Tres miradas a la formación docente
leonardo_yakuzaEnsayo14 de Mayo de 2014
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Tres miradas a la formación docente
Una rectora de un colegio, una decana de Educación y un subsecretario académico reflexionan sobre las exigencias y los cambios en la formación de los profesionales de la enseñanza en el mundo de hoy.
Al Tablero: ¿Cuál es el sentido de formar maestros para el mundo de hoy?
Miryam Ochoa (M.O.): En la actualidad pesan sobre los maestros en ejercicio y en proceso de formación un sinfín de demandas y expectativas, la mayoría de ellas orientadas a responder en el corto plazo a los desafíos del mundo globalizado y a la sociedad del conocimiento, en un contexto que además se caracteriza por la diversidad de estudiantes producto de la masificación de la educación y de los grandes esfuerzos del Estado para ampliar el acceso, la cobertura y permanencia de los estudiantes. Si miramos el perfil del maestro del presente, del que está ejerciendo su profesión y se graduó ya sea de la universidad o de la Escuela Normal hace ya más de 10 años, bien podría afirmar que frente a estos grandes retos, los maestros tenemos una formación insuficiente.
Por otro lado, hay que pensar en cómo conciliar un requisito o necesidad educativa que emerge del país con el tiempo académico que se requiere para formar con calidad y pertinencia al profesional de la educación que pueda atender estas nuevas demandas. Y pienso que aquí se ubica uno de los grandes problemas, porque los retos que se le plantean a la educación no son sólo de naturaleza administrativa o financiera ni se resuelven en el corto plazo. Los aumentos en la cobertura se pueden contar numéricamente y mostrar incrementos importantes mes a mes y semestre a semestre; sin embargo, los cambios en las prácticas pedagógicas, en las competencias profesionales de los maestros condición sine qua non para la transformación del aprendizaje de los estudiantes son de mediano y largo aliento; requieren de un trabajo hombro a hombro entre el Ministerio de Educación, las secretarías de Educación, los centros de formación de maestros, los padres y madres de familia y los propios maestros.
Alejandro Álvarez (A.A.): El mundo de hoy requiere maestros con una gran capacidad de decidir autónomamente el contenido de lo que se enseña y, por supuesto, también del modo de enseñar. Dado que la ciencia y los valores humanos han perdido la rigidez y la homogeneidad que tuvieron en otras épocas, se requiere flexibilidad para interpretar las formas híbridas y cambiantes como se configuran los saberes y las verdades que se consideran válidas y legítimas para que los estudiantes aprendan. La relatividad de dichas verdades y la necesidad de que los estudiantes de hoy aprendan a respetar las diversas culturas y a juzgar e interpretar la complejidad del mundo moderno, hace que los maestros deban ser formados y tratados como profesionales, con la inteligencia suficiente para decidir y construir el saber pedagógico que exprese
tal diversidad y complejidad.
Luisa Pizano (LP):Me gusta que se hable de formar, pues es una actividad permanente que no empieza al entrar a la universidad ni termina cuando se gradúan los maestros. Es la profesión más conocida por el estudiante universitario de pedagogía, que cuando comienza
su carrera ya lleva 13 años interactuando con profesores; tiene mucho conocimiento de qué se trata esa profesión y de cómo se comportan los profesores, lo que no es necesariamente bueno. La universidad debe reconocer esta realidad, tratando de identificar concepciones erradas y de promover la reflexión, ya que esos conocimientos previos prevalecen por encima de lo que se aprende en este centro superior.
Lee Shulman, de Stanford Univeristy, presenta en siete categorías los conocimientos básicos que debe adquirir un profesor: disciplinar,
pedagógico general, curricular, de los estudiantes y sus características, de los contextos educativos, de los fines, propósitos y valores de la educación, y el conocimiento pedagógico-disciplinar. Esta última, que tiene que ver con enseñarles a los profesores a convertir su conocimiento disciplinar en conocimiento enseñable, está probado, es lo más importante en la educación básica de los profesores.
Los programas de educación de profesores deben tratar de mantener un balance entre la atención al maestro con sus conocimientos previos, creencias y conocimiento disciplinar, el énfasis en "la centralidad del alumno" y las metodologías. Asimismo, la educación después de graduados también se ha vuelto muy relevante.
El colegio Los Nogales aplica un modelo de formación permanente, con talleres a largo plazo, que ha producido buenos resultados.
