Psicologia Reflexiones en torno al "cuerpo penitenciario"
maximilianohiga7 de Diciembre de 2014
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Revista Sociedad y Equidad, No. 3 (2012)
El cuerpo doble. Reflexiones en torno al "cuerpo penitenciario"
Introduccion
Las Fuerzas de Seguridad en Argentina se convirtieron en un objeto de estudio para las ciencias sociales a partir de los años '80. Luego de pasada la última dictadura militar (1976-1983) estas instituciones captaron la atención de ciertos actores sociales debido a múltiples denuncias en relación con su accionar entrados ya en el período democrático. Los denominados "abusos" y "excesos" en el uso de la Fuerza sobre la población civil impulsó diversas acciones de cuestionamiento y de denuncia por parte de investigadores, periodistas, abogados y distintos referentes de agrupaciones de defensa de los Derechos Humanos. De este modo, en un primer momento estas Fuerzas son cuestionadas por violar la ley y "excederse" en el ejercicio de sus prerrogativas. Sus prácticas son evaluadas, aceptadas o rechazadas de acuerdo con un "deber ser" cuya medida son las leyes y las normas que regulan sus prácticas.
En un segundo momento, entrados en los años '90, estas instituciones comenzaron a ser indagadas acerca de su funcionamiento concreto y de sus prácticas efectivas, apuntando a conocer y comprender el tipo de vínculo y de relaciones que constituye a estas instituciones, buscando trascender el plano formal y/o legal. De este modo surgen preguntas en relación a cómo se establecen las relaciones entre los miembros de estas instituciones, quiénes las componen, de qué trayectorias sociales provienen sus integrantes, cuáles son los valores y los ideales que guían sus acciones, así como también conocer cómo es la etapa de formación de sus funcionarios.
Es sobre este último interrogante que este artículo pretende realizar un aporte. Específicamente, nos interesa analizar los modos de objetivación/subjetivación de los funcionarios1 del Servicio Penitenciario Federal Argentino2 (SPF). Elegimos al SPF porque es una institución de alcance nacional3 -cuenta con cárceles en casi la totalidad de las provincias argentinas- y, fundamentalmente, por ser la institución que históricamente ha marcado el rumbo respecto de los modos de organización y gestión de las cárceles de nuestro país. Más allá de que cada servicio penitenciario tiene su especificidad, como, por ejemplo, distintas formas de organización institucional, diferentes escuelas de formación de su personal, así como también disímiles Leyes Orgánicas, el SPF es sindicado como ejemplo para el resto de los servicios penitenciarios del país.
Ahora bien, en líneas generales las investigaciones sobre el sistema carcelario argentino abordan temáticas referidas a las condiciones edilicias de las prisiones, el hacinamiento, la violación de derechos, la selectividad del sistema penal y la violencia intracarcelaria (Cels, 2005; Daroqui, 2002; Daroqui et al., 2006; Daroqui y Motto, 2009; Salinas, 2006; Zaffaroni, 1984), dejando de lado el análisis de aquello que Goffman señaló como el "mundo del personal" (2004). Indagar sobre este mundo nos ha llevado a un terreno hasta el momento inexplorado en nuestro país4 y a interesarnos por comprender el proceso de formación de los futuros funcionarios de las prisiones. El paso por la escuela penitenciaria constituye un momento clave, dado que es donde comienza a conformarse aquello que desde la institución se denomina "el cuerpo penitenciario".
Aclaraciones teórico-metodológicas
El presente análisis lo desarrollamos a partir de un marco conceptual foucaulteano. Aceptamos la invitación de este pensador a utilizar sus desarrollos teóricos y metodológicos como una "caja de herramientas" con el objetivo de ponerlos en acción, es decir, hacerlos funcionar en el marco de una investigación, en este caso, empírica, cuyo objeto de estudio son los funcionarios del Servicio Penitenciario Federal Argentino.Los conceptos clave que guían nuestro análisis son los de: formas de objetivación/subjetivación, discurso y cuerpo. A continuación realizaremos las precisiones que consideramos pertinentes para aclarar el uso de tales nociones a lo largo de nuestro trabajo.
En primer lugar, entendemos como modos de objetivación a las formas en que ciertas prácticas fijan, recortan, definen, objetos -en nuestro caso los funcionarios del SPF- en relación a los cuales se habla, se piensa y se establecen verdades. A partir de los modos de objetivación se dan las formas de subjetivación, en tanto formas en las que individuos se transforman en sujetos de esas verdades, de esos saberes. Es decir, las formas de objetivación y subjetivación se implican mutuamente y nos muestran la forma en que se transforma "a los seres humanos en sujetos" (Foucault, 2001: 227).
