Los Debates Epistemológicos en el Campo Pedagógico
docdoctorarMonografía12 de Abril de 2018
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Debates Epistemológicos en el Campo Pedagógico
“La fecundidad del conocimiento científico procede de que siempre progresa dialógicamente, en las complementariedades antagonistas de la razón y la experiencia, la imaginación y la verificación. Donde las estrategias del conocimiento encuentran su mejor viático es sin duda en la dialógica acción/praxis, comunicación/intercambio, reflexión/crítica.”
Edgar Morin[1]
Méthode, Méthode, que me veux-tu?
Tu sais bien que j’ai mangé du fruit de l’inconscient.
Jules Laforgue[2]
En el presente texto me propongo un acercamiento “epistemológico” a cuestiones que considero de interés indagar y que interpelan mi práctica profesional[3].
Considerar los actuales desafíos respecto, tanto del lugar social del “pedagogo” y "profesor universitario”, como de su relación con el “conocimiento”, se encuentra ligado a pensarme y re-conocerme desde una afirmación expresada hace bastante tiempo -en los inicios de mi carrera- por Alfredo Furlán, quien hablando de la Pedagogía y del quehacer del Pedagogo decía: “...el sino de su propia disciplina es estudiar la sombra de su propia presencia, los avatares de su propia intervención...”
Nuevos fenómenos sociales, económicos, políticos y tecnológicos sientan las bases de una nueva forma de organización social y modelo cultural[4] que oficiarían de nexo entre los complejos procesos simbólicos y las formas de producción y distribución de bienes y servicios. Afirmación que implica, a su vez, el reconocimiento de la existencia de la difusión del “proceso globalizador”.
Bourdieu[5] refiere a la «mundialización» como la base para hacer aceptable una reestructuración un retorno a un capitalismo salvaje, pero racionalizado y cínico... siendo la globalización un mito en el peor sentido del término, un discurso poderoso, una idea matriz, una idea que tiene fuerza social, que consigue que se crea en ella... operándose la destrucción de las bases económicas y sociales de las conquistas culturales más excepcionales de la humanidad. [...] La autonomía de los universos de producción cultural respecto al mercado, -que no había cesado de crecer gracias a las luchas y sacrificios de escritores, artistas y científicos-, está cada vez más amenazada. [...] y qué decir de las ciencias sociales, [se encuentran] condenadas a satisfacer los encargos directamente interesados de las burocracias, empresariales o estatales, o morir bajo la censura del poder (en el que se turnan los oportunistas) o el dinero.
Bourdieu sostiene que el neoliberalismo convertido en programa político junto a una teoría económica en la que se apoya puede llegar a pensarse como una descripción `científica´ de lo real... “Se oye decir machaconamente –y es lo que crea la fuerza de este discurso dominante- que no hay oposición posible a la visión neoliberal, que se presenta como algo evidente, contra lo que no cabe ninguna alternativa. Si esta idea se ha convertido en un tópico generalmente aceptado, es porque existe todo un trabajo e inculcación simbólica en el que participan los periodistas o los simples ciudadanos, de manera pasiva, y, sobre todo, cierto número de intelectuales, de modo muy activo. Me parece que los investigadores tienen un papel que desempeñar contra esta imposición permanente e insidiosa que produce, por impregnación, una auténtica creencia. En primer lugar, pueden analizar la producción y la circulación de ese discurso”.
Por su parte, autores como Burton Clark y Michel Gibbons[6] reconocen un nuevo sistema de producción de conocimientos en el que las universidades no necesariamente poseen el papel protagónico. La producción del saber es realizada en cooperación, por múltiples asociados científicos y no científicos, a la vez que cambian las pautas de financiación de las investigaciones, siendo las empresas, las industrias, y los grupos de presión sociales los que intervienen directamente como partes, junto a los organismos oficiales y las fundaciones.
La “ciencia acude al mercado” y el propio saber se convierte en una mercancía con la que se comercia.
Surge la idea de redes o procesos complejos, interactivos, que se retroalimentan, como característica de la nueva forma en que se produce conocimiento y la innovación tecnológica. Se presenta, bajo estas líneas de análisis la existencia de una dinámica favorable a la comercialización y a la privatización. La relevancia temática de la nueva agenda en torno a la producción de conocimiento científico se ve interpelada por esta nueva concepción en la forma de producción del conocimiento, como así también la idea de interacciones entre agentes en el plano regional e internacional.