Se parte de dos elementos: las necesidades del colegio dado su PEI en este caso las habilidades lingüísticas y el aprendizaje cooperativo-,
y el perfil del profesor, o sea, formación disciplinar para los no muy expertos en un área y formación pedagógica para los formados en la disciplina; por ejemplo, historiadores que nunca han enseñado. El modelo se caracteriza por: claridad en los propósitos para los profesores (hacerlos conscientes de sus debilidades); metodologías activas consistentes con lo que se quiere que el profesor use con sus alumnos; aplicabilidad inmediata y, ojalá, evaluación de su impacto; y, por último, favorecer la investigación docente en el aula, atada a un programa de formación superior (estilo tesis de maestría) o a un proyecto de interés del colegio.
En cualquier modalidad escolar de formación de profesores hay que facilitar procesos de reflexión profundos, de manera que los maestros verdaderamente renueven su práctica docente.
A.T.: Al pensar en la formación de maestros también hay que plantearse la pregunta sobre el papel del educador. Entonces el énfasis debería estar en el maestro como facilitador de la construcción de conocimiento, de tal forma que se promuevan en el alumno su autonomía y su habilidad para desempeñarse en un contexto.
A.A.: El maestro debe ser un facilitador de la construcción de conocimiento para promover la autonomía y la habilidad para desempeñarse
en un contexto. Por eso, la formación de maestros tiene que apuntar a su creatividad, a su flexibilidad, a su capacidad de elegir y de seleccionar lo que es pertinente. Esto exige un maestro mucho más estructurado en relación con el conocimiento del área que maneja, más culto, universal, profundo y riguroso, que debe actualizarse permanentemente, investigar y documentarse lo más exhaustivamente posible. Por eso se necesita un nivel profesional muy alto y hay que avanzar en la formación de posgrado y como investigador.
L.P.: El término facilitador ha sido muy cuestionado. Algunos consideran que denota cierta pasividad en el profesor, que no hace mucho y deja que los estudiantes aprendan mientras él o ella hace observaciones. El maestro es guía, en el sentido constructivista sobre todo de Vygostky, pero es más: es quien sabe hacer preguntas y plantear retos que jalonen a los alumnos todo el tiempo; es un excelente comunicador, y debe conocer muy bien a sus alumnos y su materia. La autonomía no nace sola, hay que enseñarla con herramientas de búsqueda de información y solución de problemas.
M.O.: Calificativos como facilitador o acompañante del estudiante son desafortunadamente coyunturales. Creo que no se ha realizado una reflexión en sentido estricto para establecer el perfil del docente que se requiere formar; las características que se manejan en el discurso cotidiano de la educación son más fruto del deseo intuitivo del momento y de la incertidumbre propia de la globalización. Si bien las facultades de Educación del país, a través de Ascofade, han realizado esfuerzos importantes para definir las competencias básicas del maestro y éstas se están empezando a utilizar como referentes para los exámenes de calidad de la educación superior y para los cursos de pedagogía de los profesionales no licenciados, aún falta camino por recorrer para concretar el perfil. Definirlo nos permitiría, sin duda alguna, avanzar en precisar lo que se requiere para su profesionalización y para desarrollar acciones pertinentes y conducentes a cambios reales en las prácticas de aula de los maestros en ejercicio y en formación.
AT: ¿Cuál es la relación entre formación docente y el aprendizaje efectivo del alumno?
L.P.: Hay dos caras en este asunto: la formación disciplinar y cómo enseñar. Obviamente, si el profesor experto en física no sabe enseñar física a nivel escolar, entonces no sirve de nada lo que sabe. Es por eso que medir al profesor solamente por sus grados, no es suficiente. Hay que asegurarse que tiene recursos pedagógicos para enseñar su materia de manera adecuada a la edad y al nivel de los alumnos. Los mejores profesores son los que tienen conciencia de la importancia del llamado conocimiento sobre cómo enseñar los contenidos disciplinares (pedagocial content knowledge (pck)). Y esto es más relevante que ser un experto en tal o cual metodología. El que sabe aplicar el pck lo hace con metodologías que reconocen los conocimientos previos en el área, los posibles malentendidos o conceptos erróneos, las conexiones con otras disciplinas y la aplicabilidad al mundo real.
M.O.: La labor fundamental de todo maestro radica en la creación de condiciones que contribuyan al aprendizaje real y efectivo de los alumnos. Soy consciente de que sin el compromiso del maestro es imposible lograr cualquier cambio o innovación en la educación, pero creo que los cursos o programas de capacitación y actualización de corto o mediano aliento, deben orientarse de manera específica a cuestiones relacionadas con los contenidos y las didácticas,
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