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Psicología Evolutiva Adolescencia Cátedra II


Enviado por   •  9 de Mayo de 2016  •  Exámen  •  2.967 Palabras (12 Páginas)  •  934 Visitas

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Psicología Evolutiva Adolescencia Cátedra II

Parcial domiciliario

Apellido y nombre: Elena Impollino

Nº de libreta universitaria: 38151460

E-mail: eleimpo@hotmail.com

Comisión: 32

Docente de trabajos prácticos: Rosana Ramírez

Docente de teóricos: Néstor Córdova

Introducción

En las siguientes páginas se tendrá como objetivo desarrollar los diferentes trabajos psíquicos que el adolescente debe realizar a fin de construir su propia identidad utilizando conceptos trabajados a lo largo del cuatrimestre, haciendo principal hincapié en los siguientes autores: Adrián Grassi, Piera Alaugnier, Néstor Córdova y Puget considerando la adolescencia como un tiempo de crecimiento y de movimiento, en el cual se pone en crisis (o en des-orden) ciertas cuestiones de la infancia en las que el sujeto participa activamente, resignificando lo anterior con su capacidad creativa.[1]

Los  autores mencionados siguen la línea del Psicoanálisis, el cual aporta la idea de que el cuerpo no puede ser pensado sin su articulación con lo psíquico. La complejidad de las relaciones psico-somáticas requiere de modelos de la epistemología de los sistemas complejos[2]. El pensamiento de la complejidad alude a sistemas abiertos en permanente intercambio con el medio (Lastra, Saladino, 2011). Otero (2007) afirma que se trata de un psiquismo abierto, en constante intercambio, que recibe influjos del mundo exterior que deberá metabolizar (incorporar y transformar) y, donde representaciones ya existentes se organizarán dando origen a  nuevas tramas, apertura a lo nuevo, posibilidad de rehistorizar y significar desde un nuevo sentido.      

A manera de introducción, Grassi (2010) explica “La vida psíquica encuentra distintos momentos en los cuales se trata de inscribir, incorporar, metabolizar lo heterogéneo y así re-organizar, re-ordenar, des-ordenar lo previo” (p. 30). A la vez afirma que “Estos trabajos denominados lo puberal-adolescente es una puesta en des-orden del status quo promotor de neoorganizaciones” (p. 30). Esta idea se desarrollará a lo largo del trabajo, con el fin de poder explicar los procesos que debe poner en marcha el adolescente para poder convertir aquello que proviene del exterior, que es heterogéneo para él y de esta manera metabolizarlo convirtiéndolo así, en homogéneo.

Además de este trabajo de incorporación y asimilación, el sujeto tiene la tarea de realizar un doble trabajo de historización, según Puget (1999), que lo afirma de esta manera “La adolescencia para ser tal, debe realizar un doble trabajo de historización, el que se construye a partir de una nueva marca que solo le pertenece y adquiere significado en la vida vincular que la nueva marca inaugura y, a partir de esto da sentido a la familia de origen, y otro trabajo simultáneo en el que sigue perteneciendo a una historia de la que es portador” (p.129).

Desarrollo

Retomando las ideas desarrolladas en la introducción, el proceso adolescente es considerado un momento de transformaciones y cambios, en otros términos, reorganizaciones y des-orden producto del pasaje de “ser un cuerpo infantil” a “ser un cuerpo adulto”. Se trata de un crecimiento no lineal, en el cual se atraviesan ciertos duelos en los que se producen pérdidas para poder llegar a nuevas conquistas, a nuevas organizaciones.  Es el momento de encuentro de la psique con el nuevo cuerpo que ahora es genital y ésta debe representar los cambios en un trabajo de integración. En esta etapa, el adolescente debe incorporar material heterogéneo para sí, es decir, material desconocido por él y que, por lo tanto, debe metabolizarlo para convertirlo en homogéneo y de esta manera, re-organizar y re-ordenar lo previo.

Continuando con lo dicho anteriormente, la adolescencia es un momento de puesta en des-orden, el cual es necesario y saludable dando lugar a nuevas organizaciones. Grassi (2010) sostiene que “la adolescencia es la urgencia de transformar y crear, es la puesta des-orden de la identidad infantil, del orden familiar y del posicionamiento generacional” (p.29). Esto es posible a través de ciertos trabajos psíquicos denominados lo puberal-adolescente permitiendo la incorporación y homogenización que provienen de distintas fuentes. A este momento de trabajos psíquicos  decisivos se lo denomina “entretiempo de la sexuación” que articula dos sexualidades: la infantil y la adulta. Por otra parte, define al des-orden como meta a alcanzar y explica que su realización provee de un saldo positivo en la producción de subjetividad[3], lo que permite dar sentido, significar un proceso de metabolización. Ésta subjetividad demanda encontrar nuevos ordenamientos, re-ordenar, des-ordenar las relaciones del cuerpo infantil con la propia historia, con los padres de la infancia, con la infancia de los padres, con su lugar en el circuito familiar (Grassi, 2009).

 Silvia Lastra afirma que “la producción de subjetividad permite la conexión de lo intra, inter y transubjetivo”[4]. En un primer lugar, tenemos un campo intra-subjetivo que refiere a los cambios personales y la historia personal; en un segundo lugar, un campo inter-subjetivo que son las relaciones familiares y un círculo más amplio, y por último, lo trans-subjetivo que lo conecta con las generaciones precedentes.

En relación a las ideas de Puget, ella considera que se debe realizar un doble trabajo de historización en el adolescente. Se trata de dos historias[5] porque la historia del adolescente ya no pertenece a la historia familiar. En síntesis, propone “una historización en la que se superponen dos modelos: uno ligado a la familia que dio un origen y otro fuera de dicha historia, que habrá de construirse, en otro espacio, el de la vincularidad del adolescente” (p.137). Respecto de la familia, podría decirse que la dimensión de la historia se inicia antes del nacimiento, con el anhelo de la madre que con sus enunciados que son anhelos, palabras, elección del nombre, anticipa la llegada del niño[6]. Además, es necesario que la familia le transmita al sujeto su historia, su genealogía, para que de esta manera se desemboque en un proceso saludable (función de portavoz de la madre). De lo contrario, si quedan sucesos silenciados, no elaborados en la historia, éstos se transforman en secretos, derivando en un proceso patológico adolescente.

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