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PSICOLOIIA DE GRUPOS

123DIANA24 de Septiembre de 2012

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Psicología de grupos

En ciertas oportunidades, ante determinadas situaciones dolorosas tendemos a creer que somos la única persona a la que le toca pasar por esa coyuntura. Pero resulta que, frecuentemente, se trata de una especie de "sufrir de a pares", el malestar y la angustia también son vivenciados en otros sujetos. Y es justamente en ese momento cuando resulta enriquecedora y terapéutica una charla grupal para compartir, analizar, desahogarse, escucharse mutuamente, apoyarse[1].

Se describe la evolución de la Psicología de grupo en España como un proceso de integración de la dimensión socio-emocional del grupo con la dimensión de la tarea. Los grupos centrados en las personas tienden a reforzar el polo de la identificación grupal, mientras los grupos centrados en la tarea tienden a reforzar el polo de la interacción. Los equipos de trabajo permiten una integración de los procesos de identificación e interacción a través de la integración de la competición con la cooperación. Esta doble integración permite trasformar la identificación grupal, entendida como dependencia, en identificación grupal, entendida como interdependencia.

La teoría psicosocial del grupo (Ayestarán, Martínez-Taboada y Arrospide, 1996) Elaborada a partir de tres procesos: Interacción, Identificación y Distribución del poder en el grupo.

Proceso de la Interacción Socia en el grupo:

La Interacción social en el grupo consiste en el intercambio de percepciones, ideas, sentimientos y proyectos que permite a los miembros del grupo construir percepciones, ideas, sentimientos y proyectos compartidos.

El proceso de la Distribución del Poder en el grupo:

La Interacción social tiene efectos diferentes sobre el grupo y sus relaciones con otros grupos según sea el proceso de distribución del poder en el grupo: En el caso de una alta jerarquización intragrupal, la interacción social conduce al reforzamiento de la identidad social del grupo y al reforzamiento del conflicto intergrupal. En cambio, en el caso de baja jerarquización intragrupal, la interacción social conduce a una permanente redefinición de las creencias, valores, sistemas de comunicación y normas de comportamiento. Se acentúa el conflicto individuo-grupo. Se cuestiona la identidad del grupo. Se favorece la definición y clarificación de las identidades personales, a través de procesos de comunicación que acentúan el intercambio de percepciones, ideas, sentimientos y proyectos individuales. Los conflictos interpersonales son el resultado de la competición por controlar el grupo. El aprendizaje en el manejo de estos conflictos intragrupales constituye el instrumento básico para el desarrollo de la identidad personal de los individuos.

El proceso de la Identificación Grupal:

Consiste en la autoidentificación de los miembros del grupo con las propiedades psicosociales que definen al grupo psicológica y socialmente. Los grupos institucionales tienen una identidad grupal, definida en términos de creencias, valores, sistema de comunicación y normas de comportamiento. Estos grupos tienen una historia anterior a la interacción interpersonal y los miembros del grupo, al integrarse en él, se ven obligados a asumir como propias las características que definen la identidad grupal. El reforzamiento de la identidad social supone la dependencia de los individuos con respecto al grupo. Sin embargo, cuando se introduce una fuerte competición interna en el grupo, sus miembros tienen la oportunidad de aprender a resolver de una manera constructiva los conflictos internos del grupo y acceder a una cooperación que desembocará en la conciencia de interdependencia.

a) Los grupos centrados en las personas

Las técnicas grupales de psicoterapia, en sus diferentes orientaciones teóricas y técnicas, tienden a reforzar el polo de la identificación grupal. Fomentan la interacción entre los miembros del grupo, pero se refuerzan solamente aquellas interacciones que favorecen el desarrollo de los valores terapéuticos. Los valores y normas de funcionamiento grupal están preestablecidos. El terapeuta trata de orientar el grupo hacia un funcionamiento que sea realmente "terapéutico".

Inicialmente, el poder radica en el terapeuta, pero, a medida que avanza la terapia, los miembros del grupo participan más en la gestión de los procesos de grupo.

Muchas de las terapias llamadas grupales son, en realidad, terapias realizadas en grupo, en el sentido de que utilizan el grupo como caja de resonancia, fuente de refuerzos, de apoyo emocional y de modelos de imitación. No se establece ninguna relación entre la evolución psicológica de los miembros del grupo y la evolución de los procesos de grupo. Esto se puede afirmar, de manera especial, respecto a los grupos psicoanalíticos y respecto a los grupos de orientación humanística. No es, sin embargo, del todo cierto respecto a los grupos de terapia breve.

