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Como Aprenden Los Niños

cheri4627 de Abril de 2014

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I. SOBRE EL APRENDIZAJE INFANTIL

1. Cómo aprenden las niñas y los niños.

En la Propuesta Educativa basada en el Desarrollo de Competencias se parte del reconocimiento de que las niñas y los niños son agentes activos de su propio aprendizaje: preguntan, buscan, exploran, observan, comentan y hacen muchas otras cosas más para conocer lo que su entorno les ofrece, sean personas, objetos, animales o fenómenos naturales; cualquier cosa que llame su atención se constituye en un objeto de conocimiento.

Conocer es una necesidad intrínseca del ser humano; conocer permite adaptarse y transformar la realidad. Las y los niños, conocen y aprenden a través de sus acciones cotidianas, construyen explicaciones de la realidad a partir de sus ideas previas; estas ideas son el resultado de sus experiencias con lo que les rodea, cuando conocen algo experimentan emociones y construyen explicaciones.

Por ejemplo, Carlitos de dos años, observa, y conoce a un perro, identifica que es peludo, mueve la cola y ladra. Se forma una idea del perro. Si tiene la oportunidad de acariciarlo, de jugar con él, de llamarlo “Gonzo”, en una palabra, que se convierta en su mascota, entonces se emociona, se alegra cuando se le acerca y su idea del perro se hace más cercana y profunda. Cuando se encuentre a otro perro, no importa si sea del mismo tamaño, color o raza, le llamará “Gonzo”; le transfiere tanto las características de su perro como las emociones que siente con su mascota.

Lo anterior implica que ha construido internamente una imagen o esquema del perro, gracias a que tuvo la oportunidad de vivir experiencias, tanto cognitivas, como afectivas. Ese esquema le servirá a Carlitos, para relacionarse con otros perros y también con animales similares como borregos o chivos.

Es decir, Carlitos meterá o asimilará a su idea de perro “Gonzo” a los otros perros o animales que conozca; y los “obligará” a que “tomen la forma” de su idea de perro. En este sentido, los otros perros o nuevos animales, se deforman para entrar en la idea inicial de perro “Gonzo” que tenía Carlitos. Pero una vez que tenga experiencias diferentes, como que un perro que acaricie le ladre o trate de morderlo, él cambiará su idea previa de perro; es decir se acomodará a la nueva experiencia.

Estos modelos de aprendizaje seguirán funcionando durante toda la vida del sujeto; por eso cuando los niños y las niñas se enfrentan a nuevos objetos, los conocen a partir de sus ideas y emociones previas. Así, si sus primeras experiencias con los números son difíciles, poco claras y les causan frustraciones y enojos, difícilmente podrán enfrentar con éxito y gusto el aprendizaje de los porcentajes o cualquier otro conocimiento numérico.

Otro ejemplo se da cuando después de haber estudiado la digestión del ser humano y se presenta el aparato digestivo de los rumiantes; niños y niñas esperan que estos animales, sean internamente igual a ellos. Es decir asimilan la función del aparato digestivo de los rumiantes a la idea que tienen de su propio estómago. Si se les explica que los rumiantes tienen más de un estómago y que para pasar el alimento de uno a otro, deben volver a masticar la comida, aceptarán la idea de que existen animales que tienen más de un estómago; esto implica un proceso de acomodación. Sin embargo, niños y niñas siguen pensando que la masticación y los estómagos son iguales a los del ser humano. Es decir, la asimilación predomina en las ideas infantiles.

En esta ilustración de Francesco Tonucci como en los ejemplos anteriores podemos observar que niñas y niños asimilan la nueva información que reciben y la acomodan a sus ideas previas en un proceso lento que requiere de una gran variedad de experiencias para que pueda construirse un nuevo conocimiento. Mientras tanto, seguirá rigiendo su idea original.

Estas dos estrategias para construir el conocimiento, asimilación y acomodación, buscan constantemente un equilibrio que permite a las personas comprender la realidad y relacionarse de forma exitosa con el entorno. El hecho de asimilar lo nuevo que se conoce a las ideas anteriores y de observar que la realidad no es como uno se la imaginaba, provoca conflictos cognitivos y afectivos y resistencia a transformar sus nociones y emociones previas. Es decir Carlitos enfrenta un dilema cuando el nuevo perro le gruñe. En un primer momento insiste en tocarlo, pero el perro no le responde como su mascota “Gonzo”, entonces Carlitos tiene un conflicto afectivo y cognitivo.

Ante los nuevos aprendizajes, niños y niñas tienen conflictos cognitivos y afectivos, porque sus nociones y sentimientos anteriores no coinciden con los nuevos conocimientos, como sucede con el estudio del aparato digestivo de los rumiantes.

