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Definiciones tempranas del mundo egipcio y sus alrededores (J. Baines 20056 ).

Kleberth Reyna AliagaApuntes26 de Septiembre de 2016

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Definiciones tempranas del mundo egipcio y sus alrededores (J. Baines 20056 )

Resumen: Este artículo considera los cambios fundamentales en la presentación egipcia del orden y del dominio del mundo circundante que tuvieron lugar durante el período formativo del estado egipcio (Nagada III/Dinastía 0). El principal material analizado proviene de los cuchillos decorados, las paletas y las cabezas de maza del período. Este tipo de artefactos proporciona evidencia crucial para la reconstrucción del mensaje que la élite proclamaba para sí misma acerca de Egipto y de sus relaciones con el mundo exterior. Introducción Muchos aspectos de las presentaciones egipcias del orden y de la dominación del mundo circundante sufrieron cambios fundamentales en el período formativo de Nagada III y la Dinastía 0, cuando el estado egipcio fue fundado y delimitado (para datos generales, véase Tabla 1). Los principales artefactos en base a los cuales pueden estudiarse dichos cambios son los bien conocidos -y también muy discutidos- cuchillos, paletas y cabezas de maza con decoración, muchos de los cuales no tienen una procedencia clara o fueron hallados en contextos secundarios y como tales no informativos, por lo que deben ser analizados en términos de organización interna, paralelos y secuencias cronológicas aproximadas. Debido a que la construcción de dichas secuencias emplea el estilo y la aparición de rasgos compositivos que posteriormente devinieron estandarizados en el arte del período dinástico, los argumentos son frágiles y a menudo teleológicos; aunque idealmente estos métodos deberían ser evitados, puede que esto no sea posible. Todos los géneros de artefactos en cuestión desaparecieron hacia la Primera Dinastía, con lo cual la mayor parte de los desarrollos que discuto aquí sólo pueden compararse con diferentes tipos de materiales, de tiempos más tardíos, especialmente monumentos reales. Entre las características esenciales de estos artefactos se cuentan su escala generalmente pequeña y su carácter portátil. Exhiben niveles de especialización muy altos y probablemente fueron distribuidos y apreciados dentro de un grupo reducido, incluyendo a los dioses a los cuales fueron dedicados en los templos. La mayoría de los cuchillos, y las paletas más tempranas, provienen de tumbas, mientras que los materiales más tardíos y más ampliamente decorados parecen provenir de templos. Su decoración fue, por lo tanto, probablemente apropiada para cierta gama de contextos y dominios simbólicos. En contraste con ello, muchos tipos mayores del período dinástico, tales como relieves y estatuaria, que se hallaban en sitios fijos, pueden haber tenido un simbolismo más restringido dado que se hallaban altamente sacralizados y establecidos en contextos en donde sólo los agentes sacerdotales –incluyendo los agentes reales– y divinos podían verlos. Los marfiles y otros artefactos del Depósito Principal de Hieracómpolis constituyen el grupo más amplio de objetos de los tipos que discuto aquí. Los marfiles, especialmente los mangos de cuchillo, ofrecen crucial evidencia sobre la presentación evolutiva de un orden del mundo alcanzado. El prolongado lapso de tiempo y la significación del material en el depósito son ejemplificados por la Paleta de los Dos Canes, que ya era antigua y había sido reparada antes de ser desechada. En el Ashmolean Museum, cuyo Departamento de Antigüedades tiene el conjunto más numeroso de objetos provenientes del depósito, ha habido un importante programa para recuperar y conservar los marfiles de Hieracómpolis7 . El presente estudio tiene en parte el objetivo de complementar con reflexión secundaria el vital proceso de recuperación de la información primaria que se alcanza a través de tales emprendimientos.

