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egh23118416 de Enero de 2015

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Manual del Jefe de Liturgia

2010

Índice

¿Qué es la Liturgia?

¿Qué es un jefe de Liturgia?

Atributos de un jefe de Liturgia?

¿Por qué formarse?

¿Qué hace el jefe de Liturgia?

Anexos:

1. Exposición y adoración al Santísimo

2. Manual para ministros de la Comunión y enfermos

3. El capital de gracias

4. La Virgen del Carmen

La Liturgia es la celebración del Misterio de Cristo y en particular de su Misterio Pascual. Mediante el ejercicio de la función sacerdotal de Jesucristo, se manifiesta y realiza en ella, a través de signos, la santificación de los hombres; y el Cuerpo Místico de Cristo, esto es la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público que se debe a Dios. (Compendio Catecismo Católico nº 218)

La liturgia, acción sagrada por excelencia, es la cumbre hacia la que tiende la acción de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de la que emana su fuerza vital. A través de la liturgia, Cristo continúa en su Iglesia, con ella y por medio de ella, la obra de nuestra redención. (Compendio Catecismo Católico nº 219)

Es el orden y la forma con que se llevan a cabo las ceremonias de culto. La liturgia se realiza siempre en comunidad.

Es la persona encargada de promover la devoción a la Eucaristía y demás Sacramentos, llevando a buen término todas las acciones litúrgicas: oraciones, liturgias de comunión y de la palabra, adoraciones al Santísimo, procesiones, etc.

Junto con lo anterior, busca crear un ambiente adecuado para que el centro de todo sea Dios, teniendo no sólo una relación de respeto hacia Él, sino más bien una relación de filial amor.

Su cargo es de especial importancia en las zonas que no cuentan con un asesor espiritual que los acompañe. En ese caso, está llamado a colaborar con los jefes de zona en la preparación de la misión interna e invitar a los misioneros a vivir en un ambiente lleno de Dios, respetando el ritmo espiritual de cada uno. Pero en ningún caso el jefe de liturgia podrá ejercer funciones privativas del orden sacerdotal.

1. Persona de ORACIÓN

2. Hombre y mujer de COMUNIÓN

3. HUMILDE y RESPONSABLE

4. Con FORMACIÓN en Doctrina (Catecismo, signos litúrgicos)

• Porque nunca hay perder el sentido de lo que hacemos: Cristo siempre debe estar presente en nuestro trabajo, siendo el verdadero centro.

• Porque si queremos compartir el encuentro con Cristo, primero debemos transformarnos nosotros.

“Se necesita también, y sobre todo, una “formación del corazón”: se les ha de guiar hacia ese encuentro con Dios en Cristo, que suscite en ellos el amor y abra su espíritu al otro, de modo que, para ellos, el amor al prójimo ya no sea una mandamiento por así decir impuesto desde fuera, sino una consecuencia que se desprende de su fe, la cual actúa por la caridad”.

(S.S. Benedicto XVI, Encíclica Deus Caritas Est)

El Jefe de Liturgia cumple un rol importantísimo durante Misión de Vida, colaborando con los demás jefes en la misión de poner a Cristo en el primer lugar de todas las actividades que se realicen: que de Él venga todo y que a Él vuelva todo. La idea no es “imponer” un cierto modo de vivir la fe, sino ser conscientes de que los misioneros somos testimonio y la cara de Cristo al frente de toda una comunidad.

El jefe de Liturgia es quien contribuye a cultivar el verdadero sentido de lo que se hace, y busca llevar, mediante su testimonio, a Cristo a todos y cada uno de los misioneros.

Muchas veces su misión más grande y efectiva será colaborar con los jefes de comunidad en las conversaciones “de pasillo” sobre las experiencias de los misioneros durante la misión.

Las principales tareas que deben realizar son:

1. Antes de la misión

• ORACIÓN: Prepararse interiormente para el rol que se va a cumplir, aprovechando de encontrarse con Dios en la misa diaria, la confesión, la oración personal, el rosario, la lectura de la Biblia y otras instancias.

• FORMACIÓN: aprovechar las jornadas y retiros organizadas por Misión de Vida en el período previo a su comienzo.

Nadie puede amar lo que no conoce, ni entregar lo que no tiene. Por eso, como jefes de Liturgia nos proponemos conocer a Dios, para así poder llevarlo a los demás.

