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Desarrollo en la etapa preescolar.

fabiolapueblitaTarea16 de Febrero de 2017

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Los niños de corta edad se convierten poco a poco en personas realistas que forman conceptos y muestran competencia lingüística (Fraiberg, 1959). Descubren lo que pueden o no controlar. Generalizan a partir de la experiencia. Su razonamiento hace la transición  de la formación de conceptos simples al empleo de los rudimentos de la lógica.

Aprenden el lenguaje necesario para comunicar sus necesidades, sus ideas y sus sentimientos. Adquieren el lenguaje de manera rápida en interacción con el desarrollo cognoscitivo y social. Los preescolares de menor edad usan enunciados de dos o tres palabras, basándose en una gramática limitada; los de seis años expresan oraciones completas con una estructura gramatical esencialmente correcta. A medida que el preescolar aprende la sintaxis y el vocabulario, también asimilan los valores sociales culturalmente apropiados: urbanidad, obediencia, roles de género. En resumen el lenguaje es un puente entre la infancia y la niñez. Con el tiempo el niño entiende y comunica sus deseos, sus necesidades y observaciones.

Los progresos que el preescolar realiza en el pensamiento, el lenguaje y las habilidades motoras están interrelacionadas. A medida que adquiere mayor fuerza física y más destrezas, se siente motivado para aplicar las habilidades que va dominando a la exploración y el aprendizaje. Además, con la exploración se perfeccionan las destrezas.

DESARROLLO FÍSICO Y MOTOR[pic 1]

Entre los 2 y los 6 años, el cuerpo del niño va perdiendo el aspecto infantil a medida que cambia su tamaño, sus proporciones y su forma. Al mismo tiempo, el rápido desarrollo del cerebro da origen a habilidades más complejas y refinadas de aprendizaje, así como el perfeccionamiento de las habilidades motoras gruesas y finas.

Tamaño y proporciones corporales.

El crecimiento físico del individuo es resultado de la genética, la alimentación y las oportunidades de jugar y hacer ejercicio. La relación entre la alimentación y el crecimiento se manifiestan en las diferencias entre los niños que viven en países industrializados y las naciones pobres.

Los periodos prolongados de desnutrición durante la niñez temprana limitan directa o indirectamente el desarrollo cognoscitivo. La desnutrición genera en forma directa daño cerebral que en ocasiones es reversible y en otras no, retrasa el crecimiento físico y la adquisición de las habilidades motoras.

De los 2 a los 6 años, la tasa de crecimiento es más lenta en comparación con la de los dos primeros años de vida. Los preescolares sanos crecen a estirones, pero al año aumentan un promedio de dos kilogramos de peso y casi 7.6 centímetros de estatura. Los niños sostienen una proporción mayor de peso en la parte superior del cuerpo, lo que dificulta más el control del mismo. El preescolar pierde equilibrio con mayor facilidad y le cuesta mucho detenerse, además le es difícil atrapar un balón grande sin irse de espaldas. El centro de gravedad va descendiendo al área pélvica conforme siguen modificándose las proporciones corporales.

A medida que madura el sistema esquelético, los huesos se desarrollan y se endurecen por medio de la osificación, proceso en virtud del cual el tejido blando o cartílago se transforma en hueso.

Desarrollo del Cerebro.

A los 5 años, el cerebro del niño alcanza casi el tamaño del cerebro de un adulto. Su desarrollo le permite aprender, resolver problemas y utilizar un lenguaje en formas cada vez más complejas.

Las neuronas, células especializadas que constituyen el sistema nervioso, comienzan a formarse durante el periodo embrionario, y en el momento del nacimiento ya está presente casi la totalidad de los 200,000 millones de que consta el cerebro del adulto. Durante el segundo año de vida continúa  el rápido crecimiento de las células gliales, mismas que aíslan las neuronas y mejoran la eficiencia con que se transmiten los impulsos nerviosos. El rápido crecimiento del tamaño de las neuronas, la cantidad de células gliales y la complejidad de interconexiones neuronales producen un desarrollo acelerado del cerebro durante la infancia y niñez temprana que se prolonga en los primeros años del periodo preescolar. El desarrollo acelerado es también una etapa de gran plasticidad en que los niños se recuperan de manera más fácil de las lesiones cerebrales que a edades posteriores.

La maduración del cerebro y del sistema nervioso central incluye la mielinización (formación de células protectoras que aíslan las neuronas y facilitan la transmisión de los impulsos nerviosos). Durante la infancia temprana, comienza la mielinización de las neuronas que participan en los reflejos y la visión, seguida de aquellas que participan en las funciones motoras complejas y luego las que controlan la coordinación entre ojos y manos, el lapso de atención, la memoria y el autocontrol. La mielinización del sistema nervioso central acompaña de cerca a la adquisición de las habilidades motoras y cognoscitivas durante el periodo preescolar.