Si las y los docentes tomamos conciencia de los momentos de asimilación y acomodación de niños y niñas y de que las explicaciones que nos parecen “erróneas”, no son más que conflictos afectivos y cognitivos necesarios en el proceso de aprendizaje, muy posiblemente aceptemos que los “errores” son una parte natural de dicho proceso.

Estos “errores” o etapas del proceso han sido profundamente estudiados, en el caso de la lengua escrita, por Emilia Ferreiro y Ana Teberosky. Sus aportaciones han permitido entender y apoyar el proceso de aprendizaje de la lectura y la escritura.

Un ejemplo de las investigaciones realizadas se da cuando las niñas y niños pequeños consideran que los nombres escritos tienen relación directa con los objetos. Por eso el nombre de un objeto o animal pequeño será corto y el de un objeto o animal grande será largo.

Como se observa, en la escritura del niño, el nombre de la mariposa es el más pequeño y el del caballo el más largo, correspondiendo al tamaño que percibe de los animales.

Las estrategias para construir el conocimiento, así como los conflictos cognitivos y afectivos a los que nos enfrentamos cuando conocemos nuevos objetos y situaciones, sufren cambios en el transcurso de nuestra vida.

2. Lo afectivo, motor del conocimiento.

Todo lo que aprendemos acerca de la realidad, se encuentra tamizado por los sentimientos y emociones que experimentamos en cada aprendizaje. Por esa razón, muchos de los conocimientos que construimos en los primeros años de vida se interiorizan de manera muy profunda en nuestra propia identidad. Es el caso de la lengua materna, de las canciones de cuna y de las formas de alimentación que se aprenden en ámbitos particularmente afectivos. Recordamos olores, texturas, sabores y formas porque al vivirlos, experimentamos gustos, afectos y alegrías. Rechazamos otros porque fueron experimentados junto con dolor, miedo, resentimiento y angustia.

Este aspecto afectivo parte de los sentimientos y las emociones básicas. Progresivamente, durante el proceso de socialización, se van formando las tendencias, los afectos y lo que cada uno considera valioso; todo eso se integra en el sistema de normas y de valores de cada persona.

Estos sentimientos y emociones van regulando la afectividad hasta dar acceso a la voluntad como la operación afectiva superior. Es decir, llega un momento del desarrollo en que decidimos qué es lo que consideramos valioso y qué es lo que queremos rechazar. Nuestra voluntad impulsará las acciones para alcanzar lo que preferimos y para protegernos de lo que deseamos evitar. De manera paralela a la evolución de las estructuras cognitivas, las estructuras afectivas nos permiten constituir maneras estables de sentir y reaccionar. Es así que los sentimientos y los valores nos constituyen como las personas que somos, con nuestra forma de reaccionar, sentir y actuar.

En todos los actos de conocimiento invertimos energía afectiva que nos permite realizar nuevos aprendizajes, comprender nuevos fenómenos, plantear hipótesis y aventurarnos en nuevas experiencias.

Lo anterior es de suma importancia en el campo educativo. Es en la escuela donde niñas y niños se interesan por conocer o se vuelven apáticos ante los descubrimientos; es ahí donde aprenden a valorar la vida colectiva y la colaboración, o donde encuentran que es mejor competir contra otro y ganarle siempre, aún a costa de lastimarlo.

Descubrir que aprender llena de satisfacciones, es una tarea fundamental de la escuela para lograr consolidar al conocimiento y la búsqueda como espacios necesarios que permitirán a niñas y niños seguir siempre aprendiendo.

En la siguiente caricatura de Fracesco Tonucci se muestra cómo las experiencias definen lo que niñas y niños se explican de la realidad, en este caso, de la relación con los otros.

3. Cómo aprenden las niñas y los niños en el primer año de vida.

Al nacer, ya somos capaces de aprender; lo hacemos a través de los sentidos. Si observamos con atención a un bebé, nos damos cuenta que cada día aprende nuevas cosas. Observa, chupa, toca, huele; es así como conoce a su mamá y al medio que lo rodea. Poco a poco va utilizando de mejor manera sus sentidos y va conociendo cómo son los objetos cercanos y lo que puede hacer con ellos. Gracias a sus acciones, puede ir “guardando” en su mente los olores, las texturas, las figuras, los sonidos y las voces que son las características de lo conocido y así acordarse de ello para relacionarlas con otras nuevas.

De la misma forma su lenguaje se irá pareciendo a lo que escucha en su entorno. Al principio utilizará el mismo sonido para referirse a muchas cosas, poco a poco

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