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El gran Manual de competencias


Enviado por   •  16 de Abril de 2017  •  Documentos de Investigación  •  3.593 Palabras (15 Páginas)  •  239 Visitas

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Amor como una historia

Cuando pensamos en el amor, es frecuente que nuestros pensamientos se dirijan a las grandes historias de amor: Romeo y Julieta, la Cenicienta y el Príncipe (Julia Roberts y Richard Gere), el Rey Eduardo VIII y Wallis Simpson, y Pigmalión/Mi Bella Dama. Según Sternberg(1998), estas historias son mucho más que entretenimiento. Moldean nuestras creencias acerca del amor y de las relaciones y, a su vez, nuestras creencias influyen sobre nuestra conducta.

 Si el amor es tan sólo la interacción entre dos personas, la manera en que se comunican y comportan, usted tiene la razón. Pero el amor es más que la interacción; lo que importa es la manera en que cada miembro de la pareja interpreta la interacción. Para darle sentido a lo que pasa dentro de nuestras relaciones, dependemos de nues- tras historias de amor.

Una historia de amor es una historia acerca de cómo debería ser el amor; tiene personajes, una trama y un tema. Existen dos personajes centrales en cada historia de amor, los cuales representan papeles que se complementan entre sí. La trama describe el tipo de evento que sucede dentro de la relación. El tema es primordial; le proporciona significado a los sucesos que integran la trama y dirige las conductas de los protago- nistas.

Según este punto de vista, el enamoramiento sucede cuando se conoce a alguien con quien se puede crear una relación que concuerda con la propia historia de amor. Además, nos sentimos satisfechos con las relaciones en las que nosotros y nuestra pareja coincidimos con los personajes de nuestra historia (Beall y Sternberg, 1995).

¿De dónde vienen nuestras historias? Muchas de ellas tienen sus orígenes en la cultura, folklore, litera- tura, teatro, cine y programas de televisión. El contexto cultural interactúa con nuestra experiencia y características personales en la creación de las historias que cada uno de nosotros tiene (Sternberg, 1996). A medida que experimentamos relaciones, nuestras historias evolucionan, incorporando eventos inesperados en el recuento. Cada persona tiene más de una historia; es frecuente que tales historias formen una jerarquía.

Debería resultar evidente que las historias de amor derivan su poder del hecho de que son profecías autocumplidas. Dentro de nuestra relación creamos sucesos que estén de acuerdo con la trama y después interpretamos tales sucesos según el tema. De manera literal, nuestras relaciones de amor son construcciones sociales. Debido a que nuestras historias de amor se confirman a sí mismas, pueden ser muy difíciles de cambiar.

Sternberg y colaboradores han identificado cinco categorías de historias de amor en la cultura estado- unidense y diversas historias específicas dentro de cada categoría. También han desarrollado un conjunto de afirmaciones que reflejan los temas de cada historia. Es probable que las personas que están de acuerdo con las afirmaciones “Creo que en realidad las peleas hacen que una relación sea más vital” y “En realidad me gusta pelear con mi pareja” crean en la historia de guerra. Sternberg y Hojjat estudiaron muestras de 43 y 55 parejas (Sternberg, 1998). Encontraron que, en general, los miembros de las parejas creían en historias similares. Mientras más discrepaban las historias de los miembros de la pareja, más infelices eran. Algunas

Investigaciones acerca del amor

Medición del amor

Hasta el momento, la discusión se ha centrado en las definiciones teóricas de los diversos tipos de amor. Usted podrá observar que Sternberg, Hazan y Shaver, y Berscheid y Hatfield se referían a cosas diferentes cuando utilizan la palabra amor. Una de las maneras en que psicólogos y sociólogos definen términos es por medio del uso de una definición operacional. En la definición operacional, el concepto se define según

 Hatfield y Sprecher (1986a) decidieron desarrollar una medición de lápiz y papel para este concepto. Escribieron afirmaciones que pretendían medir los componentes cognitivo, emocional y conductual del amor pasional. El respondiente evalúa cada afirmación en una escala de 1 (absolutamente falso) a 9 (absolutamente verdadero para él o ella). Si usted cree que está enamorado de alguien, piense si estaría de acuerdo con cada una de las siguientes afirmaciones, teniendo en mente a esa persona.

1. Componente cognitivo:

En ocasiones siento que no puedo controlar mis pensamientos; pienso de manera obsesiva acerca de______________________. Para mí, ________________ es la pareja román- tica perfecta.

2. Componente emocional:

Tengo una poderosa atracción hacia _____ __________.

Amaré a ____________________ para siempre.

3. Componente conductual:

Busco ansiosamente las señales que me indi- can el deseo que __________ siente por mí. Me siento feliz cuando estoy haciendo cosas que hacen que ____________ sea feliz.

Hatfield y Sprecher aplicaron su cuestionario a estudiantes de la Universidad de Wisconsin que se encontraban en relaciones que iban de citas casuales a comprometidos y viviendo juntos. Los resultados indicaron que la Passionate Love Scale (PLS) se corre- lacionaba de manera positiva con otras mediciones de amor y con mediciones de compromiso y satisfacción

con la relación. Estas correlaciones proporcionan evidencia de que la PLS es válida. Los alumnos que obtu- vieron puntuaciones elevadas en la PLS informaron de un deseo más fuerte de estar con su pareja y de que esta las besara y abrazara, y afirmaron que se excitaban de manera sexual con tan sólo pensar en sus parejas. Estos hallazgos confirman que la escala está midiendo pasión. Por último, las puntuaciones de amor pasional aumentaron a medida que la naturaleza de la relación progresaba de las citas casuales a las citas exclusivas. La investigación de Hatfield y Sprecher es un buen ejemplo de cómo estudiar un tema importante pero complejo —tal como el amor— de manera científica.

Diferencias de género

El estereotipo es que las mujeres son las románticas: añoran el amor, se enamoran con mayor facilidad, se aferran al amor. ¿Los datos apoyan esta idea?

De hecho, las investigaciones que miden el amor en las relaciones indican que justo lo opuesto es verdad. Los varones tienen una visión más romántica de las relaciones mujer-varón que las mujeres (Hobart, 1958). Se enamoran antes dentro de una relación (Kanin et al., 1970; Rubin et al., 1981). Los varones también se aferran más tiempo a un amorío en decadencia (Hill et al., 1976; Rubin et al., 1981). De hecho, tres veces más varones que mujeres se suicidan después de un amorío desastroso (Hatfield y Walster, 1978). En una palabra, parece que los hombres son los verdaderos románticos.

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