SANTA SEDE
RoxanyChirinos1 de Octubre de 2014
759 Palabras (4 Páginas)267 Visitas
La Ciudad del Vaticano alberga la Santa Sede, máxima institución de la Iglesia católica. Aunque los dos nombres, «Ciudad del Vaticano» y «Santa Sede», se utilizan a menudo como si fueran equivalentes, el primero se refiere a la ciudad y a su territorio, mientras que el segundo se refiere a la institución que dirige la Iglesia y que tiene personalidad jurídica propia (como sujeto de derecho internacional). En rigor, es la Santa Sede, y no el Estado del Vaticano, la que mantiene relaciones diplomáticas con los demás países del mundo. Por otro lado, el Vaticano es quien da el soporte temporal y soberano (sustrato territorial) para la actividad de la Santa Sede.
La Santa Sede o Sede Apostólica, es la jurisdicción episcopal del obispo de Roma, conocido como el Papa, y es la sede episcopal preeminente de la Iglesia católica, constituyendo su gobierno central. Es la expresión con la que se alude a la posición del Papa en tanto cabeza suprema de la Iglesia católica, en oposición a la referencia a la Ciudad del Vaticano en tanto Estado soberano, aunque ambas realidades están íntimamente relacionadas y es un hecho que el Vaticano existe como Estado al servicio de la Iglesia católica.
El Reconocimiento internacional es un Derecho internacional con consecuencias jurídicas nacionales e internacionales mediante el cual un Sujeto de Derecho Internacional reconoce un acto de otro Sujeto de Derecho Internacional (Estado, gobierno, entre otros). El reconocimiento puede ser concedido expresa o tácitamente, por lo general de una declaración del gobierno que reconoce.
La Santa Sede en las organizaciones internacionales
La presencia de la Iglesia en los organismos internacionales goza de un reconocimiento universal
Cuando un cardenal tomó la palabra ante la Asamblea General de Naciones Unidas el último mes de septiembre, con motivo de la Cumbre del Milenio, nadie se extrañó. La intervención del Card. Sodano, Secretario de Estado de la Santa Sede, en medio de jefes de Estado y de Gobierno, se consideraba como algo natural. Sin embargo, en aquellos momentos coleaban aún los últimos ramalazos de una poderosa campaña levantada por ONGs feministas radicales y abortistas para callar a los representantes vaticanos en la ONU. Su voz molestaba, sobre todo a quienes atentan contra la vida. Si para algo ha servido la campaña es para mostrar el sólido respaldo internacional hacia la Santa Sede y también que su presencia en organismos internacionales es necesaria para defender la dignidad de la persona y los valores espirituales y morales.
La Iglesia impulsa sus relaciones diplomáticas «no solamente para proteger su propia libertad en el mundo, sino también para trabajar a favor de la paz y la justicia entre todos los pueblos». Estas palabras del Card. Gantin en octubre, con motivo de la firma en Addis Abeba de un acuerdo de cooperación entre la Santa Sede y la Organización de la Unidad Africana, explican los fines de la actividad internacional de la Santa Sede.
EN LA ONU
La situación jurídica de la Santa Sede en Naciones Unidas, uno de los caballos de batalla de estas campañas en este año que termina, es de observador, no miembro. En el momento de constituirse la ONU, Pío XII consideró la posibilidad de integrarse. Tras elevar las consultas oportunas, vio que entonces no era conveniente: la exigüidad del territorio del ECV no le permitiría asumir las responsabilidades de mantener la paz y seguridad internacionales; su neutralidad le impediría -lo mismo que a Suiza- asumir algunos de los compromisos de la Carta de Naciones Unidas. Pero, fundamentalmente, una razón política: la Unión Soviética habría vetado el ingreso.
Por lo demás, la Santa Sede cumplía y cumple los requisitos para ser Estado miembro. El primero es ser efectivamente un Estado. Como se ha visto, la Santa Sede no lo es, en sentido formal; pero, al actuar
...