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Conductas Alimenticias

patricia.roman10 de Septiembre de 2013

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Las conductas de la alimentación están reguladas por mecanismos automáticos en el sistema nervioso central. La sensación de hambre procede, tanto de estímulos metabólicos, como de receptores periféricos, se induce la sensación del apetito, que desencadena la conducta de alimentación y al cesar estos aparecen los de saciedad y se detiene el proceso. El individuo normal, en situaciones de no precariedad, presenta unas reacciones adaptadas a los estímulos de hambre y sed, con respuestas hacia la saciedad correctas.

Es indudable el valor de la alimentación en el desarrollo psicológico y social, a través del pecho materno el niño aprende sentimientos de seguridad, bienestar y afecto; la relación de la comida con estos sentimientos se mantendrá a lo largo de toda la vida, y no debe extrañarnos que ciertos estados emocionales, como la ansiedad, la depresión o la alegría influyan decisivamente en los procesos de la alimentación. Pero esto no es todo, desde el alba de la humanidad el acto de comer ha sido un acto eminentemente social, se come en grupo y el acto de comer es una manifestación cultural, la forma de comer y las características de los alimentos, definen a los diferentes grupos culturales.

La comida era el momento del encuentro de los individuos compartiendo conocimientos y experiencias, sin duda en la evolución del hombre la comida como acto social tiene un papel fundamental.

Que el proceso natural de la alimentación se altere es muy factible dada su multideterminación, en unas ocasiones la causa es física, enfermedades que dificultan el proceso de la alimentación o alteran el aprovechamiento normal de los alimentos; en otras es psíquica, por tanto mas compleja; por último, este proceso natural puede verse alterado por factores sociales: religión, cultura, estatus, moda etc.

Históricamente la obesidad ha significado en otras épocas salud, riqueza y belleza y la delgadez fealdad, penuria y enfermedad, sin embargo actualmente han invertido su significación social, estamos viviendo el rechazo de las personas en sobrepeso y potenciando un canon de belleza en competencia con nuestras características étnicas. Puede parecernos que las enfermedades asociadas a la conducta de la alimentación son nuevas, de mediados del pasado siglo, sin embargo esto no es cierto, tenemos referencias históricas de estas patologías desde muy antiguo, en la historia de nuestra cultura, y recogido abundantemente tanto de forma escrita como iconográfica. Excepto en las últimas décadas y únicamente en los países mas desarrollados, comer suficientemente ha sido el privilegio de unos pocos. En la antigüedad los banquetes, donde se comía y bebía exageradamente, tuvieron antes que social un marcado carácter sagrado, durante estos ágapes el vómito era un remedio usual para reiniciar la comilona.

En nuestra cultura, tenemos referencias desde muy antiguo, ya en el “corpus hipocráticum (Hipócrates 460-377 a C.) refiere los efectos de un régimen debilitante y prolongado anotando que son difíciles de reparar y que lo mismo ocurre con la replección extrema. Jenofonte (428-354 a C.) en su “Anábasis de Ciro el Joven” cita también un estado anómalo de la alimentación con hambre y debilidad extrema que afectó a las tropas griegas de Asia Menor ante la falta de comida, utilizó el término de bulimia sin duda focalizando el problema en el hambre y los deseos de comer.

11º Congreso Virtual de Psiquiatría. Interpsiquis 2010

Mucho más tarde Galeno de Pérgamo (129-216) describe la emaciación por falta de apetito, por anorexia y la llama “kinorexia” describiéndola con los síntomas siguientes: ansia por comer, colapso, palidez, frialdad de las extremidades, opresión en el estómago y pulso débil. (se puede interpretar esta situación como la fase final de la emaciación) 1.

Finalmente encontramos el término "anorexia nerviosa" en el titulo de su artículo de 1873 aunque tenía información previa del artículo del Dr. Lasségue, el mismo dice: Después de que formularan estas observaciones el Dr. Webb me indicó que leyera el artículo del Dr. Lasegue profesor de la facultad de medicina de París y médico del hospital de La Pitiè que se publicó en la revista Archives Générales de Médicine y publicado en Abril de 1873 y traducido en Med. Times en Septiembre de 1873….

