El debate en torno a la autonomía y al estatuto profesional y epistemológico de la docencia.
joseoryan2Ensayo27 de Septiembre de 2018
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Examen parcial segunda unidad de aprendizaje: el debate en torno a la autonomía y al estatuto profesional y epistemológico de la docencia.
Durante la historia del profesorado han surgido diferentes tradiciones docentes que han determinado la labor de los maestros, especialmente por lo que el Estado y las diversas instituciones y organismos públicos como privados esperan de ellos, la última de estas tradiciones es la profesional, que se comienza a desarrollar a partir de la segunda mitad del siglo XX dentro del marco económico, político y social del sistema neoliberal. A partir de esta situación se comienza a generar un debate sobre el concepto de profesión, que genera lógicas de significados que son antagónicas y también diferentes entre sí. Todo esto da cuenta de un largo camino que aún está por definirse. Dentro de la profesionalización se toman en cuenta temas como: la valoración social de los profesores, el mejoramiento de la formación inicial y en servicio, el manejo de un conocimiento especializado, el compromiso social, la participación dentro de las reformas políticas y educativas, por último, el control sobre la propia autonomía de su labor.
Bajo este contexto, la tradición profesional se da en un ambiente de transformación del orden escolar reflejado en:
1) La masificación de la escolaridad que comenzó a gestarse en la década de 1980
2) Nuevos criterios de admisión en algunos colegios, que se caracterizaron en promover la segregación social ,acordes al nuevo sistema imperante
3) Cambios en las relaciones entre generaciones que trajeron como consecuencias una crisis de la “autoridad del profesor”
La introducción de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación han generado en el profesorado, una sensación de obsolescencia, es decir, ellos han sentido que podían llegar a ser reemplazados por estas nuevas tecnologías.
De acuerdo con el Observatorio Chileno de Políticas Educativas (OPECH) (2009), la profesión docente, al igual que otros conceptos que se relacionan con el ámbito educativo se pueden conceptualizar o comprender de muchas maneras dependiendo del criterio que utilice la sociedad, las autoridades o las mismas casas de estudios. Estas visiones que aportan la sociedad se fusionan con las experiencias personales que tiene cada docente para desempeñarse dentro de una cultura escolar ya institucionalizada. Es por eso esta concepciones sobre la tarea docentes están inmersas en este discurso que se ha ido construyendo social e históricamente.
Es por eso que se destaca, con mayor énfasis los discursos, prácticas y las políticas que se asocien a esta situación “que podrían señalarse corresponde, centralmente, a tres maneras de entender al docente y su quehacer: 1) autoridad responsable de la socialización; 2) técnico que aplica metodologías y técnicas de enseñanza; 3) profesional reflexivo y crítico o transformativo”. (Observatorio Chileno de Políticas Educativas, 2009, p. 89).
Para entender netamente lo que trata la profesionalización docente y el por qué ha surgido este debate y discurso, antes debemos comprender la esencia sobre la cual surge, es decir, el profesionalismo clásico y cómo éste se manifiesta dentro de nuestra sociedad. Este profesionalismo es la base por la cual los organismos internacionales toman para utilizarla dentro del marco de la educación y que posteriormente genera controversias las cuales son manifestadas y generan el debate del cual estamos hablando. Generalmente se le asocia el término del profesionalismo a los tópicos más conocidos como el del médico o el abogado y es que precisamente son quienes comienzan la tradición de este término.
Contreras (1997) nos explica que una profesión debe tener ciertas características que son propias de ellas, por ejemplo; 1) que contengan un saber específico y global dentro de su profesión; 2) la disposición que contenga a acatar a sus decisiones; 3) la actitud de servicio que tenga frente a la sociedad; 4) la autonomía que tenga la profesión; 5) el prestigio social y reconocimiento legal y público de su status y por último; 6) una subcultura profesional especial, es decir, que dicha profesión contenga su propia cultura dentro de la sociedad lo que a su vez le daría una categoría excluyente.
Si vemos estas características y las colocamos en el caso de la docencia, se generaría una discrepancia pues no se cumple a totalidad los requerimientos que se pide para esta sea considerada como una profesión, ante esto se señala que:
Así, cuando se ha comparado a los enseñantes con estas características, la conclusión más habitual a la que se llega es que la única denominación que se les puede aplicar es la de semiprofesiones, ya que se les considera faltos de la autonomía respecto del Estado, que fija su práctica, carentes de un conocimiento especializado propio y si una organización monopolista propia que regule el acceso y el código profesional.