• INFORMARSE sobre el contenido de la misión interna. En lo posible, leerlo antes de la misión, que se pongan de acuerdo con los jefes acerca de la orientación que quieran darle a cada tema.

* Datos que les pueden ayudar para realizar su tarea: averiguar si cuentan con el párroco de la zona, si hay un asesor que los acompañe, si en la escuela hay un lugar para hacer la capilla, si hay grupos parroquiales, si en el pueblo celebran alguna fiesta religiosa durante el tiempo de misión, etc.

“De los que viven en Cristo se espera un testimonio muy creíble de santidad y compromiso. Deseando y procurando esa santidad no vivimos menos, sino mejor, porque cuando Dios pide más es porque está ofreciendo más: “¡No tengan miedo de mirar a Cristo! Él no quita nada y lo da todo”. (Aparecida, Documento Conclusivo)

2. En la misión

2.1. Misión con los misioneros

• Objetivo: colaborar en el espíritu de la Liturgia.

• Junto a los jefes de zona, conciliar los distintos carismas que hay dentro de la zona, sin que predomine uno en especial.

• Conocer y administrar el material de apoyo, asegurando un uso discreto del mismo. El material no puede ser sólo el resultado asimétrico de las donaciones recibidas, sino que debe entregarse de acuerdo a la necesidad del lugar o persona. En caso de duda respecto a su contenido, consulten de inmediato con los jefes nacionales.

• Junto a los jefes de zona, invitar a los misioneros a la oración. No sólo en los momentos establecidos, sino que en toda ocasión: mientras se está en comunidad de servicio, cuando se tiene tiempo libre, mientras caminan a la zona de misión, antes de entrar a una casa, etc.

• Capilla: asegurar que esté al servicio de la oración, del recogimiento y del encuentro con Jesús Sacramentado. El diseño y adaptación de la capilla no es tarea exclusiva del jefe de liturgia, sino de cada uno y todos los misioneros, ojalá el primer día de misión.

“No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” .

(S.S. Benedicto XVI. Deus Caritas Est)

• Bendición de los alimentos: es importante recordar la bendición de los alimentos, así como de dar gracias a la cocinera y jefes de servicio después de comer.

• Oración de la mañana y de la noche: velar por que estas actividades se lleven a cabo con debido respeto. Las dinámicas de grupo (lavado de manos, cartas a los amigos, etc.) se hacen fuera de la capilla y no son parte de las oraciones. Las oraciones deben potenciar la comunicación del misionero con Dios, y no del misionero con sus amigos. Ustedes también pueden dar ideas, guiar en la confección de estas oraciones, corregir con delicadeza cuando las cosas estén mal encaminadas, etc. Es importante estar siempre de acuerdo con los Jefes de zona en lo que se dice para que no haya discrepancia en cuanto a la línea de misión.

• Otras oraciones: Preocuparse de que se rece, como zona, el Rosario todos los días.

• Exposición del Santísimo: (Ver Anexo 1)

1.2. Liturgia

“Encontramos a Jesucristo, de modo admirable, en la Sagrada Liturgia. Al vivirla, celebrando el misterio pascual, los discípulos de Cristo penetran más en los misterios del Reino y expresan de modo sacramental su vocación de discípulos y misioneros. La Constitución sobre la Sagrada Liturgia del Vaticano II nos muestra el lugar y la función de la liturgia en el seguimiento de Cristo, en la acción misionera de los cristianos, en la vida nueva en Cristo, y en la vida de nuestros pueblos en Él.”

(Aparecida, Documento Conclusivo)

• Eucarística:

“La Eucaristía es el lugar privilegiado del encuentro del discípulo con Jesucristo. Con este Sacramento Jesús nos atrae hacia sí y nos hace entrar en su dinamismo hacia Dios y hacia el prójimo. Hay un estrecho vínculo entre las tres dimensiones de la vocación cristiana: creer, celebrar y vivir el misterio de Jesucristo, de tal modo, que la existencia cristiana adquiera verdaderamente una forma eucarística. En cada Eucaristía los cristianos celebran y asumen el misterio pascual, participando en él. Por tanto, los fieles deben vivir su fe en la centralidad del misterio pascual de Cristo a través de la Eucaristía, de modo que toda su vida sea cada vez más vida eucarística. La Eucaristía, fuente inagotable de la vocación cristiana es, al mismo tiempo, fuente inextinguible del impulso misionero. Allí el Espíritu Santo fortalece la identidad del discípulo y despierta en él la decidida voluntad

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