Teoría del desarrollo I. Infancia y adolescencia
Andre SackResumen1 de Noviembre de 2022
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Teoría del desarrollo I. Infancia y adolescencia.
Unidad 1
Philippe Aries. “El niño y la vida familiar en el antiguo régimen” -Prologo-
El autor comienza explicando sus dos tesis, en estas diferencias el modelo que había en las dos instancias con respecto a la infancia, familia y sobre quien recaía la socialización del niño.
1º Tesis (edad antigua): en primer lugar, la infancia es planteada con una inexistente diferencia entre el niño y el adolescente. La duración de la infancia se reducía a la duración en cuando la cría del hombre no podía valerse por sí misma; en cuanto este se podía desenvolver por sí mismo se lo mezclaba rápidamente con los adultos.
Menciona que sin embargo había una especie de sentimiento por el niño, el cual se lo consideraba como un mimoseo, tomando así al niño como una cosita graciosa. Si por algún motivo este moría, había quien se afligía, pero por regla general era remplazado por otro.
“Él bebe se convertía en seguida en un hombre joven sin pasar por la etapa de la juventud, las cuales probablemente existían antes de la edad media y que se han vuelto esenciales hoy día en las sociedades desarrolladas”.
La transmisión de valores y conocimientos y en general la socialización del niño no estaba garantizada por la familia ni controlada por ella. La presencia del niño en la familia y en la sociedad de la tan breve insignificante que no había tiempo en ocasiones para que su recuerdo se grabará en la memoria y en la sensibilidad de la gente.
En cuanto a la familia, tenía como principio la misión de que sus hijos desde el momento en el que se puedan valer por sí mismo, tendrían que ayudar en la conservación de bienes, práctica de un oficio común (oficio familiar), protección de honor y de la vida. La familia no era considerada como un vínculo afectivo.
La educación, tenía como principio la misión de que sus hijxs desde el momento en el que se puedan valer por sí mismo, tendrían que ayudar en la conservación de bienes, practica de un oficio común, protección de honor y de la vida. La familia no era considerada como un vínculo afectivo.
Por último, en la socialización sobre el niño menciona que la relación afectiva y las comunicaciones sociales se consolidaban por fuera de la familia, es decir, un círculo integrado por vecinos, amigos, amos y criados, niños y ancianos, mujeres y hombres, en donde el afecto no era fruto de la obligación y en el cual no había parentesco. Las relaciones afectivas y las comunicaciones sociales se consolidaron por fuera de la familia, en una especie de círculo denso y muy afectuoso integrado por vecinos amigos amos y criados niños y ancianos mujeres y hombres en donde el afecto no era fruto de la obligación. Es lo que hoy actualmente se denomina sociabilidad.
Existía un sentimiento superficial del niño llamado mimoseo, que era reservado los primeros años cuando el niño era una cosita graciosa. La gente se divertía con él como si fuera un animalito un monito impúdico. Si el niño moría como ocurría frecuentemente, había quién se afligía, pero por regla general no se daba mucha importancia al asunto ya que otro lo reemplazaría enseguida. El niño no salía de una especie de anonimato. Sí supera los primeros riesgos, si sobrevivía el periodo del mimoseo, solía suceder que el niño vivía fuera de su familia.
2º Tesis (edad media): aquí el niño ya es apartado del vínculo para el desarrollo como unos “pequeños hombrecitos”. El niño es aparado de la vida adulta y mantenido aparte, en una especie de cuarentena. A partir de cierto periodo y específicamente a finales del siglo XVII se produjeron transformaciones considerables en la situación de las costumbres.
La familia acá ya tiene otro nivel de afectividad con el niño. Lo que antes era considerado como un NO, ahora era necesario; el afecto padre, madre e hijo. Se comienzan a interesar por el estudio, por su futuro, ya no más como en función de fortuna y honor de la vida. La familia comienza ya a organizarse en torno al niño.
En cuanto a la educación, ya aquí es donde se pone un poco más la atención; cuando más arriba nos referíamos a “cuarentena”, es por la educación, el colegio. Acá es donde comienza la reclusión del niño, que hasta el día de hoy se conoce como escolarización. Pero esta educación es solo la mínima parte de lo que hoy es en día; aquí solo accedían hijos de las personas importantes y obviamente, solo hombres. Era una educación más moralista, realizada por los reformadores católicos o protestantes. Lo que significa que cesó la habitación del niño con los adultos y por eso el aprendizaje de la vida por contacto directo con los adultos. El niño es separado de los adultos y mantenido aparten una especie de cuarentena esta cuarentena es la escuela o el colegio.
