El Niño En El Contexto Posmoderno

El niño-adulto

“Los niños de hoy no son como los de antes…” las transformaciones económicas, políticas y culturales que dieron forma a ese contexto (posmodernidad), han impactado fuertemente en la infancia actual. El concepto de la infancia ha cambiado con el tiempo: una de las diferencias que podríamos mencionar es que los niños de antes jugaban más y con menos objetos: una ‘latita’ podía ser un carro, una olla, un auto y más; las muñecas no necesitaban hablar, las casitas no se compraban en la juguetería… no había video-games, mundos virtuales ni chat; los niños se vestían como sus padres querían, le temían al reto, al terrible “ya vas a ver cuando venga tu padre”, a la penitencia y a las malas notas.

Frente a todo esto hoy es posible sostener que la noción tradicional de infancia como un tiempo de inocencia y dependencia del adulto se ha debilitado, en parte por el acceso de los niños a la cultura popular durante fines del siglo XX y principios del siglo XXI. Este acceso infantil al mundo adulto ha originado nuevos discursos entre los niños quienes ahora, convertidos en consumidores, tienen otra conciencia de sí mismos: ya no se ven ellos mismos inexpertos y dependientes de los adultos sino que se asumen como individuos independientes y capaces, en muchos planos, de arreglárselas sin el auxilio de un mayor. Se equipara al niño con el Adulto, lo cual tiende a descartar la fragilidad infantil y a dejar de lado la cuestión de la responsabilidad de los mayores. Los niños asumen rápidamente este nuevo posicionamiento y se comportan como “grandes” lo que despierta las quejas de los padres quienes los consideran desafiantes, casi incontrolables, incapaces de respetar a nada ni a nadie. Tan distintos “a los de antes”, ahora los chicos portan una cultura legítima y obligan a sus padres y maestros a adaptarse a ella; ya no es el chico el que debe callar frente a la cultura escolar sino la escuela la que se adapta a las nuevas situaciones. Esto ocurre porque los niños ya no se perciben a sí mismos como seres pequeños que necesitan del permiso del adulto y dependen absolutamente de ellos para actuar: antes se sostenía que la autoridad del adulto en el poder otorgaba el saber, cosas que los niños (protegidos de tanta información) desconocían. Hoy los adultos y los niños se encuentran en pie de igualdad (simetría).

En cuanto a los temas vistos en la escuela, podemos notar un gran cambio: ahora se toman en cuenta los distintos aspectos que hacen a la personalidad del niño, sus intereses, etc. Respecto de la información que manejan e incluso hay sectores en los que los infantes aventajan a los mayores (por ej. Computación, internet, manejo de aparatos electrónicos, etc.). Los abuelos y padres que antes eran grandes defensores de los valores familiares tradicionales y la disciplina severa han cambiando: la autoridad adulta se ha perdido, o “resignificado.”. La infancia moderna que podía ser caracterizada como la “espera por ser adultos”, la preparación para el advenimiento de la adultez ha desaparecido. En su lugar hay “nuevas infancias”, que se distinguen por la demanda de inmediatez acrecentada por la cultura consumista: son los chicos “sobre-estimulados”, curiosos al extremo, que “saben todo” y con cinco años enseñan a sus padres como usar una computadora. Los que tienen un nuevo lenguaje poblado de vocablos como “ essenger”, “googlear”. Por otro lado están también los chicos aburridos de pantallas, los adoradores de pantallas y los navegadores virtuales que les permiten hacer y ser todo: por ej. Juegos de video que simulan manejar una moto. Son también los niños de la “adolentización temprana” aquellos que ingresan rápidamente en el mundo “teen”

Esta infancia de la realidad virtual da lugar a la exclusión (física e institucional): son los nuevos analfabetos (digitales). En la primera infancia, el sostén de las asimetrías es fundamental para la constitución del psiquismo infantil, el cual se desarrolla en lazos que, a la vez que contienen, establecen interdicciones. El mito de época, al equiparar el niño con el adulto, tiende a descartar

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