Educación en el siglo XXI - relación con película Intensamente
Micaela MarquezTrabajo20 de Octubre de 2016
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Universidad de Buenos Aires[pic 1]
Facultad de Ciencias Sociales
Ciencias de la Comunicación
Tao Comunicación y Procesos Educativos
Parcial domiciliario
Cátedra: Minzi
2016
Siglo XXI: Nuevos desafíos para la educación
Los cambios que la llegada de la modernidad trajo consigo sin duda han hecho la educación más democrática. Sin embargo, cuando creíamos visualizar como continuaría el camino del desarrollo, la post modernidad irrumpió y trajo consigo una crisis de las instituciones debido a los importantes cambios en todos los ámbitos de la vida. En la actual coyuntura, las transformaciones son palpables y definitivas, y las instituciones no pueden desentenderse de ellas ni de los hábitos y prácticas que éstas acarrean. De todas las instituciones, creemos que la escuela debe adoptar de inmediato una mutación para acompañar los cambios y formar ciudadanos que tengan las competencias para desarrollarse que el mundo de hoy requiere. La aparición y el desarrollo incesante de nuevas tecnologías, las nuevas formas de producción y circulación de los saberes, los nuevos lenguajes que éstas articulan, la influencia que ellas tienen sobre las nuevas identidades y subjetividades, sobre la cultura y los consumos nos obligan, como docentes, a estar preparados y capacitados para formar alumnos críticos y responsables respecto a los usos de las herramientas que el nuevo entorno comunicativo e informacional nos brinda. En palabras de J.M.Barbero (2002) “Dos procesos están transformando radicalmente el lugar de la cultura en nuestras sociedades fin de siglo: la revitalización de las identidades y la revolución de las tecnicidades”. En este sentido podemos acordar con el autor cuando menciona que “los procesos de globalización económica e informacional están reavivando la cuestión de las identidades culturales-étnicas, raciales, locales, regionales” y al afirmar que “lo que la revolución tecnológica introduce en nuestras sociedades no es tanto una cantidad inusitada de nuevas máquinas sino un nuevo modo de relación entre los procesos simbólicos que constituyen lo cultural y las formas de producción y distribución de los bienes y servicios: un nuevo modo de producir, inextricablemente asociado a un nuevo modo de comunicar, convierte al conocimiento en una fuerza productiva directa”. Es decir, las nuevas formas que trae con ella la llamada “Era Digital” nos proveen tecnologías que no son meros “aparatos” sino nuevas formas de lenguaje y con ello nuevas formas de percibir el mundo, así como también de producir, de aprender, de sentir y, lo más significativo, tecnologías que desplazan a la escuela como único canal de legitimación de los saberes. Hoy los saberes se desplazan a velocidades inimaginables por diversos medios y cifrados en distintos tipos de lenguajes que circulan en forma masiva y que están al alcance de quienes utilicen las nuevas tecnologías.
Es por esto que “la educación, del nivel primario a la capacitación permanente de la fuerza laboral, es indudablemente, una prioridad estructural para nuestro proyecto de país. Siempre lo fue, es cierto, pero la Era Digital lo transforma, según Aguiar (2007), en una “urgencia de los tiempos”. Este autor nos señala que en estos tiempos y para el desarrollo del país en relación a un mundo que cada día ofrece más posibilidades a quienes poseen competitividad digital, “la fuente de riqueza de un país radica en la capacidad intelectual y operativa de su gente, en la creatividad con que usa los nuevos entornos tecnológicos en su provecho, en la formación recibida que le permite afrontar los nuevos cambios” (Aguiar, 2007, p.39).
La situación se suma al dato que nuestrxs alumnxs son nativxs de la Era Digital: nacieron, crecieron y se desarrollarán en un entorno cultural que es indudablemente muy distinto del que se nos presentaba 3 o 4 décadas atrás.
Inmersos en esta situación, la integración de la alfabetización multimedial a los contextos educativos formales se transforma en una prioridad y responsabilidad para los docentes y en una competencia esencial para nuestrxs alumnxs.
La educación multimedial no se termina en el simple conocimiento de las tecnologías, sino en el uso instrumental que podemos darle a ellas. La exposición constante a la tecnología nos pone a los docentes en un lugar decisivo donde debemos actuar para generar futuros ciudadanos conscientes y críticos respecto a lo que reciben, buscan, procesan y producen: la forma en que lo hacen y la utilización que hacen de las nuevas facilidades que nos traen las innovaciones. Allí está el eje en donde radica la mejora en la calidad educativa para convivir en el nuevo entorno que nos desafía: adaptarse para formar niñxs idóneos que puedan utilizar y poner a su servicio las nuevas tecnologías desde una actitud activa.
