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Mayores Sucesos Critianos

niklas112726 de Enero de 2014

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INTRODUCCIÓN

Las comunidades cristianas vivían su fe en un ambiente mayoritariamente pagano. Y sin embargo, aumentaba, por la gracia de Dios, el número de los creyentes. Esto ocasionó problemas. La discreción de que rodeaban su culto, hacía sospechar lo peor. Por esta época ya se ha generalizado la celebración de la eucaristía cada domingo, que era el Día del Señor 24.

Nos encontramos aquí con un fenómeno de psicología de masas. El cristianismo viene de Oriente y se está extendiendo a Occidente. Los cristianos son algo así como unos inmigrantes cuyas costumbres no acaban de comprenderse: se reúnen, rezan, comparten sus bienes, son respetuosos, recatados, demasiado honestos... Constituyen –se dice- una secta; y ya sabemos todo lo que se oculta tras esta palabra. Por eso, el mundo romano no ve con buenos ojos a los cristianos. Hay, pues, que eliminarlos.

I. SUCESOS

“El varón que no peca con la lengua es varón perfecto”

Varias fueron las calumnias populares que se levantaron contra los cristianos:

1. Los cristianos son ateos: porque no participaban en el culto a los dioses oficiales, ni en el culto idolátrico al emperador. Esto amenaza el equilibrio de la ciudad, pues – según la opinión popular- los dioses se sienten ofendidos y se vengan enviando calamidades tales como inundaciones, terremotos, epidemias, incursiones de los bárbaros. También se decía que los cristianos daban culto a un asno o a un bandido condenado a muerte en una cruz.

2. Los cristianos practican el incesto: los paganos pensaban que, si los cristianos se reunían en banquetes nocturnos, era para entregarse a orgías y a las peores torpezas entre hermanos y hermanas.

3. Los cristianos son antropófagos: por no comprender la eucristía, los paganos pensaban que el cuerpo que comen y la sangre que beben eran los de un niño, sacrificado ritualmente.

Había también objeciones y calumnias de los sabios y políticos contra los cristianos25 :

1. Los cristianos son unos pobres hombres ignorantes y pretenciosos: son gente reclutada entre las clases sociales inferiores, aprovechando su credulidad. Ponen en entredicho los valores de la civilización romana y minan la autoridad del padre de familia dado que el Cristianismo reconocía la dignidad de las mujeres y de los niños. No olvidemos que en el mundo pagano la mujer y el niño no valían prácticamente nada; simplemente se les toleraba: a la mujer, porque trabajaba en casa y criaba los hijos; y a los niños, porque después serían mayores.

2. Los cristianos son malos ciudadanos: porque no participan en los cultos de la ciudad ni en el culto imperial, no aceptan las costumbres de los antepasados, y rechazan formar parte de la magistratura y del ejército.

3. La doctrina cristiana se opone a la razón: Dios, perfecto e inmutable, no puede rebajarse a ser un niño pequeño. La resurrección de los cuerpos es una formidable mentira. El Dios pacífico del Nuevo Testamento está en contradicción con el dios guerrero del Antiguo Testamento. Los cuatro relatos de la pasión se contradicen. Los ritos cristianos son inmorales. El bautismo fomenta los vicios, al pensar que un poco de agua perdona de una vez todos los pecados. La eucaristía es un rito antropofágico. Todo esto decían los sabios sobre los cristianos.

“Exterminad a los cristianos”

¡Era el grito de los emperadores! En este siglo II continuaron las persecuciones contra los cristianos. Había que borrar el nombre de Cristo de sobre la faz de la tierra.

La de Trajano, tercera persecución, que al igual que Nerón, consideraba el Cristianismo como “religión ilícita”. Víctima de esta persecución fue Ignacio de Antioquía, despedazado por las fieras en el anfiteatro, llamado hoy coliseo. Trajano condenaba a los que se afirmaban cristianos. Una carta del historiador Plinio el Joven, gobernador de Bitinia (norte de la actual Turquía), nos informa sobre el procesamiento y la ejecución de cristianos en su provincia.

Durante el reinado del emperador Marco Aurelio (161-180) fueron condenados en Roma el apologista Justino, y en Esmirna el obispo Policarpo, que fue discípulo de Juan y catequista de Ireneo, futuro obispo de Lyon. Con Policarpo tenemos el primer testimonio del culto a las reliquias de los mártires.

Siguieron las persecuciones de Adriano, Antonio Pio, Septimio Severo. Este último prohibió a los paganos abrazar el Cristianismo bajo pena de muerte

¡Otra vez la herejía!

