El Taller Sin Cronömetro? Apuntes Acerca De Las Empresas Recuperadas
14 de Enero de 2013
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Revista Herramienta Nº 28, Marzo, 2005, Argentina
El taller ¿sin cronómetro? Apuntes acerca de las empresas recuperadas
Autor(es): Fajn, Gabriel - Rebón, Julián
Fajn, Gabriel. Coordinador del Seminario Sociología de las Organizaciones: Fábricas y Empresas Recuperadas, Facultad de Sociología, Universidad de Buenos Aires (UBA). Coautor del libro Empresas y Fábricas Recuperadas, Protesta social, autogestión y rupturas en la subjetividad, Ed. CCC, 2003.
Rebón, Julián. Sociologo, dirige el proyecto Sociogénesis y desarrollo del proceso de recuperación de empresas, UBACYT, Programa de Investigación sobre Cambio Social del Instituto Gino Germani-UBA. Autor del libro Desobedeciendo al desempleo. La experiencia de las empresas recuperadas, Picaso-La Rosa Blindada, 2004.
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Introducción
Desde fines de los años ´90 una gran cantidad de empresas fueron recuperadas por sus trabajadores con el objetivo primordial de defender sus fuentes de trabajo y mantenerlas en funcionamiento. En torno al fenómeno que abarca alrededor de ciento ochenta unidades productivas en todo el país, se abren un conjunto de procesos sociales, dinámicas políticas, estrategias jurídicas y desarrollos económicos que proporcionan a esta problemática una gran complejidad y riqueza. Estas empresas representan uno de los emergentes más originales de la lucha de los trabajadores por conservar sus puestos de trabajo frente a la sistemática destrucción del aparato productivo.
Asimismo, las empresas recuperadas por los trabajadores constituyen una nueva expresión social que cobra importancia en la realidad argentina mediante prácticas colectivas que pueden entenderse como formas de respuesta a la crisis y propuestas exploratorias de modalidades de gestión alternativas.
En el presente artículo nos aproximamos a la problemática de las fábricas recuperadas desde tres ejes centrales.
Por un lado, identificando las causas económicas, políticas y sociales que indujeron los procesos de recuperación de empresas. En segundo término, analizamos las dinámicas organizacionales relacionadas con los nuevos desafíos de la gestión colectiva. Por último, incorporamos algunas referencias sobre los cambios en los procesos de trabajo -temática que aún no esta incluida con la rigurosidad que requiere- en la agenda de reformas de estas empresas.
En tal sentido, cada eje -los enfrentamientos sociales, la gestión colectiva o los procesos de trabajo- es analizado en su especificidad y en la matriz relacional que se estructura en el juego de condicionamientos, impactos y contradicciones entre cada una de las dimensiones. A modo de ejemplo, podemos afirmar que los procesos de lucha están estrechamente relacionados con las formas autogestivas que cada organización fue construyendo, y que puede percibirse en las prácticas que se fueron desarrollando al interior de las empresas.
Recuperando las causas
En este apartado presentamos algunas reflexiones sobre la causalidad de la recuperación de empresas. Dichas hipótesis son resultado de los avances de un proyecto de investigación sobre empresas recuperadas en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires, con lo cual muchas de estas hipótesis no deben trasladarse mecánicamente a otras jurisdicciones, en especial en lo atinente al rol del gobierno local.
Comenzamos por analizar brevemente el contexto en el cual el proceso se desarrolla. La reestructuración capitalista del territorio argentino, operada a partir de la última dictadura militar y consolidada con las reformas implementadas a partir de 1989, constituye un conjunto de cambios en los patrones de acumulación de capital y distribución del ingreso. Dichas transformaciones desplazaron progresivamente a la industria manufacturera como eje neurálgico y ordenador de las relaciones económicas y sociales de la economía, cediendo dicho lugar a los servicios y, fundamentalmente, al capital financiero (Basualdo: 2001; Sec. Desarrollo Económico: 2003). La crisis de dicho patrón de acumulación registrada desde fines de los 90, y profundizada a partir de 2001, constituyó un proceso de abandono parcial del mando capitalista de la producción, expresado en quiebras, cierres y otras modalidades.
La reestructuración del capital en los ‘90 afectó el consumo y reproducción de la fuerza de trabajo, incrementando su pauperización y subutilización. Con la crisis de fines de la década esta tendencia se potencia. En el espacio productivo se produce una creciente vulneración de las relaciones salariales, bajo las modalidades de despido e incumplimiento salarial. En paralelo, tendieron a desaparecer las compensaciones laborales por despidos: en el punto más alto de la crisis, la indemnización deja de existir de hecho para una porción importante de los asalariados de las empresas que cierran.
