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ESCUELA AUSTRIACA


Enviado por   •  26 de Junio de 2013  •  4.172 Palabras (17 Páginas)  •  1.314 Visitas

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ESCUELA PSICOLOGICA O AUSTRIACA.

Se designa como escuela económica austriaca al grupo de economistas y sus teorías que tuvieron origen en la universidad de Viena, en la segunda mitad del siglo XIX.

Entre los antiguos figuran Carl Menger (1840-1921), Eugen Von Bohm Bawerk (1851-1914), también hay otro grupo denominado los modernos entre los que destacan Ludwing Von Mises (1881-1973) Edhard Ludwing contemporáneo de los mismos. Generalmente esta escuela pugna por una mínima intervención oficial en la economía.

También se le llama escuela de Viena o escuela psicológica. Esta escuela se derivó de la doctrina de la utilidad marginal. Es la más importante y la de mayor influencia en el mundo económico moderno, después de la escuela clásica.

La escuela Austriaca, vienesa o psicológica, desarrollo la teoría subjetiva o psicológica del valor, osea: que el valor de los objetos (bienes económicos), no reside básicamente en ellos, si no en la persona que los valora.

Entre otras palabras, es un valor subjetivo. Este pensamiento cambio muchas cosas en las investigaciones económicas y contradijo la teoría del valor-trabajo que se había considerado como básica y que se debía principalmente a David Ricardo y Carlos Marx.

Según la escuela Austriaca el valor del trabajo se determina a base del valor del producto no a la inversa.

También dicha escuela defiende la economía de mercado (capitalista o sistema capitalista), y el beneficio del empresario; dice que el déficit presupuestal implica consumo de capital, la acumulación de capitales es la causa del progreso, sin la posibilidad de comparar pérdidas y ganancias, la actividad social se hunde en el caos, la economía de mercado (capitalista), engendra la libertad, reemplazarla por la planificación económica (socialista o sistema socialista), equivale a suprimir toda libertad.

En resumen, la escuela Austriaca, también conocida en el mundo de las doctrinas económicas y de la ciencia económica, como escuela psicológica o Vienesa, la cual determina el valor de las cosas subjetivamente y se declara en contra de la clase proletaria.

Aportación y apuntes que proporciono en clase el profesor Fernando Ortiz Hernández.

ESCUELA PSICOLOGICA.

Eminentemente subjetiva abstracta y deductiva por esencia, esta escuela no niega, sin embargo, la realidad objetiva que existe en los bienes, pero considera que es secundaria y dependiente del factor subjetivo. A ello obedece que la escuela reciba el nombre de “psicológica”. También se le llama escuela Austriaca, en virtud de que sus más preclaros representantes fueron austriacos: Carlos Menger, el fundador, y Wiesser y Bohm-Baberk, sus más cercanos colaboradores. Otro nombre con el que se le conoce es el de “Escuela de la Utilidad Final” adoptado en Inglaterra por Stanley Jevons. Para los Estados Unidos es escuela Marginalista o de la utilidad marginal; John B. Clark e Irving Fisher encabezan la lista de sus seguidores.

Como es fácil advertir, el nombre de la escuela varía, según sea el autor o el país que la origina. Tal como hoy se le conoce, aparece en el mismo año, 1871, tanto en Austria como en Inglaterra; tres años después, en Francia; y diez más tarde, en 1881, en los Estados Unidos. El libro de Gide y Rist, Historia de las Doctrinas Económicas, hace notar en la primera idea acerca de la utilidad final aparece, probablemente, allá por 1844, en Francia, considerando este acontecimiento como el más lejano antecedente de la escuela. Sin embargo como ya lo hizo notar en el capítulo IV, Codillac, al hablar de valor, se refiere precisamente al aspecto subjetivo del mismo.

EL PRINCIPIO DE LA UTILIDAD FINAL.

La “Utilidad Final” es el principio que caracteriza a la escuela, aunque algunos autores estiman que sería preferible llamarle “Utilidad Marginal” como en los Estados Unidos, por ser este un término más claro, que da una idea más precisa a cerca de su contenido, de su esencia.

¿”Qué es la Utilidad Final”? Para contestar la pregunta, es menester echar mano de nuestros conocimientos acerca del término “valor de uso”, que los clásicos atribuyeron a los bienes cuando hablaban del valor y que definían como la utilidad que tiene un bien para satisfacer una necesidad; o sea, una idea subjetiva del valor. Tal importancia, atribuyen a este principio los seguidores de la escuela que uno de sus más ilustres representantes, Bohm- Baberk, había de escribir en 1891: La idea de la “Utilidad Final es el “¡Semamo, ábrete!”, la fórmula que da la clave de todos los fenómenos más complicados de la vida económica y permite desentrañar los problemas más inextricables de la ciencia”.

Lo importante para los subjetivistas no es la utilidad general que tengan los bienes para satisfacer una necesidad, sino la que tiene un bien en particular, en relación con la necesidad individual. No es lo mismo hablar de pan, en términos generales, como satisfactor alimenticio, que hablar del pan que una persona en particular necesita para apagar su hambre. Como se observa, hay una relación directa entre la necesidad personal y el bien que ah de satisfacerla. Por otra parte, no significa lo mismo un pan para el que tiene hambre que para quien la tiene satisfecha, como tampoco tiene la misma importancia para el rico que para el pobre, ya que el rico puede satisfacer su hambre con varios satisfactores, mientras que el pobre, en el mejor de los casos, solo con pan o tortillas.

El concepto de “Utilidad Final o Marginal” está íntimamente ligado con el de necesidad. Es tan estrecha la relación, que Menger pretende explicar la desigual importancia que los bienes tienen para el individuo, a través de la desigualdad de las necesidades. En estas condiciones, de aceptarse la clasificación de las necesidades en primarias, secundarias, terciarias, etc.; resulta que las primeras revisten la máxima importancia, en general, porque entre ellas se encuentran el alimento, el vestido y la vivienda. Y, si bien es cierto que, en todas las circunstancias, el alimento es lo primero, no es menos cierto que en algunos casos se le dará preferencia a la vivienda o al vestido, antes de satisfacer plenamente la primera. Y lo mismo puede suceder con las necesidades del segundo grupo o del tercero. Es menester, entonces, aceptar diversos grados, los cuales están condicionados por la situación económica del sujeto y el grado de intensidad de sus necesidades. En general, podemos decir que los satisfactores se ordenan de acuerdo con la importancia que tienen para la vida humana.

Además, a medida que las necesidades individuales

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