Aproximación a cuestiones de fundamento en la enseñanza de la Historia

Aproximación a cuestiones de fundamento en la enseñanza de la Historia.

Pocas cosas resultan tan oportunas, como la redacción de un ensayo que invita a reflexionar sobre el camino académico recorrido durante el transcurso de mi vida.

El mes de mayo, en mi universo subjetivo (Estoy pensando si esto es redundar, si fuera así “Valga la redundancia”), no solo marca en el calendario el día uno que homenajea a los trabajadores o el veinticinco de mayo que señala el “Cumpleaños de la patria”, sino que justo un día después el veintiséis es la fecha de mi cumpleaños.

La madrugada del sábado 26 de mayo de 1984, por primera vez vi la luz y comencé el periplo de mi vida. Hoy 30 años más tarde, es inevitable mirar hacia atrás y repasar en mi memoria distintos recuerdos, hechos y circunstancias que me forjaron e hicieron de mi lo que soy hoy.

En referencia a esto, el lugar en el que me hayo hoy parado, transitando el tercer año de una carrera que fomenta el pensamiento crítico fundamentado en un marco teórico, me permite realizar quizás, una observación algo más que simple de mi peregrinaje escolar.

En este sentido, tal vez no registre recuerdos de mi jardín de infantes más que los relacionados con la amistad o el compartir. Por otra parte, en los años de primaria registro  el hecho “bisagra “en mi vida, que paradójicamente no está ligado a la educación formal, al menos en un principio, que es la famosa actividad extra curricular.

Recuerdo a un nene de nueve o diez años que regresaba de la escuela al mediodía, se sacaba el guardapolvo y después de comer, como si fuese un rito religioso, se sentaba delante del T.V. a quemar las horas; los padres, trabajaban durante todo el día y lo dejaban a cargo de sus hermanos los cuales tenían apenas algunos años más que él.

Promediando el mes de agosto del año 1994, llegaron a la Sociedad de Fomento de Villa Urbana, una pareja de jóvenes con la intención de enseñar a los chicos del barrio a bailar Folclore, pasaron pocos días y la noticia se dio a conocer rápidamente en todos los negocios barriales, al final de la misa y en el boca en boca, por lo que el niño gracias a que sus padres lo anotaron en la actividad artística pasó de disfrutar de una vida ociosa delante del televisor a un salón de eventos sociales lleno de nenas y ni un solo varón para ampararse frente a tanta trenza y poleras de color rosado. Evidentemente, esto era el fin ¿Qué estaba haciendo ahí?, ¿Cómo podrían sus padres hacerle esto?...

Demás está decir que ese nene era yo y que el primer mes de clases fue una tortura, poco a poco otros nenes fueron arrastrados por sus padres al igual que yo, de la misma forma ellos sintieron que era el fin, pero para sorpresa nuestra los profesores que teníamos delante nuestro supieron seducirnos e introducir dentro de nuestros corazones la pasión por la danza y la música popular argentina. En este contexto no fue mucho el tiempo que pasó para que nosotros, y hablo del conjunto de 30 niños y niñas, nos sintiéramos los bailarines más afamados  de Lomas de Zamora, (lo que no indica que lo fuésemos) lo cual alimentaba nuestro ego pero no solo eso sino la curiosidad por saber más y más de todo ese mundo de la danza, con la ayuda de nuestros padres nos intercambiamos casetes de música, revistas relacionadas con el género artístico y deseábamos entender de donde venía ese arte tan particular que expresa con el cuerpo el amor y las costumbres autóctonas.

En paralelo a este mundo, llegaba a séptimo grado y mi vida pasaba pura y exclusivamente por el folclore, en mi mente había poco espacio para entender aspectos de las Cs. Naturales, lengua, Matemáticas, solo me interesaba el aspecto social y todo lo que pudiera relacionar con mi actividad central que era la de ser un “Argentinito Bailarín”.

Es este año se da otro momento clave en el devenir de mi desarrollo cognitivo, mi madre, hábilmente investigo donde podía seguir mi estudios “a la manera de antes “es decir, terminando séptimo grado y comenzando la secundaria. Aquel año 1997, sería el primero en el que se implementaría la Ley Federal de Educación, lo que significaría que continuaría en mi escuela primaria por lo menos por dos años más, hasta terminar el tercer ciclo de EGB.  

Mi madre, muy zagas me mostro la propuesta, “Hijo: encontré una escuela en la que vas a la secundaria a la mañana y a la tarde bailan folclore ¿Qué te parece?”, a mí me parecía un golazo, lo que me ponía mal era que dejaba a mis compañeros e iba a estar fuera de casa por muchas horas, cuestión que olvide al poco tiempo de haber ingresado a la Escuela de Danzas N° 1 de la C.A.B.A., ahí hallé el espacio justo para desarrollarme, encontré profesores que me marcaron para toda la vida, profesores que con una gran vocación y una gran responsabilidad nos mostraban la cara y la contracara de las cosas generando espacios de debate y opinión, donde todas las voces eran escuchadas y no importaba el lugar de donde provenías porque todos somos iguales, donde la multicausalidad se hacía presente y no había delante de nuestros ojos enemigos sino gente que opina distinto. Quizás deba mencionar que las escuelas de arte son un mundo aparte dentro del Sistema escolar, y quizás todas estas características sean propias de una escuela de arte, por lo que me considero un afortunado por haber transitado una escuela secundaria de esas características.

Por otra parte, y haciendo mención a la reforma educativa llevada adelante a partir de la sanción de la Ley Federal de Educación, me considero afortunado de no haber cursado el octavo y noveno ni el posterior polimodal, dado que termino siendo un fracaso que al día de hoy la sociedad argentina paga al igual que el vaciamiento de la maquinaria estatal perpetrado en manos de gobiernos corruptos y salvajemente orientados a destruir el capital cultural, social y económico de nuestro país. Sin darse cuenta me madre había dado en la tecla, a la intención de ella de que termine el séptimo grado para que cambie de aire y “crezca”,  se le suman las palabras de  Gonzalo Amensola, cuando indica que el proceso de “Transformación educativa” puesto en marcha fue gravoso dado que no solo la tarea docente necesitaba modificaciones sino todos los factores que intervienen en la actividad educativa, como el factor edilicio que necesitaba más espacio físico para albergar nuevos niveles, así como también la reformulación de contenidos lo cual demandó a las figuras de los especialistas de áreas, en este sentido es necesario hacer un parate, y destacar que esa actualización fue estéril y lo que tendría que haber brindado el estado en materia de capacitación docente lo suplantaron los Manuales^[a], dando una salida rápida pero poco fructífera, para la comprensión del nuevo paradigma educativo que propagaba la conciencia democrática y apuntaba a la formación de nuevos ciudadanos que adquieran capacidad de análisis.    

...