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Filosofia Verdad Argumento Y Razon


Enviado por   •  11 de Julio de 2015  •  2.353 Palabras (10 Páginas)  •  249 Visitas

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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD PEDAGOGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR

INSTITUTO DE MEJORAMIENTO PROFESIONAL DEL MAGISTERIO

NUCLEO ACADEMICO MERIDA

CENTRO DE ATENCION EL VIGIA

FILOSOFIA, VERDAD,

ARGUMENTO DE RAZON Y FE

PARTICIPANTES:

Wilmer Contreras

C.I. V- 16.306.115

Febrero 2015

PROBLEMA DE LA FILOSOFIA

La filosofía no se limita a tener información objetiva de un objeto de estudio sino que también reflexiona sobre sí mismo y es de esta reflexión que surge la problemática con la que la filosofía se enfrenta. la vida diaria tomamos como ciertas muchas cosas que, después de una revisión escrupulosa, las encontramos tan llenas de aparentes contradicciones que sólo una gran cantidad de pensamiento nos permite saber lo que realmente podemos creer. En la búsqueda de la certeza, es natural empezar con nuestras experiencias más inmediatas y, en cierto sentido, sin duda, el conocimiento podrá ser deducido de ellas. Pero cualquier aseveración sobre lo que es por medio de lo que nuestras experiencias inmediatas nos dan a conocer seguramente estará errada. Ya que si no podemos estar seguros de la independencia de la existencia de los objetos, tampoco podemos estar seguros de la existencia independiente del cuerpo de otras personas, y por lo tanto mucho menos de las mentes de esas personas, ya que no tenemos base alguna para creer en sus mentes excepto que sean derivadas de la observación de sus cuerpos. Entonces, si no podemos estar seguros de la independencia de la existencia de los objetos, estaremos solos en un desierto – podrá ser que todo el mundo exterior sea nada más que un sueño y que sólo nosotros existimos. Esta es una posibilidad muy incómoda; pero a pesar de que no puede ser estrictamente comprobada de ser falsa, tampoco existe la más mínima razón para suponer que sea cierta. En este capítulo debemos ver por qué esto es pertinente.

Si él dudaba, entonces él debía existir. Así su propia existencia era una absoluta certeza para él. “Pienso, luego soy”, dijo (Cogito, ergo sum); con base en esta certeza él se puso a trabajar para construir de nuevo el mundo del conocimiento que su duda metódica había convertido en ruinas.

Una gran razón por la cual se sigue que debemos anclar el objeto físico a las informaciones sensoriales, es la de que queremos el mismo objeto para distintas personas. Cuando diez personas están sentadas alrededor de una mesa, parece ridículo sostener que ellas no están viendo el mismo mantel, los mismos cuchillos, y tenedores, y cucharas, y vasos. Pero la información sensorial es privada para cada persona en particular; lo que está inmediatamente presente a la vista de uno no es inmediatamente presente a la vista de otro: todos ven las cosas desde un punto de vista apenas distinto. Entonces, si son públicos los objetos neutrales, que pueden ser de cierta forma conocidos por distintas personas, debe de haber algo sobre o arriba de las informaciones sensoriales privadas y particulares que se presentan a varias personas. ¿Qué razón hay, entonces, para creer en la existencia de tales cosas como los objetos públicos neutrales?

La argumentación que nos ha guiado hasta esta conclusión no es tan sólida como nosotros quisiéramos que fuera cuando es puesta en duda, pero es típica en muchas argumentaciones filosóficas, y por lo tanto vale la pena considerarla brevemente en su carácter general y validez. Hemos encontrado que todo conocimiento debe estar construido sobre nuestras creencias instintivas, y si estas son desechadas, nada nos queda. Pero de entre nuestras creencias instintivas hay algunas que son más sólidas que otras, mientras que otras pueden haberse confundido, por hábito o asociación, con otras creencias, no verdaderamente instintivas, pero supuestas falsamente como parte de lo que es creído instintivamente. Es, por supuesto, posible de que todas o algunas de nuestras creencias estén erradas, y por lo tanto todas deberán ser consideradas al menos con cierta duda. Pero nosotros no podemos tener razón para rechazar una creencia excepto cuando estemos en el ámbito de otra creencia. Así, a través de la organización de nuestras creencias instintivas y sus consecuencias, por medio de la consideración de cuál de ellas es la más factible, si es necesario, modificando o abandonando, podemos llegar, con base a la aceptación de nuestra información personal de lo que instintivamente creemos, a una organización de nuestros conocimientos ordenada sistemáticamente, en la que, aunque permanezca la posibilidad de error, esta probabilidad se vea disminuida por la interrelación de las partes y por el escrutinio crítico que ha precedido su aquiescencia, en resumidas letras podemos decir que situaciones encontradas La realidad es que, tradicionalmente, se ha dicho que los grandes problemas de la filosofía, o las preguntas que los filósofos tratan de responder, son precisamente tres:

La pregunta o el problema del ser. Esta es la cuestión metafísica por excelencia, la cuestión que indaga en lo que existe, en lo que es en tanto que existe. La mirada filosófica, volcada hacia el exterior, hacia el mundo objetivo que captamos a través de los sentidos, trata de encontrar respuestas ante la perplejidad que nos produce encontrarnos inmersos en esta realidad. La mirada filosófica tiene a preguntarse en qué consiste lo real, cuál es su sustancia esencial, su sentido último. La pregunta o el problema del conocimiento. Aquí la Filosofía da un giro de 180 grados y se vuelve hacia el interior, hacia la subjetividad. Los filósofos siguen planteándose el problema de qué es lo real, su origen y sustancia básica, pero lo hacen conscientes de que lo real es algo que aparece en nuestra consciencia, que nosotros nos representamos en la mente. Así que el foco de interés se desplaza hacia las cuestiones vinculadas al conocimiento: ¿puedo conocer lo real y cómo puedo estar seguro del conocimiento que poseo?

La pregunta o el problema del hombre. La Filosofía se centra ahora en la cuestión del ser humano y la sociedad. Es el giro antropológico de la Filosofía, volcada en encontrar respuestas a las cuestiones del bien y el mal, de lo que se debe o no hacer, de cómo ordenar la convivencia entre los seres humanos, y, por supuesto, la gran cuestión: ¿qué es el ser humano?

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