Etica Y Docencia
omairafigueroa7 de Noviembre de 2012
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Definición de la ética y de la ciencia de la ética.
a) Discusión general de la posibilidad de tal definición conceptual
Ninguna tarea científica puede resolverse de modo determinado y unívoco si previamente no se ha definido con precisión. La primera exigencia de una fundamentación de la ética es, por tanto, una definición conceptual de lo que aquí se llama ética. Hasta hoy, el concepto de la ética no es aún en la filosofía un concepto con validez universal. Más bien, el término „ética“ se emplea para diversos conceptos, aunque estén emparentados entre sí. Así pues, primero hay que definir qué ha de entenderse en lo sucesivo por ética.
Para la ética como una disciplina parcial de la filosofía vale, en cuanto a su definición conceptual, lo mismo que para la definición conceptual de la filosofía misma y de sus otras disciplinas. De los modos de definición conceptual que en sí mismos son posibles: a) la constatación histórica, b) la fijación arbitraria y c) la deducción conceptual, los dos primeros se excluyen. Una constatación histórica del contenido conceptual de la ética presupondría un concepto inductivo completo del significado de la palabra „ética“, como también de todas las formas que se presentan como ética. Pero como hay numerosas definiciones históricas de la ética que ya no nos son accesibles, la realización de tal inducción completa no es posible. Además, su resultado, si se pudiera obtener, sólo permitiría conocer lo que en el curso de los tiempos se ha considerado predominantemente como ética, pero de este modo no se obtendría de ninguna manera una forma conceptual necesaria (inteligida en cuanto tal) dentro del conjunto de los conceptos fundamentales de la razón. Por otros motivos se excluye también el procedimiento de una fijación conceptual arbitraria. Si en el título de este tratado se anuncia una fundamentación de la ética, de modo normal y honesto eso sólo puede significar que se trata de la fundamentación de lo que socialmente se entiende ya (más o menos) por ética. De otro modo, para una cosa nueva y distinta, el autor debería haber escogido también otra designación. Por lo demás, con una mera definición conceptual arbitraria de la ética tampoco se ha hecho nada científicamente.
Si esta definición ha de obtener una relevancia científica, entonces, en lo sucesivo, hay que discutir y aclarar los momentos parciales determinantes del concepto en su relación conceptual recíproca, lo cual conduce al camino de la deducción conceptual, es decir, a aquel procedimiento que aquí resta aún como el tercero. Es decir, por los motivos mencionados, nos vemos remitidos a esta tercera vía.
Al recorrer este camino para la definición de la ética, es esencial que se acredite un concepto racional necesario. Por cuanto respecta a la identificación de este concepto con lo que históricamente se presenta como ética, basta con que el contenido significativo determinado coincida, dentro de ciertos límites, con lo que en la sociedad se entiende por „ética“. No cabe esperar una coincidencia total, y ni siquiera es necesaria una preponderancia cuantitativa de una comprensión semejante, puesto que se trata de un concepto cualitativamente acreditado.
En lo que sigue, la ética se define como la doctrina científica de la moralidad (en tanto que querer el bien). Para demostrar ya aquí desde el principio que con esta definición se da con un contenido significativo extendido de la palabra „ética“, basta con citar a Hans Reiner, el más significativo científico de la ética de Alemania en la actualidad, quien en su obra Die philosophische Ethik (La ética filosófica, Heidelberg, 1964), escribe: „Por „ética“ se entiende hoy por término medio en todas partes la ciencia de la moralidad. En ello, por „moralidad“ se entiende aquel dominio vital que tiene que ver con la diferencia entre bien y mal, así como con las normas generales de nuestro actuar vinculadas con aquélla, y que aparecen como exigencias morales a nosotros.“ (p. 15)
b) Nota sobre la elección del término „ética“
Si en este tratado se da preferencia a la palabra „ética“, eso no debe prejuzgar nada en cuanto a expresiones afines. La elección del término „ética“ la hacemos sólo apoyándonos en el uso lingüístico hay predominante. En otros tiempos se preferían las expresiones „doctrina moral“ y „doctrina de las costumbres“. significaba, cuando la palabra se empezó a emplear filosóficamente, „la costumbre“, „el carácter“. designaba la parte de la filosofía que se ocupaba de los fundamentos de la moralidad y del actuar moral. En la lengua latina, esta disciplina se designaba como „philosophia moralis“, refiriéndose a la palabra mos, „la costumbre“. También en la palabra alemana Sittenlehre, „doctrina moral“, se emplea la palabra Sitte, „costumbre“.
