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Motivacion Y Emociones

CrisLector30 de Junio de 2013

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Motivación

En sus estudios sobre las razones que nos inducen a comportarnos de una determinada manera, los psicólogos han formulado una serie de teorías y han seguido diversos caminos para confirmarlas o refutarlas.

Teorías de la motivación

Las teorías de la motivación se agrupan en 3 categorías. Algunas subrayan la base biológica de la motivación, otras acentúan la importancia del aprendizaje y otras se concentran en el papel de los factores cognitivos.

Teorías Biológicas

Una de las teorías más antiguas de este grupo en la que atribuye la conducta humana a la herencia de los instintos, que actualmente definimos como pautas relativamente complejas de comportamiento que no ha sido aprendidas, como en los pájaros el instinto de construir el nido y el de buscar comida en las hormigas. Sin embargo, estos teóricos consideraros “instintos” rasgos como la curiosidad, el gregarismo o la adquisición, pero no lograron determinar un número limitado de instintos para poder explicar la conducta humana. Además, la teoría de los instintos no podía explicar las diferencias individuales. Estas razones, así como el creciente conocimiento de parte de los psicólogos sobre la importancia que el aprendizaje y el pensamiento desempeñan en el comportamiento humano, les llevaron a abandonar la teoría de los instintos.

La teoría del impulso, tal y como fue desarrollada por Hull (1943), intentó superar estas deficiencias. Hull acentuó la importancia de los impulsos biológicos, estados de intención interna, que impelen a los animales y a las personas a la acción. A diferencia de los instintos, que se supone que no sólo impulsan sino que también dirigen la conducta, los impulsos proveen sólo de la energía que predispone la acción. Lo hacen produciendo un estado de tensión que la persona o el animal desea modificar. La reducción de ese impulso representa el refuerzo suficiente para que se produzca el aprendizaje. Así, si un perro es acuciado por el hambre y por casualidad encuentra comida entra la basura, aprenderá a buscar en ésta cada vez que tenga hambre. Aunque la teoría del impulso ha perdido interés, en parte por no tener en consideración los nuevos conocimientos sobre los procesos cognitivos subyacentes al comportamiento humano, todavía existe un generalizado consenso sobre la existencia de los impulsos humanos tanto aprendidos como no aprendidos.

Otros psicólogos propugnaron la existencia de impulsos psicológicos junto a los biológicos para explicar la conducta humana. Desde que en 1938, cuando Henry A. Murria sugirió por vez primera que la satisfacción de ciertas necesidades activas y dirige la conducta, algunos psicólogos han intentado identificar y medir tales necesidades. Mientras Hull había estudiado principalmente necesidades fisiológicas como el hambre, la sed o la sexualidad, el creciente énfasis puesto en las necesidades psicológicas y en la diferencia que se producen en éstas entre una persona y otra, condujo finalmente al enfoque humanista, representado por Abraham Maslow (1970).

Maslow organizó las necesidades humanas en forma de pirámide, con las necesidades fisiológicas más elementales en la base; éstas son las necesidades básicas de supervivencia y deben satisfacerse antes de poder pensar en la satisfacción de cualquier otra. Un individuo hambriento, por ejemplo, se someterá a grandes riesgos para conseguir comida; sólo cuando sabe que puede sobrevivir, se permitirá el lujo de pensar en su seguridad personal. Por tanto, tendrá que satisfacer sus necesidades de seguridad, al menos parcialmente, antes de que pueda pensar, en satisfacer sus necesidades afectivas. A medida que vamos consiguiendo cubrir con éxito cada uno de estos escalones de necesidades, nos sentimos motivados para considerar las del peldaño siguiente, hasta llegar a la cumbre de la auto-actualización, la realización completa de nuestro verdadero potencial. Aunque existen argumentos de peso para aceptar tal progresión, ésta, sin embargo, no resulta invariable. La historia está llena de casos de autosacrificio en los cuales un individuo ha sacrificado lo que necesitaba para sobrevivir para que otro (un ser querido o incluso un extraño) pudiera vivir.

Teorías del Aprendizaje

Los partidarios de estas teorías argumentan que aunque las necesidades biológicas pueden desempeñar algún papel en el comportamiento, el aprendizaje desempeña un papel mucho más importante a la hora de dirigir la conducta animal y humana. Se establece en este punto el argumento diferencial entre este y otros enfoques, especialmente cuando advertimos que algunos de los teóricos del impulso, incluyendo al propio Hull, reconocieron que, aunque convenía subrayar que algunas necesidades son aprendidas, las necesidades más comunes de lo que son y que en su opinión las necesidades aprendidas son características de los seres humanos. El principal representante de la teoría del aprendizaje ha sido B.F. Skinner (1953), quien demostró que un gran número de conductas se pueden enseñar recompensando al animal o a la persona inmediatamente después de haber realizado la conducta deseada.