Ahora bien, la presencia de las nuevas tecnologías no ha hecho desaparecer las “viejas”: ambas conviven reestructurándose a medida que lo innovador pasa a ser antiguo. El mayor riesgo que nos plantea la inserción de las TIC al aula, lejos de creer que puede ser la reproducción de los intereses dominantes, es poner lo “nuevo” al servicio de lo “viejo”, es caer en la misma educación unilateral y plana pero con nuevos métodos. Si la tecnología se usa solo como soporte de un mismo modelo que se centra únicamente en el profesor, se encierra en reproducir mediante los nuevos medios el mismo proyecto de educación que ha dominado y prevalecido en el aula durante las últimas décadas.
Es necesario que reflexionemos constantemente sobre la idea de lo que la educación sí debería ser; pensar y accionar a favor de una enseñanza como un proceso interactivo, nunca acabado y donde el alumno se conciba como un sujeto activo de la misma y no como un mero receptor y acumulador de información, en términos de Freire debemos no reincidir en el modelo de una “educación bancaria”, ya que “en la medida en que esta visión bancaria anula el poder creador de los educandos o lo minimiza, estimulando así su ingenuidad y no su criticidad, satisface los intereses de los opresores” (Freire, 2008, p.4).
En forma similar lo apunta David Buckingham en relación a la fundamentación sobre el por qué de la importancia sobre la enseñanza de los medios de comunicación social. El autor sostiene que debe aplicarse el nuevo enfoque sobre educación mediática que intenta desarrollar un estilo más reflexivo de enseñanza y aprendizaje, “que permita a los estudiantes valorar atentamente su actividad como lectores y escritores de los textos mediáticos y comprender los factores sociales y económicos más amplios que están en juego” (Buckingham, 2005, p.35).
Un ejemplo para la inserción de de la alfabetización multimedial al aula es la propuesta del “Observatorio en narrativas multimediales”. El mismo tiene como finalidad que los alumnxs puedan reconocer, pensar y reflexionar sobre las representaciones que están presentes en los discursos de los medios masivos de comunicación; que interactúen con los medios que ellos frecuentan para poder indagarlos y deliberar sobre aquello que proponen, como los interpela en calidad de alumnxs, de consumidorxs y de niñxs y que mantengan una actitud crítica frente a ellos. La actividad en particular dependerá del curso en el que se aplique y de las capacidades y aptitudes de lxs estudiantes. Se puede también, para hacerlo más cercano a sus consumos, realizar una encuesta para elegir con qué medio trabajar. Cuánto más cercano sea a su experiencia cotidiana, mayor eficacia obtendrá para que los alumnxs puedan cuestionar las representaciones más naturalizadas y comprender el funcionamiento de su circulación.
Las propuestas de observatorios que se han desarrollado a lo largo de Latinoamérica y en todas las ocasiones en las que se implementaron, lo hicieron, y hacen, compartiendo ciertos rasgos como, entre otros: el reconocimiento de la importancia de la comunicación y como ello está directamente relacionado con la democracia, la insatisfacción del estado actual de los medios, la reivindicación de un público consumidor con actitud activa y responsable. También actúan desde una visión que pretende analizar para reformar y apoyan una actitud revisionista apoyada en un ejercicio regular, que mantenga un continuo monitoreo sobre el accionar de los medios. Pregonan, además, un interés particular por las nuevas tecnologías como Internet. (Herrera, 2005[1]). En este sentido, es parte de lo que la alfabetización multimedial debe incluir y promover. La idea de analizar los discursos que circulan en todas sus formas y en todos los medios, el concebirse como un sujeto que ante ellos no es pasivo ni mero receptor y cómo ello influye en la real participación e inclusión, es esencial para esta nueva etapa en la que la educación debe un pilar.
Trabajar esta modalidad con jóvenes y niñxs desde la primera etapa escolar es colaborar con su futuro. Una propuesta de Observatorio de Medios y los discursos que en ellos circulan abre un espacio para el análisis de los saberes que son producidos y circulan en espacios compartidos y a los que, en muchos casos, los jóvenes adhieren. En este sentido, no hay que olvidar que los estudiantes también son audiencia para los medios y ello los expone a los múltiples significados y representaciones que ellos ponen en juego. Este tipo de tarea los aproxima y los incentiva, mediante lo que para ellos forma parte de lo cotidiano, a la reflexión de sus prácticas, de la recepción y análisis de los procesos de circulación y construcción de sentido e interpretación de las producciones provenientes de los medios de comunicación. Justamente ese es el objetivo del Observatorio de narrativas multimediales: hacerse consciente frente a las nuevas tecnologías, abordarlas desde un lugar de ciudadanos responsables no solo para recibir la información sino también en la instancia de producción, ser parte y fomentar la actitud activa de la audiencia para indagar, explorar y cuestionar de forma sistemática aquello que se nos presenta como verdad mediada.
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