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Escuelas De Vanguardia Argentina. Florida Y Boedo Comparación De técnicas Estilísticas.


Enviado por   •  27 de Mayo de 2014  •  1.994 Palabras (8 Páginas)  •  394 Visitas

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En el discurso literario de la Argentina de los años veinte se atisba, ya sea para aquellos escritores realista sociales o para los de tendencia cosmopolita, una redirección de la atención hacia los problemas del yo observante. La ciudad plantea un nuevo paisaje urbano reconfigurado por la modernización tecnológica, de medios de comunicación, transporte, etc. Tales procesos impactaron sobre las costumbres y percepciones de los intelectuales, por consiguiente reflejándose en sus producciones.

A partir de la consideración de una de las renovadoras técnicas estilísticas que la escritura vanguardista argentina promovió, intentaré dilucidar su empleo diferencial en las obras de algunos reconocidos exponentes de las escuelas porteñas Florida y Boedo. Dichas diferencias se basaran fundamentalmente en la manera en que son empleadas, la finalidad que buscan con su uso, los ámbitos priorizados.

Francine Masiello explica este recurso panorámico como aquel en el que “el ojo que absorbe indiscriminadamente todas las impresiones, mezclando en un plano único […] imágenes provenientes de experiencias diferenciadas […] ojo que barre el panorama de la ciudad, extrayendo imágenes disparatadas del panorama urbano” Como se verá más adelante, la extracción de imágenes disparatadas, ilógicas y absurdas es esencial en algunas composiciones, sin embargo no se podría hacer extensible esta condición a la totalidad de textos en los que se emplea la lente focalizadora.

Iniciaré este análisis por una de las vertientes vanguardistas argentinas que trasciende por su logrado interés social. Tomando fragmentos de Uno. La caída de Roberto Mariani explicaré lo anteriormente mencionado:

“Este hombre camina quizá un tanto apresuradamente. […] asienta primero el taco de un pie en el suelo, y después la planta; en seguida efectúa una presión muscular: se alza el talón, y todo el cuerpo presiona sobre la planta, ahora sobre los dedos... Mientras un pie es soporte, el otro va a serlo inminentemente, y mientras no lo sea de modo actual y absoluto, avanza unos quince, unos veinte centímetros. La caja del cuerpo acompaña el avance, y la cabeza también: toda la fábrica del hombre cumple una actitud de manera fácil, hasta armoniosa. Ahora asienta el otro pie en el suelo.

El caminar de este hombre es normal; camina desde hace veinte años, treinta años.

Hay ritmo en la marcha de un hombre. Pero he aquí que este hombre asienta ahora el taco de su botín sobre una cáscara de fruta. No se ha producido el ruidito seco contra la baldosa; se oye más bien un chirrido un tanto apagado pero silbante, y en seguida se percibe con nitidez el golpe de la masa humana contra el suelo. El resbalón, rápido y traicionero, hizo perder línea, medida, ritmo y armonía. El hombre, al caer, movió sus brazos como un pelele.

Este hombre está ahora en el suelo; tiene inmediatamente, instantáneamente, la visión del ridículo antes que la percepción del dolor físico; eso explica la coloración sanguínea que se pintó en sus mejillas. El hombre siente ahora el escozor en la lesión. La breve intensidad del dolor ya desapareció, pero persiste en la región golpeada, un hormigueo intenso. El hombre se incorpora; tiene entre sus labios, a medio abrir, una blasfemia de arrabal; se sacude con las manos el polvo del traje y echa a caminar nuevamente.” Mariani, Roberto. Antología de Boedo y Florida. Pág. 41/42.