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La presentación del mundo ordenado Comenzaré con la Paleta de las Ciudades que se encuentra en el Museo de El Cairo, la cual data aproximadamente del final del proceso aquí analizado y ejemplifica aspectos claves de la presentación del orden (Figs. 1-2). Luego retrocederé hacia desarrollos más tempranos. Objetos de procedencia comparable, especialmente la Paleta de los Dos Canes (Figs. 3-4) y la evidentemente real Paleta de Narmer, ambas provenientes del Depósito Principal de Hieracómpolis, sugieren que nuestro ejemplo, sin procedencia conocida, fue dedicado en un templo –fue comprado en el mercado y puede haber provenido de Hieracómpolis o de Abidos–, mientras que su iconografía muestra que era un objeto real. En un sentido general, la presentación y colocación de un objeto tal registraba los logros de un rey en la creación y el sostenimiento del orden para, y a través de la acción de, la deidad receptora. Hacia el momento de su dedicación, la función original de las paletas como superficies de piedra dura para la preparación de cosméticos, se había visto muy atenuada, aunque pudo haber continuado influenciando su decoración. La forma oval alargada, con su superficie decorada, había adquirido en parte un significado cosmológico, creando, en el caso de la Paleta de Narmer, una forma que 19 presentaba una articulación entre el mundo divino y el mundo ordenado por la acción divina y real, con las fuerzas del desorden aniquiladas y neutralizadas en el registro inferior o área de base.

De la Paleta de las Ciudades sólo sobrevivió el tercio inferior. Si lo interpretamos de acuerdo a las normas de composiciones ligeramente posteriores, ésta es el área que presenta la fundación del orden que habría sido proclamado, quizás tanto heráldicamente como a través de una imagen de victoria, en la parte superior. No podemos estar seguros de qué cara de la paleta debía ser vista antes que la otra. Una comparación con la Paleta de Narmer, en la cual un toro representando al rey embiste una ciudad cercada en el área de base, debajo de la escena del rey golpeando a un cautivo, podría apoyar una reconstrucción en la cual la cara con las ciudades habría tenido una escena de dominio en la parte superior. Entonces, la cara con la escena ‗libia‘ podría ser la que contuviera la concavidad para la trituración. Sea esto correcto o no, podemos asumir alguna equivalencia, en una jerarquía vertical, entre lo que es presentado en el mismo nivel sobre las dos caras. Las composiciones en cada cara deberían ser en parte autosuficientes, además de ser mutuamente complementarias. Yo elijo un orden de lectura ante la suposición de que había algo así como una narrativa entre las dos, pero la narrativa podría haber seguido el orden inverso. La primera cara muestra en un ‗plano‘ siete recintos, dentro de los cuales hay figuras rectangulares que podrían significar bloques de edificios de acuerdo con una convención al estilo de un mapa, así como signos que parecen escritura pero que no pueden ser leídos. Los recintos son toscamente rectangulares con esquinas redondeadas y tienen rebordes cuadrados; probablemente representan murallas de ladrillo fortificadas con salientes. Cada recinto tiene una figura posada sobre él, yuxtapuesta a una azada; las cuatro figuras sobrevivientes –un halcón, un león, un escorpión y un par de estandartes de halcones– son emblemáticas de la realeza. Ciertos paralelos muestran que los animales y estandartes están picando los recintos destructivamente8 . Encima de estos recintos, que se hallan dispuestos en dos filas sobre una superficie pictórica neutra, hay una línea de base de registro, sobre cuyo extremo derecho hay pares superpuestos de pies humanos en dos escalas diferentes, que probablemente puedan ser reconstruidos como un vencedor conduciendo a un cautivo. La ausencia de líneas de base en el área con los recintos puede ser comparada, por ejemplo, con el motivo, de proporciones diferentes, que se halla en la base de la Paleta de Narmer. En términos simbólicos el espacio neutro en ambos carece de orden.