El grupoanálisis es el modelo terapéutico grupal que trata de relacionar los procesos psicológicos individuales con los procesos sociales del grupo (Martínez Azumendi, 1990; Campos, 1990; Roldán, 1990). Se parte de la idea de que los síntomas provienen de bloqueos en los sistemas de comunicación entre cada individuo y los demás, que acaban convirtiéndose en bloqueos intrapsíquicos. Lo social es anterior a lo personal. La terapia consiste en cambiar el sistema de comunicación social para transformar el diálogo intrapsíquico. Por lo mismo, el crecimiento personal tiene una doble dimensión:

- Vertical: dimensión intrapsíquica. Es la definición de la identidad personal, la desculpabilización y la asunción de la propia responsabilidad.

- Horizontal: Dimensión interpersonal y grupal. Es la definición de las pautas de comunicación y del rol que juega cada uno en el grupo.

El cambio cultural que se opera en los grupos grupoanalíticos conduce a un reforzamiento de la identidad personal a través de los siguientes mecanismos:

Un sistema de comunicación más abierto a las experiencias que los sujetos viven en los grupos sociales, lo que facilita la transferencia de los aprendizajes realizados en el grupo terapéutico a los grupos sociales.

Un estilo más activo en el manejo de los conflictos, tanto de los conflictos que surgen entre los miembros del grupo como de los conflictos que surgen entre éstos y los valores, objetivos y normas de funcionamiento que definen la identidad social del grupo. El paso del estilo pasivo al estilo activo en el manejo de los conflictos significa el abandono gradual de los estilos de evitación y conformidad y acentuación de los estilos de compromiso, competición y cooperación.

La adopción de nuevos roles, diferentes a los utilizados por los miembros del grupo en sus grupos sociales.

El cambio estructural que se opera en los grupos grupoanalíticos se traduce en una mayor participación de los miembros del grupo en la gestión del grupo. Sin embargo, esta descentralización del poder en el grupo es limitada porque la presencia del terapeuta mantiene en el grupo una asimetría de poder que es insuperable en los grupos terapéuticos.

En resumen, los grupos terapéuticos, incluso los de orientación grupoanalítica, mantienen una gran dependencia del grupo. La razón fundamental es que su objetivo es propiciar el crecimiento de las personas, reforzar su identidad personal, pero evitando la competición interpersonal que necesariamente, al no tener una tarea objetiva que realizar, se establecería en torno a las clásicas dimensiones del amor y del poder. En ausencia de una tarea objetiva, la competición interpersonal se traduce en las siguientes preguntas: ¿Quién es mejor? ¿Quién tiene más poder? ¿Quién es más querido? Esta competición se da inevitablemente en los grupos centrados en las personas, pero el terapeuta tiene que compensarla con preguntas que favorecen la cooperación: ¿Quién escucha mejor? ¿Quien percibe mejor las necesidades ajenas? ¿Quién está más dispuesto a ayudar a los demás? En los grupos centrados en las personas, la competición interpersonal se opone realmente a la cooperación.

b) Los grupos centrados en la tarea

En los equipos de trabajo existe una tarea objetiva: mejorar la calidad de los procesos de trabajo. La competición se establece en torno a los conocimientos que puede aportar cada uno para realizar la tarea común. Todos los miembros del grupo ponen en común los conocimientos que tienen. Una vez aportadas las ideas, el grupo las clasifica y las analiza sin atribuirlas a nadie en particular. Son ideas del grupo en su conjunto. De la misma forma, cuando se llega a una discusión entre ideas diferentes, no se trata de decidir cuál de ellas es la buena, sino que se trata de profundizar en las ideas confrontadas hasta encontrar entre ellas una relación que nos permita integrarlas en una idea superior. A la hora de tomar decisiones, se evita cualquier votación que desemboque en mayorías y minorías. Hay que lograr el consenso. Para ello, una vez más, no hay otro camino que buscar entre las diferentes propuestas presentadas alguna relación que nos permita integrarlas.

La competición se establece en torno a una tarea que interesa a todos. Aquí se puede competir porque la competición beneficia a todos. Esta competición no supone ataque alguno a las personas y puede coexistir con la cooperación. La competición interpersonal, en términos de quién es mejor, quién tiene más poder, quién es más querido, ni siquiera es planteada

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