En efecto, para rastrear los modos de objetivación/subjetivación de los funcionarios del SPF necesitamos dar cuenta de las prácticas discursivas y extradiscursivas que establecen qué es, y cómo debe ser un funcionario de las prisiones. Para ello realizamos un conjunto de entrevistas a funcionarios de esta Fuerza (de distinto escalafón, rango y antigüedad, en actividad y retirados) e informantes clave. Adoptamos una estrategia metodológica de tipo cualitativa, que implicó una triangulación intramétodo (Jick, 1979), combinando la realización de entrevistas, la compilación y análisis de una masa heterogénea de documentos: publicaciones de circulación interna y externa del SPF; normas y leyes; manuales de procedimiento, diagnósticos de situación y planes de reforma del sistema carcelario, entre otros.
El conjunto de esta masa discursiva constituye para nosotros una forma específica de interpelación que denominamos "discurso penitenciario". Desde este discurso se interpela a los funcionarios a cumplir con ciertos mandatos y obligaciones a la vez que les devuelve una imagen sobre ellos mismos 5. En segundo lugar, es necesario aclarar que desde nuestra perspectiva los discursos son prácticas; entendemos al "decir" y al "pensar" como un "hacer" (Criado, 1998). Por ende, el "discurso penitenciario" produce "realidad" y en este sentido, está atravesado por relaciones de poder. Precisamente, sus efectos concretos radican en la producción del "cuerpo penitenciario".
Por último, siguiendo a Foucault, entendemos al cuerpo en tanto superficie de aplicación del poder y a la vez un efecto de dicha aplicación. Como señala el pensador francés, no hay poder que no sea físico, es decir, que no tenga al cuerpo como blanco; es por eso que en toda relación de poder el cuerpo ocupa un lugar de privilegio. Desde este enfoque, el cuerpo posee una materialidad que, sin embargo, no remite a algo del orden de lo natural o un a priori o un "afuera". Coincidimos con Butler (2008) al afirmar que la materialidad del cuerpo no puede ni debe ser pensada por fuera de la performatividad que lo construye, performatividad que refiere a prácticas que se reiteran a lo largo del tiempo mediante las cuales los discursos producen determinados efectos.
Desde ya que esto no significa que el cuerpo sea simplemente un efecto discursivo, sino que coincidimos en que no se le puede abordar por fuera de las demarcaciones discursivas que lo construyen. Así, en coincidencia con Foucault (Foucault, 1989, 2002), Butler afirma que el cuerpo es el blanco y a la vez un efecto del poder "de modo tal que la materia de los cuerpos sea indisociable de las normas reguladoras que gobiernan su materialización y la significación de aquellos efectos materiales" (Butler, 2008: 19). A continuación veremos cómo desde el "discurso penitenciario" se objetivan/subjetivan los funcionarios de las prisiones y cómo se va moldeando el "cuerpo penitenciario" en la etapa de formación de los futuros miembros del SPF.
La pregunta que abordamos es la siguiente: ¿a través de qué medios, de qué técnicas y de qué tecnologías se gobierna y se moldea el "cuerpo penitenciario"?
El "discurso penitenciario" reclama un cuerpo doble, individual y múltiple a la vez. El cuerpo individual debe portar ciertos atributos, debe soportar distintas presiones, debe obedecer órdenes y enfrentarse al peligro. El cuerpo múltiple también debe obedecer a estas exigencias pero se trata en este caso no del cuerpo de cada individuo sino del "cuerpo penitenciario" entendido como una unidad indivisible superior y distinta a la suma de sus partes.
Respecto del cuerpo individual, se despliegan fundamentalmente toda una serie de tecnologías disciplinarias que apuntan a la construcción de un cuerpo "dócil". Para ello existe una primera división que es la que distingue entre oficiales y suboficiales. Los primeros deben pasar tres años en la Escuela de Formación "Juan José O' Connor" y son quienes desempeñan las funciones de mando y dirección de las distintas unidades carcelarias. Los suboficiales, por su parte, realizan su etapa de formación en la Escuela "Rómulo Páez" durante tres meses desde su ingreso y desempeñan tareas supervisadas por los oficiales referidas a la seguridad interna y externa del penal y tareas administrativas. Son los suboficiales quienes se encuentran en contacto directo y cotidiano con las personas presas.
Otra forma de división se constituye a partir del grado, es decir, del rango ocupado dentro de cada escalafón y de la antigüedad en el grado. Asimismo, existen divisiones dentro
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