Se asume una nueva concepción de la ciencia como una fuente de oportunidades estratégicas, sustentadas en una estrecha relación con las necesidades de la sociedad, lo cual a su vez implica la definición de prioridades de desarrollo científico y tecnológico, guiadas por las demandas sociales, y que se construyen por la interacción de un conjunto de actores.
En este marco considero pertinente el análisis de certezas epistemológicas, conceptuales y metodológicas a través del ejercicio de la “crítica[7]” de la Agenda de las propuestas y los procesos formativos.
II
Tomemos en este apartado los conceptos de Agenda y Relevancias Temáticas como herramienta de análisis y marco para buscar acuerdos de significación.
Desde una primera aproximación al concepto de “agenda[8]” -en base a la indagación realizada por Rodríguez Rivera-, se la define como mecanismo que regula la forma en que una comunidad científica desarrolla sus conocimientos según planes, proyectos de investigación, desarrollo de tesis, etc.
Este tratamieno del concepto “agenda” es visto en conexión a los temas de:
Sistema, como marco más general en el que se da la coordinación de actividades de un grupo
Poder, como posibilidad de imposición de decisiones de unos sobre otros,
Toma de decisiones como un proceso en que hay que resolver problemas objetivos pero también superar conflictos en el sistema de dirección del sistema y
grupos de intereses, aspectos también de la dimensión social y política de los sistemas organizados.[9]
Siguiendo a Cobbs/Elder, se puede considerar la agenda, como creación de relevancias temáticas, que provienen de los “conflictos” entre grupos, cuando se presenta la necesidad de la distribución de recursos o de posiciones.
Las relevancias temáticas no surgirían de un interés puramente especulativo, sino más bien dentro de un campo de fuerzas polarizado por intereses encontrados de quienes observan un dominio de posibilidades de acción.
Desde otra perspectiva, fueron particularmente los trabajos de Schütz sobre el concepto de “relevancias” y de su continuador Luckmann –junto a Berger en la obra “La construcción social de la realidad”– quienes pusieron en el centro de atención de la investigación sobre la dimensión sociológica del conocimiento, el problema de la comprensión de la actividad de un sistema social al construir “temas” o marcar “relevancias”.
Esta línea de pensamiento es retomada posteriormente por Habermas quien define “situación” –conjunto de relaciones de elementos en flujo constante– como el horizonte concreto en que el individuo o grupo social se encuentra frente a una determinada constelación de problemas, que a su vez surge al darse una orientación a “objetivos de la acción”, condicionada por los “intereses” de esos sujetos. Es así como se delimita un “dominio de relevancias”, en cuyo horizonte emergen los “temas”.
Un tema surge en conexión a los intereses y objetivos de la acción (al menos) de un participante; describe el ámbito de relevancias de los componentes de la situación que son tematizables y recibe su acento (importancia) por los planes construidos por los participantes, sobre la base de su interpretación de la situación, para realizar los fines que vienen al caso (Habermas: 1984 b).
Desde otra perspectiva, McCombs (1981) alude a que el establecimiento de un tema en una "Agenda" no determina qué es lo que hay que pensar, sino sólo estimula el sistema cognitivo en el sentido de centrar el esfuerzo sobre el item en cuestión. Es claro que no todos los participantes en una `comunicación centrada temáticamente´ dedican el mismo interés a los temas en discusión ni tampoco asocian o conectan dichos temas o nudos temáticos con otros. Pero al definir algo como "tema" ciertamente se contribuye a centrar la atención de los participantes en un debate. Por lo demás, McCombs (1992) llamaba luego la atención sobre el hecho de que el establecimiento de una agenda temática también influiría sobre el modo cómo se piensa sobre esos temas. Es decir, la misma inserción en una "agenda" implica establecer también determinados nexos o conexiones a otros nudos temáticos, y eso evidentemente supone definir la forma en que se piensa de un tema (se seleccionan determinadas asociaciones y se excluyen otras). Se establecen prioridades y se encauza el tratamiento cognitivo en determinadas direcciones. El tema actúa pues, como estímulo del comunicar, obliga, por así decirlo, a realizar aportaciones a la discusión y contribuye a "estructurar" el sistema-proceso del comunicar en cuanto eleva la probabilidad de realizar determinadas conexiones a otros nudos temáticos asociados[10].
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