Estas circunstancias lingüísticas, en último término no pueden ser determinantes para el uso filosófico-científico. Según parece, se empleaban palabras como „Sitte“, „mos“, „“, porque para lo que se quería decir especialmente en la disciplina científica de la que nos ocupamos, para lo que también hoy designamos de modo inapropiado en alemán como sittliche Gutheit, „bondad moral“, no se hallaba ninguna expresión más adecuada. Pero la ética, tal como se define en este tratado y como, por lo demás, se entiende en general, no tiene nada que ver con la costumbre, es decir, con un modo de comportamiento (externo) practicado y exigido por la sociedad ante sus miembros e instituciones, sino más bien con la moralidad (y no con las usanzas). Una conducta acostumbrada, bajo ciertas circunstancias, también puede ser inmoral, y un actuar moral, por su parte, puede ir en contra de la costumbre. En lo que sigue, por la palabra „ética“ no se entiende sino lo que se establecerá con la definición del término que seguirá más adelante.
Sin embargo, contra el empleo de la palabra „ética“ en el contexto de lo que sigue, puede objetarse que, en cierto modo, contradice el lenguaje. Pues, como se acaba de exponer, la disciplina que aquí se ha de tratar no se refiere a la costumbre (), sino a la moralidad. Es también meramente la circunstancia de que los idiomas que son relevantes para el tratamiento del tema no ofrecen ninguna expresión más apropiada para el asunto que hay que desarrollar, junto con el empleo socialmente dominante de la palabra „ética“, lo que nos mueve a quedarnos con esta palabra.
Se puede aducir (como yo mismo hice en exposiciones anteriores ) la palabra , que ya en la Antigüedad se empleaba con el significado de „voluntad“, „resolución“, con su significado predominante en la época bizantina: „gloria“, „fama“, „loor“. Como mostraré en lo que sigue, la alteza y la gloria son dos caracteres esenciales: la alteza es incluso un rasgo esencial exclusivo de lo moralmente bueno. Con ello, la palabra „“ se emplearía específicamente para designar el valor „práctico“, y especialmente (en sentido estricto) lo moralmente bueno. Un uso semejante se recomienda también a causa del empleo inadecuado de la palabra „práctico“ en la filosofía. La ciencia de lo moralmente bueno significaría entonces, adecuadamente, doxología. En todo caso, aquello que concierne al bien (ya sea lo moralmente bueno o lo que empíricamente se considera bueno), en este tratado se designa con el término „dóxico“. Con ello, debe expresarse también lingüísticamente en la terminología filosófica la diferencia respecto de los conceptos „costumbre“, „moral“, por un lado, y „praxis“, „práctico“, por otro.
c) Deducción conceptual de la ética a partir del concepto de ser espiritual
Frente a los términos „doctrina moral“ y „doctrina de las costumbres“, el término „ética“ tiene el inconveniente de que, con él, se designa tanto la conducta moral misma como la ciencia de la moralidad. Por eso, en lo que sigue, en todos los lugares en que se exija la claridad del concepto, se hablará por un lado de ética, y por otro lado de ciencia de la ética. Aquí ha de deducirse primeramente el concepto de ética, no el de la ciencia de la ética.
Por ética (moral, moralidad) se entiende –y eso lo concederá cualquiera–, una conducta de un ser espiritual, racional. Es decir, la ética tiene que poder deducirse del ser y del comportamiento racional en general como un determinado modo suyo.
La esencia específica de todo ser racional en general es el afirmar. El afirmar consiste en una síntesis de elementos de conciencia en relación con la verdad, que siempre es reivindicada para esta síntesis, pero que sólo en ciertos casos está también asegurada. El afirmar en sí se descompone a su vez, en una primera disyunción, en los modos del representar, querer y actuar (tomando éste último activa y pasivamente, es decir, también como padecimiento consciente voluntario y como mero conducirse). En una segunda disyunción, el afirmar se descompone en los dos modos del afirmar meramente teórico y del afirmar el valor, especialmente el afirmar dóxico-ético. En el caso del afirmar meramente teórico, se pone un ser (ya sea en un caso singular o esencialmente). En el caso del afirmar dóxico, se pone un deber. Las afirmaciones dóxicas hay que determinarlas, primeramente, como posiciones de valor, valoraciones, posicionamientos frente a un valor, decisiones de valor. De estas posiciones de valor forman parte, sin embargo, también
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