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Consideraciones finales


Enviado por   •  11 de Junio de 2014  •  Ensayos  •  1.321 Palabras (6 Páginas)  •  269 Visitas

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Consideraciones finales

Para terminar este apartado quiero insistir en algo ya apuntado antes: la tipología de la eva- luación expuesta es válida para presentar clara- mente las virtualidades que ofrece la evaluación desde diferentes enfoques o perspectivas, pero en la práctica, en su aplicación al quehacer dia- rio pueden darse mezclados algunos de los ti- pos descritos y, sobre todo, se conjuga su funcionalidad para conseguir la meta común: la mejor formación del alumnado. Así, tanto la evaluación inicial como la final pueden ser, a la vez, formativas o sumativas –según la funcio- nalidad con la que se apliquen–; lo mismo ocurre con la autoevaluación o coevaluación, que, ade- más, pueden ser iniciales, procesuales o fina- les. La evaluación criterial o la idiográfica se aplicarán para perfeccionar o para seleccionar, al principio, durante o al final de un proceso e incorporando a ellas autoevaluaciones o coeva- luaciones del propio alumnado... La acción edu- cativa es variada y requiere soluciones diversi- ficadas que permitan que la enseñanza de un profesor y el aprendizaje de un alumno cami- nen al unísono. Este aprendizaje, en definitiva, es un continuo que no se rompe ni se divide en compartimentos estancos. Por ello, la acción edu- cativa eficaz debe plantearse también como tal y, en consecuencia, la evaluación no puede apli- carse aisladamente ni sin interferencias perma- nentes de todas las perspectivas. La evaluación final es la evaluación inicial del día siguiente...

La ordenación de la labor entre docente y discente se realizará seleccionando el tipo de evaluación más adecuado para cada situación y los objetivos que se pretendan con ella, eli- giendo técnicas e instrumentos para llevarla a cabo y poniéndola en práctica, colegiadamente, del mejor modo posible. Pero, una vez organi- zado el proceso –de forma rigurosa pero flexi- ble–, en el camino se presentarán multitud de ocasiones en las que será necesario echar mano de todo tipo de recursos para resolver determi- nadas circunstancias que se planteen con cier- tos alumnos: de ahí la conveniencia –la exigencia profesional– de disponer de cuantos conoci- mientos evaluadores –en este caso– sea posible y aplicarlos en los momentos del camino en que resulten útiles para superar una situación. La calidad de la educación depende, en bue- na medida, de la rigurosidad de la evaluación. Y evaluar no siempre resulta fácil, pero siempre es ineludible. La evaluación es compleja por- que desemboca no sólo en asumir, sino también en rechazar muchas posibilidades, y la abun- dancia de posibilidades implica una drástica y, a veces, dolorosa selección. Por eso, quizá re- sulte más fácil rechazar con certeza que asumir sin dudas. Por eso, una vez más, insistimos en las ventajas de valorar no sólo lo negativo (lo claramente rechazable), sino todo lo que de positivo aparezca en el proceso educativo: ana- lizar las ventajas de cada elemento ofrecerá cri- terios válidos en los que apoyar la elección de una ruta y no la de otra similar. Un automovilista, al evaluar una situación y realizar cierta maniobra, puede jugarse la vida; un médico, al valorar el estado de un paciente y ponerle un tratamiento, puede poner en peligro su salud, lo mismo que un juez la libertad de un acusado o un profesor al valorar a un alumno puede –por “indulgente” o “exigente”– poner en peligro su adecuada educación. Estos riesgos, ¿no son lo suficientemente graves como para ser mi- nimizados mediante la asunción de las necesa- rias precauciones con el fin de brindar las mayo- res garantías de rigor a los afectados? La libertad individual que todo profesional debe tener para desarrollar su trabajo –la libertad de cátedra,

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por ejemplo– no puede implicar el ejercicio de la arbitrariedad. Por eso, si la evaluación debe ser objetiva, hay que saber que será más objeti- va cuanto más colegiada, ya que la subjetivi- dad de la persona se objetiva al contrastarse con otra subjetividades y al regir los juicios por cri- terios equivalentes –y previamente estableci- dos– para todos. Enseñar puede ser fácil. Lo difícil es ense- ñar bien. Enjuiciar a alguien puede

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