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Escuela En Crisis


Enviado por   •  16 de Noviembre de 2014  •  2.248 Palabras (9 Páginas)  •  239 Visitas

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La escuela: crisis compleja

La escuela es un producto histórico, una verdadera construcción cultural sometida a las condiciones de aparición y de construcción de la civilización occidental.

La escuela no es lo que era. La efectividad de cinco siglos la ha depositado en nuestros días envuelta en una crisis compleja. Como en la sociedad se ha instalado la creencia en el carácter natural de su presencia, la mayoría de los actores vinculados con la escuela moderna prefieren atribuir sus males a causas externas: el gobierno, la organización, el sistemas, las reformas, el descuido de las familias, el desinterés de los alumnos, la falta de profesionalismo de los docentes, la infraestructura, el presupuesto, etc. Todas estas causas contribuyen a deteriorar la presencia real y simbólica de la escuela, pero nosotros pensamos que la razón debemos buscarla en otro lugar.

Si la escuela es producto y expresión de la modernidad, si fue su fiel intérprete, y terminó sostenida por una época histórica caracterizada por la seguridad, la racionalidad, la omnipotencia, el progreso, la confianza en el futuro y la fortaleza de la humanidad, la escuela no pude subsistir sin la presencia y los caracteres de la modernidad.

La modernidad ha entrado en crisis y sus principios han sido bombardeados principalmente a partir de los últimos treinta años del siglo XX: las ideologías han muerto, el progreso no es seguro, la omnipotencia ha dado lugar a la fragilidad, han muerto las utopías, el sueño de una historia en permanente avance ha cedido ante un presunto fin de la historia y clausura de las alternativas sociales, están bajo sospecha conceptos tales como revolución, patria, nacionalidad, territorios, creencias, y hasta el pensamiento fuerte de la razón ha cedido ante el avance de la razón débil, los conocimientos emocionales, intuitivos, aproximativo, borrosos, fragmentarios.

A la escuela no sólo le han quitado la modernidad, sino que le han cambiado el escenario: sigue representando su papel, pero son otros los actores que han entrado a escena, tienen otro libreto, han modificado el paisaje, el público está sentado esperando otras cosas.

La escuela – casi en un esfuerzo autista – persiste en sentirse bien, de lograr sus objetivos, en responder a presuntas demandas, pero lo cierto es que casi no habla, no puede levantar su voz, apenas si logra despertar la atención y hacer que la escuchen. Nadie quiere destruirla, sacarla del escenario, matarla… pero han cambiado de tal manera los códigos que no hay forma de lograr el entendimiento, y sobrevive más por tradición que por demanda genuina.

Déficit de futuro

El problema no radica solamente en tener alumnos posmodernos en escuela modernas, sino de tener una escuela moderna en un mundo posmoderno, estimulados por otras urgencias, guiados por otros principios, demandados por otras pautas. Se trata de un enfermo a quien se le observan y describen los síntomas, sin llegar a su enfermedad de base, aquella que produce los innumerables efectos que pretenden curar los diversos especialistas: escuela vacía, ausencia de valores, desinterés de los alumnos, ausencia de las familias, disminución en los rendimientos, violencia generalizada, abandono de los verdaderos problemas, des-actualización de los contenidos, problemas con los docentes. El mal de fondo es esta estructura moderna, este prodigioso invento que se mantiene y resiste en un territorio que no es el propio, huérfano de respaldos efectivos y de un corpus de ideas que le permita remontar de nuevo vuelo.

En síntesis lo que la escuela actual padece y vive como déficit para el futuro inmediato es: (1º) la ausencia de relatos fundantes que operen como respaldo legitimadores de todas las acciones educativas; (2º) los cambios de los roles y de la presencia del estado que – en la práctica – ha descuidado el interés específico por la educación escolarizada aunque siga ocupándose de ella; (3º) la presencia de una estructura o matriz que funcionó a la perfección en el pasado pero que sobrevive traicionando los fines para las que fue creada.

Nueva edad

Necesitamos tener el mismo atrevimiento que tuvieron los fundadores en los albores de la modernidad que supieron procesar su propia experiencia y los datos del pasado para crear una estructura nueva, cuya vitalidad alimentó a la humanidad durante cinco siglos. Vivimos una nueva edad y nos hemos olvidado de recrear para esta nueva edad las instituciones que puedan responder a los verdaderos principios (constructores de nichos de valores y de humanidad) y al mismo tiempo satisfacer pragmáticamente a las demandas del presente.

