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Hágase Un Buen Maestro


Enviado por   •  24 de Julio de 2013  •  584 Palabras (3 Páginas)  •  311 Visitas

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Hágase un buen maestro

¿QUÉ pretende lograr como maestro? Si hace poco que es publicador del Reino, sin duda deseará aprender a dirigir estudios de la Biblia, pues Jesús dio a sus seguidores la comisión de hacer discípulos (Mat. 28:19, 20). En caso de que ya tenga experiencia en esta actividad, tal vez se proponga llegar más eficazmente al corazón de aquellos a quienes procura ayudar. Si es padre o madre, de seguro anhela ser la clase de maestro o maestra que motive a sus hijos a dedicar su vida a Dios (3 Juan 4). Y si es anciano o aspira a ello, es probable que quiera ser un orador que infunda aprecio por Jehová y sus caminos. ¿Cómo podrá alcanzar estos objetivos?

Aprenda una lección del Gran Maestro, Jesucristo (Luc. 6:40). Fuera que hablara a una multitud en una ladera o a un puñado de personas mientras andaban por el camino, tanto lo que decía como la manera de decirlo dejaban huella. Jesús ponía a trabajar la mente y el corazón de la gente, y señalaba prácticas aplicaciones fáciles de comprender. ¿Puede usted lograr lo mismo?

Confíe en Jehová

Jesús perfeccionó su enseñanza gracias a la relación íntima que lo unía a su Padre celestial y a la bendición del espíritu de Dios. ¿Ruega usted sinceramente a Jehová que le conceda habilidad para impartir cursos de la Biblia? Si tiene hijos, ¿le solicita sin cesar que lo guíe para enseñarles? ¿Acude de corazón a él cuando se prepara para pronunciar discursos o dirigir reuniones? Tal confianza en Jehová expresada mediante la oración hará de usted un mejor maestro.

La dependencia de Jehová también se demuestra confiando en su Palabra, la Biblia. La última noche de su vida como ser humano perfecto, Jesús oró a su Padre: “Yo les he dado tu palabra” (Juan 17:14). Pese a su vasta experiencia, jamás enseñó nada que no hubiera aprendido de su Padre, y de ese modo nos dio el ejemplo (Juan 12:49, 50). La palabra de Dios, conservada en la Biblia, tiene el poder de influir en los seres humanos: en sus actos, pensamientos más recónditos y emociones (Heb. 4:12). A medida que aumente nuestro conocimiento de las Escrituras y aprendamos a utilizarlo en el ministerio, cultivaremos las cualidades docentes que atraen al prójimo hacia Dios (2 Tim. 3:16, 17).

Honre a Jehová

Ser un maestro a semejanza de Cristo entraña más que pronunciar discursos interesantes. Es cierto que Jesús maravilló a la gente con “palabras llenas de gracia” (Luc. 4:22). Sin embargo, ¿con qué propósito hablaba así? No con el de convertirse en el centro de atención, sino para honrar a Jehová (Juan 7:16-18). Además, dio esta exhortación a sus discípulos: “Resplandezca la luz de ustedes delante de los hombres, para que ellos vean sus obras excelentes y den gloria al Padre de ustedes que está en los cielos” (Mat. 5:16). Este consejo

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