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Psicologia De Las Masas Y Analisis Del Yo


Enviado por   •  2 de Octubre de 2012  •  5.500 Palabras (22 Páginas)  •  870 Visitas

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PSICOLOGÍA DE LAS MASAS Y ANÁLISIS DEL YO

En este trabajo de 1921, Sigmund Freud analiza porqué las sociedades se mantienen unidas, recurriendo a los conceptos de libido e identificación. La gente permanece unida por lazos de amor inhibidos en su fin, desexualizado o sublimado, y porque han elegido el mismo líder como ideal del yo, se identificaron con él y por tanto se han identificado entre sí. Introducción La psicología individual es desde un principio una psicología social, pues en la vida anímica individual aparece siempre integrado el “otro” como modelo, objeto, auxiliar o adversario. En psicología no sólo estudiamos fenómenos narcisistas (que no involucran al “otro” o eluden su influencia) sino también fenómenos sociales (los vínculos interpersonales con familiares, etc.) La psicología social o colectiva tiende a ver al individuo como parte de un grupo amplio (casta, tribu, pueblo, institución) y menos como parte de un grupo más restringido (familia). Se han intentado explicar los fenómenos de masa (grupos amplios) a partir de un instinto especial de tipo social. Pensamos que este factor numérico de grupos muy grandes no se explica por sí solo este instinto social, por lo que nos quedan considerar dos posibilidades: que dicho instinto social no es un instinto primario e irreductible, y que su origen debemos buscarlo en grupos más pequeños, por ejemplo la familia. El alma colectiva, según Le Bon La psicología colectiva se pregunta ¿qué es una masa?, ¿por qué medios puede ejercer tanta influencia en cada individuo?, ¿en qué consiste esa influencia, es decir, cómo modifica al sujeto? Para Le Bon, por el solo hecho de integrar una multitud, los individuos adquieren una especie de alma colectiva que, a pesar de sus diferencias individuales, los hace obrar, sentir y pensar de manera distinta a como lo harán de manera individual. La personalidad individual desaparece y cada individuo empieza a actuar a partir de una fuerza inconsciente de tipo social o colectivo. Queda así al descubierto una base inconsciente común, nivelándose todas las diferencias. Le Bon intenta explicar este fenómeno de masas por tres factores: liberación instintiva, contagio mental, y sugestibilidad. En la masa, el individuo puede liberar su instintividad refugiándose en el anonimato y eludir su responsabilidad. Entendemos que esto no es un fenómeno nuevo sino una mera exteriorización de una tendencia del inconciente individual. Además, en una multitud todo acto y sentimiento es contagioso, lo que para Le Bon explica la homogeneidad de la masa. Este contagio no es más que una consecuencia del tercer factor: la sugestibilidad. El individuo cae en un estado similar a la de la fascinación hipnótica, donde su voluntad queda abolida quedando a merced del hipnotizador. En suma, este autor propone que el contagio mental deriva de la sugestibilidad, y esta a su vez de una influencia hipnótica de incierto origen. Le Bon no dice de dónde proviene esta, no dice quién sería el hipnotizador. Le Bon compara la multitud con los hombres primitivos y los niños, encontrando elementos en común: la multitud es impulsiva, versátil, irritable, se deja llevar casi siempre por el inconsciente, es muy influenciable y crédula, y va rápidamente a los extremos porque reacciona sólo a estímulos muy intensos. Para influír sobre ella no nos sirve el argumento lógico sino la repetición y la presentación de imágenes llamativas. En la masa pueden coexistir tendencias opuestas sin entrar en conflicto, cosa que ya hemos visto en niños y neuróticos. La masa no busca la verdad sino la ilusión, y cree en el mágico poder de las palabras. Todo esto también aparece en el neurótico, que privilegia la fantasía sobre la realidad. Le Bon dice además que la multitud necesita un jefe por su sed de obedecer, jefe que debe tener ciertas cualidades: mucha fe para poder hacer surgirla también en la multitud, una voluntad potente para imponerse, etc. Le Bon atribuye a los jefes una cualidad llamada “prestigio”, o poder de fascinar a los demás paralizando sus facultades críticas. Hay para Le Bon un prestigio adquirido (en virtud de la riqueza, la honorabilidad, la tradición, etc.) y un prestigio personal (que no todos tienen). Sea cual fuese, el prestigio se mantiene sólo por el éxito, y sucumbe al fracaso. Freud criticará esta concepción sobre los jefes de multitudes. Otras concepciones de la vida anímica colectiva Freud coincide con Le Bon cuando acentúa la vida anímica inconsciente, pero en rigor no dice nada nuevo: antes de ello ya se había hablado de la inhibición de lo intelectual y la intensificación de lo afectivo en la multitud, e incluso del papel del inconsciente y de la comparación de la masa con el hombre primitivo. Le Bon aceptó ciertas objeciones, como la de que a veces la moral de la multitud puede ser superior a la individual (por ejemplo en las colectividades benéficas). Otros autores afirman que la sociedad impone normas morales a los individuos pues éstos no pueden alcanzarlas por sí solos. También se planteó que las grandes producciones intelectuales ni habrían podido ocurrir en un individuo aislado. Tales contradicciones derivan de confundir masas pasajeras con instituciones permanentes. Para Mac Dougall las primeras no están organizadas (y las llama multitudes), mientras que las segundas sí. La psicología colectiva debe poder explicar qué es lo que enlaza a los individuos en una masa, y Mac Dougall recurre para esto a un principio de inducción directa de las emociones por medio de la reacción simpática primitiva. O sea un afecto provoca otro similar en quien lo observa. Esta intensificación del afecto se favorece porque da al individuo la sensación de mucho poder, y de permitirle sortear peligros invencibles. Mac Dougall coincide en muchos puntos con Le Bon respecto de las características antes indicadas de las multitudes, pero agrega cinco factores que deben considerarse para pasar de la multitud desorganizada a una organización social: (1) no debe ser pasajera, sino más permanente; (2) cada individuo debe formarse una idea de la naturaleza y finalidad de la multitud, lo que condicionará su actitud afectiva hacia ella; (3) en la masa debe relacionarse con otras análogas (aunque sea por rivalidad), pero manteniendo su peculiaridad; (4) la masa debe tener una tradición y usos propios; (5) la masa debe estar organizada, debe incluír una especialización entre sus miembros. Podemos describir esta última característica de otro modo: crear en la masa las facultades que tenía cada individuo (continuidad, conciencia, tradiciones, etc.) antes de su absorción por la multitud. Tales cinco condiciones harían desaparecer el defecto psíquico de la formación colectiva. Sugestión y libido La intensificación de los afectos y el déficit intelectual producidos por la influencia

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