El título Uno va anticipando de cierta forma lo que se va a encontrar en el resto del texto, este adjetivo cardinal no indica personalidad ni distinción de ninguna forma, podría tratarse de uno entre miles de otros iguales. La carencia de un nombre propio para el “hombre”, en conjunto con los pronombres demostrativos “este” se puede afirmar que no hay una identidad, rasgos e informaciones que lo diferencie del resto. En el fragmento anterior se percibe una descripción minuciosa del caminar de un hombre, desde una mirada externa, distanciada, que se refleja en el uso de una tercera persona de la enunciación, Sin embargo la aparición de subjetivemas “[...] de manera fácil […] hasta armoniosa. […] El resbalón, rápido y traicionero” o de huellas omniscientes “persiste en la región golpeada, un hormigueo intenso”, “siente ahora el escozor”, evidencian que el lente observador de la realidad no representa la misma de forma llana, objetiva, distanciada, sino que por el contrario aporta matices subjetivos a la vez que fracciona los cuerpos, distorsionando la percepción del humano. En palabras de Masiello: “este proceso deforma las ideas convencionales de la naturaleza e historia en beneficio de la especificidad del sujeto y el objeto, reunidos en el acontecimiento de la escritura.” Se podría decir que este lente focalizador es entonces un proceso, ateniéndonos a la definición de la palabra como el conjunto de fases sucesivas de una operación artificial. Tal proceso descompone las convenciones de hombre, de trabajador, mostrando lo no dicho de la historia, la sujeción a un modelo económico capitalista.

Las obras ficcionales boedistas se destacan, ante todo, por sus descripciones minuciosas, la preponderancia de un ambiente urbano y marginal, la utilización de protagonistas obreros o excluidos por el sistema capitalista que sufren maltratos constantes, la explotación laboral, la maquinización del hombre producto del mundo moderno y la deformación de los cuerpos por causa del trabajo. Uno, desenvuelve la mayoría de estos aspectos, pero en el fragmento seleccionado se señala esencialmente la maquinización del hombre, del empleado. La narración de cada paso, movimiento o reacción es de índole conductista, decir que necesariamente una acción conlleva a la siguiente: “asienta primero el taco de un pie en el suelo, y después la planta; en seguida efectúa una presión muscular”, “tiene [...] la visión del ridículo antes que la percepción del dolor físico; eso explica la coloración sanguínea [...]en sus mejillas”. A nivel del lenguaje este efecto se logra por la incorporación de adjetivos ordinales y adverbios temporales con matiz de continuidad. Además contribuyen a maquinización humana los recursos de cosificación, que asigna atributos de objetos a seres humanos: “ La caja del cuerpo”, “toda la fábrica del hombre”, “se percibe [...]el golpe de la masa humana contra el suelo”, “sus brazos como un pelele”.

Algunos de los personajes que Mariani prefiere son a los tristes empleados de oficina uncidos a la rutina de los horarios y a la engañosa gratificación de los sueldos . Por ende, uno de los escenarios recurrentes en su obra será la oficina y sus entornos como el espacio en el cual se desplazan y desempeñan los individuos residentes en un núcleo urbano. En Uno, el lugar en el que transita el hombre es una calle con residuos peligrosos en el suelo, el motivo del traslado no es más que el del trabajo, más adelante aclara: “No quisiera llegar tarde a la oficina”. En esta sentencia se puede inferir una crítica a imperiosa sujeción laboral, puesto que se prioriza el hecho de cumplir un horario en vez de la salud personal.

Mariani a través de esta construcción nos va planteando su visión ideológica y crítica hacia un sistema capitalista, opresor, que masifica, despersonaliza consume y se beneficia a expensas de la clase trabajadora.

Por otra parte, el recurso de la lente es empleado por la escuela vanguardista contraria, florida. Uno de los más representativos autores, Oliverio Girondo se apropia de esta técnica para dar un sello personal a su obra “Veinte poemas para ser leídos en el tranvía” y “Calcomanías” Recordemos que este escritor nació en el seno de una familia adinerada, contaba con los recursos necesarios para instruirse en Europa. A partir de estas experiencias de viaje, Girondo resemantiza la técnica del ojo observador, por una que tiende más a la fotografía y a la imagen. Produce un sujeto que viaja a través de la moderna civilización. El título del siguiente poema ya nos va anticipando este sujeto que se traslada en un vehículo “Tren expreso” sobre el cual desenvuelve su mirada.

Los vagones resbalan

sobre los trastes de la vía,

para cantar en sus dos cuerdas

la reciedumbre del paisaje.

Campos de piedra,

donde las vides sacan

una mano amenazante

de bajo tierra.

Jamelgos que llevan

una vida de asceta,

con objeto de entrar

en la plaza de toros.

Chanchos enloquecidos de flacura

que se creen una Salomé

porque tienen las nalgas muy rosadas.

