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Delincuencia En República Dominicana

kinverlyandreina7 de Junio de 2014

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La delincuencia en República Dominicana

Existe en todas las fronteras y al igual que los turistas, los ciudadanos deben tomar medidas de precaución siempre que salen de sus hogares u hotel.

La delincuencia en República Dominicana se ha incrementado en los últimos años al destaparse que en el país operaba unos de los narcotraficantes más buscado en el mundo, José Figueroa Agosto.

Durante el día la gente puede salir de sus hogares, caminar al parque, ir al trabajo, y hacer diligencias como cualquier otro país del mundo. Lo único que debemos hacer es asegurar y siempre mirar por nuestras espaldas por si hay algo sospechoso. En horas de la noche siempre es bueno andar acompañado, especialmente si es una mujer, y tratar de evitar andar a pie en las calles. Por seguridad, siempre se recomienda utilizar un taxi privado y verificar que el taxi es válido.

Los turistas que no saben circular en República Dominicana necesitan siempre preguntarle a un contacto local si piensan salir del hotel. Esta persona le podrá decir a que lugares ir y donde tener cuidado, ya que existen lugares donde uno no debe estar circulando y menos a pie a altas horas de las noches.

La delincuencia en Republica Dominicana es preocupante, especialmente por la cantidad de armas de fuego que están en manos de personas sin licencias. Hacen operativos en la calle tratando de sacarle las armas a esos no autorizados, pero es algo de mucha preocupación.

En resumen la delincuencia en República Dominicana existe y es un problema, pero no limita que la sociedad y los turistas no puedan disfrutar de este país, sino que debemos tener y tomar medidas de precaución siempre que salgamos de nuestros hogares.

Auge en aumento

No existe sociedad sin crimen, pero en la nuestra, a partir de una muy, pero muy determinada o específica fecha, el veintiséis (26) de Septiembre del dos mil cuatro (2004), se produjo un auge de la delincuencia que desde entonces no da tregua, desde entonces la delincuencia ya es de todos: se prod ujo a partir de dicha fecha La Epoca Dorada de la Delincuencia, todo un aquelarre de los delincuentes que tiene a éstos sonriendo: la sonrisa que éllos vienen presentando es idéntica a la sonrisa del gato de Cheshire de la famosa obra clásica aquella de Lewis Carroll.

El nivel que ha alcanzado la delincuencia se refleja en las encuestas que se han hecho al respecto: es tanta que desde hace casi nueve (9) años la delincuencia es el problema No. 1 del país: no es un problema cualquiera: es un verdadero problema de Estado.

La raiz de la barbarie delincuencial, la viagra de la delincuencia que ha creado la Zona Franca Delincuencial, la epidemia delincuencial, la plaga delincuencial, la undécima plaga bíblica, la presa desbordada de actos delincuenciales que existe en la República Dominicana, y que tiene categoría de Tsunami delincuencial, lo es el Código Procesal Penal (lo mismo que el Código del Menor): el crimen y el pandillerismo se dispararon gracias a él: los delincuentes son hijos predilectos del Código Procesal Penal, este es una verdadera Nodriza del Crimen, puesto que les da patente de corso, licencia para matar y cometer otros crímenes y delitos… Y los protege… Los garantiza… Y al garantizarlos les garantiza que puedan continuar en la repetición de sus actividades delictivas.

De ahí la Libertad Flash de los delincuentes que sórdidamente los tiene y los mantiene en las calles… Les ha creado un Paraíso Delincuencial que les permite (a dichos delincuentes) trasladarse a realizar turismo delincuencial en cualquier calle, en cualquier ciudad y en cualquier zona del país.

Ha sido el estímulo `fosforeado` que les faltaba a los delincuentes. La no aplicación de prisión preventiva y de sanciones estimula a los delincuentes.

Del mismo modo que ciertas utopías hablan de Un Hombre Nuevo, con el CPP se ha producido así la formación de Un Nuevo Delincuente: el que está consciente de que la ley está a su favor: nunca antes los delincuentes en la Historia de la Humanidad habían visto un panorama tan propicio para éllos y para el desarrollo de sus actividades y tampoco el resto de la Humanidad había visto algo semejante.

Por eso con gran propiedad y acierto en el seno de la población dominicana, incluyendo a los abogados con consciencia, al Código Procesal Penal se le ha llamado El Código de la Delincuencia, porque desde la referida fecha se produjo, y se sigue produciendo, un aumento extraordinario de la delincuencia que luce indetenible.

El monstruo de mil cabezas que es dicha actividad antijurídica es el que ha generado los ataques y los peligros que en carne viva siguen padeciendo los integrantes de la sociedad dominicana dedicados a actividades sanas. Debido a la abundancia cuantitativa delictiva nunca antes había sido más claro el panorama de lo que significan y representan: los delincuentes como los depredadores que son; y las víctimas de aquéllos como las presas que éstas son.

