La Infancia
mimosa171217 de Septiembre de 2013
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La infancia es…
El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió, para siempre, al niño que vivía en él….
Pablo Neruda
A lo largo de la historia y con variaciones en cada país, el concepto de infancia ha variado. En algunos países, infante (del latín infantis) es una denominación legal que se aplica a los chicos que tienen menos de 7 años. De acuerdo a la Convención de los Derechos del Niño, se entiende por niño a aquella persona que aún no haya cumplido 18 años, excepto que ya haya alcanzado la mayoría de edad, de acuerdo a lo estipulado por la ley.
Para Freud, las bases de la personalidad están en los primeros años de vida, lo cual refuerza la importancia de esta etapa del desarrollo. Sigmund dice que al nacer, hacemos lo posible por satisfacer los numerosos impulsos e instintos que nos dominan, sin restricciones de ningún tipo. Más tarde, influenciados por nuestro entorno, comenzamos a establecer una serie de normas y reglas para vivir en sociedad, que nos acompañarán el resto de nuestra vida.
Los expertos en desarrollo humano marcan a la infancia como la etapa crucial en la adquisición de conocimiento, es cuando se aprende el lenguaje y sobretodo la interacción con otras personas y la concepción de uno mismo como un ser. Después de todo; en esta etapa de nuestras vidas es cuando aprendemos miles de cosas tales como el hablar, caminar, escribir, pero no solamente se aprende eso, sino que también desarrolla la sensibilidad que es cuando responde ante los diferentes estímulos ambientales que producen en él impresiones nuevas y distintas. De hecho las reacciones emocionales que manifiesta el niño surgen a partir de estas primeras sensaciones. La temperatura, la luz, el sonido, el tacto, la forma, el color, etc., son elementos que van configurando las representaciones mentales del niño. Al igual que comienza a manipular objetos para que pueda comprender un poco la realidad externa.
Aunque para el padre al principio sea un poco molesto; las diversas conductas que tiene un infante; como por ejemplo: llorar; forman parte de la experimentación necesaria para su progreso mental. Con esto el niño comienza a externar sus emociones y sentimientos de una manera u otra. En resumen es la etapa crucial en la adquisición de conocimiento, es cuando se aprende el lenguaje y sobretodo la interacción con otras personas y la concepción de uno mismo como un ser. ¿Pues qué niño creció sin jugar e interactuar con el mundo? Como el juego es su mejor instrumento de aprendizaje, el niño jugará con las palabras: hablará por el puro placer de hacerlo, sin necesidad de que lo que diga tenga sentido. Ser niño es tan común, lo escuchamos a diario y creemos ver su representación práctica en cualquier lugar. La cuestión es, dentro de sí esas pequeñas palabras tienen un significado más profundo.
Al pensar en nosotros mismos como niños, nos llega esa oleada de sentimentalismo y nos cae encima un torrente de recuerdos, un sentimiento de añoranza y de alusión de esos “buenos tiempos”. Es importante darse cuenta cómo es que una persona adulta se percibe así misma al momento de recordarse cuando era un niño. Por lo general, construye su historia a través de lo que sus padres o personas cercanas le contaron acerca de sí mismo y no propiamente sobre recuerdos propios –al menos no durante los primeros 3 o 4 años de vida-. Aunque basemos parte de nuestra historia de infancia a través de lo que otras personas nos cuentan no significa que eso sea nuestra verdadera infancia. Ser niño implica ser lo que se quiera ser. Es la etapa de ser libre, no entender de formas porque qué son las formas sino círculos y cuadrados y tal vez ese algo que llaman triángulo. La libertad de reír, llorar, correr, dormir, gritar, subir y bajar.
Y sin embargo, desde el punto en que se entra a una institucionalización
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