Sobre la cresta de los peñones,

vestidas de primera comunión,

las casas de los aldeanos se arrodillan

a los pies de la iglesia,

se aprietan unas a otras,

la levantan

como si fuera una custodia,

se anestesian de siesta

y de repiqueteo de campana.

A riesgo de que el viaje termine para siempre,

la locomotora hace pasar las piedras

a diez y seis kilómetros

y cuando ya no puede más,

se detiene, jadeante.

A veces “suele” acontecer

que precisamente allí

se encuentra una estación.

¡Campanas! ¡Silbidos! ¡Gritos!;

y el maquinista, que se despide siete veces

del jefe de la estación […]

Fragmento. Girondo, O.

Para lograr este efecto zoom instantáneo y fotográfico que transmite lo momentáneo y fugaz de espacio callejero, Girondo emplea el gesto no utilitario; elogiando lo absurdo, lo contradictorio e ilógico. Este efecto se produce mediante la acumulación de elementos disparatados que se filtran a través de la ventanilla: “Chanchos enloquecidos de flacura que se creen una Salomé” .Los objetos chocan entre si en el espacio, se amontonan por la velocidad con la que trascurren las descripciones, vides amenazantes, jamelgos, casas que se aprietan”. En consecuencia se imprime una perspectiva deformante que pareciera mirarlo todo como a través de una lupa, de una lente de altísima gradación, que le permite enfocar su interés hacia aquellas realidades encubiertas silenciosamente detrás de la realidad para poner en evidencia lo invisible.

Masiello agrega que el tren el texto literario modificó los espacios visuales y registró la inestabilidad de las imágenes. El vehículo fue un instrumento perfecto para registrar el movimiento en el espacio, expandiendo la geografía del poeta. La ventanilla del tren separa al sujeto enunciador del mundo exterior, mientras expulsar una serie de imágenes desunidas ante el ojo del observador. Horizontes y perspectivas se ven distorsionados por la velocidad del tren proporcionando grandes oposiciones de posibilidades visuales en el texto impreso.

Los artificios artísticos sirvieron a un propósito particular en el arte, destinado a mediatizar la experiencia directa de uno y las realidades comunes. De cierto que la intervención tecnológica se convirtió en un modo cada vez más normativo de describir la relación de uno con el mundo. La cámara, el film, la ventanilla de los automóviles separaron al sujeto de los objetos que se encuentran más allá del yo.

El espacio priorizado es el rural, a través de una visión elíptica que interrumpe esos escenarios convencionales por su ubicuidad. Sin embargo en “Veinte poemas para ser leídos en un tranvía” priman los espacios urbanos modernos, legitimando los centros como Buenos Aires y otras ciudades cosmopolitas europeas.

En conclusión si bien ambas corrientes vanguardistas argentinas se diferenciaron por sus percepciones estilísticas e ideológicas, sus escritores se sirvieron de recursos creativos similares pero que apuntan a diferentes objetivos. Aquellos escritores cosmopolitas advirtieron a ese “ojo” como metáfora de la conquista moderna mediante el control y percepción de la materia que lo rodea, refundiendo por la experiencia personal los objetos en el espacio textual, y confiriéndose en una voluntad narcisista; pero ¿se podría considerar una conquista del hombre hacia la modernidad? O más bien ¿la conquista se da desde la modernidad hacia el hombre? Escritores sociales, comprometidos con su realidad evidencian esta otra cara de la modernidad, del progreso y el capitalismo. Estarían hablando de un aparato mundial que segrega a las clases marginales, las cosifica y aprovecha a manera de maquinaria humana, olvidando cualquier aspecto individual, subjetivo o personal.

Bibliografía

Llagostera, María Raquel: “La poesía de 1922”

Masiello, Francine: Lenguaje e ideología. Las escuelas argentinas de vanguardia. Bs As. 1986 Ed. Hachette.

http://figuras.liccom.edu.uy/_media/figari:anexos:girondo_oliveiro_-_veinte_poemas_para_ser_leidos_en_el_tranvia.pdf

http://books.google.com.ar/books?id=llPFaGHWywgC&pg=PA84&source=gbs_toc_r&cad=4#v=onepage&q&f=false

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