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EL IMPERATIVO DE LA MAJESTAD DEL MANDO. El Comandar Es Una Tarea De Solitarios, A Pesar De Que El Comandante Cuenta Con Un Cuerpo De Asesores, Estados Mayores Y Comandantes Subordinados Que Le Asisten Y Colaboran En La Toma De Decisiones; él Y Solamente


Enviado por   •  25 de Febrero de 2015  •  1.026 Palabras (5 Páginas)  •  274 Visitas

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EL IMPERATIVO DE LA MAJESTAD DEL MANDO.

El comandar es una tarea de solitarios, a pesar de que el Comandante cuenta con un cuerpo de asesores, estados mayores y comandantes subordinados que le asisten y colaboran en la toma de decisiones; él y solamente él será quien al final tenga la responsabilidad de decidir. Ello en ocasiones hace que el Comandante sea percibido como envuelto en un aura de misterio y a cierta distancia de sus subordinados. Esta situación en ocasiones puede ser positiva ya que las órdenes a veces derivan gran parte de su fuerza, de ese misterio que hace a los Comandantes llegar aparecer geniales en sus decisiones, pero, es en saber interpretar con objetividad esta condición donde estará la clave del éxito. Para ello deberá ser capaz de armar en su mente el rompecabezas que constituye todas las pequeñas piezas de información que él de forma ininterrumpida recibe de todos sus entes subordinados, y de su apreciación directa de los acontecimientos para utilizarlos como los elementos esenciales que orientan su decisión.

El Comandante deberá hacer pleno uso de esa majestad, pero debe ser muy cuidadoso para evitar un distanciamiento tan exagerado que corte su contacto con la realidad de su organización, que lo desvincule de la gente y sus circunstancias y que poco a poco lo haga prisionero y lo aísle de su personal.

EL IMPERATIVO DE LA COMUNICACIÓN.

La estrecha relación que debe existir entre el Comandante y sus subordinados dependerá en grado sumo de la capacidad comunicacional de éste, de su habilidad para transmitirles su mensaje elevando sus espíritus cuando haya adversidades, inspirándoles a luchar en tiempos de crisis y congratulándolos en la victoria. Para ello el Comandante debe dominar el arte de la escena y la oratoria.

Ser capaz de proyectar con fuerza su imagen a través de la palabras: que ella sirva para conjurar sus temores, estimular sus espíritus, potenciar sus capacidades y orientales en pro del cumplimiento de la misión; dejarles saber con claridad cuáles son sus demandas, sus expectativas, qué espera de sus hombres y de igual manera qué les ofrece a cambio.

Para muchos el arte de comunicarse es una habilidad innata, no obstante está demostrado que por medio del estudio y la dedicación continua, el hombre puede llegar a dominarlo de una manera magistral. De allí que sea una condición sino que el desarrollo de esta capacidad por parte de los hombres que aspiran a ocupar las posiciones de comando.

EL IMPERATIVO DE LA RECOMPENSA Y LA SANCIÓN.

Sería ilógico pretender guiar a los hombres en la consecución de los objetivos característicos de la organización militar tan sólo con la palabra. Ella debe desempeñar un papel trascendental, pero también existen otras acciones más tangibles que tienen impacto directo en los hombres: la recompensa y la sanción. El Comandante debe hacer uso juicioso de ellas para acrecentar la inspiración, motivación o estimulo que brinden sus palabras. Esta es una de las más difíciles funciones de comando; se debe obrar con prudencia y equidad, nada es más perjudicial para la Institución que la premiación indiscriminada o la aplicación de medidas punitivas que excedan las pautas reglamentarias.

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