Necesitamos nuevas estructuras, una nueva concepción del tiempo, del espacio, de las relaciones, de la cultura, del control, de la organización, del funcionamiento… para que puedan responder a las posibilidades y demandas de los actuales usuarios: alumnos, docentes, familia, sociedad.

Necesitamos otra visión de la educación y un ojo crítico, profético y constructivo sobre la escuela, para que nada nos paralice sino que nos movilice. No se trata de cerrar los ojos para ignorar las deficiencias, ni es prudente naufragar en una crítica autodestructiva. Criticar para proponer y crear. Tal vez una hermenéutica desprejuiciada de los albores de la modernidad, sobre los escritos y los testimonios de quienes fueron los pioneros nos permita encontrar nuestro propio camino y el futuro que golpea nuestras puertas.

Dificultades que se le presenta al docente en la actualidad

La cortina musical de la clase es el ruido, que interfiere para que el mensaje del docente llegue al alumno, o que las palabras de un alumno sean recibidas por otro. Los adolescentes parecen considerar que ese ruido no debería alterar para nada el desarrollo de la clase. Pero dentro de ese marco el discurso del docente queda “des construido” ya sea porque tal situación afecta su capacidad para mantener la ilación de sus ideas o bien porque la llegada del mensaje está continuamente interceptada y solo se captan frases sueltas que luego se articulan como se puede. La atención suele ser dispersa, es decir que no adquiere casi nunca cualidades de concentración en un punto.

En un debate la participación del grupo es muy difícil de lograr, no se escuchan entre sí, discuten, conversan del tema o de cualquier otra cosa. Si la polémica lleva a la atomización del curso en pequeños grupos de discusión no resulta fácil lograr que expresen una síntesis de la idea. En general la mayoría muestra dificultades en la expresión de las ideas en forma oral o escrita y esto se extiende a la caligrafía y ortografía, ya que estos errores no se consideran importantes pues los adolescentes valoran sobre todo el aspecto creativo de su trabajo y esperan que no se le dé importancia a lo que es puramente formal.

Un segundo punto relativo a la dificultad de la comunicación lo señala el concepto de campo de experiencia. Para que haya comunicación debe haber un área compartida entre el campo de experiencia que rodea a la fuente del mensaje y su codificador y el campo de la experiencia que rodea al destinatario y su decodificador; entendiendo por campo de experiencia al conjunto de conocimientos de naturaleza cultural o aprehendidos a lo largo de la actividad cotidiana que permite a cada individuo determinar su conducta en cada ocasión según sus propios conocimientos.

El lugar del docente desde el punto de vista clásico

Los profesores que entran al aula manifiestan diferentes actitudes, los hay quienes imponen un clima de terror a partir de pautas rígidas y castigos ejemplares que pasan por lo disciplinario y lo académico. Acostumbran dar clases académicas y no es necesario que los alumnos intervengan en ella, es un modelo “autoritario”.

En el otro extremo aparece un docente simpático, buen conversador, capaz de seducir a su audiencia, que no sigue programa alguno, que utiliza métodos de trabajo y evaluación grupal, que entiende las llegadas tardes, las ausencias, los problemas, responde al modelo “demagógico”.

En el medio una franja oscilante que trata de realizar su tarea llevándose bien con la clase y a veces pierde los estribos.

Efectos produce en el desempeño del rol docente la preeminencia de los aprendizajes socio-afectivos en la escuela.

El lugar del docente secundario fue descripto clásicamente como un sustituto valido y necesario de los padres en la época de la rebelión. La rebelión afectiva de entre casa podría librar batallas en un campo distinto y aparecer como la independencia intelectual en la escuela. Discutir, desarrollar el propio pensamiento, era la tarea que un adolescente necesitaba realizar y que un buen docente tenía que estimular permitiendo que aflorara.

En la escuela predominantemente socio-afectiva, el profesor en lugar de ser concebido como un profesional que tiene que realizar una tarea específica para la que ha sido formado, se convierte en el animador de un grupo, con el que debe establecer relaciones casi a nivel primario.

La relación del adolescente con el docente en la actualidad a diferencia de la relación que tenía con el docente clásico

Personas tan importantes en la medida que se estructuraban sobre ellos, debían ser ideales, que lograran un nivel de perfección. Transferían sobre ellos el respeto y la expectativa del padre de los años infantiles. Esta idealización se transfiere en los docentes admirados, respetados y odiados.

Los docentes de la escuela de hoy no se encuentran en esta situación, aparentemente confluyen diversos motivos.

