Sociedad Politica
will1223 de Marzo de 2013
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Democracia
MOVIMIENTOS
SOCIALES
PODER POLITICO*
Movimientos sociales y poder político
Y
Orlando Fals Borda **
El despertar contemporáneo de los
movimientos sociales y populares en el
Tercer Mundo tiene más de dos décadas.
Ya no son "nuevosy están adquiriendo
otras modalidades.
Para la América Latina, éste ha sido un
extraoráinario ciclo de acción y discusión,
intensificado hacia 1964 cuando cayó el
presidente Joáo Goulart en el Brasil.
Algunos de sus brotes se vieron desde
antes 93 , mientras que el fenó meno
europeo -también con antecedentes
notables- pasó a primer plano cuatro años
después por motivos y razones diferentes
de angustia y cultura. Nosotros
respondimos acá (como todavía lo
hacemos) al autoritarismo militar, a las
intervenciones externas, a la marginalidad
de las masas y a las desenfocadas
políticas
llamadas
de
"desarrollo
económico y social" impuestas por países
ricos y oligarquías consulares.
Estas políticas tecnocráticas, que más que
todo
produjeron
subdesarrollo
y
enriquecieron a los ricos -pues éstos no
dejaron "gotear" mucho los recursos hacia
las ciases productoras inferiores-,
agudizaron la explotación y la depen-
dencia que venían de atrás con el hambre,
la miseria y la ignorancia. Se trata de un
ciclo activo todavía en evolución porque
estos problemas básicos de los pueblos no
*
Este artículo, resultado del trabajo realizado en el Instituto
durante el presente año, fue con algunas revisiones y reduc-
ciones de texto, la Conferencia Inaugural del VII Congreso
Nacional de Sociología en Barranquilla, octubre 11-14 de
1989, por invitación de la Asociación Colombiana de
Sociología.
**
sociólogo. Investigador del Instituto de Estudios Políticos y
Relaciones Internacionales.
93
Cf. Gino Germani, Política y sociedad en una época de tran-
sición, Buenos Aires, Paidós, 1962.
se han resuelto a su favor. En respuesta,
millones de personas subordinadas y
olvidadas por los poderosos han logrado
articular expectativas propias y realizar
luchas independientes por soluciones
democráticas. Con ello se ha demostrado
una vez más la fuerza del impulso creador
del homb e y de la mujer y su capacidad
de resistencia ante las injusticias.
La mayoría de los observadores de estos
movimientos los ha visto con buenos ojos
y les ha deseado buena suerte. Estiman
que los movimientos ha n asumido la
necesaria función his tórica de articulación
para la protesta. Los movimientos todavía
alimentan la esperanza del progreso real
en las comunidades, ven la posibilidad de
construir un nuevo orden social más
equitativo y próspero con paz y justicia,
para
contribuir
a
resolver
las
contradicciones del capitalismo y
enmendar las inconsistencias éticas de la
democracia burguesa.
Por eso no sorprende encontrar
argumentos sobre todos estos aspectos en
la abundante literatura pertinente. No es
ésta el lugar para revisarla totalmente:
sólo destaco algunas de las que me han
sido más orientadoras, desde las primeras
dramáticas descripciones de 1979 del
Bhoomi Sena de la India, hasta el útil
hurgamiento de Tilman Evers sobre la
"identidad oculta" de los movimientos
(1980, los dinámicos análisis de D. L.
Sheth (1982), Rajni Kotha ri (1984) y Luis
Alberto Restrepo (1987, 1988), las
posibilidades tácticas que ofrecen los
movimientos según André Gunder Frank
y María Fuentes (1988), sus relaciones
con el socialismo y la democracia según
David Slater (1989) y Ernesto Laclau y
Chantal Mouffe (1987), hasta la "promesa
global" de tales movimientos postulada
Democracia
por Richard Falk (1987) 94 . Los analistas
europeos, en general y como ha sido su
costumbre, desconocen la naturaleza
diferente de los fenómenos del Tercer
Mundo y tienden a globalizar o
universalizar con base en su propia y
limitada experiencia 95 . Pero hay un
balance más bien positivo, debidamente
crítico, a veces con dosis convenientes de
escepticismo, romanticismo y visión
utópica 96 .
