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LOS TESOROS QUE DEBEMOS PROTEGER: LOS SECRETOS SE VEN CON LOS OJOS DE NUESTRO INTERIOR


Enviado por   •  3 de Agosto de 2022  •  Apuntes  •  2.209 Palabras (9 Páginas)  •  50 Visitas

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LOS TESOROS QUE DEBEMOS PROTEGER: LOS SECRETOS SE VEN CON LOS OJOS DE NUESTRO INTERIOR.

MARIANA RUGE VARGAS

UNIVERSIDAD SERGIO ARBOLEDA

PROGRAMA DE PREUNIVERSITARIO

2022

LOS TESOROS QUE DEBEMOS PROTEGER: LOS SECRETOS SE VEN CON LOS OJOS DE NUESTRO INTERIOR.

RUGE VARGAS MARIANA

(Estudiante)

GOTTFRIED BLANCO

(Docente)

PROGRAMA DE PREUNIVERSITARIO EN CIENCIAS TÉCNICAS,

TECNOLÓGICAS Y DE LAS INGENIERIAS

INGENIERIAS Y NUEVAS TECNOLOGIAS

UNIVERSIDAD SERGIO ARBOLEDA

BOGOTÁ D.C

2022

LOS TESOROS QUE DEBEMOS PROTEGER: LOS SECRETOS SE VEN CON LOS OJOS DE NUESTRO INTERIOR.

¿Qué es lo mas valioso que puede poseer una persona? ¿Qué es lo que realmente debemos proteger de nuestros enemigos? Todos sabemos que el mundo es un completo equilibrio, uno donde si bien hay luz y conocimiento público que puede ser aprovechado para el desarrollo de la sociedad, también hay oscuridad y secretos ocultos, cosas que por seguridad o por la propia privacidad, no deben salir a la luz. Esconder las cosas a alguien puede ser signo de desconfianza, pero también de protección, los secretos son parte de nuestra vida diaria, y nos llevan a tomar decisiones y acciones con tal de tener seguridad. Por eso reservamos información, para proteger.

Sin embargo, aquí entra un dilema, puesto que los secretos no son únicamente personales; también pueden ser familiares, profesionales, de religión e incluso institucionales. Hay información que, si bien protegen a un individuo, ponen en riesgo a un colectivo, o viceversa. Está claro que la democracia consiste en el derecho a saber, también la prudencia es una muestra de respeto hacía aquello que desconocemos y que no entendemos. Y puede que este tipo de ideas tengan apariencia de antiéticas o que tratan de justificar comportamientos corruptos, pero por ello es necesario reflexionar acerca de el poder que poseen los secretos, y sabemos muy bien que una persona que no esta lista para recibir el poder puede hacer que este potencial se desvié de su propósito inicial o puede poner en riesgo a sus iguales por un ataque no previsto de soberbia por el conocimiento recientemente adquirido; y lo último, y lo más peligroso, tiene la posibilidad de dejar en las manos equivocadas información que puede poner en peligro a miles de personas inocentes, solo por un interés personal, por una cicatriz sin cerrar. Entonces es importante cuestionar ¿Realmente tenemos consciencia sobre lo que merecemos saber? ¿Es necesario ser conscientes de todo? ¿Sabríamos como actuar con un poder que nos daría la capacidad de cambiar el mundo? Si tenemos algo seguro, es que nunca nadie estará lo suficientemente preparado para lidiar con el poder, sin tenerse que enfrentar a sus propios demonios y a la ambición de sus cercanos.

La ambición, esa sed insaciable de poder, en lo personal, no considero que esta sea precisamente mala, de hecho, soy partidaria de que ningún sentimiento es negativo en sí, lo que sí es dañino son los pensamientos e ideas que estos generan, y una mezcla de planes negativos y mucho dolor en el alma, pueden destruir muchas cosas, no solo materiales, sino espirituales. Una ambición mal enfocada es capaz de traspasar cualquier dignidad humana, sin compasión, ni remordimiento; es un real peligro que puede desencadenar catástrofes de escala nacional. En innumerables noticias, leyendas, hechos históricos y demás escritos y relatos, se ha visto como por adquirir algo de, estatus, seguridad, o tranquilidad, se pueden saltar todos los límites éticos sobre los cuáles se ha construido la sociedad. Y si en líneas anteriores hable sobre los secretos y lo que es necesario “guardar” para no poner en riesgo a una comunidad, aquí me gustaría decir que la seguridad también esta basada en comprender que no todo posee una verdad única, y que buscar el poder debería ser desde un sentido de ayuda y protección a una comunidad, no desde el cómo puedo aprovechar el poder para favorecerme a mí mismo y someter a los demás.

Existen diversas formas de invitarnos a reflexionar sobre esta cuestión, esa en la que nos damos cuenta de que a veces nos sentimos mal o desconcertados cuando nos ocultan algo, pero no somos conscientes de que nosotros mismos en nuestro interior, tenemos miles de misterios y cosas ocultas a los demás, y esto no está precisamente mal, al contrario; es mas natural de lo que parece. Pensémoslo un segundo, ¿nos sentiríamos cómodos con el hecho de saber que nuestra vida es completamente pública?, pasa lo mismo con las entidades y cabezas de gobierno, aunque pensamos que la democracia nos hace merecedores de sus secretos, más bien, se nos invita a pensar si desde nosotros mismos somos honestos, y si en realidad participamos por una nación, un mundo, una sociedad mejor. Lastimosamente, es evidente que la mayoría de participación democrática es por un interés personal, entonces, si el egocentrismo nos domina y nos hace creer que lo merecemos todo, por y para nosotros. ¿Para qué queremos los secretos de los demás? Lo más común en este tipo de casos, es que queremos la intimidad de las personas para criticar y pensar que nosotros podemos hacer un mundo mejor solos, y sin ayuda, porque nuestras capacidades son suficientes, pero recordemos que las personas no estamos realmente preparadas para el poder, porque somos víctimas de la soberbia que nos vuelve ciegos a lo que significa ser superior a los demás, en realidad, deberíamos usar nuestras habilidades, para crear un bien para la humanidad.

Entonces, que mejor para hablar de secretos que una historia, una donde estos mismos juegan un papel fundamental para el desarrollo de una trama intrigante y reflexiva. Como lo es la del libro El Símbolo Perdido escrito por el autor estadounidense Dan Brown y publicado en el 2009, protagonizado por el profesor de historia de Harvard y experto en simbología Robert Langdon. En esta ocasión, Langdon es convocado por Peter Solomon (un viejo, pero muy apreciado amigo del profesor), para dar una conferencia esa misma noche en el Capitolio de los Estados Unidos, en Washington D.C. Sin embargo, al llegar al lugar de la cita se descubre que se trata de un engaño y que Solomon, en realidad corre un gran peligro al ser secuestrado y torturado por una persona cuya identidad corresponde al nombre de Mal’akh, (el nombre significa ángel en hebreo).

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