[pic 2]

En la parte inferior de la otra cara de la paleta hay un espacio neutro con ocho árboles y un jeroglífico que probablemente se lea THnw / tjehenu ‗Libia‘ (para localizaciones posibles véase más abajo). Los árboles pueden representar, una especie ‗mediterránea‘, no egipcia9 . Por encima de ellos, hay tres registros de animales domésticos; de abajo hacia arriba hay cinco ovejas, cuatro asnos y cuatro bueyes. La lectura más plausible de las partes sobrevivientes de la paleta apunta a la afirmación de la derrota de un pueblo o pueblos que habitaban asentamientos fortificados, y a la consiguiente imposición de un tributo o a la obtención de un botín de sus territorios, consistente en las principales especies de animales domesticados que eran de interés para los egipcios. La representación de los árboles puede significar su destrucción, como queda atestiguado en textos e imágenes más tardíos que muestran incursiones acompañadas de la destrucción de los árboles de los enemigos10. Sin embargo, una explicación más plausible apunta a ver dichos árboles como símbolos de sus cosechas, probablemente frutas. Entonces, tanto los árboles como los animales manifestarían la posición subordinada de Libia, a la cual se le debió exigir, luego de su derrota, el pago de un tributo en animales y frutas conservadas –lo cual es realista en la medida en que se trata de bienes transportables– o de otros productos de los árboles. Dos afirmaciones esenciales pueden extraerse con alguna confianza a partir del análisis de la composición: (a) el enemigo vive en los asentamientos amurallados que han dado su nombre moderno a la paleta; y (b) el orden requiere la demarcación, destrucción y depredación de un ‗otro‘. Los animales no son diferentes respecto de los del medio egipcio; de modo que el otro dominado no retiene rasgos extranjeros. La demarcación entre incorporados y no incorporados podría entonces parecer arbitraria, pero tiene paralelos más tardíos: ciertas representaciones de la Quinta y la Sexta Dinastías muestran comparables ‗ciudades‘, que son atacadas. Los motivos de las dos caras de la Paleta de las Ciudades tienen sucesores, que parecen haber sido empleados por dos grupos distintos. La exhibición del botín devino parte de la decoración de templos reales que celebraban la afirmación del orden y la prosperidad sobre el desorden, bien atestiguada en el complejo mortuorio de Sahure de la Quinta Dinastía, mientras que el ataque al recinto amurallado fue usado por la élite no real para exhibir su participación en eventos que en última instancia estaban bajo control real; aquí el enemigo parece ser extranjero. En el atípico caso de Nebhepetre Mentuhotep, el reunificador de Egipto de la 11ª Dinastía, el rey es presentado a punto de golpear a un egipcio, con gobernantes nubios, asiáticos y libios detrás; el mismo rey también fue probablemente representado atacando una ciudad11 . En el Reino Nuevo, los reyes fueron nuevamente mostrados atacando asentamientos fortificados, pero después del rey fundador Ahmose los asentamientos eran extranjeros. La Paleta de las Ciudades nos sugiere que ya existían, en época temprana, importantes modos de transmisión cultural conocidos con posterioridad. El grupo de siete recintos ‗urbanos‘ podría ser un extracto de una lista de localidades extranjeras que podría haber sido mantenida en forma narrada o visual; las listas eran culturalmente importantes hacia el período Dinástico Temprano. El número elegido de entidades fue sin duda determinado en parte por el espacio compositivo disponible; los ‗signos‘ y diseños en los recintos también pudieron haber sido creados ad hoc. Otro factor en el diseño y número de los recintos puede haber sido su relación con los aspectos o manifestaciones de la realeza simbolizados por los animales y emblemas picando las murallas, mientras que el siete como número es probablemente un principio organizador concurrente. En tiempos más tardíos se elaboraron pictóricamente listas estandarizadas de pueblos conquistados representados como recintos fortificados estilizadamente elípticos, que contenían los nombres de los