PEDAGOGIA DE LA PRESENCIA II

Pedagogía de la Presencia:

II parte: Educador educando: una relación de ayuda.

1. En busca del modelo operativo.

El trabajo social y educativo junto al adolescente en dificultades tiene como escenario lugares y circunstancias de las más variadas. Existe, un conjunto constante de elementos que caracterizan la modalidad y la especificad de la acción educativa de que estamos hablando: la presencia de un joven en una situación de dificultad personal y social que se refleja en su conducta, y un adulto procura ayudarlo y orientarlo.

Quiere decir que en esta situación hay un andamiaje, que es un sostén que se tiene que mantener entre el alumno y el proceso (se centra, escucha lo del otro).

Vimos en la presencia una necesidad básica, un elemento esencial para que el joven pueda entrar el camino para si mismo y para los otros.

2. Un ambiente físico y material: un educador objetivo.

Es importante que las cosas se dispongan y mantengan de acuerdo con un arreglo cuidadoso que sea, en sí mismo, un mensaje para el educando: el mensaje de que él es importante, de que alguien se preocupa por lo que él siente, de que alguien quiere que él se sienta bien en aquel lugar.

Un maestro tiene que decirle, demostrarle, avisarle de cualquier manera que cada uno de sus alumnos es especial, importante por lo que es y no por lo que tiene. Que debe mostrar su personalidad, no sus cosas materiales, Así podrá sentirse a gusto en cualquier lugar.

3. Cuidados en la acogida.

Una de las características más comunes de los adolescentes es que ellos no se sienten aceptados. Por eso es que no tienen un concepto bueno de si mismo, no tienen autoconfianza.

Cuando el alumno tiene los primeros contactos con su maestro, es cuando el niño tema porque no sabe si va a ser aceptado, rechazo o actitud de indiferencia. La adopción de determinado cuidados, de estos contactos iníciales, es muy importante para que el joven se sienta verdaderamente aceptado.

Algunas actitudes contribuyen en la comunicación.

• Tratar, desde el inicio y siempre al educando por su nombre.
• Saludar al educando, yendo a su encuentro.
• Individualizar al educando, mostrando atención.
• Nutrir físicamente al adolescente en dificultades o proporcionarle un poco mas de comodidad.

4. Atender con el cuerpo.

El cuerpo es una fuente de mensajes mucho más concreta y verdadera que las palabras. El educador debe estar atento a su cuerpo para que este transmita al educando su interés y su disposición para poder ayudarlo.

Atender físicamente al educando es una atención constante en las posturas asumidas por el propio cuerpo a cada momento y en la adopción de algunos comportamientos que facilitan su interacción con el educando.

• Proximidad: para percibir esto, el educador debe concentrarse en la actitud corporal del educando cuando él se acerca o se aleja de modo de situarse en la distancia correcta para esa etapa de la relación.
• Inclinarse: el inclinarse hacia la persona con la que estamos hablando funciona como una señalización concreta e inmediata del interés que le estamos dedicando a ese preciso instante.
• Contacto visual: esta relación no debe ser evitada ni perseguida de forma sistemática.
• Asentir con la cabeza: esto le da sensación de que sus palabras están encontrando eco, están afectando al educador.
• Tocar: hay momentos que ninguna palabra es capaz de sustituir un toque físico del educador al educando, Sabes identificar estos momentos y dosificar correctamente.
• Mantener la misma altura del educando: deben procurar mantener el mismo nivel de altura.

5. La habilidad de escuchar.

Escuchar, es una habilidad poco desarrollada por las personas. Cuantas veces una persona es dificultades se siente mejor cuando alguien la oye con atención. Estas consideraciones sobre la habilidad de escuchar son particularmente importantes para el educador que actúa junto a adolescentes en dificultades.

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