A diferencia de la primera tesis, aquí quien va a tomar el protagonismo sobre la socialización del niñx es la familia, es más, tratan de no remplazarlo o producir más para así poder ocuparse mejor de él/ella. Su afectividad sentimental y escolar, dependen solo de ellos. Ya no va a ser posible perderla o remplazarla.
Como un aspecto más de la gran moralización de los hombres realizado por los reformadores católicos y protestantes de la iglesia de la magistratura o del estado. Todo eso no hubiese sido posible sin la complicidad sentimental de la familia ya que la familia se ha convertido en un lugar de afecto necesario entre esposos y entre padres e hijos lo que antes en una primera tesis no lo era. Ya no se trata de establecer a sus hijos únicamente en función de la fortuna y del honor sino que surge un sentimiento y completamente nuevo: los padres se interesan por los estudios de sus hijos y lo siguen con una solicitud propia de los siglos XIX Y XX, pero desconocida antes. La familia comienza entonces a organizarse en torno al niño, el cual sale de su antigua anonimato y adquiere tal importancia que ya no es posible sin una gran aflicción perderle reemplazarlo o reproducirlo muchas veces y conviene limitar su número para ocuparse mejor de él.
Infanticidio tolerado: hasta finales del siglo XVII. Era un crimen castigado severamente. No obstante se practicaba en secreto, quizás frecuentemente, disimulando en forma de accidente. Los niños María estaban naturalmente ahogados en la cama de sus padres con quienes dormían y no se hacía nada para vigilarlos o para salvarlos. Flandrin demuestra que la disminución de la mortalidad infantil observada en el siglo no puede explicarse por razones médicas o higiénicas; cesó sólo el dejar morir y el ayudar a morir a los niños a los que no se deseaba conservar.
Si el ayudar a la naturaleza eliminar seres tan poco dotados de un ente suficiente era un hecho que no se declaraba, tampoco era considerado como algo vergonzoso. Formaba parte de las cosas moralmente neutras, condenadas por la ética de la iglesia y del estado, pero que se practicaban en secreto, en una semi conciencia, en el límite de la voluntad, del olvido o de la torpeza. El infanticidio se ocultaba en el silencio.
Siglo XVII: llegar a la figura de la comadrona. Esa bruja blanca recuperada por los poderes tendrá como misión proteger al niño cuando los padres mejor informados por los reformadores sensibilizados a la muerte se tornarán más vigilantes y querrán conservar a sus hijos cueste lo que cueste.
Es decir que se va a pasar de un infanticidio secretamente admitido a un respeto cada vez más exigente de la vida del niño.
BAUTISMO: si la vida física del niño contaba todavía tampoco, en una sociedad unánimemente cristiana, se podría esperar una mayor atención por su vida futura después de la muerte. La historia del bautismo permitiría comprender la actitud ante la vida y la infancia en épocas remotas, pobres de documentos, no tanto para la firma o modificar la fecha del origen de un ciclo, como para demostrar la transformación. En el transcurso de un polimorfismo continuo. Hacia mediados de la edad media los adultos no siempre manifestaban mucha prisa en bautizar a sus hijos y se olvidaban de hacerlo en circunstancias graves. Se bautizaban a los niños cuando se quería y los retrasos de varios años eran frecuentes. Los bapisterios de los siglos XIX y XII son, por otra parte, grandes tinas parecidas a las bañeras en las cuales aún se sumergían a los niños que ya no debían de ser tan pequeños. Son tinas profundas donde los pintores vidrieros zambullen a sus niños para su bautismo. Si el niño moría en el intervalo de los bautismos colectivos la gente no se conmovía mucho.
Los eclesiásticos medievales se inquietaron por esta mentalidad y multiplicaron los lugares de culto con el fin de permitir a los sacerdotes acudir rápidamente a la cabecera de la parturienta. Se ejerció sobre la familia una presión para obligarlas a admitir el sacramento del bautismo lo antes posible después del nacimiento. Se renunció hacia los bautismos colectivos que imponían un plazo demasiado largo y la regla seguida por la costumbre fue la de bautizar al niño recién nacido. Por último eran las comadronas quienes debían bautizar a los niños que nacían con dificultades.
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