pueblos, con un torso superior caracterizado étnicamente, sobresaliendo para proporcionar vívidas figuras humanas normalmente atadas por una simple soga, que representaba la sujeción de un grupo de lugares. Conjuntamente con la Paleta de los Toros, la Paleta de las Ciudades es probablemente el ejemplo sobreviviente más antiguo de esta convención. Así, antes que crear una personificación desagregada de sus atacantes la forma tardía personifica el lugar extranjero –cuando normalmente lo que se especifica es al gobernante–. Como afirmación acerca de la constitución de sociedades dentro y fuera de Egipto, la Paleta de las Ciudades y sus sucesoras del tardío Reino Antiguo nos sugieren que, fueran o no las ciudades una característica principal del modo de asentamiento egipcio, los gobernantes no concentraban la exhibición de valores centrales en torno del urbanismo, sino de las relaciones con las regiones circundantes, de la dominación o incorporación de territorio extranjero, y del saqueo de su riqueza mueble. Caracterizaban tipológicamente a sus enemigos como residentes en ‗ciudades‘ cuyos vecinos no parecen haber estado en ningún lugar más cercano que SiriaPalestina; la ciudad parece particularmente inapropiada para Libia, que es representada en la otra cara de la paleta (sobre su localización, véase más abajo). Aunque podría concebirse que las dos caras de la paleta refirieran a temas diferentes, otras paletas nos sugieren que esto es improbable, con lo cual el tratamiento de Libia debería ser visto como deliberado aunque paradójico. Una sola composición no puede demostrar por sí misma semejante visión no-urbana o anti-urbana de Egipto, pero la Paleta de las Ciudades parece ser comparable en énfasis con otros materiales del mismo período. Entonces, la pregunta que surge es cómo puede compararse el registro arqueológico de sitios, incluidos los urbanos, su distribución a lo largo del país, y las tipologías de artefactos, con las afirmaciones ideológicas, reflexivas, de las paletas y otros monumentos. El surgimiento de una sociedad compleja unificada La Paleta de las Ciudades fue creada en un período de uniformidad de la cultura material en un Egipto que poseía un sistema de escritura limitado, composiciones artísticas altamente ordenadas y articuladas, y una sólida clasificación de sí mismos y de los otros, que se agruparon en torno a la institución de la realeza. La paleta puede ser datada hacia Nagada IIIb, probablemente alrededor de dos siglos después de la homogeneización cultural de Egipto en Nagada IId2. Debido a que la producción de este tipo de objetos cesó con la Primera Dinastía (Nagada IIIc), el rango de datación posible es estrecho. La paleta es probablemente algo más antigua que un sello de marfil de Narmer con otra inscripción, más completa, de la palabra THnw, ‗Libia‘. ¿Cuál fue el trasfondo del cual emergieron las manifestaciones simbólicas de las paletas y objetos relacionados? ¿Qué implicaciones tuvieron estos objetos en la configuración de la temprana entidad egipcia unificada? Los períodos y el estado Antes de Nagada II, ninguna de las culturas del valle del Nilo y del Delta, ni de los desiertos circundantes, exhibía algo más que débiles indicaciones de diferenciación social, desigualdad estructural u otras medidas de complejidad social. No obstante, Badari y Nagada I enfocan los artefactos elaborados y los enterramientos como ámbitos de exhibición, lo cual remite a desarrollos mucho más tardíos, incluyendo aquellos del estado egipcio. Por el contrario, la cultura Buto-Ma‘adi del Delta presenta una orientación generalmente menor hacia la exhibición. Desde aproximadamente el 4000 a.C., la sedentarización en Egipto y los desarrollos en la cultura material separaron progresivamente al valle del Nilo y al Delta del desierto circundante con su población ampliamente nómade, aunque los rasgos comunes entre esta última y las culturas del Nilo Medio (río arriba hacia la confluencia del Nilo Azul y el Nilo Blanco) disminuyeron con relativa lentitud. Los asentamientos nucleados estaban relacionados con la inseguridad como lo atestigua el modelo de una