(Contreras, 1997, p. 37)
A raíz de esto, también se encuentran otros elementos que justifican aún más el por qué la docencia no se puede considerar como una profesión, entre ellas están: 1) los rasgos del idea se servicio o de vocación; 2) la autonomía frente a la sociedad (entiende esto desde el punto de vista de los estudiantes) y 3) el trabajo no rutinario que se presenta en ocasiones. Debido a esta situación, los enseñantes se reivindican sobre el status que desean adquirir y que sólo la profesionalización les puede otorgar pues recibirían reconocimiento social, legitimización y privilegios que una semiprofesión u oficio no les daría.
Debemos comprender que la definición del término de profesional contiene una multitud de significados e interpretaciones por lo que según lo abordado en clases (el día 07 de noviembre) tiene una falta de rigurosidad y el constante enfrentamiento por una definición y aplicación única. La palabra profesional es aplicada y entendida de muchas formas, según Gyarmati (1984), esta es una evasión, porque su definición es una problemática sin resolver, es decir sin una explicación clara no se podría saber de qué es de lo que se está hablando. Pone el ejemplo de un futbolista profesional, el cual recibe ingresos por esta actividad en vez de hacerla por afición o por recreación, este ejemplo pone en debate el tema de que si cada actividad fuera rentable, debería ser considerada como profesional, el autor señala que no, ya que además del futbolista profesional, los gasfíter o campesinos de igual manera perciben ingresos, pero no entran dentro del rango de profesional. De esto se deprende que un profesional debería tener una cantidad de conocimientos mayor que se logra adquirir en ciertas instituciones de educación superior. De este planteamiento surge otra nueva duda, ya que bibliotecólogos o profesores de igual manera tienen un conocimiento especializado adquirido en la universidad, pero sin embargo no entra dentro del mismo status o rangos profesional que un abogado o un médico. Es por esto que el autor para resumir explica que:
Las ocupaciones que son definidas como profesiones adquieren una posición especial dentro de la sociedad. Se les otorga ciertos privilegios y derechos, a veces respaldada por disposiciones legales, que se niega a otras ocupaciones. Algunas de ellas logran convertirse en organismos de gran influencia y poder.
(Gyarmati, 1984, pág. 35.)
El autor agrega que en países de habla inglesa para dividir si una profesión tiene conocimientos más amplios que otras, las dividen en semi-profesión, para-profesión y la profesión verdadera, esta última tendría conocimientos más amplios y complejos. Pero explica que estas distinciones serían solo un juego de palabras que otorgaría mayor prestigio y estatus social. Gyarmati (1984) las divide en tres enfoques planteados por autores, siguiendo la línea de una profesión verdadera para así poder distinguirse del resto, las cuales resumidas serian: a) identificar y definir las características de una profesión y lo que las distinguen de las no profesionales, b) distinguir cuales profesiones son más profesionales que otras, y c) la evolución y funcionamiento de las profesiones.
De acuerdo con Menghini (2001) otra característica que se puede mencionar sobre la profesionalización de la docencia es la identidad que adquieren los docentes dentro de este discurso y la pugna que se ha generado a partir de dos puntos de vistas sobre cómo se debe entender la docencia en la sociedad, con lo dicho nos estamos referimos si éstos deben ser calificados como trabajadores de la educación o como profesionales.
Para aclarar esta situación debemos primero comprender el contexto en el cual ha surgido esta problemática, más en específico, hay que enfocarnos en dichos términos en los que nos estamos basando, primero mencionar y explicar uno para luego dar paso al otro término.
Menghini (2001) comienza analizando el término de “trabajadores de la educación” en los que los docentes la utilizan como nombre para defender sus luchas como trabajadores dentro de un conjunto de clase asalariada, surge a partir de los años 70 a partir de la motivación de las agrupaciones gremiales, es decir, los primeros grupos sindicales no oficiales en pro de la lucha de clases dentro de las ya consideradas profesiones, defendiendo a la docencia como una carrera que no excluye y no segrega a quienes ingresan a ella como lo hace las carrera que éstos consideran profesionales.
El calificativo de trabajador tuvo gran fuerza durante los años 70 y mantuvo su auge hasta los años 80, pero en éste último tiempo se produjo un cambio, ya que comienza a adquirir importancia el término de profesional que fue impuesto
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