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El Oro Negro


Enviado por   •  26 de Marzo de 2014  •  1.282 Palabras (6 Páginas)  •  1.007 Visitas

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Universidad Monteávila

Daniela González

Análisis PIB

El oro negro: arma de doble filo

Para nadie es secreto que desde la aparición del oro negro en el mapa de la economía nacional y por ende del mundo, este hidrocarburo ha pasado no sólo a determinar las prioridades de las actividades productivas del país, sino a asentarse y consolidarse como un sinónimo innegable de la misma definición de nuestra nación. Venezuela es, a nuestros ojos y los internacionales, bochinche, trópico, pero ante todo, petróleo. Y es que como herederos de esta providencia divina gracias a nuestra fortuna geográfica, el petróleo se ha vuelto nuestro norte, nuestro escudo y nuestro laurel; y en términos económicos, nuestra pretexto para desarrollar una economía quasi obsesivamente petroteísta y poder dormir en paz.

Pero es que responde a la lógica pura aprovechar al máximo esta potencialidad económica, enraizada en el hecho de tener de sobra lo que quienes carecen de él, se disputan a pico y espada. ¿No es así? Por supuesto que sí, pero no nos confundamos. El simple hecho de poseer algo no nos hace dignos del prestigio que acarrea. Si el goce de un capital petrolero no nos encamina hacia una intención de desarrollar a partir de él un capital económico y social verdadero, se vuelve a penas la herencia regalada de una abuela a su nieto hedonista. Se vuelve su razón de no ser, de su no esfuerzo y del alarde no merecido y temporal de su cuenta de banco.

Y es que un país que no gozara de este magno caudal crudo, no se hubiese podido dar el lujo de cometer los inciertos económicos que ahora afligen a diestra y siniestra el territorio nacional. Pero si bien la herencia de la abuela se puede disfrutar, si el nieto hedonista no sabe cómo manejarlo y cómo ponerlo a producir, pues el grifo monetario se cierra; la herencia se acaba y el nieto debe entonces, ponerse a buscar otra vía para ganarse el pan.

Si analizamos las cifras extraídas del Banco Central de Venezuela podemos notar que para el año 2002, el PIB concerniente a la actividad petrolera se ubicaba alrededor de 6,595,672 mil BsF. y su homólogo para el año 2012 logró ascender a 6,682,723 mil BsF. “¡Saquen la champaña! ¡Hemos aumentado el PIB petrolero!” –diría el nieto hedonista. Pero antes de cantar victoria dispongámonos a analizar los factores subyacentes que nos harían volver a guardar el sacacorcho. En primer lugar, no basta con comparar los valores de los polos extremos de una década completa, ni con asumir que dichos años gozan de una igualdad de condiciones equiparable. Si hacemos reminiscencia al pasado logramos recordar que el 2002 fue el año en que se concibió la mayor huelga patronal en la historia de latinoamérica y cuyas secuelas económicas fueron, por decir poco, nefastas: escasez de alimentos y gasolina; aumento en los índices de desempleo y comercio informal; quiebre de numerosos entes comerciales, disparo inflacional y un consecuente desplome del PIB. Razones suficientes para acordar que no fue un año estándar para la economía nacional. Y entre el blanco y negro de los polos de la década, hay un matiz de grises que no pueden pasarse por alto. El crecimiento económico auténtico de un país debe constatar un crecimiento paulatino pero siempre ascendente. Una picada en sus valores, de lleno que es normal, pero debe ser la excepción a la regla para que su desarrollo pueda calificarse como satisfactorio y estable. Si bien entre el valor primero y último de este período de diez años hay un avance cuantitativo, entre los matices de sí, observamos fluctuaciones periódicas: un subibaja que no garantiza ninguna estabilidad.

Venezuela es un país que puede analizarse desde dos perspectivas para su análisis comparativo. La primera de ellas viene ligada a su naturaleza de ser un país perteneciente

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