muralla con dos guerreros mirando por encima de ella, hallado en una tumba del período de Nagada I. La misma idea se percibe en un texto de fines del tercer milenio. Por lo tanto, desde una época temprana, lo que constituía el urbanismo tenía, en términos relativos, asociaciones negativas en el contexto de una sociedad probablemente acéfala. Estas asociaciones pueden haber precedido a las ideas e ideales positivos de la vida urbana, comunes en otras civilizaciones y en el Egipto del segundo milenio y de épocas posteriores. Hacia el período de Nagada II, cuando la complejidad social se vuelve claramente discernible y la distribución de los sitios cambia profundamente, los ámbitos urbanos son en gran medida arqueológicamente inaccesibles, pero el desarrollo de centros mayores, especialmente en Hieracómpolis y en Nagada, y la amplia distribución de productos especializados, sugiere alguna forma de nucleamiento. En el norte, la cultura Buto-Ma‘adi cedió ante Nagada II justo antes de la transición de esta última cultura a Nagada III, la cual fue una transformación interna –y para los materiales que no eran de lujo, un empobrecimiento– más que un cambio de dirección. Durante su existencia, Ma‘adi muestra importantes conexiones con Siria-Palestina. Muchos estudiosos sostienen que la desaparición de Buto-Ma‘adi así como la expansión de Nagada II tardío y la transición a Nagada III, fueron fenómenos culturales más que políticos, y que la unidad política no emergió hasta quizás Nagada IIIb/Dinastía 0. Esta hipótesis de una unificación política tardía parece surgir de dos consideraciones principales: en Nagada III continuaba habiendo centros regionales tales como Hieracómpolis, con lo cual la unidad política no puede ser rastreada sobre el terreno; y una fase Nagada II tardía o Nagada III temprana políticamente unificada antecedería a cualquier gran entidad política en cualquier otra parte de la región, quizás del mundo, y por ello podría parecer anómalo en una perspectiva comparativa – este último punto es evidentemente problemático, dado que las alegaciones de prioridad cronológica tienen poco sentido–. Si bien es difícil establecer cómo era la estructura política de Nagada II tardío, su diseminación debe haber tenido alguna motivación –presumiblemente incluyendo una visión del bajo Nilo como, en cierto modo, una sola entidad–, y parece improbable que una cultura material vigorosa y un modo de vida específico como el de Ma‘adi fueran reemplazados de un modo completamente pacífico. Entonces, un modelo de conflicto y de dominación desde el sur es plausible. Por otra parte, los grupos del sur que competían ferozmente entre sí se habrían visto debilitados en su búsqueda de dicha dominación, mientras que sólo la región más al norte habría tenido acceso directo al Delta. Esta unificación cultural y quizás, política, fue bastante rápida. En Nagada III emergieron la escritura, la arquitectura monumental con materiales orgánicos y en ladrillo –de la cual una estructura como la Tumba U-j de Abidos puede ser un reflejo en miniatura–, y formas figurativas y simbólicas altamente desarrolladas. Éstos llevaron a ejemplos tardíos tales como la Paleta de las Ciudades, mientras que otros lujosos vehículos de exhibición, como los vasos de piedra, alcanzaron un pico de desarrollo. En la Dinastía 0, Egipto era una sociedad compleja administrada a gran escala, con una ideología dominante, cuya coherencia social no era simplemente la del parentesco. En resumidas cuentas, era un estado, hasta donde una entidad tal puede ser definida. La nueva forma social modificó y simplificó los ámbitos de la cultura material carentes de prestigio. Mientras que la exhibición figurativa no se concentró en asuntos explícitamente ‗complejos‘, ello significa poco dado que no existe razón por la cual debiera haber sido de este modo. Más bien, como producto de las élites cada vez más restringido a ellas, tanto en calidad de creadoras como de receptoras, tal exhibición se dirigía a sus preocupaciones, que eran crecientemente las de la realeza y de los dioses.

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