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Conducta Cristiana


Enviado por   •  10 de Octubre de 2014  •  2.613 Palabras (11 Páginas)  •  286 Visitas

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La corrupción y el delito dominan las primeras planas de los diarios de nuestro país. Esto indudablemente habla de una decadencia moral y espiritual que acosa a nuestra querida nación. Las cartas a las Iglesias de Apocalipsis demuestran que los problemas de la sociedad pueden afectar negativamente a la vida congregacional. Por ello es necesario poner en alto los principios éticos que el Nuevo Testamento enseña y exige para todos los creyentes en Cristo Jesús. 1. ¿Qué es la ética?

Una enciclopedia define ética del siguiente modo: “Ética (del griego ethika, de ethos, ‘comportamiento’, ‘costumbre’), principios o pautas de la conducta humana, a menudo y de forma impropia llamada moral (del latín mores, ‘costumbre’) y por extensión, el estudio de esos principios a veces son llamados filosofía moral.” [1]. Seguidamente añade:

La ética, como una rama de la filosofía, está considerada como una ciencia normativa, porque se ocupa de las normas de la conducta humana, y para distinguirse de las ciencias formales, como las matemáticas y la lógica, y de las ciencias empíricas, como la química y la física. Las ciencias empíricas sociales, sin embargo, incluyendo la psicología, chocan en algunos puntos con los intereses de la ética ya que ambas estudian la conducta social. Por ejemplo, las ciencias sociales a menudo procuran determinar la relación entre principios éticos particulares y la conducta social, e investigar las condiciones culturales que contribuyen a la formación de esos principios. [2]

De este modo podemos comprender que el Nuevo Testamento incluye normas éticas bastas y profundas. De hecho, el advenimiento del cristianismo en el mundo grecorromano implicó una revolución en las normativas éticas que por entonces gobernaban el pensamiento de los hombres. Cuando Pablo visitó Atenas fue atentamente escuchado por representantes de dos escuelas enfrentadas: los epicúreos y los estoicos. Consideremos entonces someramente los postulados de estas corrientes de pensamiento para apreciar el gran aporte que el cristianismo significó:

a) Los epicúreos: escuela filosófica griega fundada por Epicuro (341-271 a.C.) cuyo principal interés fue la ética. Defendían los principios hedonistas (creencia filosófica que enseña que el placer es el bien supremo). El objetivo de la vida humana era alcanzar la felicidad mediante el goce del placer y el prudente dominio de si mismo. Sin ser ateos consideraban las creencias religiosas como perniciosas porque distraían al hombre de la búsqueda del placer al preocuparlo por cuestiones inherentes a la muerte. Negaban la inmortalidad del alma y por ello, cuando Pablo hizo mención a la resurrección de Cristo, los epicúreos interrumpieron su discurso y se burlaron de él. Los dioses estaban según ellos muy poco interesados por el hombre. El resultado de estas creencias fue un exagerado individualismo.

b) Los estoicos: creencia filosófica desarrollada aproximadamente en el 300 a.C. que aunque se originó en Grecia gozo de mayor popularidad en Roma. Sus principales filósofos en Grecia fueron: Zenón de Citio, Cleantes y Crisipio de Soles. En Roma se destacó Ciseron y el emperador y pensador Marco Aurelio. Sus maestros enfatizaban en los aspectos éticos. Más que principios sistematizados, el estoicismo, era una disciplina de vida. Consideraban que, así como había un orden en la naturaleza, también el hombre debía observar una conducta ordenada. La máxima virtud es el bien. El hombre sabio era aquel que vivía de acuerdo a la naturaleza, dominando sus emociones y soportando con serenidad el sufrimiento. De allí que el término castellano “estoico” haya llegado a significar “fortaleza en la adversidad”. En lo religioso eran panteístas. Los filósofos citados por Pablo en el famoso discurso que pronunciara en el Areopago de Atenas, respondían a esta escuela de pensamiento.

La ética no estaba relacionada con la religión. Por ejemplo, en el mundo grecorromano el matrimonio era tenido en muy baja estima y las relaciones extramatrimoniales no estaban sancionadas. William Barclay cita las siguientes palabras de Demóstenes: "Tenemos cortesanas para el placer; tenemos concubinas para la cohabitación diaria; tenemos esposas para tener hijos legítimos y para que sean celosas guardianas de nuestros intereses domésticos"[3]. Los moralistas paganos ponían en alto el valor de la esposa y a la vez la recluían al hogar permitiéndole al hombre vivir libertinamente. En Grecia, inclusive, en el templo dedicado a Afrodita, se ejercía la prostitución en nombre del culto a la diosa. Además para obtener el divorcio no se exigía ningún tramite legal. Bastaba, afirma Barclay, que el hombre despidiese a la mujer en presencia de dos testigos. El matrimonio llegó a ser, según el criterio de ciertos escritores romanos, un mal necesario. Por esta razón, el judaísmo primeramente, ganó adeptos entre os paganos. Ofrecía claras normas de conducta a aquellos que estaban cansados tanta inmoralidad. El advenimiento del cristianismo y la difusión de sus principios transformó las costumbres de la época. Los cristianos no sólo propagaban una nueva fe sino que vivían de un modo saludable. Algunos de los principios innovadores que el cristianismo aportó fueron los siguientes: a) el valor de la misericordia y el amor en el trato reciproco, b) la grandeza del perdón, c) el principio de igualdad entre los hombres (incluyendo a los esclavos), d) el valor del matrimonio, e) la dignidad de la mujer y los niños.

A partir del libro de los Hechos observamos que la lucha constante de los apóstoles fue que los principios éticos establecidos por el Señor y las Escrituras fueran respetados en las Iglesias de Cristo. Con cuanta vergüenza e indignación el apóstol Pablo reprochó a los hermanos de Corinto por permitir en su seno un caso de inmoralidad tal que hasta entre los paganos hubiera sido mal visto (1 Co.5:1). Otro ejemplo de los elevados principios difundidos por el Nuevo Testamento consta en los requisitos impuestos a los ancianos de la congregación. El énfasis era puesto en la conducta irreprochable que les debía caracterizar. Sólo hombres intachables podrían enseñar a guardar los mandatos de Dios. En las cartas apostólicas encontramos numerosas normas de conducta que todo creyente debe respetar aclarándose muy bien que dichas normas sólo pueden ser vividas por aquel que ha nacido de nuevo. La conducta ejemplar del creyente sería un medio para atraer a los gentiles a la fe (1 P.2:12, 1 P.3:1). Desde un punto d vista negativo se advierte que la conducta de los incrédulos obedece a la maligna corriente de este mundo y a los designios del príncipe de la potestad del aire (Ef.2:2). Asimismo se señala reiteradas veces que una de las características

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