de 1991, Antonio Catalán, presidente y
fundador de la cadena de hoteles NH, comentaba con entusiasmo a su ayudante Javier
Garro la impresionante goleada del día anterior (0-4) del Osasuna frente al Real Madrid,
equipo favorito de la liga de fútbol A los dos les unían no solamente sus raíces en el
norte de España y su pertenencia al Osasuna, sino también su preocupación por las
muchas dificultades que atravesaba la expansión de su cadena de hoteles de rápido
crecimiento.
Después de revivir la gloria de la tarde anterior, Antonio y Javier se pusieron a hablar,
en su soleada oficina del Tibidabo, del inminente desarrollo y puesta en práctica de un
nuevo plan estratégico de acción. Mientras con la mirada rastreaba la ciudad de
Barcelona, desplegada en la costa mediterránea, Catalán hizo un repaso de lo que él
consideraba debían ser los puntos principales del nuevo programa:
«Creo que está claro que nos estamos desplazando hacia una nueva fase del
ciclo de crecimiento. Cuando empezamos, teníamos la ventaja de poseer una
idea radicalmente nueva en un sector completamente desorganizado e incapaz
de oponer resistencia competitiva a lo que estábamos haciendo. También
teníamos la ventaja de una perfecta sincronización, ya que iniciamos la
expansión justo cuando la economía española estaba realmente despegando y
muchas de las empresas regionales estaban empezando a abrir oficinas en todo
el resto de España. Algunos de nuestros detractores han sugerido incluso que la
base de todo nuestro éxito radica en haber estado en el lugar adecuado en el
momento adecuado. Ambos conocemos la situación y sabemos que esto dista
mucho de ser la verdad, pero la evidencia no llegará hasta que no hayamos
conseguido, en los próximos años, mantener estable el crecimiento de nuestros
beneficios.»
En este momento, sus palabras y gestos se hicieron todavía más vehementes:
«El mayor problema que observo es que hemos crecido tanto que estamos
invirtiendo todo nuestro tiempo y energía en las operaciones y mantenimiento del
día a día, hasta el punto de que nuestra imaginación y creatividad están siendo
sofocadas justo cuando más las necesitamos. Todas las ideas parecían buenas
cuando no teníamos que preocupamos por las respuestas competitivas, pero los
más frágiles han sido barridos de la escena y los que quedan están dispuestos a
participar activamente. Derbi, Catalonia, BCN y Hesperia han imitado con gran
éxito nuestras prácticas, y son capaces de reaccionar a cualquier cosa que
hagamos de forma casi inmediata. El 50% de los hoteles españoles de nuestra
1 Caso preparado por Mark Schofeld, MBA 1991. bajo la supervisión del profesor Luis Mª Huete, para
servir de base de discusión y no como ilustración de la gestión, adecuada o inadecuada, de una situación
determinada.
Copyright © 1991, IESE. Prohibida la reproducción, total o parcial, sin autorización escrita del IESE.
misma categoría (3-5 estrellas) está vinculado a alguna cadena, y los niveles de
demanda del mercado pueden hasta cierto punto predecirse, pero se está
haciendo mucho más difícil gestionarlos con toda la competencia que hay.”
Javier, ya avezado a la tendencia de Antonio a dramatizar algo las cosas y a su propio
papel de actuar como contrapeso, pausadamente concluyó: «Bueno, no hay duda de
que tenemos mucho trabajo que hacer, de modo que pongámonos manos a la obra y
pensemos en cómo podemos elaborar una estrategia coherente con todo lo que
tenemos.»
Los inicios de NH
En 1978, Antonio Catalán decidió abandonar su posición ya establecida en el negocio
familiar y consagrar su experiencia, capacidad y entusiasmo al lanzamiento de una
nueva empresa con un pequeño grupo de amigos.
Unos años antes, su padre había abierto una gasolinera que poco a poco fue
convirtiéndose en un motel instalado al lado de la carretera, y llamado “Sancho el
Fuerte”. Una vez terminados sus estudios de Económicas, Antonio hizo rápidamente la
transición de ayudar durante los veranos a director adjunto, a tiempo completo, del
negocio. Este aprendizaje fue como un curso intensivo de dirección general, ya que
Antonio se vio obligado a afrontar por su propia cuenta “prácticamente todos los
aspectos de la gerencia de un pequeño negocio familiar”.