En la misma época y tal vez influencia por Charcot, Freud2 asoció la neurosis alimentaria, anorexia nervosa de las jóvenes, con la presencia de una sexualidad no desarrollada, la anorexia suponía la pérdida del apetito y la líbido, era la melancolía el resultado del duelo por estas pérdidas.

Desde principios del siglo XX y hasta mediados del mismo tras un periodo de confusión son varias las relaciones de la anorexia: con las psicosis, la melancolía, los equivalentes depresivos o la psicastenia.

Son varias las hipótesis que compiten por marcar la etiología de esta enfermedad, organicistas, psicológicas, psicodinámicas, psicosomáticas o por alteraciones perceptuales. Sin embargo persisten hasta los años cincuenta las hipótesis endocrinológicas para explicar el origen de la anorexia, incluso actualmente se puede observar como muchas pacientes acuden primero al endocrinólogo que al psiquiatra o psicólogo. Las enfermas y sus familias prefieren, consciente o inconscientemente, que la causa de su anorexia sea orgánica, material, antes que plantearse complejos factores psico-sociales.

El tercer período corresponde a las hipótesis psicológicas, protagonizadas por el movimiento psicoanalítico. El trastorno se debía a una forma de neurosis relacionada con la pérdida de la libido manifestándose a través de una conversión histérica como definió Freud entre 1901 y 1914. Las diferentes escuelas dinámicas y los diferentes autores han hipotetizado sobre las causas de la anorexia de forma muy diferente: Para Abraham se debía al papel del sadismo oral con inhibición del apetito, para Hesnard la causa estaba en el trauma del destete y rechazo de la sexualidad, mientras que Boutonnier y Lebovici daban gran importancia al papel de la madre en la génesis del trastorno3-16.

Desde los años sesenta se han multiplicado los trabajos sobre la anorexia, lo que demuestra un notable interés de los investigadores sobre el tema, las líneas terapéuticas se han diversificado y en la actualidad se tiene una visión más pragmática y heterodoxa del problema, considerando que en la génesis del trastorno deben influir una serie de factores concatenados, psicológicos, biológicos y sociales que en un momento dado desencadenan el trastorno. Los modelos de investigación clínica, los estudios de poblaciones, el seguimiento de grupos de pacientes y las evaluaciones de resultados preconizan modelos de tratamiento pluridisciplinares que aborden los tres núcleos conflictivos de la anorexia: el peso, la figura y los pensamientos alterados.

En el Simposium de Göttingen en 1965 se consigue un notable consenso que podemos resumir diciendo: La enfermedad está en relación con las trasformaciones de la pubertad. El conflicto es corporal y no estrictamente de la función alimentaria, y la etiopatogenia y la clínica son diferentes de los procesos neuróticos.

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Así pues entendemos actualmente este trastorno como de causa multifactorial, en la que intervienen factores psicológicos, biológicos, sociales y culturales que en un momento dado, biográfico y evolutivo, actúan determinando la aparición de la enfermedad.

Repasemos a continuación la historia de la bulimia que a primera vista parece mas reciente aunque no es así, es un trastorno del que no se hablaba hace dos décadas y que ha emergido en nuestra sociedad con gran fuerza y aunque solo encontremos referencias detalladas en los últimos 50 años no es históricamente un nuevo trastorno, pero si lo es dentro de su acepción clínica, ya que las referencias a los excesos con la comida son tan antiguas que se pierden en el tiempo. En la bulimia se dan dos aspectos bien diferenciados, por un lado está el comportamiento ingestivo incontrolado, y por otro los periodos cortos de dietas restrictivas, el rechazo a ganar peso y especialmente las conductas de purga para el control de dicho peso.

De los comportamientos incontrolados de atracón y purga, sí tenemos referencias históricas

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