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El Arte Del Buen Maestro


Enviado por   •  5 de Noviembre de 2013  •  1.628 Palabras (7 Páginas)  •  476 Visitas

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El arte del buen maestro

Emilio Tenti

El proyecto de constitución de un sistema nacional de educación debería realizarse mediante una especie de expropiación de los poderes culturales que se interponía entre individuo y el estado (iglesia, etnias, regionalismos, corporaciones, etc.)

El sistema educativo debía homogenizar y uniformar.

El discurso pedagógico moderno no se constituya negando las definiciones clásicas del maestro. Por lo contrario, las recupera y complementa incorporándose otros requisitos.

El magisterio no se define como una profesión, sino como misión o sacerdocio. El ejercicio de esta práctica requiere no tanto de un saber cuánto de una serie de una serie de cualidades de carácter ético-moral. La primera y más importante es la vocación. Debe complementarse con un conjunto de virtudes de todo tipo. La vocación no es materia de elección racional.

“Los mal informados por un criterio insano piden que el maestro de la escuela sea un sabio. Nada más arbitrario… lo que deseamos es que en las escuelas haya más vocación, más práctica y menos teoría”.

Según Pedro Alcántara García existen dos tipos de vocación: Una natural (la auténtica y deseable) y otra “artificial” (resultado de un esfuerzo analítico y de una disciplina particular).

El carácter sagrado de la misión del maestro explica la insistencia en definir las cualidades sobre el polo moral-efectivo más que sobre el polo racional-cognitivo. La escuela estaba orientada a formar ciudadanos más que hombres sabios.

En este proyecto político-ideológico el maestro y la escuela eran educadores. La institución entendía como transmisión de conocimientos y desarrollo de habilidades, tenía un papel subordinado. El maestro era definido como prototipo o paradigma del hombre ideal que se pretendía formar.

El predominio de objetivo de reforma moral en la constitución inicial de las escuelas mexicanas favoreció a la incorporación de la mujer a la función de docente.

Pero no todo es virtud; según los pedagogos masculinos, “la mujer tiene menores condiciones de carácter y algunas de espíritu para educar a la niñez”.

Podríamos clasificar las características no cognitivas señaladas como deseables y prioritarias en este perfil del maestro ideal en dos tipos distintos:

a) características morales y conductuales que se expresan mediante las siguientes voces: entusiasmo, paciencia, perseverancia, dulzura, ternura, afabilidad, prudencia, honestidad, desinterés, vida sin tacha, firmeza de carácter, caballerosidad, abnegación, entrega y temperatura.

b) Características físicas y de autopresentación: porte exterior, buenos modales, tono de voz, vista y oídos, vestimenta, etc.

“El maestro ideal” Según Carlos Carrillo debe ser el alma moral de la comunidad en que reside, el corazón cuyo latido se sienta en todas partes, porque es quien reparte la vida y el calor del sentimiento.

Un componente básico de la autopresentación lo constituyen los modales.

En la organización del ejército se hace una selección de individuos y solo se aceptan para el servicio aquellos que tienen una conformación perfecta, así también en el cuerpo docente y en las escuelas normales deberían exigirles ciertas condiciones:

- Fortaleza física.

- Buena vista para vigilar a los niños

- Oído fino

Junto con las cualidades morales, conductuales y físicas, el discurso pedagógico moderno introdujo la necesidad de que el maestro, además, tuviera “instrucción”, “preparación pedagógica” esto es, que tuviera conocimiento científico.

Al maestro de educación básica se le asigna principalmente la función de vulgarización del saber científico.

“El maestro necesita dos órdenes de conocimientos, los del sabio y los del pedagogo” escribía Gutiérrez.

El maestro pedagogo a diferencia del maestro empírico (por más sabio que fuera este) posee la “ciencia de enseñar”

Mientras que antes de la constitución del campo de la pedagogía “se suponía erróneamente que la preparación científica es la suficiente”, ahora se trata de darle “la preferencia a la metodología de la enseñanza y la educación”.

El buen maestro es una combinación históricamente variable de vocación, cualidades morales, conocimientos pedagógicos, y conocimiento de contenido.

El verdadero maestro tiene su método propio. El factor más importante en la enseñanza, es siempre la personalidad del maestro.

El maestro es más digno de elogio, es más celebrado, cuanto más grandes es su abnegación, sacrificio y desinterés. En realidad, el maestro es prisionero de la definición social que se hace de su oficio. Y es al mismo tiempo cómplice cuando el mismo comparte esta creencia. Si el magisterio se define como sacerdocio, pretender recompensas materiales es contraproducente si se quiere tener prestigio.

Cualquier paso que dé el maestro tras el logro de mejoras materiales corre el riesgo de ser interpretado como una defección, como una debilidad.

Un buen grupo de pedagogos culpan al mismo maestro por no cumplir con la definición dominante de su función (por una gran dosis de vanidad y orgullo).

Otros veían las causas del desprestigio en el abandono que hacían algunos maestros de la ideología del desinterés. Queremos que el maestro ame la profesión, la dignifique con la conducta, dentro y fuera de la escuela, y no busque en la educación un negocio lucrativo.

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