En primer lugar la profesión docente no está jerarquizada socialmente sea desde su retribución económica, como desde la valorización que se le adjudica a su tarea. El mismo adolescente devalúa la imagen del docente, también lo hacen los padres, que no depositan demasiado respeto ni admiración en ellos.

Es mejor sino existe tal idealización, ya que la misma es una distorsión de la realidad y así el adolescente tendría una relación más real con sus docentes. Pero tales mecanismos son necesarios para el proceso de maduración y de aprendizaje. Parece que no han desaparecido sino que dichos modelos parecen haber tomado otros caminos, otros modelos como los de los medios masivos, es preferible figuras lejanas, virtuales, que personas reales a las que pueden verles defectos y pelear con ellos.

Los aprendizajes socio-afectivos cognoscitivos y el rol del docente en la actualidad.

Los aprendizajes de tipo cognoscitivos, desde simples datos hasta la comprensión crítica de teorías y el desarrollo de habilidades de pensamiento y metodologías, son muy pobres en buena parte de las escuelas secundarias de la Argentina actual.

Los aprendizajes de tipo socio-afectivos (actitudes, hábitos, y valores) han sido privilegiados, frente a los cognoscitivos.

Un discurso que habla de lo formativo, del amor y la persona que propicia amplia tolerancia y comprensión hacia el alumno y que reduce los aprendizajes cognoscitivos al mínimo, puede aprenderse en forma lúdica, participativa, y motivada en buena parte en nuestras escuelas.

Sin embargo los logros en el campo socio-afectivo han sido nulos o negativos, porque en éstas escuelas se logran hábitos, actitudes y valores negativos, como “estudiar lo mínimo para aprobar”. Si el alumno adolescente se encuentra en una etapa de transición, éste tipo de escuela solo logra canalizar sus aspectos más infantiles, dejando sus aspectos adultos para el mundo extraescolar.

La formación en lo socio-afectivo tiene una importancia que no debe dejarse de lado, pero debe desarrollarse apoyándose en la formación en lo cognoscitivo, que debería el primer lugar y constituir la tarea específica de la escuela.

La escuela ¿”guardería o parking de adolescentes”?

Una de las razones que pueden haber llevado a la escuela socio-afectiva a ser guardería o parking de adolescente seria la tarea centrada en la custodia.

La escuela como guardería tiene diversos fenómenos, la sociedad no tiene tantos puestos de trabajo para los jóvenes y el mantenerlos en la escuela significa una contención social. En las familias en que ambos padres trabajan y no saben qué hacer con sus hijos, la escuela se ocupa de ellos.

En algunos casos se le pide a la escuela que enseñe solamente a través del placer, o que imponga los límites que no puede marcar la familia, pero en todo la preocupación principal es lo socio-afectivo, a tal punto que la participación de los psicopedagogos y los profesionales de la ciencia de la educación ocuparon mayores responsabilidades en la escuela.

Relación entre la escuela postmoderna y el alumno postmoderno

Frente al deslizamiento postmoderno, la escuela todavía es rígida y disciplinaria: hay timbres, horarios, materias fijas. Frente al relajamiento, la escuela supone un mínimo de esfuerzo que posibilite el cultivo de una persona. Privilegia la palabra, las imágenes son pocas y viejas, algún mapa que puede competir con un videoclip. La escuela apunta al futuro frente a alumnos mucho más interesados en el presente. Ser una persona significa pensar autónomamente, superando los prejuicios y derrotando los condicionamientos, pero esta idea choca con las tendencias postmodernas y la lógica del consumo para las cuales se trata más bien de expresar los propios feelings y de satisfacer las necesidades.

Esta contraposición de las normas y organización institucional con alumnos postmodernos, socializados con los medios de comunicación masiva, podría dar cuenta de la profunda crisis que afecta a la institución.

Los efectos de la llamada pedagogía light y en la problemática del aprendizaje de los alumnos

En nuestro medio el modelo tradicional de escuela secundaria sufre una doble erosión: por un lado la pedagogía técnica para los sectores altos, valorando los estudios de inglés y computación y por otro la pedagogía de la amabilidad que reduce el papel de la escuela a una guardería de adolescentes, naturalmente hay escuelas en que ambas pedagogías se mezclan.

Una concepción amable de la educación con una pedagogía “light” acorde a una época con gaseosas, cigarrillos, dulces light. Un claro ejemplo es la literatura juvenil con temas como el amor, la guerra, etc., los jóvenes ya no podrían leer los clásicos. La justificación es llegar al adolescente a cualquier precio.

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