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Resumen tomm "la entrevista psicodiagnostico"


Enviado por   •  12 de Agosto de 2021  •  Resúmenes  •  3.219 Palabras (13 Páginas)  •  105 Visitas

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Tomm. La entrevista como intervención. Parte III: ¿Hacer preguntas circulares, estratégicas, o reflexivas?

Desde el punto de vista de un observador, las psicoterapias son esencialmente conversaciones. Sin embargo, no son conversaciones corrientes. Las conversaciones terapéuticas están organizadas por el deseo de aliviar el dolor psíquico y el sufrimiento y producir la curación. Se dan entre terapeutas y clientes dentro del contexto de un acuerdo consensuado de que el terapeuta contribuirá de forma intencional a la consecución de un cambio constructivo en las experiencias y conductas problemáticas de los dientes. Por lo tanto, un terapeuta asume siempre un papel especial en una conversación dirigida a la curación. Este papel implica el compromiso de ser útil respecto a los problemas personales y las dificultades interpersonales del otro.

La posición del terapeuta en una conversación terapéutica no sólo implica responsabilidades especiales, también confiere privilegios especiales.

Durante una conversación que pretende ser curativa, el terapeuta hace habitualmente tanto afirmaciones como preguntas. Se trata de dos tipos bien distintos de emisiones. En general las afirmaciones exponen temas, posiciones, o puntos de vista, mientras que las preguntas generan temas, posiciones o puntos de vista. En otras palabras, las preguntas tienden a pedir respuestas y las afirmaciones tienden a proporcionarlas. Al mismo tiempo, sin embargo, estas características no son exclusivas; hay un solapamiento considerable entre preguntas y afirmaciones. Pese a este solapamiento, parece razonable esperar que la forma lingüística predominante de las aportaciones del terapeuta tenga un efecto importante sobre la naturaleza y dirección de la conversación.

Parece tener algunas ventajas el que un terapeuta haga principalmente preguntas, especialmente en la parte inicial y media de una entrevista. Por ejemplo, el hacer esto asegura una conversación centrada en el cliente. Si el terapeuta responde a las contestaciones del cliente con nuevas preguntas, las experiencias y creencias del terapeuta permanecen en un papel de apoyo a medida que se desarrolla la conversación. Otra ventaja es que las preguntas constituyen una invitación mucho más fuerte que las afirmaciones a que los clientes se involucren en la conversación. La forma gramatical de una frase que plantea una pregunta suscita la expectativa social de una respuesta. Cuando el terapeuta transmite además un claro compromiso de escuchar y oír las contestaciones de los clientes, se fortalece aún más la expectativa. Por tanto, mediante las preguntas se lleva activamente a los clientes a un diálogo con el terapeuta. Otra ventaja que tiene el que un terapeuta haga ante todo preguntas y se abstenga de hacer afirmaciones, es que así los clientes son estimulados a reflexionar sobre sus problemas por su propia cuenta. Esto fomenta la autonomía de los clientes y permite a los miembros de la familia un mayor sentimiento de logro personal cuando se produce cambio terapéutico, en vez de inducir dependencia del «conocimiento especializado» del terapeuta.

Hay, sin embargo, consideraciones que limitan la preponderancia de las preguntas sobre las afirmaciones. En efecto, puede que un terapeuta se esconda tras las continuas preguntas y no consiga entrar en la relación como una persona real. Esto podría constituir una desventaja importante al limitar el desarrollo de una alianza terapéutica. Por ello, el terapeuta tiene que hacer afirmaciones de vez en cuando y tomar posición respecto a ciertos temas. Además, la expectativa social de respuestas puede experimentarse como una demanda y convertirse en una imposición. Ciertas preguntas pueden ser extremadamente intrusivas o amenazantes.

Por otra parte, pueden manejarse algunas de estas dificultades cambiando el tipo de preguntas que se hacen.

Cuando los clientes desconocen simplemente información básica o no tienen los recursos de conocimiento para contestar de manera coherente, es adecuado que los terapeutas proporcionen respuesta por ellos.

Intenciones y asunciones del terapeuta.

Podría asumirse que toda pregunta lleva implícita alguna intención. De forma consciente o no, el terapeuta tiene algún propósito al preguntar. Esta intención o propósito surge de la postura conceptual de diseño de estrategias que orienta la toma de decisiones en cada instante de la conversación. La intención más común tras las preguntas que hace un terapeuta es averiguar algo acerca de los clientes o de su situación. El propósito inmediato del preguntar es desarrollar la comprensión del terapeuta. Las preguntas están diseñadas para desencadenar respuestas de los clientes que permitan al terapeuta acoplarse lingüísticamente con ellos, establecer distinciones relevantes acerca de sus experiencias, y generar explicaciones clínicas útiles respecto de sus problemas. Las preguntas se eligen para apoyar la actividad del terapeuta en las posturas conceptuales de circularidad y generación de hipótesis. Durante este proceso de hacer preguntas el lugar principal del cambio pretendido es el terapeuta, no el cliente o la familia. En esos momentos de la entrevista el objetivo del terapeuta es llegar a orientarse respecto a la situación problemática y las experiencias idiosincráticas del cliente y de los miembros de la familia. Por lo tanto, en las primeras partes de una entrevista el terapeuta hace orientadoras sobre todo preguntas.

El terapeuta reconoce en la conversación un «buen momento» o una «apertura» para influenciar las percepciones o creencias de la familia. En otras palabras, la situación conduce por parte del terapeuta a una acción que podría posibilitar a los miembros de la familia cambiar sus puntos de vista y por consiguiente su conducta. El terapeuta podría modificar el patrón de hacer preguntas y hacer algunas afirmaciones.

De hecho, puede que por diversas razones el terapeuta prefiera utilizar preguntas para influir sobre el cuente, en vez de recurrir a hacer afirmaciones. Entonces el terapeuta formula preguntas que influyan, el tipo de preguntas susceptibles de desencadenar cambio terapéutico.

En este caso, el lugar principal del cambio que se pretende es el cliente o la familia, no el terapeuta. Esto no significa que el terapeuta no esté abierto a cambios ulteriores en su visión de las cosas como resultado de las respuestas de los clientes a estas preguntas. Al contrario, el terapeuta siempre se mantiene abierto al cambio tras una pregunta influenciadora.

Por lo tanto, una dimensión básica para diferenciar las preguntas es un continuo referente al lugar del cambio que se pretende con la pregunta. En un extremo del continuo está un propósito predominantemente orientador, de cambio en uno mismo, y en el otro extremo se sitúa un propósito predominantemente influenciador, de cambio en otros. Las preguntas orientadoras están diseñadas para suscitar una respuesta que altere las percepciones y concepciones del terapeuta, mientras que las preguntas influenciadoras están diseñadas para desencadenar una respuesta que podría alterar las percepciones y concepciones de la familia.

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