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CLÍNICA PSICOLÓGICA: ADOLESCENTES

VyseTrabajo6 de Julio de 2020

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UNIVERSIDAD DE CIENCIAS EMPRESARIALES Y SOCIALES

FACULTAD DE PSICOLOGÍA y CIENCIAS SOCIALES

CARRERA DE PSICOLOGÍA

CLÍNICA PSICOLÓGICA: ADOLESCENTES

TRABAJO PRÁCTICO 2° PARCIAL

1er Cuatrimestre 2014

Turno Tarde

Titular:         Lic. Claudia López Neglia

Adjuntos:         Lic. Norma Fernández

                        Lic. Viviana San Martín

                        Lic. Silvana Spinozzi

                        Lic. Sergio Zabalza

Buenos Aires, 14 de Junio de 2013

Alumno:         Gómez Pablo, Javier –  Mat: 40.023


Índice

Introducción…………………………………………………..pág. 3

Desarrollo………………………………………………………pág. 4

Conclusión…………………………………………..………….pág. 10

Anexo…………………………………….………………………pág. 11

Bibliografía……………………………………………………..pág. 17

INTRODUCCIÓN

        El presente trabajo está desarrollado a partir de una entrevista de admisión, realizada en el Servicio de Salud Mental de Adolescencia del Hospital Durand, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La misma servirá para intentar realizar alguna articulación entre la práctica provista por la entrevista y la teoría que se ha ido viendo en la materia Clínica Psicológica: Adolescentes.

El caso fue elegido por proveer bastante material para pensar, en relación a varios de los textos de la materia. A la entrevista de admisión se presenta Julián, un adolescente de 13 años de edad, acompañado por sus padres, Patricia y Daniel, ambos de 54 años de edad. Aunque se trata de una entrevista de admisión, lo cual no permite profundizar en los temas que aparecen esbozados, no deja de llamar la atención algo que podríamos ubicar en el ámbito del desborde pulsional.

Otra cuestión interesante es observar que, quien lleva la voz cantante en la entrevista es la madre; su discurso es profuso y vehemente, tapa casi cualquier posibilidad del resto de la familia de decir cualquier cosa. Más de la mitad de las intervenciones de los miembros de la familia, en la entrevista, corresponden a la madre. Esto nos pone a pensar que Patricia despliega un discurso que tapona el poder decir de los otros y nos sugiere una primera hipótesis; que este obturamiento del decir, podría explicar algunas de las conflictivas familiares que se relatan en la entrevista. Por otro lado, desde la atención flotante del analista, la sobreabundancia del discurso materno nos obliga a preguntarnos qué ocurre con los decires obturados de Daniel y, por supuesto, del propio Julián.

 

La madre de Julián aparece como omnipotente, sin ella nada se hace “Yo tengo que estar en todo, si no voy yo, no hace nada…” y por otro lado señala que no puede controlar todo como quisiera “Yo estoy saturada, se me escapa de las manos…”. ¿Qué lugar ocupa el joven en el discurso de sus padres? ¿Qué reales posibilidades hay de iniciar un tratamiento con Julián, si él mismo dice “Si yo no quiero, no vengo. No quiero venir”. Intentaremos que estas preguntas guíen el trabajo.

DESARROLLO

Como señala Amigo (1999), Freud señala como algo específicamente humano, la característica de la sexualidad de emerger dividida en dos momentos. Ambos momentos son enfrentamientos cruciales con lo Real del goce, goce que llega al sujeto exigido como demanda pulsional del Otro. El sujeto estará obligado a escandir con significantes la masa que irrumpe, así como a vestirla y velarla; ese será el Fantasma del sujeto. En el segundo despertar, particularmente, al empuje de lo Real que golpea se le agrega lo genital; esto exigirá la estructura del sujeto en formación.