Brotes de herejía26 en este siglo:

Herejía docetista: estas personas afirmaban que Cristo no era hombre, sino que sólo tenía apariencia de hombre. Pensaban que ser hombre restaba mérito, dignidad a Cristo, el Hijo de Dios. Por querer defender la divinidad, no se aceptaba la humanidad. Nuestra fe es bien clara: Cristo es al mismo tiempo verdadero Dios y verdadero hombre. Esta es la verdad completa. La verdad incompleta constituye ya una herejía.

El gnosticismo fue la herejía más fuerte de este siglo II, aunque ya vimos que comenzó en el siglo I. Era como una gran corriente de ideas y de intuiciones religiosas de diversa procedencia, aunadas por la tendencia sincretista que tanto auge alcanzó en la antigüedad. El punto de arranque de esa corriente lo constituía el anhelo de resolver el problema del mal. ¿Cómo encontrar el conocimiento perfecto, la verdadera ciencia que diese la clave del enigma del mundo y de la presencia del mal, que aclarase el sentido de la existencia humana? Decía que existía un Dios supremo y, por debajo de él, una multitud de “eones”, seres semidivinos que formaban con Dios el pleroma, el mundo superior. Nuestro mundo material e imperfecto, donde reside el mal, no era obra del Dios supremo, sino del demiurgo, que ejercía el dominio sobre su obra. En este mundo creado se encontraba desterrado el hombre, la obra maestra del demiurgo, en quien late una centella de la suprema Divinidad. De ahí, el impulso que el hombre siente, en lo más íntimo de su ser, a unirse con el Dios sumo y verdadero. Tan sólo la “gnosis”, es decir, el conocimiento perfecto de Dios y de sí mismo, permitiría al hombre liberarse de los malignos poderes mundanos y alcanzar el universo luminoso, el pleroma del Dios Padre y Primer Principio.

Esta herejía fue difundida en el siglo II por Marción, Valentín, Epifanio y Simón el mago. Trató de incluir a Cristo en ese sistema cosmogónico, como un “eón” en medio de los demás. Cristo desciende sobre Jesús en el momento del bautismo (dualismo personal).

El mismo Marción, originario del Ponto, distingue el Dios del Antiguo Testamento, creador y malo, del Dios del amor que nos revela Jesús. Detrás de esta postura de Marción, se esconden dos dioses: el del Antiguo Testamento y el del Nuevo Testamento. Además, niega a Jesús una verdadera naturaleza humana. Y finalmente dice que no habrá salvación más que para las almas, no para los cuerpos.

La herejía de los montanistas también dio dolores de cabeza a la Iglesia. Apareció hacia el año 170 cuando Montano, después de recibir el bautismo, comenzó a anunciar que era el profeta del Espíritu Santo, y que este Espíritu iba a revelar por su conducto a todos los cristianos la plenitud de la verdad. El rasgo más notable de esta revelación era el mensaje escatológico: estaba a punto de producirse la segunda venida de Cristo, y con ella el comienzo de la Jerusalén celestial. Solamene una estricta vida moral prepararía a los creyentes para esta venida; por ello había que evitar huir del martirio, había que guardar ayuno riguroso y abstener, en lo posible, del matrimonio. A esta secta se adhirió Tertuliano.

Los novacianos: Novaciano sostenía que la apostasía era un pecado irremisible y que los lapsi nunca podían ser readmitidos a la comunión de la Iglesia, ni siquiera en la hora de la muerte. Sostenía, además, que la Iglesia debía formarse sólo por los enteramente puros; y negaba, como los montanistas, que la idolatría, el adulterio y el homicidio pudieran perdonarse.

Los lapsi: ante persecuciones tan duras, algunos cristianos claudicaron y desertaron para salvar la vida, adoraron las divinidades paganas y rindieron culto al emperador. Se les llamó traidores. Algunos, terminada la persecución, pidieron perdón y volvieron al seno de la Iglesia.

II. RESPUESTA DE LA IGLESIA

La Iglesia seguía muy de cerca el latido del mundo y tuvo que hacer frente a todos los desafíos, siempre con el auxilio del Espíritu Santo, que le daba fuerza y luz.

“Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios...”

La actitud de la Iglesia frente al poder temporal civil y político del imperio era bien clara: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt 20, 15-21). Los dos apóstoles Pedro y Pablo desarrollaron en sus cartas toda una catequesis sobre los deberes del cristiano frente a la autoridad pública, que sirvió de pauta a los fieles en sus actitudes ante el imperio romano. Consecuencia de ella es el deber de obedecer a la autoridad pública, cuando esa autoridad pública respete la ley de Dios. La manifestación práctica de esa actitud era el perfecto cumplimiento de todas las cargas y servicios, que incumben al cristiano como deber cívico (cf. 1 Pe 2, 17; Rm 13, 1-2; Rm 13, 5-7).

La Iglesia no se quedaba callada

Graves eran las herejías que querían destruir

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