Existen dos aspectos del desarrollo del cerebro muy importantes durante la niñez temprana, estos son: la lateralización y el uso preferente de una mano.

Lateralización. La superficie del cerebro, llamada corteza, se divide en dos hemisferios: izquierdo y derecho. Los hemisferios se especializan, hasta cierto punto, en el procesamiento de información y en el control de la conducta, proceso que recibe el nombre de lateralización.

El hemisferio izquierdo controla la conducta motora del lado derecho del cuerpo y el hemisferio derecho, el del lado izquierdo. Las funciones específicas que realiza el hemisferio izquierdo son: Tacto de la mano derecha, Habla, Lenguaje, Escritura, Lógica, Ciencias y Matemáticas; por otro lado,  el hemisferio derecho controla: Tacto de la mano izquierda, Construcción Espacial, Pensamiento Creativo, Fantasía, Apreciación Musical, Apreciación Artística.

Finalmente, la especialización lateral continúa durante la niñez y ya bien entrada la adolescencia.

Uso preferente de una mano. Las investigaciones dedicadas a la dominancia hemisférica indican que la mayor parte del lenguaje de los diestros está localizado principalmente en áreas del hemisferio izquierdo. En la población que es zurda, el lenguaje la comparten los dos lados del cerebro, esto indica que el cerebro de los zurdos puede estar menos lateralizado. La observación de que los zurdos suelen ser ambidiestros (que emplean las dos manos con buena coordinación y habilidades motoras finas) es una prueba adicional de este fenómeno.

En casi todos los niños, la preferencia por una mano se establece entre la niñez temprana y la niñez media (Gesell y Ames, 1947). Además de la maduración del cerebro, la preferencia de una mano refleja a veces las presiones de los padres y los maestros para usar la mano derecha que goza de la “aceptación social”.

Desarrollo de las habilidades motoras.

Las habilidades motoras del niño mejoran en forma considerable durante el periodo preescolar (Clark y Phillips, 1985). Los cambios más impresionantes se concentran en las habilidades motoras gruesas como: correr, saltar y arrojar objetos. En cambio, las habilidades motoras finas como escribir y utilizar cubiertos se desarrollan con mayor lentitud.

Casi todo lo que hace el niño en los primeros años de vida supone una interacción entre procesos motores, perceptuales y cognoscitivos, junto con el desarrollo social y emocional. Por ejemplo, cuando un preescolar camina sobre un madero, no sólo aprende a equilibrarse sino que también experimenta el concepto cognoscitivo de “estrecho” y el  concepto emocional de “confianza”. Aunque gran parte de lo que hace parece ser una exploración meramente sensorial, sus acciones suelen ser propositivas y estar encaminadas a metas.

Habilidades motoras gruesas.

Los niños de dos años pueden caminar y correr pero siguen siendo relativamente pequeños y regordetes. Su marcha es vacilante y se da con las piernas muy separadas. También suelen usar las dos manos o ambas piernas cuando sólo necesitan una. Por ejemplo es probable que el niño de dos años extienda las dos manos para recibir una galleta.

A los tres años, el niño mantiene más cerradas las piernas al caminar y correr, sin que deba fijarse en lo que hacen sus piernas o sus pies. Es decir, su conducta motora gruesa empieza a dar señales de automaticidad (capacidad que consiste en ejecutar actividades motoras sin pensar en ellas). En la tabla 1 se muestran las conductas motoras del niño preescolar.

Tabla 1. Desarrollo Motor del Preescolar

Niños de 2 años

Niños de 3 años

Niños de 4 años

Niños de 5 años

Camina con las piernas separadas y vacilantes.

Mantiene las piernas juntas cuando camina o corre.

Puede variar el ritmo cuando corre.

Puede caminar sobre una viga de equilibrio.

Puede subir, empujar, jalar, correr, colgarse de las dos manos.

Puede correr y desplazarse con mayor fluidez.

Salta con torpeza; brinca.

Salta rítmicamente, se sostiene sobre una pierna.

Tiene poca resistencia.

Alcanza los objetos con una mano.

Tiene más fuerza, resistencia y coordinación.

Sabe usar  botones y cremalleras; puede amarrarse las agujetas de los zapatos.

Alcanza los objetos con las manos.

Mancha y embadurna al pintar; apila bloques.

Dibuja formas y figuras  simples; hace pinturas; usa bloques para construir.

Usa los cubiertos y las herramientas en forma correcta.

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