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El Liderazgo En Las Organizaciones Inteligentes.


Enviado por   •  9 de Noviembre de 2014  •  2.914 Palabras (12 Páginas)  •  180 Visitas

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EL LIDERAZGO EN LAS ORGANIZACIONES INTELIGENTES”

Este trabajo establece las diferencias entre los conceptos de ‘autoridad’, ‘dirección’ y ‘liderazgo’, en las organizaciones modernas llamadas ‘inteligentes’, tanto en épocas estables como en las de crisis.

Incluye citas sobre conceptos de importantes estudiosos del tema y menciona los componentes estructurales de una organización inteligente y los principios que los guían.

Liderazgo y autoridad.

En la gran complejidad de la sociedad humana, el ejercicio de la autoridad es un fenómeno constante y universal. Cada día millones de seres humanos interactúan entre sí en multitud de relaciones que suponen jerarquía y subordinación, transmisión de decisiones tomadas por alguien y aceptación de tales decisiones por otros.

Este es un fenómeno sociológico de gran importancia, al que vale la pena que le dediquemos unos momentos de reflexión.

El ejercicio de la autoridad aparece no sólo en la sociedad global, sino también en todos y cada uno de los sectores organizados de la sociedad: un ejército, por ejemplo, una empresa, un ministerio, una iglesia, un club, un deporte... Es decir, que cada organización, por pequeña que sea, dentro de la sociedad, tiene su propia estructura de autoridad.

Pero hay otro concepto con el cual frecuentemente se confunde el de autoridad: es el del liderazgo.

1) La autoridad racional, basada en la aceptación de leyes y normas impersonales y en el derecho que tienen de mandar y ser obedecidos, quienes poseen esta autoridad que él llama “racional-legal”. Es el tipo de autoridad que predomina en las sociedades occidentales modernas.

2) La autoridad tradicional, basada en la aceptación de las tradiciones y costumbres que legitiman la posición de mando de quienes están constituídos en autoridad de acuerdo con la tradición. Es el caso típico de las monarquías hereditarias.

3) La autoridad carismática, basada en el respeto, devoción y entrega a una persona por su “carisma”. El carisma, que en sus orígenes tuvo un sentido puramente religioso, es definido por Max Weber como “una cualidad atribuida a un individuo, en virtud de la cual éste se destaca entre los demás miembros de la organización y es aceptado y obedecido por sus poderes o virtudes especiales o excepcionales”.

En una situación de liderazgo, la personalidad de los seguidores es tan importante como la del líder. El liderazgo puede basarse en cualidades personales (aspecto físico, valor, simpatía, etc.), en el prestigio que otorga la posesión de ciertos conocimientos y cualidades, o de posiciones sociales elevadas, o por una combinación de varios de estos elementos”.

El enfoque sistémico.

El estudio de las organizaciones, su funcionamiento y por qué las organizaciones y sus miembros funcionan bien o mal, pertenece a la dinámica organizacional. Esta disciplina en la que se integran y complementan diversas ciencias del comportamiento humano, como la sociología, la psicología y la antropología, trata de resolver las cuestiones de liderazgo en las organizaciones, cómo motiva el líder a sus subordinados, cuándo los grupos deciden mejor que los individuos, qué factores influyen en un liderazgo efectivo, cómo podría mejorarse la estructura de una organización para optimizar la efectividad, cuáles pueden ser las fuentes de conflicto en una organización, cómo influye la actuación del líder sobre los individuos y demás aspectos de la organización, etc.

Estas y muchas otras cuestiones dieron lugar a una multitud de investigaciones, que en un principio partieron de la hipótesis general de que había una única manera de liderar una empresa y de dirigir al personal. Se presuponía que todas las organizaciones eran iguales, y por lo tanto, las tareas del director o gerente responsable eran siempre las mismas. Más aún, se asumía como parte de esta hipótesis que el comportamiento de los empleados respondía a razones y motivaciones simples.

Hoy, esta concepción simplista ha sido totalmente descartada, en favor de una concepción sistémica. La idea de sistema supone una causación múltiple e interrelaciones complejas. “Cada cosa se relaciona con el todo”. Es decir, que una organización es un sistema de numerosas partes interrelacionadas o subsistemas: método de trabajo, redes de comunicación, estructura de roles, premios y sanciones, etc. Todos estos subsistemas interconectados constituyen la organización.

Es decir, que el enfoque sistémico pone el acento en la interrelación de las partes y subraya la importancia de interpretar cada parte individual solamente en el contexto de todo el conjunto, como veremos más adelante.

Los gerentes o líderes efectivos no necesitan conocer y controlar la totalidad de lo que se decide y se lleva a cabo en cada sector o subsistema. De lo contrario nunca terminarían de analizar y resolver el primer problema que se les planteara. Lo que se espera de su liderazgo es asignar roles, y definir capacidades y objetivos. Por consiguiente, deberían interiorizarse solamente de los problemas más importantes y generales, delegando su autoridad y escuchando la opinión de sus subordinados en la solución de los problemas puntuales que escapan a su control y posibilidades.

En este contexto, los autores distinguen tres estilos de liderazgo:

1) El liderazgo laissez-faire.

2) El liderazgo autoritario o autocrático.

3) El liderazgo democrático.

El líder laissez-faire confía todo a la mera espontaneidad de los miembros del grupo. No asigna tareas. Permite al grupo la determinación y distribución de ellas, provocando confusión, desorganización y fricciones entre sus miembros. Este líder no evalúa, ni sanciona. Es inseguro y por eso es permisivo.

El líder autoritario o autocrático está en el otro extremo: decide y dispone todo por sí mismo sin contar con los demás. Los miembros son meros ejecutores de las órdenes de la autoridad, y por ende, suelen ser apáticos y pierden su iniciativa y responsabilidad. Este líder impone las normas controlando su cumplimiento. El grupo termina disolviéndose o cayendo en un mero formalismo.

El líder democrático deja a los miembros del grupo un amplio margen de iniciativa, respeta a las personas, consigue la cooperación del grupo por su competencia, paciencia, tolerancia y honestidad. No da órdenes. Da ejemplo, estimulando la auto-orientación. En lugar de

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