Los teóricos del aprendizaje social, como Albert Bandura (1977), ampliaron las ideas de Skinner, argumentando que la recompensa más poderosa para el ser humano es el refuerzo social, como el elogio. Así, un niño que es elogiado por su trabajo escolar, desarrollará el “hábito” del rendimiento académico. Gracias a la capacidad humana para procesar la información simbólica, también podemos aprender a través de la observación. Un niño que ve a alguien conseguir lo que quiere con un berrinche imitará probablemente es te comportamiento. Elegimos como modelo a las personas que parecen conseguir las mayores recompensas; para los niños estas personas suelen ser sus padres. Aunque las teorías del aprendizaje explican muchas de las conductas más importantes, ignoran los factores físicos, tales como los efectos de las sustancias químicas en la sangre, y los factores cognitivos, como, por ejemplo, la influencia de distintos estilos de pensamiento.

Teorías cognitivas

Explican nuestra conducta basándose en los procesos del pensamiento humano. Los psicólogos cognitivos hacen hincapié en que la manera como reaccionamos a los acontecimientos depende del modo como los interpretamos. Si una mujer extraña me da un pisotón, por ejemplo, puedo interpretar la acción de diversas maneras: lo hizo a propósito, está borracha, es inválida. La interpretación que elija determinará mi respuesta. Los teóricos de la atribución representan este enfoque. Los teóricos de la consistencia cognitiva conceden mayor importancia a la forma como procesamos selectivamente la información, modificando nuestra manera de pensar de forma que se adecue a nuestra conducta y viceversa. Por ejemplo, rechazamos u olvidamos una información que no concuerda con nuestras creencias y actos.

La conducta que se dirige hacia la obtención de una meta determinada dependerá de cómo se evalúen ciertos factores. Los fines poseen valores incentivadores o valencias. Cuando una meta tiene para mí una valencia más grande que otra, existe mayor probabilidad de que la elija. (Si tengo la posibilidad de correr en dos carreras distintas un mismo día, elegiré la que posea un recorrido más bonito o la que me ofrezca más posibilidades de vencer.) Las expectativas también son importantes, como la expectativa de si una meta es realista, o sin tengo la capacidad de alcanzarla y cuánto tiempo tardaré.

Cada uno de los enfoques precedentes tienen algo que ofrecer. Aunque hubo tiempo en que los psicólogos se apresuraron a descartar las teorías del instinto, en la actualidad nos damos cuenta de que los seres humanos se hallan predispuestos biológicos para realizar determinadas actividades. Del mismo modo, las demás teorías de la motivación explican conductas en situaciones determinadas.

Cómo estudian los psicólogos la motivación

Ya que el campo de la motivación es tan amplio, la mayoría de los investigadores centran su esfuerzo en un área concreta o en un tema específico, como el hambre, la sexualidad, la agresión o la conducta de logro. En el marco de estos temas el investigador puede enfocar su atención sobre los factores biológicos, aprendidos o cognitivos y/o en la manera en que estos diferentes factores interactúan.

Los investigadores de la motivación emplean virtualmente todas las técnicas psicológicas descritas en esta obra. Pueden explorar los mecanismos hereditarios y las influencias prenatales. Pueden efectuar operaciones para alterar las estructuras del cerebro y observar sus efectos. Pueden buscar las concentraciones hormonales o de otras sustancias químicas en el cuerpo. Pueden diseñar experimentos de laboratorios para estudiar los efectos del aprendizaje. Pueden crear tests para investigar la manera de pensar de los individuos. En definitiva, interpretan sus descubrimientos para intentar explicar los diversos tipos de conducta.

Cuándo los motivos entran en conflicto

La vida, raras veces resulta simple. A menudo, nos sitúa ante dos o más posibilidades de actuación, todas hasta cierto punto motivadoras. Imagínese, por ejemplo, que está a punto de dar un beso a su novia y en aquel momento empieza a sonar el estómago, recordándole que no ha comido nada desde el día anterior. ¿Da un paso atrás inmediatamente y sugiere ir a comer algo? ¿O prosigue el beso, ignorando la vergüenza que le han producido los ruidos de su vientre, así como las molestias del hambre? Los investigadores de la motivación han clasificado justamente este tipo de conflicto en las cuatro categorías siguientes (Lewin, 1938, 1948):

• Conflictos de aproximación-aproximación:

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