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Síntoma conferencia 17


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2018  •  Apuntes  •  1.659 Palabras (7 Páginas)  •  117 Visitas

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Conf. 17. EL SENTIDO DE LOS SÍNTOMAS

A diferencia de la psiquiatría clínica, el psicoanálisis fue el primero en comprobar que el síntoma es rico en sentido y se entrama con el vivenciar del enfermo, al igual que las operaciones fallidas y los sueños. El sentido del síntoma neurótico fue descubierto por Josef Breuer, mediante el estudio y curación de un caso de histeria.

La neurosis obsesiva se porta más como un asunto privado del enfermo, renuncia casi por completo a manifestarse en el cuerpo y crea todos sus síntomas en el ámbito del alma. La neurosis obsesiva y la histeria son las formas de contracción de neurosis sobre cuyo estudio comenzó a construirse el psicoanálisis.

La neurosis obsesiva se exterioriza del siguiente modo: los enfermos son ocupados por pensamientos que en verdad no les interesan, sienten en el interior de sí impulsos que le parecen muy extraños, y son movidos a realizar ciertas acciones cuya ejecución no les depara contento alguno, pero les es imposible omitirlas. Los pensamientos (representaciones obsesivas) pueden ser en sí disparatados o también indiferentes para el individuo; a menudo son lisa y llanamente necios, y en todos los casos son el disparador de una esforzada actividad de pensamiento que deja exhausto al enfermo y a la que se entrega de muy mala gana. Se ve forzado contra su voluntad a sutilizar y especular, como si se tratara de sus más importantes tareas vitales. Los impulsos pueden hacer una impresión infantil y disparatada, pero casi siempre tienen el más espantoso contenido, como tentaciones a cometer graves crímenes, de suerte que el enfermo no sólo los desmiente como ajenos, sino que huye de ellos, y se protege de ejecutarlos mediante prohibiciones, renuncias y restricciones de su libertad. Lo que el enfermo en realidad ejecuta, las llamadas acciones obsesivas, son unas cosas ínfimas, inofensivas, las más de las veces repeticiones, floreos ceremoniosos sobre actividades de la vida cotidiana.

Se trata de un penar estrafalario, el enfermo sabe los juicios sobre sus síntomas pero no puede hacer otra cosa. Puede desplazar la obsesión, pero no suprimirla. La desplazabilidad de todos los síntomas bien lejos de su conformación originaria es un carácter principal de su enfermedad; además, las oposiciones (polaridades) de que está atravesada la vida del alma se han aguzado particularmente en el estado del obsesivo. La duda poco a poco corroe aun en aquello de lo que está seguro al máximo y desemboca en una creciente indecisión. Por regla general, es poseedor de dotes intelectuales superiores a lo normal; y muestra una extremadamente consciencia moral.

Los enfermos obsesivos tienen la inclinación a repetir, a ritmar ciertos manejos y evitar otros. La mayoría se lava con exceso.

Para una idea sin sentido y una acción carente de fin, hay que descubrir aquella situación del pasado en que la idea estaba justificada y la acción respondía a un fin.

Los síntomas “típicos” son aquellos que en todos los casos son más o menos semejantes, sus diferencias individuales desaparecen o al menos se reducen tanto resulta difícil conectarlos con el vivenciar individual del enfermo y referirlos a unas situaciones vivenciadas singulares.

Ejemplo 1.

Dama de 30 años. Ejecutaba, entre otras cosas, la siguiente acción obsesiva varias veces al día. Corría de una habitación a la contigua, se paraba en determinado lugar frente a la mesa situada en medio de ella, tiraba del llamador para que acudiese su mucama, le daba algún encargo trivial o la despachaba sin dárselo, y de nuevo corría a la habitación primera.

Se había casado, y en la noche de bodas el marido resultó impotente. Corrió incontables veces desde su habitación a la de ella para intentar, y siempre sin éxito. La mañana dijo: “es como para que uno tenga que avergonzarse frente a la mucama, cuando haga la cama”; y volcó tinta roja sobre la sábana.

La paciente muestra que en la mesa de la segunda habitación hay una gran mancha en el mantel, y declara que se situaba frente a la mesa de modo que la mancha no pasara inadvertida por la mucama.

Se identifica con su marido. Sustituye la cama y las sabanas por la mesa y el mantel. En el sueño, de igual modo, la mesa ha de interpretarse como cama. Mesa y cama juntas significan matrimonio, y una hace de la otra.

La acción obsesiva parece ser una figuración, una repetición de aquella significativa escena.

El núcleo es el llamado a la mucama, a quien le pone la mancha ante los ojos. La mujer no se limita a repetir la escena, sino que la prosiguió, y al hacerlo la corrigió, la rectificó. Pero así también corrigió la impotencia. La acción obs dice entonces: “no, eso no es cierto, él no tuvo de qué avergonzarse frente a la mucama, no era impotente”.

Todo lo que en otros respectos sabemos de ella nos marca el camino hacia la interpretación de su acción obsesiva, en sí misma incomprensible.

La interpretación del síntoma fue hallada de golpe por la enferma, sin guía de intromisión del analista, y la obtuvo por referencia a una vivencia que no había pertenecido, como es lo corriente, a un período olvidado de la infancia, sino que sucedió durante su vida madura y permaneció incólume en su recuerdo.

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