Con el fin de interpretar lo que ha venido
ocurriendo con los movimientos en
América Latina y colocarlos en una
perspectiva amplia, en este trabajo intento
presentar dos aspectos: uno analítico,
primero, derivado de mis observaciones y
experiencias directas de los últimos veinte
años; y otro proyectivo o interpretativo en
el que, basado en lo anterior, expreso mis
personales
preocupaciones
como
científico social que siente que no puede
quedarse con los brazos cruzados o
silenc ioso ante los procesos que está
viviendo.
I ANALISIS
94
Tilman Evers, "Identidad: La faz oculta de los nuevos movi-
mientos sociales en América Latina", Procesos y políticas
sociales, Bogotá, 1986; D. L. Sheth, "Alternative Development
as Political Practice", Alternatives, XII, 1987, pp. 155171;
Rajni Kothari, "The Non-Party Political Process", Economic
and Political Weekly, XIX, No. 5, febrero de 1984; Luis
Alberto Restrepo, "El protagonismo politico de los mo-
vimientos sociales", Revista Foro, No. 8, 1987, pp. 33-43; Luis
Alberto Restrepo, "Los movimientos sociales, la democracia y
el socialismo", Análisis Politico, No. 5, septiembrediciembre
de 1988, pp. 56-67; André Gunder Frank y María Fuentes, —
Para una nueva lectura de los movimientos sociales", Nueva
Sociedad, No. 93, enero-febrero de 1987: David Slater,
"Nuevos movimientos sociales y viejas políticas", Revista
Foro, No. 8, febrero de 1989, pp. 4
-19; Ernesto Laclan y
Chantal Mouffe, Hegemony and Socialist Strategy: Towards a
Radical Democratic Politics, Londres, Verso, 1987; Richard
Falk, "The Global Promise of Social Movements: Explorations
at the Edge of Time", Alternatives, XII, 1987, pp. 173-196.
95
Cf. Zsuzsa Hegedus, "Social Movements and Social Change
in Self-Creative Society: New Civil Initiatives in the Inter-
national arena", International Sociology, IV, No. 1, marzo de
1989, pp. 12-3C
96
Cf. Ruth C. L. Cardoso, "Movimentos socials na América
Latina", Revista Brasileira das Ciéncias Socials, II, No. 5,
1987, pp. 27-37.
Movimientos sociales y poder político
Redefiniendo lo político: de lo micro a
lo macro y viceversa
Dos de los aspectos prácticos de los
movimientos sociales y populares que
más curiosidad - y expectativa- han
suscitado entre los estudiosos son: 1) su
permanencia en el tiempo; y 2) su
expansión en el espacio territorial o
socio geográfico. Ambos aspectos son
importantes porque constituyen índices de
debilidad o fuerza en los movimientos,
porque inciden en el componente político,
y porque crean "cultura política". Esto es
muy significativo, por cuanto la política
ha sido una actividad para la cual los
movimientos nunca se sintieron listos,
especialmente durante los primeros años.
Por el contrario, siempre hubo en ellos, o
en su personal dirigente y orientador, una
gran desconfianza por todo lo que oliera a
la politiquería tradicional, desconfianza
por lo demás justificada.
Ha habido suficientes explicaciones de
esa primera reacción negativa, por lo
menos en Amé rica Latina. En efecto,
recordemos
que
los
movimientos
surgieron casi espontáneamente desde las
bases y periferias sociales, en sitios
específicos y por necesidades concretas.
Sus dirigentes eran personas preocupadas
por el estancamiento económico y el
militarismo, frustradas por la verticalidad
y el sectarismo de grupos vanguardistas
revolucionarios; éramos académicos y
maestros que desertábamos de colegios y
universidades incapaces de responder a
los desafíos de los tiempos; eran visiona-
rios críticos de la religiosidad que querían
construir
una
Nueva
Jerusalén.
Habitábamos entonces en el reino de lo
micro y cotidiano, el de los cortos pasos
cuidadosos, en cuyo contexto coyuntural
se realizaban, como se hace todavía, tanto
los actos de protesta y rebeldía como las
Democracia
búsquedas
de
identidad
cultural,
ecorregio nal, social, étnica, de género,
artística,
...