En simultáneo, se expresó una crisis del mando capitalista de la sociedad. Su expresión más acabada la encontramos en los hechos de masas de diciembre de 2001 que enmarcan la caída del gobierno de Fernando De la Rúa. Con la crisis del "modelo" económico y la agudización de las contradicciones y rupturas al interior del bloque dominante, se desarrolla una creciente crisis de dirección. De esta manera, la direccionalidad hasta ese momento dominante en la sociedad argentina y, con ella, sus personificaciones, comienza a ser cuestionada por dentro y por fuera de la clase dominante. Se produce una crisis de legitimidad que abarca a sus principales personificaciones. La ilegitimidad de la clase política alcanza una inusitada magnitud que abarca a otras instituciones, como la justicia, las fuerzas armadas, el empresariado y los sindicatos. Casi todas las instituciones en que se apoyaba el orden social eran cuestionadas; el sistema en general estaba en descrédito ante los ojos ciudadanos.
Al calor de la crisis, se desarrolló uno de los más importantes ciclos de protesta social de las últimas décadas de la historia argentina. Desde fines de los ‘90, movimientos sociales de diverso tipo y de composiciones heterogéneas, invadieron las calles y los espacios públicos del país. Las distintas fracciones sociales, con diferentes tiempos e intensidades, se sintieron convocadas a la protesta. En este marco, grupos de diversa identidad y localización en la estructura social pusieron en crisis los disciplinamientos sociales y sus obediencias anticipadas; en su punto más alto, la protesta desencadenó un embrionario proceso de autonomización que encontró su forma central en la acción directa (PICASO: 2002). En el territorio estudiado, la autonomización se expresa en un heterogéneo proceso de avance sobre la dirección de la producción por parte de algunos trabajadores. Precisamente, el punto de partida estructurante de las recuperaciones lo encontramos en la crisis de la heteronomía capitalista en el ámbito de la producción, resultante del incumplimiento de las relaciones salariales y su retiro de la producción.
Por otra parte, las recuperaciones se nutren de los cambios y continuidades en el conflicto obrero de la última década. Se encuentran en continuidad con las tendencias a la defensa del empleo y pago de salarios atrasados, así como a la descentralización del conflicto. La gran ruptura consiste en que el sindicato como forma organizacional ha dejado de ser dominante. El creciente debilitamiento sindical favoreció la posibilidad de que los trabajadores puedan elegir el camino de la recuperación aún en los casos en que este proponía otra estrategia o se oponía abiertamente al proceso.
Para avanzar en un análisis explicativo del fenómeno estudiado, es necesario considerar no sólo los elementos exógenos de los cuales se nutre el proceso, sino también las particularidades que presentan el trabajo y capital directamente involucrados.
El perfil arquetípico de las empresas involucradas corresponde a una fábrica de una antigüedad aproximada de cuarenta años, que en momentos de mayor expansión ocupó de cuarenta y cinco a cien trabajadores y que, durante las dos últimas décadas, fue sufriendo progresivamente procesos de achicamiento que significaron, desde la perspectiva de la fuerza de trabajo ocupada, la expulsión de la mayoría de sus asalariados. El carácter predominantemente industrial del proceso debe ser destacado por dos razones que potencian el fenómeno. Por un lado, es uno de los sectores de la economía donde la destrucción de capital y la expulsión de fuerza de trabajo fueron más intensas. Por otra parte, es uno de los sectores con mayor experiencia organizativa, particularmente sindical, por parte de los trabajadores. No obstante, si bien el fenómeno tiene su origen en la industria, posteriormente se expande al sector servicios.
En líneas generales, podemos señalar que los empresarios desplazados en la mayoría de estos procesos son fracciones relativamente periféricas del capital. Esto favorece el proceso de recuperación al generar menos resistencia a su desarrollo.
En relación a los trabajadores involucrados podemos señalar que poseen una serie de atributos que potencian su participación en la recuperación: ser asalariados en "blanco" y con antigüedad en la empresa, ser jefes de familia, insertos en su mayoría en puestos de baja calificación y con niveles relativamente importantes de experiencia previa en organizaciones sociales y reclamos colectivos[1]. Con respecto a la experiencia organizativa, debemos destacar que el proceso instrumentaliza una cultura anclada en la rica historia de la clase obrera, tanto en función de la lucha por la recuperación como en la gestión de la producción. Así, la mayoría de los referentes registran experiencias previas
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