En el caso de Julián, el goce del Otro está particularmente presente en su vida. Comparte la habitación de sus padres desde su nacimiento y ha presenciado discusiones violentas en momentos anteriores de la relación de la pareja parental. Podría estarse jugando aquí, algo de aquello que Lacan (1970) marca como “…el rol de la madre es el deseo de la madre. Es absolutamente capital porque el deseo de la madre no es algo que uno pueda soportar así nomás, en definitiva, y que eso les sea indiferente: entraña siempre estragos…Un gran cocodrilo en cuya boca ustedes están, es eso la madre…No se sabe si de repente se le puede ocurrir cerrar el pico: eso es el deseo de la madre. Lo que traté de explicar es que lo que tenía de tranquilizante es que tenía un hueso…había un rodillo, así, bien duro, de piedra, que está en potencia a nivel del pico: eso retiene, eso atranca, es lo que se llama el Falo, el rodillo que los protege si de golpe se cierra!”. La función paterna debe operar en una situación como la descripta por Lacan; protegería al hijo, evitando que sea “devorado” por el deseo materno. En el caso de Julián, no se ve muy claramente si esta función paterna opera o no. Vemos en el discurso, que la madre habla todo el tiempo, intenta controlar todo y decidir por todos; el padre, por su lado, casi no aparece. En un momento, ante un comentario de la madre sobre que ella tiene que retar, frenar y que el padre no hace nada, este señala “Yo soy muy nervioso, y tengo miedo de lastimarlo. Yo no me tengo que hacer mala sangre. Y no me la hago”. Ante una pregunta de la Lic. Sánchez  sobre si el padre le pone límites a Julián, la madre señala que es ella la que pone los límites. Pareciera que estamos ante un padre que no se cuida a sí mismo –reconoce que tendría que hacer algo por su salud y que no lo hace- y un joven que demanda que ese padre lo cuide. Vemos como en un momento la madre habla de que ella no puede contar con el marido, que Julián, cuando el tío no está, se va a dormir a la pieza de este, acompañado por el padre y que Julián le pega al padre. Ahí, Julián mira al padre, y este le hace una seña de silencio. ¿Cuidado o secreto?

En Lacan (1975)  se señala que el psicoanalista dirige la cura, no debe intentar dirigir al paciente. En este texto, Lacan también trabaja la cuestión de la carencia del ser “…los sentimientos del analista sólo tienen un lugar posible en este juego, el del muerto…El analista…haría mejor en ubicarse por su carencia de ser que por su ser” (p. 569). Esta carencia de ser se relaciona con la articulación significante y con lo que estructura al deseo. “El deseo es lo que se manifiesta…en la medida que el sujeto, al articular la cadena significante, trae a la luz la carencia de ser…el Otro…es…el lugar de esa carencia” (p. 607). Así vemos que es la falta en ser, la que promueve la existencia del sujeto en el campo del significante. La carencia de ser está presente en todos los neuróticos y la dirección de la cura, en el caso de Julián, debería ir en el sentido de que el sujeto deje de consistir en el lugar fálico de las funciones parentales y se anoticie de esta carencia.

Todo lo dicho hasta aquí lleva a preguntarse qué pasa realmente con Julián, cuál es el tránsito que Julián está haciendo por el Complejo de Edipo. En esta primera entrevista de admisión, parece que la madre tiene más que decir sobre el joven y el motivo de consulta que el propio adolescente. Julián no tiene en esta instancia demasiado que decir por sí mismo y sobre sí mismo y la figura paterna aparece también bastante desdibujada.

Como señala Amigo (1999), al inicio del proceso de subjetivización para emerger como sujeto de allí donde ingresó como objeto, serán necesarias sucesivas escrituras, ya que el niño no cabe, sin resto, en el campo significante del Otro. El residuo que el Otro no atrapa en su red será el ‘a’, objeto irreductible al campo significante. Sobre otro registro, el imaginario, el niño deberá resolver que lo que él es como real, no puede entrar en la imagen de sí que el Otro devuelve. Así vemos que en ambos registros, queda un mismo resto, el ‘a’. Eso real, inasimilable tanto en lo simbólico como en lo imaginario, deberá ser escriturado en las diferentes cuerdas como pérdida de las operaciones de alienación. El ‘a’  hace agujero diferente en cada cuerda, y cada uno de ellos se escribe con una letra diferente (S1, -ϕ y Φ). Terminada la primera vuelta edípica, el sujeto contará con algunos títulos, esas letras que señalan el resto no apropiado por el campo del Otro; S1 en lo simbólico, -ϕ en lo imaginario y Φ en lo real. El encaje del triple agujero, permitirá colocar fantasmáticamente allí al ‘a’. Pero estas escrituras no se pueden poner a prueba, en lo Real, durante la primera vuelta edípica.

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