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Antecedentes de la ética (Adolfo Sánchez Vázquez) Ética y filosofía


Enviado por   •  15 de Marzo de 2016  •  Tareas  •  2.782 Palabras (12 Páginas)  •  331 Visitas

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        Antecedentes de la ética (Adolfo Sánchez Vázquez)

Ética y filosofía

La ética son conocimientos racionales y objetivos acerca del comportamiento humano.  Se presenta como un objeto propio que se tiende a tratar científicamente. No es solo un capítulo de la filosofía. La moral no es científica, pero no puede excluir un tratamiento científico.

Se esgrimen diferentes argumentos en contra del carácter científico de la ética, se dice que no estableces proposiciones con validez objetiva, si no juicios de valor o normas que no pueden aspirar a esa validez. La ética normativista tiene como tarea hacer recomendaciones y formular una seria de normas y prescripciones morales. Un código moral o un sistema de normas pueden ser explicados científicamente.

La ética filosófica trata de buscar la concordancia con principios filosóficos universales que con la realidad moral en su desenvolvimiento histórico y real y de ahí también de carácter absoluto y apriorístico de sus afirmaciones sobre lo bueno, el deber, los valores morales, etc. Las cuestiones éticas han constituido siempre una parte del pensamiento filosófico.

La ética tiende así a estudiar un tipo de fenómenos que se dan efectivamente en la vida del hombre como ser social y constituyen lo que llamamos mundo moral; asimismo, trata de estudiarlos no deduciéndolos de principios absolutos a apriorísticos, sino hundiendo sus raíces en la propia existencia histórica y social del hombre.

Una ética científica presupone una concepción filosófica inmanentista y racionalista del mudo y del hombre, en la que se eliminen instancias o factores extra mundanos o supra humanos, e irracionales. Es incompatible con cualquier cosmovisión universal y totalizadora que pretenda situarse por encima de las ciencias positivas o en contradicción de ellas. Ha de apoyarse en una filosofía vinculada estrechamente a las ciencias, y no en una filosofía especulativa.

El comportamiento moral es de una naturaleza que está siempre sujeta al proceso de transformación que constituye justamente la historia de la humanidad. La moral y sus cambios fundamentales son parte del proceso de autoproducción o auto transformación del hombre que se manifiesta en diversas formas, estrechamente vinculadas entre sí. Los problemas relacionados con el conocimiento moral, requieren que la ética recurra a disciplinas filosóficas especiales como la lógica, la filosofía del lenguaje y la epistemología.

La ética moderna

La ética moderna se cultiva en la nueva sociedad que sucede a la sociedad feudal del Medievo, y se caracteriza por una seria de cambios fundamentales en todos los órdenes (económico, social y estatal). La religión deja de ser la forma ideológica dominante y la iglesia católica pierde su papel rector. El hombre adquiere un valor propio no sólo como ser espiritual, sino también corpóreo, sensible, y no solo como ente de razón,  sino de voluntad.

En Descartes se perfila ya claramente la tendencia a asentar la filosofía en el hombre, aunque éste se conciba como un abstracto yo pensante. En Kant, el hombre como conciencia cognoscente o moral es, ante todo, un ser activo, creador y legislador, tanto en el plano del conocimiento como en el de la moral.

En el mundo moderno todo conduce a que la ética, liberada de sus supuestos teológicos, sea antropocéntrica, es decir, tenga su centro y fundamento en el hombre, aunque éste conciba, todavía de un modo abstracto, dotado de una naturaleza universal e inmutable.

La ética de Kant (1724-1804)

 Sus obras éticas fundamentales son: “Fundamentación de la metafísica de las costumbres” y “Crítica de la razón práctica”. Kant aspira a un cambio revolucionario, sólo que, dadas las condiciones peculiares de la realidad social alemana, ese cambio sólo se operará en el campo del pensamiento. Considera que ha revolucionado la filosofía, afirma que ha llevado a cabo una revolución copernicana al invertir el orden que se admitía tradicionalmente en las relaciones sujeto-objeto. El sujeto es el que gira en torno al objeto y no al revés, conoce el producto de su conciencia y se da a sí mismo su propia ley respecto a la conciencia moral. El hombre moral es activo, creador, y se halla en el centro tanto del conocimiento como de la moral.

Kant toma como punto de partida de su ética el “factum”(hecho) de la moralidad, es un hecho indiscutible, ciertamente, que el hombre se siente responsable de sus actos y tiene conciencia de su deber. El problema de la moralidad exige plantear la cuestión de en que estriba la bondad de los actos, o en qué consiste lo bueno. Lo único bueno en sí mismo, sin restricción, es una buena voluntad. La bondad de una acción no hay que buscarla en ella misma, sino la voluntad con que se ha hecho. La buena voluntad es la que actúa por puro respeto al deber sin razones distintas de las del cumplimiento del deber o de la sujeción a ley moral. Lo que manda a la buena voluntad es universal por su forma y no tiene un contenido concreto: se refiere a todos los hombres, en todo tiempo y en todas las circunstancias y condiciones. Kant llama imperativo categórico a ese mandato, y lo formula así: “Obra de manera que puedas querer que el motivo que te ha llevado a obrar sea una ley universal”.

Tomar al hombre como medio le parece a Kant profundamente inmoral, pues todos los hombres son fines en sí mismos y, como tales. La ética de Kant es una ética formal y autónoma por ser puramente formal, tiene que postular un deber para todos los hombres, independientemente de su situación social y cualquiera que sea su contenido concreto. Por ser autónoma se consuma en ella la tendencia antropocéntrica que, en oposición a la ética medieval, se inicia en el Renacimiento.

La ética contemporánea

La ética moderna aparece en una época de incesantes progresos científicos y técnicos y de un inmenso desarrollo de las fuerzas productivas, que acabarán por plantear l existencia misma de la humanidad. Se presenta en sus orígenes como una reacción contra el formalismo y el racionalismo abstracto kantiano, y sobre todo contra el carácter absoluto que esto último adquiere en Hegel. En la filosofía hegeliana llega a su cúspide la concepción kantiana del sujeto soberano, activo y libre, incluyendo como un predicado suyo al hombre mismo. Su actividad moral no es sino una fase del desenvolvimiento del Espíritu, o un medio por el que este se manifiesta y realiza.

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