Más adelante, la disparidad entre las modestas ambiciones de su padre y su tendencia
a “apuntar alto” llevó a Antonio a embarcarse en la aventura de empezar su propio
hotel. Con una inversión compuesta por sus propios ahorros, los beneficios de la venta
de su coche y de su apartamento, y las aportaciones de algunos amigos de fa
incuestionable, Antonio pudo comprar un terreno situado en las afueras de Pamplona.
La rápida construcción del hotel Ciudad de Pamplona fue posible gracias a dos
préstamos concedidos (en unas condiciones ventajosas) por el gobierno regional de
Navarra y el Banco Hipotecario.
Antonio describió su decisión del modo siguiente: “Lo único que sabía era dirigir el
motel familiar, de modo que introducirme en el sector hotelero era un paso natural... En
ese momento el mercado ofrecía oportunidades, ya que los hoteles existentes habían
quedado obsoletos y todavía eran gestionados con sus estrategias originales como si el
sector estuviera inerte, y en cierta medida lo estaba... De modo que decidimos ser muy
agresivos (asumimos muchos riesgos porque teníamos muy poco que perder) y no hay
duda de que ello nos permitió revolucionar el sector hotelero español.”
Animado por el éxito obtenido en Pamplona, Antonio quiso reproducir esos resultados
en otras áreas del territorio español. Descubrió que el Hotel Calderón, de Barcelona,
estaba inmerso en dificultades financieras y, a través de una serie de duras y en
ocasiones tenaces negociaciones, consiguió llegar a un acuerdo de compra con su
propietario, que era el Banco Urquijo. Haciendo gala de una gran creatividad financiera,
convenció al banco para que vendiera el hotel por 32 millones de pesetas iniciales y
768 millones más, a pagar a plazos con los beneficios generados por el hotel a lo largo
de los siete años siguientes.
Con el nuevo hotel se mantuvo el concepto de orientación hacia el servicio que impulsó
el hotel original de Pamplona y, como resultado de ello, NH obtuvo con el Hotel
Calderón un éxito similar. Por entonces empezó a tomar forma la idea de una “cadena
de hoteles” NH, y la dirección dio inicio a un programa de compra o firma de
arrendamientos a largo plazo de un cierto número de hoteles urbanos «crepusculares».
Como requisito previo para la compra, cada uno de los hoteles debía valorarse como
fácilmente convertible, tanto física como operacionalmente, a los estándares fijados por
NH, aunque en algunos casos ese «fácilmente» tenía una definición algo imprecisa. El
Hotel Sanvy, por ejemplo, facturaba sólo 80 millones de pesetas cuando fue adquirido
en 1985, y, al final de su extenso período de conversión de cuatro años, sus ventas
anuales habían superado la cifra de 700 millones de pesetas.
Resultados
Cuando NH adquirió su primer hotel en 1978, los hoteles españoles de cuatro y cinco
estrellas disponían de un gran número de educados porteros y conserjes, que lo único
que conseguían con su presencia era ofrecer un brillante contraste con el desorden
imperante y la lúgubre atmósfera que reinaba en la mayoría de ellos. Los observadores
externos tendían a considerar el sector como un dinosaurio incompetente y sin
profesionalidad, que poco podía ofrecer a los aspirantes.
A lo largo de los doce años siguientes, hoteles NH hizo que estas apreciaciones fueran
cambiando, imponiéndose rápidamente como líder de los hoteles urbanos de tres y
cuatro estrellas (estos hoteles fueron diseñados para superar a los de su misma
categoría y competir directamente con los de una estrella más; por ejemplo, NH 3* con
otros de 4 estrellas). Naturalmente, esto no se veía en y por sí mismo como una gran
proeza; lo que impresionaba de forma particular a los observadores externos era más
bien el balance, que en 1990 ostentaba un flujo de caja de 4200 millones de pesetas2
sobre una facturación de 11.000 millones de pesetas, así come una valoración global
de la empresa de 30.000 millones de pesetas. Las previsiones para 1991 eran de unas
ventas de 14.500 millones de pesetas y un flujo de caja de 5.000 millones de pesetas.
Además, el total de las inversiones correspondientes a 1990 habían sobrepasado los
4.500 millones de pesetas, y las primeras previsiones de inversión para 1991
superaban los 6.500 millones de pesetas. No obstante, el aspecto más sorprendente
del rapidísimo éxito de NH no estaba en el balance sino en la dirección de la compañía.
Hoteles NH había construido su núcleo directivo totalmente alrededor de Antonio
Catalán y un grupo de jóvenes ejecutivos con escasa
...