No han sido pocos los John Does dominicanos y los no John Does dominicanos, los sin nombres y los con nombres igualmente víctimas de este auge de la delincuencia: los miembros de esta no distinguen ni les importa quién es su víctima del momento. Dicho auge de la delincuencia ha sido de tal grado o de grado tan elevado que no respeta ni a las autoridades policiales ni militares y ni siquiera a aquéllas que están al servicio de funcionarios civiles del Estado: a la madre del entonces Presidente Leonel Fernández le mataron a un Mayor encargado de su custodia para robarle su arma de fuego: sólo en ese momento dicho entonces Presidente habló de la necesidad imperiosa de revisar y modificar el CPP: sus declaraciones fueron vertidas por él en ocasión de un acto que se celebraba en Santiago de los Caballeros. Recientemente un grupo de ladrones-asesinos asesinaron a una Teniente del Ejército Nacional, de nombre Zuleika Ponciano Solano, encargada de la seguridad de dos de las hijas del Presidente Lic. Danilo Medina Sánchez para robarle su arma de fuego. Señalo específicamente estos dos casos por representar lo que representa la cúspide que es un Jefe de Estado para que se pueda apreciar la connotación del atrevimiento que exhiben los delincuentes protegidos por el ignominioso pupilaje del CPP que explica este auge delincuencial desplegado desde la fecha supra-referida. Si el objetivo lo hubiesen sido dichas dos hijas del Honorable Señor Presidente de la República (Dios las proteja y las libre) es claro que los delincuentes en cuestión hubiesen podido salirse con la suya: quizás, y sólo quizás, el Jefe de Estado es, hoy por hoy, entre sus conciudadanos, el único que frente a la delincuencia tiene la cabeza segura sobre sus hombros por razones que uno presume obvias.

La sociedad dominicana no sale del asombro ante la cantidad industrial de actos delincuenciales que diariamente se producen en toda la geografía nacional, ya no se requieren aquéllos escuadrones de la muerte (de los que uno llegó a tener noticias que en otras naciones actuaban por motivos políticos) para ver una cantidad apreciable de asesinados: los ladrones-asesinos que operan en la República Dominicana producen el mismo resultado que aquellos escuadrones de la muerte puesto que son otra modalidad de escuadrones de la muerte.

Desde dicha misma inmediata vigencia del Código Procesal Penal la delincuencia se multiplicó en la República Dominicana sin parangón precedente. En las conversaciones entre los ciudadanos lo que se oye con enorme frecuencia son las expresiones: ``!Otra víctima más del Código Procesal Penal!`` ``!Código que de verdad nos ha puesto a ver muertos y robos!`` ``!La verdad es que el Código Procesal Penal ha puesto a uno a ver cosas tan dañinas y horrorosas que uno nunca pensó que vería, increíble, quién lo hubiera dicho!``

Es tanta la cantidad de muertos a consecuencia de la vigencia de dicho código que tal pareciera: que estuviésemos en el infierno viendo directamente a Ugolino devorando a sus propios hijos; que estuviésemos en presencia de un ``nuevo deporte`` que febricitantemente tiene activos y exaltados a los ladrones-asesinos; que el objetivo que se persiguió con adoptar y poner en vigencia dicho código fue el de acrecentar La Liga de los Malvados.

Las facilidades y los estímulos para delinquir que contiene el CPP son tantas y tantos que ya a los delincuentes sólo les falta crear abiertamente un Sindicato Nacional de Delincuentes.

Los fuegos que vemos de la delincuencia no son artificiales, son fuegos muy reales, tan reales y tantos que también vemos las plusmarcas del crimen alcanzadas por especies de gavilleros contemporáneos o de Concho Primos de nuevo cuño.

¿A dónde irá a parar esta sociedad? El Código Procesal Penal ha hecho de la República Dominicana un Estado fallido en el sentido literal y estricto del término.

El asunto ha llegado tan lejos en tal sentido que en una relativamente reciente oportunidad el anterior Jefe de la Policía Nacional (que hay que reconocer que desplegó mucho esfuerzo para tratar de cumplir con su trabajo en medio de un ambiente procesal penal adverso a cualquier esfuerzo de lucha contra la delincuencia) llegó a expresar su conformidad con que la República Dominicana en cantidades de muertos estuviese por debajo… de Afganistán: un país con una guerra civil en pie y también con una guerra convencional y con una guerra de guerrillas.

La descomposición social dominicana que esto causa no es pequeña: hay militares y policías viendo los ejemplos de las facilidades que el CPP les da a los delincuentes y por eso no han sido pocos los militares y policías que han delinquido por esos ejemplos; y no han sido pocos los miembros

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